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Única Parte.

Me enamoró con cada palabra, me destruyó con cada acción. —Frida Kahlo.

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Todo este tiempo

Que perdí esperando que entraras en razón.

He estado todo el tiempo dándote oportunidades

Y todo lo que haces es decepcionarme.

Y me ha llevado todo este tiempo, bebé.

Pero te he descubierto.

Y piensas que estaremos bien de nuevo,

Pero no esta vez.

No tienes que llamarme más,

No contestaré el teléfono

Esta es la gota que derramó el vaso.

No quiero sufrir más.

Puedes decirme que lo lamentas,

Pero no te creo, bebé, como lo hice antes.

Tú no lo lamentas.

— Taylor Swift - You're not Sorry (Taylor's Version).


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Do KyungSoo y Kim JongIn se conocieron en un campamento organizado por La Asociación de Scouts de Corea del Sur. Aquel Programa de Jóvenes en el Movimiento Scout abrió en verano una sucursal en Suncheon, provincia en la que ambos niños vivían. Tenían tan solo siete años cuando fueron enviados por primera vez al campamento scout por sus familias, ninguno podía prever lo que ocurriría años después. A KyungSoo lo mandaron porque era un niño muy tímido y la hermana de la señora Do, que vivía en otra provincia, había sugerido inscribir a KyungSoo en aquel movimiento infantil y juvenil. Según ella, el escultismo les había brindado a sus dos hijas mejores habilidades sociales. Por ello, debían aprovechar y matricular inmediatamente al pequeño KyungSoo. Mientras que a JongIn lo anotaron porque era un verdadero dolor de cabeza. Gritaba en demasía, se subía a los muebles y rompía cualquier objeto gracias a sus manos de mantequilla. La señora y el señor Kim necesitaban un descanso, así que, apenas vieron el colorido anuncio con dibujitos de niños scout se animaron y se deshicieron de su hijo, al menos por un par de semanas. Y, ya que, JongIn no estaría por ahí, se fueron a unas cortas vacaciones a la isla Jeju.

KyungSoo no quería estar ahí. Se había aferrado a su colchón con toda la fuerza que sus pequeños bracitos poseían. Fue en vano. Lo único que logró fue una severa reprimenda de parte de su padre. KyungSoo estaba aterrado y quizá no lo estaría si su queridísimo hermano mayor, InSung, fuera con él al desconocido lugar. Siempre confiaba en InSung porque el mayor era quien, generalmente, le cuidaba. No obstante, su hermano no lo cuidaría esta ocasión. Al parecer, InSung tenía otros planes que no lo involucraban. Su madre le cambió el pijama por una camisa fea de color celeste, unos pantalones azul marino y una pañoleta de color celeste con amarillo. ¡Qué horrible uniforme! Fue llevado contra su voluntad a la estación de autobús, en la cual estaban unos jóvenes muy altos y con sonrisas espeluznantes en sus rostros. Y, aunque, lloró, igualmente fue subido al autobús. Uno de los jóvenes espeluznantes se presentó como Byun BaekHyun, quien tomó su maleta para guardarla en el maletero. El chico le contó que su papel era el de subguía de la patrulla y blablablá. KyungSoo no entendió nada de lo que el sujeto le contó, tan solo se mantuvo estático en el asiento que le habían designado, mirando sus zapatillas con luces de colores. Muchos minutos después, BaekHyun se calló debido a un grito que provenía de afuera. El carro no había partido debido a que todavía estaban esperando a que llegaran más infantes. Byun le sonrió al adorable niño que tenía a su costado, le dio un chocolate y bajó del bus para ver que sucedía.

A penas salió del autobús se encontró con una escena peculiar. Un señor moreno trataba de quitarse a un niño de la cabeza, pero el menor estaba aferrado con todas sus fuerzas a los hombros y a la cabeza del mayor. A su costado, una dama los veía con enojo, sus labios se separaban como si dijera algo, pero las palabras no salían —o, al menos, él no alcanzaba a escucharlas—. Quizá estaba avergonzada de que su familia esté haciendo un papelón y acaparando toda la atención. BaekHyun no iba a intervenir porque la escena se le hacía hilarante. Pero al girar su rostro en dirección al otro bus que también estaba destinado a recoger infantes se encontró con la mirada juzgona del líder. Oh, el sexy líder. ¡Mierda, no debería estar pensando en ello! Se acercó casi corriendo y casi tropezando hasta las personas que montaban un buen espectáculo. Intentó ser amable pronunciando suaves: ¿Disculpe? Pero esa gente seguía en lo suyo. El señor daba vueltas tratando de zafarse del agarre del niño cavernícola, pero el pequeño moreno reía como si todo fuera un juego. Incluso, cuando el hombre habló en voz firme, el muchacho no titubeó, siguió aferrado. Miró de reojo hacia Park, el líder de patrulla, y éste ya se estaba acercando a poner orden. Por ello, BaekHyun fingió estar solucionando la situación; era un buen actor.

 ChanYeol con sus brazotes logró bajar al niño en un par de segundos. BaekHyun suspiró como un colegial enamorado, pero disimuló cuando el líder le miró arqueando una ceja. Un simple "lleva al niño a su asiento" hicieron a BaekHyun derretirse. Tomó la mano del niño que se presentó como Kim JongIn y lo acompañó a subir al bus en el que antes estuvo sentado. El foquito en su cabeza se prendió cuando vio un asiento vacío al lado de su amiguito calladito. Llevó a JongIn al lado de KyungSoo, los presentó y esperó por una reacción positiva y escandalosa como suelen ser los niños cuando hacen amigos nuevos. La reacción no llegó. KyungSoo continuaba viendo a través de la ventana y JongIn se sacudía en su asiento como si solo se hubiera alimentado de azúcar por años. BaekHyun supo en ese instante que esos dos le darían dolor de cabeza. Por un lado, tendría que esforzarse para que KyungSoo se sienta cómodo y sea capaz de decir al menos dos palabras. Por el otro lado, debía mantener vivo a JongIn... O mantener vivo a quien esté cerca de JongIn, ese niño era una bomba. Suspiró, palmeó las cabecitas y bajó del autobús. ChanYeol le avisó que solamente faltaban cinco infantes y que los llevaría en su bus, así que BaekHyun junto a los demás niños, niñas y ayudantes jóvenes podían marcharse. Y así fue. El bus comenzó a rodar para dos horas después detenerse. BaekHyun junto a una ayudante de nombre Joohyun se encargaron de bajar a los niños con cuidado, mientras que el otro ayudante, SeHun, se encargaba de bajar las mochilas de los menores y, claramente, entregárselas.

Todo el séquito de infantes cargó o arrastró sus maletas hasta una pequeña plaza, que en realidad era tan solo un espacio circular rodeado de cabañas. BaekHyun explicó que no podrían armar las carpas en esta ocasión debido a que, a pesar de ser verano, la "gente del clima" había dictaminado unas horribles lluvias y no querían exponerse a un resfrío. El clima está loco, BaekHyun alegó, aunque por dentro se moría por decir que todo era una culpa del cambio climático y de los humanos que no hacían ni mierda. Pero no podía decirle esos a unos de chiquillos de siete a diez años. Después, Joohyun leyó una lista. Separándolos por sexo, pusieron a cinco niños a compartir cabaña. Cuando KyungSoo escuchó su nombre, sujetó con fuerza el asa de su mochila y la arrastró hacia la fila que los demás niños anteriormente nombrados formaban. El chico parlanchín que se había sentado a su lado por todo el viaje terminó en una cabaña diferente. Sintió una ligera decepción. Las historias que JongIn contaba acerca de su vida le resultaban muy entretenidas, aunque no sabía cómo verbalizarlo, tan solo asentía o respondían cortos "uhmm".

El día trascurrió como debía transcurrir: sin ningún contratiempo. KyungSoo y JongIn desempacaron sus pocas pertenencias, escogieron una cama y se tiraron en ella, esperando más órdenes. A pesar de que fue el primer día, ya estaban llenos de actividades. Joohyun y SeHun fueron tocando las puertas y avisándoles a las niñas y a los niños que salieran, ¡habría juegos! KyungSoo salió con una mueca de fastidio en su rostro mientras arrastraba los pies. En cambio, JongIn brincó fuera de la cama y salió como un petardo de la habitación. La primera actividad del día fue plantar semillas. Se suponía que verían germinar su flor (en realidad, no lo harían, solo les enseñaban a cultivar y sobre el cuidado del medioambiente). JongIn estaba confundido, ¿cómo eso puede ser considerado jugar? De inmediato fue a quejarse con Byun BaekHyun, quien estaba al lado del niño ojón con el que se había sentado en el bus. BaekHyun hablaba dulcemente mientras movía la tierra y echaba las semillas, miraba a KyungSoo, esperando que éste le imitara. Sonrió cuando el niño blanquecino lo hizo. Pero su cuerpo tembló cuando sintió la voz aguda de un niño problemático.

 —Hyung, estoy aburrido.

—¿Ya terminaste con todas las semillas?

Debes mantener la paciencia, se recordó. Tan solo es un carajito.

—Sí.

—¿En serio? ¿No me mientes, JongInnie?

JongInnie viró los ojos, cruzando sus pequeños y delgados brazos sobre su abdomen.

—Si me das un chocolate, me quedaré callado.

—Los chocolates son exclusivamente para los niños buenos, ¡como KyungSoo! —Estiró su brazo y acercó al menor hacia ellos.

