Me encuentro en el baño, en aquel cubículo, sola, sentada en aquel inodoro, petrificada.

Sangre.

¡Veo sangre!

¿Me lastimé allí abajo o es que acaso...?

Me subo rápido la ropa interior junto con el pantalón y camino nerviosa hasta la puerta, la abro un poco.

―Nico... ¿Tienes tu celular aquí? ―digo angustiada.

―Sí ¿Por qué? ¿Qué pasa? ―Me mira preocupado.

―Nada... ¿Ti... Tienes el número de mi hermana? ―pido nerviosa.

―¿Eh? Mm, sí ―duda en responder, pero luego reacciona y me entrega el teléfono―. ¿Qué pasa?

―Ahora te digo, espera. ―Lo busco y lo presiono, esperando dos tonos me atiende―. ¿Carina?

―¿Cori? ―Se sorprende al escuchar mi voz―. ¿Qué haces con el celu de Nico? Y encima en horario de clases.

―Eso no importa, necesito saber algo y quiero que me digas la verdad.

―¿Eh? Sí, pero rápido que tengo universidad en un ratito, y sino no llego.

―El test que trajiste... ¿era trucho? O sea, ¿me hiciste una de tus bromas?

―¡¿Qué?! ¡¿Recién te enteras?! ¿Tanto tardó tu menstruación? ―Se sorprende―. Deberías ir a un ginecólogo ―ofrece.

Ahora sí que me encuentro petrificada, en serio ¡¿No estoy embarazada?! Eso quiere decir que... todo el mundo piensa que lo estoy por culpa de la estupidez de mi hermanita mayor. Ay no, estoy perdida.