BaekHyun sintió el pequeño cuerpo estremecerse y se sintió mal por Do. Quizá lo estaba presionando mucho.

—Entonces, le diré a ChanYeol que lo estabas espiando cuando él nadaba en el río. —Amenazó, balanceando su cuerpo.

BaekHyun abrió los ojos, en shock. Primero, porque ni él, Byun BaekHyun, tuteaba a Park ChanYeol. Segundo, ¿cómo carajos se enteró ese niñato?

—No lo estaba espiando. —Se defendió. —Y ni siquiera nadaba, el idiota se cayó y le ayudé a salir.

¿Por qué tenía está clase de conversación con un niño de siete años?

—Idiota es una mala palabra.

Lo último que le faltaba. El niño que no habló en todo el día, lo hizo en este momento para regañarlo.

—Tienes razón, Soosie. Perdón. —Acaricia el cabello negro del niño. Al menos era un avance.

Y de esa forma extraña BaekHyun pasó sus vacaciones de verano. Entre un niño que mayormente era silencioso y otro mocoso que era un revoltoso de primera. Irónicamente, ambos estaban juntos la mayor parte del tiempo. Así que, no era de extrañarse que KyungSoo se viera involucrado en travesuras. Por ejemplo, se vio envuelto en una pelea de comida. Según las palabras de JongIn, la comida salió volando de sus manos y cayó perfectamente encima de un tal WonSik de ocho años. Y ese tal WonSik ni lento ni perezoso le tiró su postre, que era un riquísimo arroz con leche, en la cara. JongIn, lejos de enojarse, exclamó de pura casualidad: "pelea de comida". Y el caos se desató. Según las palabras de KyungSoo, JongIn había hecho todo a propósito. Y que él estaba comiendo tranquilamente hasta que le tiraron fideos en la cabeza, ensuciándole toda su cabellera negra. KyungSoo no lanzó su comida en respuesta, sino que se escondió debajo de la mesa. Ah, también aclaró que JongIn gritó con esa malévola intención y que no fue pura casualidad. BaekHyun le creyó a KyungSoo y premió su sinceridad con un chocolate. Además, regañó a JongIn. Cuando los niños se fueron de su oficina improvisada, quiso estrellar su cabeza contra el escritorio.

 Más actividades lúdicas después, llegó el momento de aprender el arte de hacer nudos. El sol se estaba ocultando, así que, sin duda alguna esa era la última actividad del día. Park ChanYeol, el tipo que casi se ahoga en un río minúsculo y con nada de corriente, estaba sentado en un tronco ubicado al centro y al frente de los infantes. Con sus manos sujetaba una cuerda y observaba como Joohyun y SeHun les entregaban cuerdas iguales a los menores. Cuando todos y todas tuvieron sus sogas, ChanYeol comenzó a explicar paso a paso cómo debían de moverlas para crear distintas formas. JongIn miraba a todos lados, confundido, ¿en qué momento llegaron a ese paso? La vida de un scout era difícil. Tenías que plantar semillas, no podías lanzar comida y debías aprender a hacer nudos, ¿para qué? Su mami y su papi siempre le amarraban los cordones, ¡no necesitaba esto! Pero se sentía fuera de lugar al ver como los demás ya habían logrado el mismo nudo que ChanYeol mostraba. Con sus ojitos buscó al único niño que sabía no lo mandaría a volar. Gateó y rodó creyéndose invisible hasta llegar al lado del niño bajito, ojos gigantes y cabello negro.

—¿Me haces ese nudo?

—No.

JongIn no esperaba esa respuesta, su ceño se arrugó y su boca se abrió en pura indignación.

—¿Por qué?

—Lo tienes que hacer tú, vago.

JongIn volvió a fruncir su ceño, sintiéndose insultado, aunque no sabía la definición de vago. Él es pésimo con las palabras, siempre olvida los significados.

—¿Me explicas como se hace? —Murmuró, formando un puchero con sus labios. —No seas malito.

KyungSoo recordó las palabras de su hermano mayor: sé amable.

Suspiró y se acercó más a JongIn, viéndole sonreír. Él se mantuvo sereno.

—Se llama nudo de pescador. —KyungSoo dejó a un lado el nudo que había elaborado y tomó las manos bronceadas entre las suyas. —Sirve para unir dos cuerdas. —Movió las manos de JongIn mientras continuó con su explicación. —Debes pasar el chicote desde fuera hacia dentro por la argolla y darle dos vueltas. Después, se da medio cote comprendiendo las dos vueltas, para terminar con otro cote y una ligada.

JongIn no entendió nada, pero dejó a KyungSoo mover sus manos como quisiera, confiando en el proceso. Unos segundos después, JongIn tenía en sus manos el nudo de pescador.

—Ya ves, no era tan difícil, Kim JongIn.

—Puedes decirme JongIn.

KyungSoo agarró otra cuerda que SeHun le estaba entregando.

—Uhmm, está bien, JongIn. —Pronunció tímidamente, un poquito inseguro.

—Ahora, eres mi amigo. —El moreno decretó, abalanzándose sobre el más bajito.

El blanquecino no creía que había logrado un amigo por su propia cuenta. Fue uno de sus días más felices, aunque no lo demostró. Lo que hizo fue empujar a JongIn lejos de él, ya que, odiaba las muestras de afecto corporal. La clase magistral de nudos con el guía Park ChanYeol duró alrededor de una hora. Después, todos fueron conducidos a sus respectivas cabañas. JongIn se despidió, prometiéndole a KyungSoo que el día de mañana sería mejor, que jugarían juntos y que se vengarían del tal WonSik. KyungSoo tomó la mano de BaekHyun y fue conducido a su cabaña. Do frunció ligeramente el ceño y entrecerró los ojos, por algún motivo, comenzó a ver borroso y, otra vez vio con claridad. Quizá era el sueño. Por andar pensando en su visión no logró despedirse de JongIn; se sintió mal, pues no quería mostrarse indiferente con el único amigo que había hecho. Esa noche llovió a cántaros. Al igual que la noche presente, veintitrés años después. Ahora, KyungSoo quería borrar ese recuerdo de su memoria.




(...)




Para el verano en el cual cumplieron diez años, KyungSoo ya era capaz de expresarse mejor. Aunque, había un fallo, por llamarlo de alguna manera. KyungSoo, únicamente, era capaz de mantener una larga plática con JongIn. En el colegio, el menor de los Do había soñado despierto con la fantasía de que el moreno estudiara con él. Sin embargo, eso no sería posible. JongIn era muy inquieto, por ende, se había metido en un sinfín de líos. Ningún colegio aceptaría a un mocoso de diez años que tenía un récord increíble de travesuras. El colegio en el cual JongIn estudiaba le pertenecía su tía, quien le dijo al aceptarlo en sus instalaciones: "a la familia no se abandona", que mal que él no se haya acordado de eso veintitrés años después. Pero, regresando al pasado, KyungSoo anhelaba la llegada del verano para regresar al campamento scout. Incluso, extraña a BaekHyun porque siempre le llenaba de chocolates, ya que era el único infante que seguía al pie de las letras las indicaciones.

Cuando el verano llegó, KyungSoo dormía más temprano creyendo que de esa manera los días pasarían más rápidos hasta llegar al día diez, que era el día en el cual iría de campamento. Y cuando llegó el diez, KyungSoo se vistió solito, tomó la mano de su mami y de su hermano y fueron sin ningún problema hasta la estación de buses. En esta ocasión, InSung sí iría con él. Sin embargo, no irían en el mismo bus ni realizarán las mismas actividades —en realidad, compartirían tan solo un par de actividades—, pues los dividían por edades. KyungSoo todavía pertenecía al grupo de siete a diez años mientras que InSung estaría con los de once a quince. Fueron los primeros en llegar, los hermanos se despidieron y subieron a sus respectivos buses. KyungSoo se sentó en la primera fila, miró por la ventana y esperó a que llegara JongIn.

El moreno llegó brincando producto de la felicidad de ver a su amigo KyungSoo. Mientras brincaba balanceaba sus manos y las manos de sus progenitores, pues las tenía agarradas. Su mami y papi habían aprovechado, nuevamente, para comprar boletos de avión e irse de vacaciones. En esta ocasión, JongIn no tuvo que ser cargado por Park ChanYeol ni arrastrado por Byun BaekHyun hasta el bus, él solito subió y puso una gran sonrisa al ver a su amiguito. Ambos niños hablaron durante todo el viaje, contándose todo lo que habían realizado en lo que iba del año. BaekHyun, quien se sentaba detrás de ellos, paraba la oreja para intentar escuchar de que tanto se reían esos dos. Sobre todo, porque quería ganarse a KyungSoo. Byun era amigable y los infantes confiaban en él, pero con KyungSoo sentía que el menor le evitaba o algo por el estilo. Sí, Baek tiene esa necesidad inexplicable de caerle bien a todo el mundo. Incluyendo, a un carajito al cual ve durante unas semanas.

En esta ocasión, si pudieron armar carpas. Bae Joohyun y Oh SeHun, quienes se besaban a escondidas entre los grandes árboles, le enseñaron a los chiquillos y chiquillas a armar las tiendas de campaña. Aunque, en realidad, fue Joohyun quien enseñó todo. SeHun terminó enredándose con su propia carpa, cayendo encima de ella y destruyéndola. BaekHyun y ChanYeol se carcajearon, llamando la atención y obteniendo una mirada muy oscura de parte de Oh. Estuvieron casi toda la tarde en el armado de carpas porque si un adulto se cayó encima de la suya, unos niños de 7 a 10 años también podían caerse —y muchas cosas peores más. Fue un milagro que nadie terminara herido. Para las carpas, los niños y niñas podían elegir con quien querían dormir. El aforo máximo era dos y como eran un grupo par, nadie quedó sin pareja. Se mantuvo la única división por sexo, a excepción de Joohyun y SeHun, quienes dormirían juntos, pues la carpa de SeHun se rompió producto de su caída. Y no, Joohyun no era la única ayudante mujer, había cuatro más: Park Sooyoung, hermana de ChanYeol; Kim Yerim; Son Seungwan y Kang Seulgi. Ellas sí eran impares, resultando que la única mujer sobrante fuera Joohyun. Pero como Joohyun y SeHun eran dos veinteañeros muy maduros y consientes —y enamorados—, aceptaron compartir carpa.

Ante todo pronóstico fue KyungSoo quien le pidió a JongIn dormir juntos. El moreno aceptó de inmediato. Do dirigió a Kim para que este armara la carpa; eran el cerebro y la fuerza, perfectamente equilibrados. La carpa estuvo lista después de muchos bufidos de JongIn, quien estaba a nada de ir a pedirle ayuda a Park ChanYeol. Cuando la carpa roja se quedó paradita, JongIn brincó hasta KyungSoo, abrazándolo con fuerza. KyungSoo se dejó, disfrutando del abrazo sincero y efusivo de su amigo. Aunque, todavía no era lo suficientemente valiente para alzar sus brazos y abrazar también al moreno. Ambos niños entraron a su carpa y dejaron sus mochilitas dentro. Asimismo, se las arreglaron para colocar los sacos de dormir, los cuales juntaron, pues a KyungSoo le daba miedo el hecho de dormir afuera.

 —No debes temer. —JongIn habló, sentándose y cruzando las piernas. —Yo estoy aquí.

KyungSoo frunció el entrecejo.

—¡Yo derrotaré a los monstruos! —Levantó su flacucho brazo y formó un puño con su manito.

—El monstruo te comerá. —Do balbuceó.

Hipotéticamente hablando, los monstruos son inmensos y muy fuertes. JongIn es pequeño y flaquito. Para el monstruo sería como romper una ramita.

—El único que puede contra el monstruo es el guía Park. —Soo susurró.

—¿Te gusta él más que yo, Soo? —JongIn de diez años sonaba indignadísimo de que su amigo prefiera a un viejo antes que a él.

—Él nos puede salvar a los dos de un monstruo.

JongIn formó un puchero con sus labios, ligeramente molesto. Los niños se enojan por cualquier cosa. Pero también olvidan con facilidad. JongIn estaba enojado, así que, se metió dentro de su saco de dormir, giró y quedó mirando el lado contrario de donde estaba sentado KyungSoo. Cerró sus ojitos e intentó dormir. Aunque, deseaba que KyungSoo se acercara o que le hablara. Do no lo hizo porque no sabía que Kim estaba enojado con él. Si bien notó el extraño comportamiento de su amigo, se dijo a sí mismo que no era algo de vital importancia, pues JongIn era muy expresivo y si pensaba algo —para bien o para mal— se lo diría sin dudar. KyungSoo salió de la tienda de campaña apenas escuchó la voz de BaekHyun llamándolo. Sorpresivamente, el mayor comenzó a hablarle de cantantes que a KyungSoo le gustaban muchísimo. Y así el tiempo se pasó volando, olvidando al niño moreno que se quedó en la carpa y que nadie se percató de su ausencia.

Entrada la noche, ChanYeol les pidió a los infantes que formaran filas frente a los baños para que se pusieran sus pijamas y que, después vinieran a sentarse alrededor de la fogata que SeHun intentaba encender. KyungSoo fue de los primeros en ponerse su linda pijama de Pororo, aunque estaba un poco avergonzado, pues todos los niños llevaban pijamas de superhéroes o de un solo color. Él llevaba un gran y adorable pingüino en todo el pecho. Se colocó encima la casaca negra que estuvo usando durante toda la tarde, subiendo el cierre y escondiendo a su caricatura favorita. Él observó como Joohyun prendió la fogata bajo la atenta mirada de todos y todas las guías. Sin duda, sin ella el campamento no sería tan grandioso. Ella trabaja en silencio, pero prácticamente era el pilar. Ni siquiera Park ChanYeol había logrado prender los tronquitos. KyungSoo fue a su carpa a sacar uno de los miles de chocolates que BaekHyun le daba por meramente existir. Planeaba dárselo a Joohyun porque la chica merecía un premio y ¡el chocolate es lo mejor! Cuando entró a la carpa, encontró un bulto tirado en una esquina y recordó a su amigo. KyungSoo se acercó apresuradamente, notando como a penas JongIn lo notó, éste cerró los ojos, fingiendo estar dormido.

—¡Ya te vi! —Chilló con su vocecita. —¡Estás despierto, JongInnie!

JongInnie gruñó.

—No sé quién eres.

—¡Soy yo! —Soo se tiró encima de In. —¡Soy KyungSoo! —Acercó su rostro al contrario. —¡Somos amigos! ¿¡Te golpeaste la cabeza!? ¡Debería llamar a BaekHyun! —Se separó del otro cuerpo, manteniéndose arrodillado. —¡No! ¡Mejor a Joohyun!

Antes de que pudiera salir de la carpa, sintió una mano tomándole de la muñeca y jalándolo hacia abajo, cayendo encima de la bolsa de dormir de JongIn.

—¿Realmente somos amigos? —El tono de voz fue bajito y las palabras fueron pronunciadas con temor. —Te fuiste y no regresaste hasta ahora, ¡Han pasado horas! Los amigos se preocupan por el otro, pero tú no te has preocupado por mí...

KyungSoo sintió su corazón estrujarse. No era bueno detectando las emociones ajenas, pero el puchero, los ojitos brillantes y el tono de voz de JongIn eran indicios de la tristeza que su amigo sentía. Se sintió mal porque JongIn había dicho la verdad. Los amigos cuidan uno del otro, pero él ni fue capaz de acordarse de JongIn. Y se sintió peor, al ver el labio inferior del moreno temblando. Además, recordó que Kim le había contado que su familia solía organizar planes sin él, incluso si él se encontraba en ese momento con ellos. Es decir, generalmente, era excluido. Y KyungSoo sabía que era sentirse excluido, no en su entorno familiar, pero sí en el escolar. Así que, pudo comprender el dolor de JongIn.

—Perdón. —Fue lo único que pudo pronunciar, pues no tenía excusa.

—Yo no quiero ser amigo de una persona que no me quiere.

KyungSoo agachó su cabeza inmediatamente, sintiéndose regañado. No, era más que un regaño. Se sintió pésimo y las lágrimas no tardaron en aparecer. Él trató de contenerlas debido a que no le gusta llorar en frente de otras personas que no sea su mami o su hermano. Sin embargo, tenía un gran miedo asentándose en su cabecita. JongIn podía decidir terminar su amistad. Y KyungSoo no sería capaz de llevarle la contraria, de intentar solucionarlo. Se sintió cohibido, jugó con sus manitas para intentar distraerse. Incluso, el silencio de JongIn le dolía. Le desesperaba no saber que más diría el contrario.

Sollozó.

Y no paró incluso cuando una mano morena le acarició con dulzura su mejilla rellenita y le alzó el rostro. KyungSoo dejó que JongIn le viera llorar, pues ni siquiera era capaz de pararse y salir corriendo de la carpa. Sus ojos miraban fijamente el suelo y su cabecita no dejaba de repetirle que nuevamente estaría solo, sin amigos, sin risas, sin abrazos. KyungSoo no quería volver a eso, la soledad era horrible. Y eso que era solo un niño que no comprende a cabalidad muchos conceptos. Pero, no comprender no es igual a sentir. KyungSoo sentía mucho; sentía mucho miedo, sentía mucha tristeza, sentía mucha impotencia.

Los dedos morenos trataron de secar las lágrimas con cuidado, sin presionar mucho el bello rostro. Sin embargo, sus movimientos seguían siendo torpes. JongIn no tenía el objetivo de hacer llorar a su amigo, tan solo quería decirle como se había sentido ese día, estando solo en la carpa... Porque así era como se sentía en su casa y en el colegio. Nadie lo buscaba jamás. Sus padres estaban alrededor, ignorándose entre ellos, ignorándolo a él. Y, por momentos, donde la felicidad abundaba en su casa, ellos hacían planes, pero sin incluirlo a él. Quizá por su mal comportamiento. Él trataba cambiar, pero era tan difícil mantenerse quieto y callado. Había arruinado varios paseos, arruinaba el ambiente de júbilo. Quizá por eso preferían dejarlo solo. Y en la escuela seguía siendo solitario. Los demás niños no quieren juntarse con una persona que siempre anda en problemas. Y los pocos valientes parecían tener otros amigos aparte de él. JongIn no era importante para nadie, aunque él quería tener a alguien importante. Tuvo la esperanza de que KyungSoo fuera esa persona, pero le había decepcionado. Al igual que todos los demás, cuando JongIn no estaba, KyungSoo no notó su desaparición, y mucho menos lo buscó.

—Perdóname, Soo. No quise decir eso. —Mintió. Él dijo exactamente lo que sintió, pero al parecer su sentir dañaba a los demás. —Yo aún quiero ser tu amigo... —Eso sí era verdad.

Internamente, JongIn estaba en una encrucijada. No quiere ser amigo de alguien que no le quiere. Pero desea mantenerse al lado de KyungSoo para siempre, si es que eso es posible. Entonces, JongIn anhela con todo su corazón que KyungSoo le quiera... Pero, ¿y si KyungSoo no le quiere?, ¿debería sufrir queriéndole a la distancia? Es un niño. No puede comprender la complejidad que es amar, pero lo puede sentir de la manera más pura y sincera. Quiere un amigo, nada más. ¿Tan difícil es querer un amigo?

JongIn decide zanjar el tema porque ver las lágrimas del blanquecino le hacen sentir peor. No solo porque se sentía como una mala persona al hacer llorar a otra, sino que, si KyungSoo lloraba, él tenía ganas de llorar también. De cierta manera, su cariño por el más bajito era tan fuerte que era capaz de sentir lo que el otro sentía. Quizá se encariñaba muy rápido con los demás, con la misma rapidez en que los demás podían olvidarlo.

—P-pero...

—No. —JongIn le cortó. —Está bien, seguro te distrajiste con BaekHyun... —Le inventó una excusa a KyungSoo, y no importaba que tan tonta fuera él la creería. —Hazme una promesa.

KyungSoo se animó a subir su mirada. Sus grandes y brillantes —por las lágrimas— ojos vieron directamente a los contrarios que también brillaban, pero por ilusión.

—Prométeme que no me dejarás solo, que siempre serás mi amigo.

Do pudo notar la sinceridad con la cual Kim había hablado. Y en esa sinceridad había anhelo, anhelo de no ser dejado atrás, de no volver a ser olvidado.

—¡Lo prometo! —Chilló, estirando su meñique, esperando a que JongIn lo tomase.

El moreno sonrío ante el gesto. Alejó sus manitos del rostro blanquecino, mostró el meñique de su diestra y lo unió con el meñique de blanquecino.

—Promesa. —JongIn sentenció. —Las promesas se guardan y no se rompen.

KyungSoo asintió efusivamente. La tristeza se disipó de su rostro, aunque todavía sus ojitos y naricita poseían una tonalidad rojiza. Asimismo, esbozó la sonrisa con forma de corazón más bonita que JongIn ha visto. Abrió sus ojitos, sorprendido, casi hipnotizado por la belleza de esos labios. Y antes de que el moreno pudiera decirle algo respecto a ello, escucharon sus nombres siendo gritados por el irritante de BaekHyun. KyungSoo rio al ver la mueca de "estoy harto" de JongIn, la cual iba acompañada de rodar exageradamente los ojos. Ambos niños gatearon, abrieron la carpa y salieron a buscar al subguía. Cuando lo encontraron, se sentaron a su costado.

Ahora todos y todas estaban alrededor de la fogata. BaekHyun le dio un palito con un malvavisco a KyungSoo y a JongIn, explicándoles como debían de acercar al palito al fuego. Parece fácil, pero BaekHyun está con su corazón latiendo a mil porque hay muchos niños —perdónele la expresión— idiotas, acercándose despreocupadamente al fuego. Y si alguien se prende en llamas, Byun está seguro que se irá corriendo a esconderse en su propia carpa porque no quiere ver como alguien muere calcinado lenta y tortuosamente. Muy turbio sus pensamientos y muy tarde para renunciar a ser subguía. Fue capaz de relajarse por un segundito cuando vio como KyungSoo jalaba de la mano a JongIn, volviéndolo a sentar.

—No tienes que acercarte tanto al fuego, Nini. —KyungSoo regañó mientras masticaba su malvavisco, viéndose adorable.

El moreno formó un puchero con sus labios, pero obedeció.

BaekHyun miró la escena, enternecido y aliviado. Enternecido porque estaba viendo ante sus ojos como iba progresando la relación amical de ambos niños. Aliviado porque no tenía que estar detrás de Kim para que éste no sea el desafortunado que se prenda fuego por pendejo. Uy, discúlpenle la palabra a BaekHyun. Está un poco harto de los niños. ¿Por qué eligió ser subguía? ¡Ah, sí, por el guapo líder que ni le da la hora! Que horrible es el amor...

—¿BaekHyun está bien? —JongIn inquirió mientras le arrebataba al mayor la bolsa con los malvaviscos. —Creo que se murió.

KyungSoo frunció el ceño. —No juegues con la muerte, Nini—Regañó. —Solo se quedó pensando mientras mira a la nada... Eso hace siempre.

Como el pequeño Do para de aquí para allá con Byun se había percatado que a veces el mayor se va de este mundo al mundo de sus pensamientos.

—Bueno, no importa mientras yo pueda comer más malvaviscos. —JongIn sonrió con malicia, regresando a su asiento y colocando los suaves, esponjosos y blancos malvaviscos en su palito para después acercarlo con cuidado al fuego.

Ambos niños comieron más malvaviscos que los demás debido a que se habían, prácticamente, robado una bolsa entera de éstos. Entre risitas, malvaviscos y nuevos juramentos de una superincreíble amistad la noche llegó. Fueron conducidos a sus carpas, en las cuales se acostaron para supuestamente dormir. Lo que ellos hicieron fue hablar y hablar; podían tener de tema de conversación cualquier cosa. Ninguno quería dormir.




(...)




Han pasado 6 años. Ahora, JongIn tiene dieciséis mientras que KyungSoo diecisiete porque éste siempre fue un año mayor. Aún van al campamento scout, pero ya no se encuentran en el autobús con BaekHyun, SeHun o Joohyun. Los últimos dos anteriormente mencionados se encargaban únicamente del grupo más pequeño, es decir, el grupo que comprendía de siete a diez años. Viendo a través de la ventana pueden ver aquel autobús al que antes subían. Divisan a Joohyun y SeHun más enamorados que nunca, ayudando a los niños y niñas a subir ordenadamente al bus. Ambos jóvenes se convirtieron en guía y subguía, respectivamente. Esto ocurrió luego de un dramático romance veraniego entre Byun BaekHyun y Park ChanYeol. Lo poco que KyungSoo pudo escuchar fue que BaekHyun había comenzado una guerra de comida en el preciso instante que se enteró de que ChanYeol le había sido infiel. Esto quiere decir, ¡Baek había logrado ser pareja de Chan! Do estaba a punto de ir a buscar a Byun para felicitarlo, pero, prácticamente se enteró el chisme porque ambos fueron dados de baja por su poco profesionalismo ante una infidelidad en su centro de trabajo. No había nada que celebrar. Sintió pena por BaekHyun, una infidelidad ha de ser horrible.

—¿Sigues pensando en nuestro exinstructor? No lo vemos desde hace años, Soo. —JongIn se quejó porque estaba siendo ignorando por el mayor desde hace varios minutos. Y eso era imperdonable porque Kim se había levantado tempranísimo para pasar más tiempo con su amigo.

—Me da pena, Baek, ¿a ti no? Nos cuidó muy bien... Era un buen sujeto...

JongIn frunció el ceño. —Lo dices porque eras su favorito.

—N-no.

JongIn no pasó por alto el tartamudeo del mayor.

—¿Él te gustaba?

—¡Qué dices! —KyungSoo se escandalizó, atrayendo las miradas curiosas de los demás pasajeros. —Lo conocí cuando tenía siete, lo consideré un buen hermano mayor.

JongIn muerde su labio inferior, queriendo no decir nada más. Pero es chismoso y quizá está un poco celoso.

—¿Has tenido pareja en este tiempo?

JongIn nota el rubor que aparece en las mejillas blanquecinas.

—¿Quién es? ¿Puedo saber?

JongIn se moría por una respuesta. KyungSoo y él después de la segunda vez que fueron al campamento les rogaron a sus padres para que les dejaran mantener contacto. Así, ambos niños podían llamarse usando los celulares de sus padres. ¡Hasta se habían hecho amigos en Facebook! (y se dedicaban posts muy vergonzosos). Habían dejado de ser amigos de verano, pasando a ser amigos en todas las estaciones. Cuando crecieron y obtuvieron sus propios teléfonos, se mensajearon y llamaron por ahí. También, hubo ocasiones donde salieron a comer o jugar juntos. Sin embargo, ese tiempo puede ser considerado breve, ya que, pasaban más tiempo sumergidos en los asuntos escolares. Por ende, JongIn suponía que KyungSoo podía tener más amigos e incluso una pareja en su colegio.

—No he salido con nadie... —KyungSoo bajó la mirada, apenado.

KyungSoo se veía a sí mismo como un chico sin carisma, ¿quién iba a querer salir con él? Además, solo tenía un amigo en la escuela, MinSeok. Y estaba más que seguro que ese chico era heterosexual. Ah, un detalle importante: KyungSoo se reconoció como homosexual cuando cumplió catorce. Esto lo hizo después de ver la serie tailandesa 2gether. Ugh, Sarawat era muy guapo. Sí, así de simple. Aunque, más bien, fue un poco complicado expresárselo a su familia. A la primera persona a la que le contó fue a su hermano mayor, éste le mostró un pulgar arriba y continuó con su videojuego. KyungSoo se había imaginado más drama, quizá un par de gritos, unas lágrimas y al final un gran abrazo de hermanos. Al únicamente obtener un pulgar arriba, se sintió decepcionado. Y de sus padres consiguió un "mientras no sea un malandro...". Ahí pudo confirmar que su familia no era muy dramática. Al menos hasta ese punto. Años después, los Do no serían tan benignos.

—¿Y tú, Nini?

Aún lo llamaba de esa manera... A pedido del mismo Nini.

Cuando KyungSoo cumplió quince se dio cuenta de que llamar por un apelativo cariñoso a JongIn podía ser malentendido, así que dejó de usarlo. Sin embargo, el menor lo notó y le pidió —casi suplicó— que volviera a decirle Nini. KyungSoo no opuso resistencia.

—Nop... Pero hay alguien que me gusta. —JongIn se inclinó hacia KyungSoo, invadiendo el espacio personal del mayor y colocando con total confianza su cabeza en el hombro contrario. —¿No quieres saber quién es?

—¿Puedo saberlo? —KyungSoo susurró.

—Quizá lo conoces... Él es lindo, sin duda, el chico más lindo que he visto.

KyungSoo abrió sus ojos en sorpresa. JongIn gustaba de un hombre. Cabe decir, que KyungSoo no le ha dicho a JongIn acerca de su orientación sexual. Y no lo hizo porque, por algún motivo, le daba más miedo contarle al moreno que a su familia. Temía que JongIn le dejara de hablar. Pero ahora que el contrario ha admitido que le gustan los hombres, él también siente el impulso de hacerlo.

—A mí también me atraen los hombres. —Murmuró.

—¿Tienes algún tipo ideal...? Porque yo sí. —JongIn había alejado su cabeza del hombro contrario para sentarse con la espalda recta. —El chico que me gusta, es mi chico ideal.

KyungSoo dejó de ver por la ventana, dirigiendo sus ojos a JongIn, quien le miraba fijamente. JongIn siempre le miraba de aquella manera. Cuando era pequeño siempre sentía que alguien le miraba, cuando giraba se daba cuenta de que era JongIn. Así, con el pasar de los años se había acostumbrado a la mirada fuerte de JongIn. Fuerte en el sentido que era capaz de intimidar, era una mirada penetrante, pero no le asustaba... Se sentía como el único, el único importante en la vida de JongIn. Pero, al parecer, ahora debía compartir su puesto con ese chico que es el crush de su amigo.

Antes de que JongIn pudiera seguir hablando sobre ese desconocido misterioso que le gusta, Kim JunMyeon, el líder de este grupo, había comenzado a hablar con la ayuda de su potente megáfono. JongIn gruñó, ya que, desde que pasaron a ser parte de este grupo, comenzaba a extrañar a BaekHyun, pues JunMyeon era mucho más jodido en cuanto a la exigencia de un buen comportamiento. De esa manera se pasó el viaje en el autobús; JunMyeon hablando, JongIn gruñendo y KyungSoo soltando risitas por las expresiones de su amigo.

—¡Bajen con cuidado! —JunMyeon exclamó, parado a un lado del autobús y viendo a sus pupilos descender. —¡Hola, gruñoncito! —Saludó, a penas, vio a JongIn, quien gruñó. —¡Hola, risitas! —Saludó, viendo con curiosidad como JongIn se paraba a un lado de la puerta del bus, extendiendo su mano y tomando la mano de su otro scout, KyungSoo, para ayudarle a bajar.

JunMyeon podía ser lento en cuanto a actividades físicas, pero su cerebrito era brillante. A sus ojos él veía un cortejo. Pero no estaba seguro si esos muchachos se daban cuenta de sus acciones.

—¡Okay, armemos las car-! —Y antes de que terminara su oración, sintió una gotita caer en su nariz.

Al mirar hacia arriba notó la apariencia grisácea de las grandes nubes: iba a llover. Se entristeció porque una de sus actividades favoritas era acampar.

—Bien, supongo que tendremos que usar las cabañas.

Y los menores celebraron. Por algún motivo, mientras más crecen, más flojos se vuelven.

—¡Agrúpense de a dos! —Yixing, el subguía, gritó.

JongIn pasó su brazo por la cintura de KyungSoo y lo jaló hacia él. JongIn era muy confianzudo.

—Esto también sucedió la primera vez que vinimos a los scouts. —El moreno comenta mientras camina al lado del mayor hacia la cabaña que les habían designado.

—Uhm, esa vez no nos tocó juntos. Y si mal no recuerdo, creo que esa vez nos agrupamos de a cinco.

JongIn rodó los ojos. —Solo me refería a la lluvia y al dormir en las cabañas. Aun así, que buena memoria tienes. Yo solo recuerdo los regaños de BaekHyun: "JongIn, no corras tan rápido"; "JongIn, no lances la comida"; "JongIn, no te robes los chocolates", "JongIn, ponte zapatillas", "JongIn, no te metas los dedos a la nariz"; "JongIn, no abraces tan fuerte a KyungSoo, lo pondrás morado". —Imitó la voz de Byun.

KyungSoo rio y cubrió con su mano su sonrisa.

—No hagas eso. —A JongIn se le escapó ese comentario. Ante la mirada sorprendida de su amigo tuvo que actuar como si hubiera sido premeditado. —Tu sonrisa es muy bonita como para taparla.

Bien, quizá tuvo que quedarse callado.

¿Por qué siempre hablaba de más?

—Gracias, Nini. —KyungSoo respondió antes de meter la llave en la cerradura, girarla y entrar a la cabaña. 

Mientras desempacaban las poquitas cosas que habían traído, mientras aprendían acerca de los primeros auxilios, mientras almorzaban e incluso mientras realizaban las actividades lúdicas, JongIn no pudo dejar de pensar en el chico que le gusta y en cómo ese chico está tan cerca de él. Efectivamente, se refiere a KyungSoo. El mayor siempre le pareció lindo, así que, no puede decir con exactitud en qué momento se enamoró de verdad. Es decir, antes podía verlo como un amigo muy lindo, al cual quiere cuidar. Pero ahora lo ve como un amigo muy lindo, al cual quiere besar... Y tocar. JongIn quiere confesarse porque cree que esa es la única manera de volver a estar en paz consigo mismo. Sin embargo, no se consideraba lo suficientemente valiente porque temía que más allá de un simple "no", KyungSoo no quisiera seguir en contacto amical con él. Se deprimiría si KyungSoo se alejara de su lado. Aunque, técnicamente, no puede dejar de ser su amigo porque lo prometieron hace un par de años dentro de una carpa. Y, como dijo JongIn, las promesas deben cumplirse.

JongIn gruñe mientras se pone su pijama, ¡KyungSoo lo mandaría a volar si usa la patética excusa: me lo juraste con tu meñique! Se tambalea mientras se pone sus pantalones de osito. Oh, ¿En serio trajo esa ropa? JongIn se regaña a sí mismo, ¿Por qué creyó que era buena idea traer un pijama de osos? Está mostrándole su lado infantil a su crush. Y, mierda, KyungSoo no era nada infantil. El mayor era todo un adolescente y no lo dice por el par de granos que notó en el blanquecino rostro, sino por su comportamiento. Y no, JongIn no se refiere a que KyungSoo sea maduro, los adolescentes no lo son, probablemente nadie logre ser 100% maduro. KyungSoo se había vuelto más intrépido; era capaz de hacerle bromas a JunMyeon o de competir con más fuerza en los juegos que realizaban. Antes KyungSoo era incapaz de mirar a la cara a los guías y necesitaba ayuda de JongIn para sobrevivir a los juegos. KyungSoo estaba adquiriendo carácter, aunque todavía poseía cierta timidez con los demás chicos y chicas scout a los cuales no era tan cercano.

Cuando ambos han terminado de ponerse sus pijamas, mueven las colchas de sus respectivas camas y se meten dentro. En las demás cabañas se hace lo mismo. A las diez de la noche es cuando todas las actividades se detienen para que puedan irse a dormir. Todo está en calma, no hay un solo sonido que resalte más allá de la estridulación característica de los grillos. JongIn se encuentra echado boca-arriba, mirando fijamente el techo sin poder dormir mientras que KyungSoo está echado de costado, mirando hacia el lado contrario en donde está JongIn. Los minutos pasan tortuosamente para el moreno, pues únicamente puede pensar y pensar acerca del blanquecino y cómo este reaccionaría si le confesara que está enamorado.

JongIn suspira y se remueve en su colchón, echándose de costado y mirando la espalda de KyungSoo —o, mejor dicho, el bulto que es KyungSoo, pues está súper envuelto en las colchas como si fuera un burrito. Entonces, deduce que el mayor está dormido. El JongIn interior, el que habita en su cabecita le dice que es una excelente idea decir lo que siente en este preciso instante porque eso es todo lo que quiere: decirlo. En realidad, JongIn no espera una respuesta, no quiere una, porque sabe que obtendrá una negativa. KyungSoo podía ser gay como él, pero quizá está enfocado en otra persona. Quizá tiene un tipo ideal y él no calza en esa descripción. Además, no quiere ser una carga para KyungSoo. Quizá el mayor acepte salir con él por pura pena. Y no quiere hacerle eso. Ni a KyungSoo ni a él mismo. No es necesario que KyungSoo responda, solo necesita verbalizarlo y poder dormir con la mente tranquila.

Así que, eso hace.

—El chico que me gusta es muy lindo... El más lindo. —Comienza en susurros. —Es más bajito que yo, su cabello es negro y su piel pálida. Lo conocí hace un par de años cuando nos sentamos uno al lado del otro en el bus de los scouts... —JongIn apoya su codo en la cama y su rostro en su mano, sin quitar sus ojos de a quien ama. —Él era tímido al inicio. Aunque regañó a nuestro subguía. ¡Oh y pronunció idiota, a pesar de decir que esa era una "mala palabra"! Y no pasó mucho para que seamos amigos... Creo que al inicio no le agradaba, supongo que me cogió cariño con el paso del tiempo. —JongIn ríe suavemente contra la almohada, semi escondiendo su rostro. —Me prometió amistad... Me gustaría que me prometa amor, uno muy romántico. Él está frente a mí en este momento. Eres tú quien me gusta, Do KyungSoo.

Y JongIn va a suspirar y revolcarse en su cama porque al fin saco lo que tanto estuvo escondiendo, pero el bulto se mueve. El mayor se gira en su cama, mirándolo con sus grandes ojos más abiertos de lo normal. Ambos se quedan estáticos, mirándose mutuamente con sorpresa.

Quizá KyungSoo acaba de despertar, JongIn intenta animarse, él no ha escuchado nada.

—Tú también eres gua-guapo, JongIn.

O, quizá estuvo todo el rato despierto.

JongIn no sabe cómo reaccionar. ¿Debería brincar de felicidad encima de la cama? ¿Debería salir corriendo al cuarto del guía JunMyeon? JongIn es un chico listo, así que obviamente opta por la mejor opción, la cual es la segunda. En un abrir y cerrar de ojos, JongIn ha salido de un brinco de la cama, tirando las colchas y enredándose con ellas, provocando que cayera al suelo. KyungSoo se había levantado de su cama para ayudarle, pero JongIn con todo el rostro rojo como tomate logró ponerse de pie y huir de la cabaña, dejando la puerta abierta. KyungSoo salió de la cabaña viendo el cuerpo moreno fundido en su pijama de osos corriendo por todo el campo hasta la cabaña del guía y subguía. Sintiendo la brisa fría, KyungSoo entra automáticamente a su cabaña, se mete en su cama y mira hacia el espacio vacío de JongIn.

¿Realmente todo eso acaba de pasar de un momento a otro?

JongIn se le confesó, él intentó confesarse, JongIn huyó, él quiso seguirle.

KyungSoo pone sus manos en su cara, escondiendo su rostro y regañándose. ¿Por qué hizo eso? ¿Por qué no pudo simplemente hacerse el dormido?

Y aunque en ese momento, para ambos, parecía que habían tomado las peores decisiones. En realidad, no fue tan fatídico. Los siguientes días fueron extraños, ambos ignoraban lo que había sucedido aquella noche. Pero un hombre sonriente se los recordaba cada segundo, llamándoles "parejita". Por un lado, JongIn lo consideró incómodo, ¿por qué creyó que contarle a JunMyeon a mitad de la noche que estaba enamorado de KyungSoo era buena idea? Ahora, pagaba las consecuencias. Por otro lado, KyungSoo lo vio como una oportunidad. Él no quería que su relación amical con JongIn se fuera a la mierda solo por lo dicho esa noche. Así que, fue a hablar con JunMyeon, quien no dudó en actuar como un psicólogo de parejas o jugar a ser cupido. A él le encanta el chisme y dar su opinión.

Mientras todos los demás aprendían de primeros auxilios, KyungSoo y JongIn estaban sentados uno al lado del otro, teniendo enfrente a JunMyeon, quien les pedía que juraran sinceridad en las palabras que dirían a continuación. Ambos jóvenes lo pactaron, hablarían únicamente con la verdad. Así, JunMyeon logró que ambos jóvenes se confesaran mutuamente sin divagaciones y sin salir corriendo.

—¡Ay, el amor adolescente! —Exclamó mientras veía a los chicos salir de su oficina para integrarse en las clases que Yixing dictaba.

Fue más que un romance adolescente.




(...)




No hubo mayor problema cuando al regreso de ese viaje scout regresaron con sus familias con un gran anuncio que dar: eran pareja. Ambos habían decidido darse una oportunidad y en caso vieran que todo lo que implica llevar a cabo una relación era muy complicado para ellos o sintieran que se habían equivocado debían decirlo. Así, terminarían el noviazgo de una buena manera y podrían continuar siendo mejor amigos. Uno de ellos pasó por alto ese juramento... Lo olvidó, a pesar de que el olvido era uno de sus mayores miedos. Irónico.

Los años pasaron y ambos se graduaron. A pesar de estar en distintas escuelas se dieron un tiempo para tomarse aquellas fotos que todas las parejitas de colegio tienen. Varias fotos con sus togas y birretes, abrazándose y besándose. Aunque, fue un poco embarazosa la sesión de fotos, pues fue el hermano mayor de KyungSoo, InSung, quien se ofreció a tomarles las fotografías. KyungSoo no quería besar a JongIn frente a su hermano mayor, se sentía tan extraño e incómodo. Luego, llegó el momento que menos ansiaban. Ya eran adultos legalmente, pero ahora debían dar un examen, entrar a la universidad, finalizar su carrera y... Aparte de trabajar, ¿Qué más se suponen que hacen los adultos?

Ah, sí. Trámites, muchos trámites estresantes.

KyungSoo no sabía qué hacer con tantos papeles y eso que recién entró a la universidad. Y mientras KyungSoo peleaba con papeles, profesores exigentes y citado APA, JongIn se preparaba para dar una presentación. De un baile —y de un examen, aunque a éste no le tomaba tanta importancia—se valía su futuro para ingresar a la facultad de artes escénicas en el campo de danza. A pesar de tener que estar separados por largos períodos tiempo, seguían haciendo espacio en sus horarios apretados para hablar con el otro. Parecían ser una relación muy estable. Incluso, KyungSoo faltó un día a sus clases para ir a animar a JongIn a su examen de danza. KyungSoo lo espero afuera del establecimiento, deseando con todas sus fuerzas que JongIn ingrese porque sabía cuán importante era el baile en la vida de su novio. El sol lo achicharraba, pero se mantuvo firme en su posición hasta sentir una voz muy alegre llamándole.

—Estoy segurísimo que lo hice bien. —Fue lo primero que JongIn le dijo al pararse a su lado. —Lo sé. Me gustó mi interpretación y sabes lo exigente que soy conmigo mismo.

KyungSoo asintió con su cabecita y formó una gran sonrisa en su bello rostro. Le encantaba cuando JongIn confiaba en sí mismo. El menor era bastante dudoso en cuanto a sus propias habilidades, necesitaba constantemente que le dijeran que era bueno. KyungSoo se dio cuenta de que eso resultaría en un desgaste físico y emocional para ambos, así que fue franco con JongIn, comentándole que debía tenerse más fe porque era realmente bueno y que esa seguridad si la proyectaba, mejoraría su baile. A JongIn le costó comenzar a decirse más palabras de aliento que regaños, pero lo consiguió. Y KyungSoo siempre estuvo a su lado con su bella sonrisa en forma de corazón, apoyándole.

Cuando JongIn recibió la noticia que fue admitido las cosas, supuestamente, solo mejoraron. Se tenían uno al otro y a las carreras que querían. Por ello, ambos eran considerados afortunados. Pero, a veces, los problemas de pareja no se notan a simple vista.




***




KyungSoo está parado en medio de la sala, a sus costados están sus maletas que llenó con ropa suya y de su hijo. JongIn está parado delante de él, mirándole con tristeza, con sus ojos inundados de lágrimas. Y KyungSoo odia todo en este momento. Odia que JongIn haya recordado su historia de amor al pie de la letra solo para evitar que se vaya de la casa. Asimismo, odia quedar como el malo en la historia.

¡Oh, el pobre JongIn! ¡Oh, JongIn siempre estuvo enamorado de KyungSoo! ¡Oh, qué malo es KyungSoo porque ahora se quiere largar!

La historia que JongIn ha narrado no es fiel a la realidad. Lo anterior sucedió, pero el menor ha omitido ciertas partes, ciertas partes que sin duda alguna lo condenan.

—No puedes irte... —JongIn habla con su voz entrecortándose, dando pequeños pasos tambaleantes hacia KyungSoo. —Te amo. Me amas.

Sí, KyungSoo quiere asentir. Todavía ama a JongIn, a pesar de todo. Pero está seguro que JongIn no lo ama. Si lo amara, entonces, no le habría sido infiel.

KyungSoo suspira, agarrando con más fuerza las manijas de las maletas.

—Sé cómo nos enamoramos, JongIn. Eso no necesitaba oírlo. —Logra pronunciar. Siente que, si dice más, su voz se quebrará y no quiere verse débil ante JongIn. Pero debe hablar. Antes de irse debe expresar cómo se siente, cómo se sintió cuando fue traicionado múltiples veces. —Me gustaría saber cuándo dejaste de amarme.

JongIn frunce el ceño, negando levemente con la cabeza y hace el amago de mover sus manos.




***




Cuando InSung le dijo a KyungSoo de manera explícita que tenga cuidado con JongIn porque por algún motivo no terminaba de agradarle, KyungSoo supuso que su hermano mayor estaba celoso. Quizá tuvo que confiar más en los instintos protectores de su hermano. No solo fue una única vez que InSung trataba de decirle de maneras indirectas y directas que acabe su romance con el moreno. Estos pedidos casi desesperados crecieron cuando KyungSoo reveló que se casaría con JongIn a penas ambos finalizaran su carrera. No fue InSung el único en desconcierto. A nadie le agradaba la idea de que dos jóvenes quisieran casarse tan rápido y mucho menos que quisieran mudarse juntos.

Es muy rápido, KyungSoo. —InSung le regañó. —No lo conoces.

Lo conozco de casi una vida. —Respondió con tranquilidad mientras se levantaba del sillón blanco. —Me voy a casar en este momento y quiero que mi hermano este presente. Además, tú ya convives con tu novia, Yubin.

Es distinto, KyungSoo. Soy mayor que tú. No me mandé a vivir con ella a los veinti-pocos. Eres tan joven, puedes hacer tantas cosas antes de amarrarte a ese tipo.

No llames así a JongIn. —Habló firme.

Después, el maravilloso momento llegó. Tocaron a la puerta, salieron y fueron conducidos hasta la puerta de la iglesia. KyungSoo se sintió tan feliz ese día, como si tocara el cielo. Creyó en las promesas de amor de JongIn cuando se dieron el sí en el altar. Porque JongIn estaba prometiendo amarlo para siempre y a JongIn le encantaban las promesas. KyungSoo salió más que feliz de ahí listo para la gran fiesta y el estupendo sexo que tendrían en la noche. Y todo sucedió rápido. Tan rápido que daba miedo. A los pocos días de casados se fueron de sus casas, rentando un pequeñísimo departamento. Sus familias no se lo impidieron, pues ya nada podían hacer. Y convivir no fue fácil. InSung tenía razón al decir que no se conocían. Tuvieron que adaptarse uno al otro para poder estar juntos en el minúsculo departamento y no lanzarse las almohadas cada que estuvieran enojados, lo cual, tristemente, era frecuente.

Los problemas banales como el hecho que JongIn tiraba su ropa por todas partes o que KyungSoo se demorara mil horas en la ducha usando toda el agua caliente, se le sumaron problemas más fuertes como el hecho de no tener suficiente dinero. Buscar trabajo era difícil. Así que, tuvieron que pedir ayuda. Bueno, solo KyungSoo la pidió, JongIn mintió. El mayor encontró un puesto gracias a las recomendaciones que su hermano le dio. Mientras que JongIn decía que conseguiría un empleo siendo profesor de danza. Al final, quien pagaba todo fue KyungSoo. La comida, la ropa, incluso los momentos de diversión, él los tuvo que financiar. Aun así, KyungSoo seguía enamorado de JongIn. Estaba tan ciego por amor que no se daba cuenta de la mala costumbre que JongIn estaba comenzado a exteriorizar acerca del dinero.

Uno pensaría que mientras más tiempo pasa, más fácil se tornan las situaciones. Para ellos fue lo contrario. A JongIn se le metió la idea de abrir una academia de baile, pero no contaba con los fondos monetarios necesarios. Se la pasaba hablando de eso, de sus sueños, de su danza, de lo bien que le iría si tan solo tuviera la plata. KyungSoo amaba tanto a JongIn que se puso la meta de reunir dinero y pagar el alquiler de un estudio de danza para que JongIn lo utilizase. KyungSoo se volvió en un mártir por amor. Trabajó arduamente hasta altas horas de la noche, peleándose con los demás empleados porque siempre quería las cosas a su manera, porque creía que así sus jefes podían felicitarlo, darle más dinero o algo, lo que fuera. KyungSoo no sabía que había desarrollado la necesidad que le dijeran que lo estaba haciendo bien. Todo lo hizo pensando en JongIn, olvidándose de sí mismo. ¿Quién era KyungSoo aparte del novio de JongIn? No era nadie. Meses de amanecidas, de gritos, de estrés y cansancio surtieron efecto, logrando conseguir la cantidad de dinero que necesitaba. Asimismo, le dieron un ascenso, así que supuso que esa era una recompensa del universo hacia él por ser un buen novio. "Por ser un buen novio" no por "trabajar arduamente". Además, esa misma noche cuando cenaban y le contó a JongIn lo que había hecho —acerca del dinero recaudado—, JongIn se lo agradeció a su manera: con sexo.

Y cuando las cosas comenzaban a ir bien, algo más llegó a su vida para desestabilizarla. KyungSoo jamás se había preocupado en pensar sí era alguno de aquellos hombres que poseía la capacidad extraña de embarazarse. Cuando era niño observaba a pocos hombres embarazados por ahí, transitando por las calles. Su padre le decía que no le tomara importancia que muchos años atrás esa condición había llegado y se había instaurado mágicamente. Desde entonces no había reflexionado en ello hasta que por los fuertes dolores de cabeza, mareos y vómitos tuvo que acudir al hospital. Él era uno de esos hombres. Él estaba embarazado. KyungSoo se aferró a los reposabrazos de la silla con todas sus fuerzas. No se lo podía creer. Se aguantó las ganas de llorar y escuchó atentamente al médico. Después, salió más que feliz del hospital. A KyungSoo le había gustado la noticia. Y a JongIn también le gustó. Al señor y señora Do parecía no gustarle la idea, pero se mordieron la lengua. El único que expresó su inconformidad fue Do InSung, quien nuevamente argumentaba que era muy jóvenes para una responsabilidad de gran calibre. Los dos jóvenes que surgían como podían, dejando de lado lujos, ignoraron al hombre.

Los primeros días en que ambos estaban consientes en que el blanquecino estaba gestando, fueron miel sobre hojuelas. JongIn iba de un lado a otro ayudando a KyungSoo, le buscaba la comida que quería, le mimaba, le decía cuanto lo amaba. Incluso, aunque no era necesario, JongIn ayudaba a KyungSoo a cambiarse. El mayor creyó que por fin sus peleas habían cesado, que por fin se conocían lo suficiente, que por fin estarían en calma y serían una gran pareja como sus progenitores, por ejemplo. Sin embargo, hubo momentos donde, todavía, faltaba dinero. KyungSoo había designado un frasco donde irían juntando dinero para ciertos objetivos cercanos. La idea parecía tonta, pero a KyungSoo le gustaba entretenerse en algo. Lamentablemente, terminó dándose cuenta de que, a pesar de depositar dinero, en el frasco aún sobraba espacio. Cuando contó el dinero sus sospechas se confirmaron. Solo vivían ellos dos en ese departamento, solo alguno de ellos podía sacar el dinero. Y, claramente, KyungSoo no había sido.

—JongIn. —Llamó mientras ambos cenaban uno al lado de otro, esa era una de las pocas actividades que seguían realizando juntos. —¿Qué tal te va en la academia? Necesito que me ayudes a pagar el al-.

—Cuando tenga el dinero, te lo daré. —Lo interrumpió. —Aún no hay mucho. Mi academia es pequeña, poco reconocida.

KyungSoo hizo una mueca ante el tono rudo de su esposo.

—¿Y qué haces con el dinero del frasco? —Se atrevió a preguntar.

En un inicio había pensado en no decir nada, quizá JongIn lo usó en una emergencia o en un regalo. Pero, ahora, que JongIn le había respondido de forma brusca, su ligera compasión por el menor había desaparecido.

JongIn frunció el ceño, sin levantar su mirada de su plato y sin dejar de cortar el pollo con el cuchillo.

—Yo no he cogido nada.

—Lo has hecho. —KyungSoo dejó sus cubiertos en la mesa, centrándose en la conversación. ¿Por qué su esposo le mentía? —He contado mi dinero, sé cuánto he ido poniendo, sé que falta.

JongIn no respondió, tan solo soltó de mala gana sus cubiertos, se paró y se fue.

KyungSoo quedó atónito. Ni el portazo le hizo reaccionar.

Desde entonces, KyungSoo comenzó a fijarse más en el comportamiento de su esposo. Si bien desde antes podía sentir que algo no iba muy bien, no le había tomado consideración. Quizá estaba alterado por su embarazo, por las hormonas o algo por el estilo. Y deseaba que así fuera. Pero mientras más seguía con la mirada a su esposo más ansioso se ponía. Llegó al punto de seguirlo por la calle. KyungSoo se sintió fatal. No debería desconfiar de su esposo, pero lo estaba haciendo. A los billetes no le salían patitas y se iban solos, los billetes eran llevados por el moreno en su bolsillo. KyungSoo vio a JongIn sacando los billetes temprano en la mañana, metiéndolo a los bolsillos de su casaca. KyungSoo no dijo ni una sola palabra en ese momento porque quería saber cuál era la necesidad detrás de aquella acción. Él deseaba que fuera una buena excusa para no tener que enojarse con JongIn. KyungSoo quería acercarse y decirle "no tienes que mentirme, puedo ayudarte". Pero todo lo que obtuvo, fue a JongIn en una florería al lado de una guapa joven, mucho más joven que ellos dos. JongIn se veía cercano a ella. Compraron, o, mejor dicho, JongIn compró un ramo lleno de hermosas rosas rojas y salieron de la tienda.

JongIn jamás le compró rosas rojas a KyungSoo. Más bien, ni siquiera había sido capaz de robar una flor de un jardín para dárselo. KyungSoo sintió el impulso de llorar en ese momento y así lo hizo, con el corazón destrozado. Mientras lloraba se regresó a su casa porque no tenía ni el valor para confortar a JongIn ni el valor para seguirlos. Simplemente, se quedó echado en la cama, llorando, sobrepensando, inventando excusas para JongIn. Porque era incapaz de creer que JongIn haya roto una promesa, ya que, JongIn ama las promesas.

Y la situación no quedó ahí. KyungSoo no estaba seguro en que JongIn lo estuviera engañando. Unas flores no son nada, ¿verdad? Así que, continúo recibiendo a JongIn con la comida lista y una gran sonrisa en la cara. Oh, KyungSoo había dejado de trabajar debido a su estado. Una noche en la que JongIn llegó tarde y la comida encima de la mesa se había enfriado. KyungSoo cerró sus ojos fingiendo dormir. JongIn se desvistió completamente y se metió al baño, a los segundos se escuchó el sonido del agua de la ducha. KyungSoo salió entre las mantas y caminó por el cuarto recogiendo la ropa de JongIn, quien todavía conservaba la manía de tirarla por todas partes en la espera de que KyungSoo la recogiera, casi como si supiera que tiene cierto poder sobre el mayor, casi como si hubiera una relación de poder, casi como si considerada de manera indirecta a KyungSoo como un empleado o como esclavo, casi como... casi como si no lo amara lo suficiente para cambiar su mala actitud. Cuando KyungSoo alzó la camisa se percató de las notorias marcas de labial en ella. Otra rajadura se añadió a su frágil corazón. Antes de que JongIn saliera de la ducha, KyungSoo metió toda la vestimenta en el cesto de ropa sucia, volvió a meterse en la cama, cerró los ojos y fingió que nada había sucedido.

Pueden pensar que KyungSoo era un tonto por no hacer nada, incluso él lo creía. Pero la situación, por algún motivo, resulta más difícil cuando la vives por ti mismo. KyungSoo fue de aquellas personas que en su juventud ante la pregunta "¿Qué harías si te son infiel?" respondía al instante con un energético y cargado de gracia: "pues, obviamente, le dejo". Actualmente, ya no había ni energía, ni gracia y lo obvio había dejado de serlo. KyungSoo se mortificó por ello. Una y otra vez. En su cabeza rondaba la idea de JongIn siéndole infiel. Y aun así ambos permanecían juntos y a la espera de un hijo, lo cual complicaba todo aún más.

KyungSoo había tomado la decisión de hacer algo respecto a ello. No le había contado nadie acerca de la infidelidad de JongIn porque aún le tenía cariño al menor y no quería que los demás se hicieran una mala idea de él. Así que, optó por charlar en privado con JongIn y lo que se dijeran debía permanecer entre ellos. No obstante, antes de que pudiera sacar el tema a la luz, JongIn había llegado con un carrito de bebé junto a muchas cosas más. KyungSoo vio en los ojos de JongIn un brillo hermoso y resplandeciente que no veía hace mucho. No le quiso quitar la alegría y se dejó llevar. Nuevamente, poniendo a JongIn antes que a él mismo.

—Este mes muchas personas han acudido a mi academia, muchas personas se están inscribiendo, amor. —JongIn relataba con entusiasmo. —Decidí comprar esto con anticipación.

Amor.

JongIn aún lo amaba.

A pesar, de haberle sido infiel, JongIn aún le ama. JongIn aún piensa en él. JongIn aún piensa en su hijo.

Aún hay esperanza.

Las flores y las marcas de labial se borraron de su mente.

KyungSoo sonrió automáticamente, aunque al mismo tiempo lloró. Y su llanto fue tan desgarrador que asustó a JongIn, pero se excusó diciendo que eran lágrimas de felicidad. En realidad, KyungSoo ya no sabía qué opinar. El "obviamente, le dejo" sonaba tan lejano, volviéndose impronunciable. Así que, no dijo nada más. No confrontó a JongIn esa noche, ni las siguientes. Porque el amor todo lo puede, ¿no? Solo tenía que perdonar a JongIn, incluso si éste no pedía disculpas. De ese modo, los años pasaron. KyungSoo enterró en el fondo de sus recuerdos los indicios de infidelidades de JongIn y se entregó por completo a ese amor romántico que te venden en series y películas. Ese amor donde debes —porque estás obligado a hacerlo— darlo todo, olvidándote de ti mismo si es necesario con tal de salvar el romance. Así, KyungSoo dejó de existir porque ahora JongIn y su bebé eran el centro de su universo. Y KyungSoo no reflexionó en las consecuencias que ese amor ideal al que aspiraba podía traerle, aunque ya había experimentado ciertas consecuencias nefastas.

Durante los siguientes meses de su embarazo éste fue desarrollándose de una manera exitosa, no parecía que fuera a tener alguna complicación. Asimismo, KyungSoo creyó que JongIn por fin se había olvidado de esos otros romances extramatrimoniales. Debido a que, durante los últimos meses de su embarazo, JongIn había mejorado su comportamiento, o al menos esa era la percepción de KyungSoo. El moreno le llenaba de halagos en cada momento, le repartía besitos por todo su rostro y por la barriguita, le decía cuanto le deseaba. Y KyungSoo, inocentemente, le creyó.

—Luces hermoso.

—Espero que nuestro hijo se parezca a ti, que tenga tus ojos y tus labios.

—¿Ya te dije que eres el amor de mi vida?

—No quiero perderte nunca.

—He encontrado en ti todo lo que necesito para ser feliz.

—¡KyungSoo, te amo!

—TaeOh, ese debe ser el nombre de nuestro hijo.

—¡Oh, TaeOh es precioso!

—No creo que debamos hacerle una fiesta de cumpleaños, tendrá un año, no lo recordará.

—Son dos años, no es tan importante, el dinero sirve para otras cosas.

—Tiene tres, quizá para cuando cumpla cuatro años debamos realizarle una fiesta.

—No exageres, KyungSoo. Si quieres organizar algo, entonces, hazlo con tu dinero.

—No invites a tu familia, sabes que no les agrado. Más bien, no les agrada nuestra relación.

—¡Claro que estoy enojado, no tomas en cuenta mis opiniones!

—Llegaré tarde, no me esperes despierto.

TaeOh de tres años se despertó en la madrugada y lo primero que hizo fue llorar. No hizo falta que KyungSoo se despertara, pues ya lo estaba. Estuvo esperando que JongIn llegase, pero hasta ese momento no había rastros del moreno. Dejó de observar los mensajes que había mandado con insistencia a JongIn, puso el celular a un costado y caminó hasta la pequeña cama de su hijo. Supuestamente, los tres años era una buena edad para que los bebés dejaran la cuna, pero a TaeOh parecía no agradarle la idea y, por eso, algunas de las veces en las que se despertaba lo hacía llorando. Y su llanto era estrepitoso. Tan fuerte que le ocasionaba dolor de cabeza a KyungSoo. Aun así, KyungSoo amaba a su hijo. Lo amaba en demasía.

—Aquí está papá, no debes temer. —KyungSoo susurró, inclinándose y cogiendo con cuidado a su bebé. —Vamos a mi cama, ahí hay mucho espacio y podemos continuar durmiendo. —Cargó al pequeño, pegándolo a su pecho y acariciándole los pequeños cabellos marrones.

Quizá fue el estruendoso llanto del bebé lo que impidió escuchar el sonido de la puerta principal abriéndose. O quizá quien ingresaba lo hacía con la mayor cautela posible.

—Papá está cansado, TaeOh... Por favor, no llores. —Suplicó.

KyungSoo permaneció sentando, colocando a su bebé en su regazo, continuando con las suaves caricias en su cabecita y en su pequeña espalda. Iba a levantarse para prender la luz, quizá si iluminaba el cuarto el bebé deje de tener miedo. Pero detuvo sus movimientos cuando escuchó con claridad la voz de su esposo. Giró su cabeza en dirección a la puerta cerrada de su habitación y esperó pacientemente a que JongIn entrara. KyungSoo estaba muy enojado. JongIn se había ido a la hora del almuerzo por una patética discusión. Desde ese momento, el menor no respondió ni sus mensajes ni sus llamadas. KyungSoo estuvo asustadísimo, pensando en cuántas cosas negativas pudieron haberle pasado a JongIn. Pero ahora que lo escuchaba a través de las paredes, JongIn no parecía afectado, tan solo, probablemente, un poco ebrio.

¿Uhm? ¡Sí, ya llegué a mi casa! ¿Y tú, amor? ¿Todavía? ¿Falta poco? Por favor, llega con cuidado.

KyungSoo detuvo el movimiento de su mano contra la pequeña espalda de TaeOh, quien poco a poco iba tranquilizándose.

Hoy fue muy divertidooo. —Soltó un par de risitas. —Mañana también te invitaré a cenar. ¿A dónde quieres ir?

Se escucharon un par de ruidos. Tal vez, JongIn se había sacado sus zapatos y los había lanzado por ahí, como siempre hace.

No, no será ningún problema. ¡Oh! ¿Ya llegaste? Bien, dulces sueños. Te amo.

La perilla gira y la puerta se abre.

JongIn cuelga la llamada con su mano derecha mientras que con la izquierda consiguió abrir la puerta. Da un par de pasos tambaleantes y prende la luz sin importarle que, si KyungSoo estuviera durmiendo, posiblemente le despertaría. Cuando mira hacia la cama encuentra a su esposo con el hijo de ambos en su regazo, mirándole. JongIn no estaba tan ebrio, tan solo un par de copas de más que le hacían hablar de forma cantarina y soltar risitas esporádicas, pero aún podía razonar. Se quedó parado en la puerta, sin saber qué decir. ¿KyungSoo le habría escuchado? ¿Cuánto habría escuchado? ¿Le gritará? ¿Llorará? Y la tensión aumenta y siente que le falta el aire porque KyungSoo no hace nada más que mirarlo con sus bellos ojos, los mismos que le cautivaron desde la primera vez que lo vio. Aunque, en ese momento solamente le parecían llamativos por ser tan grandes y no por algún brillo especial. Al igual que todo KyungSoo, antes era lindo, ahora le resultaba común.

Quizá porque lleva viéndolo mucho tiempo.

Quizá porque la llama que le incitaba a amarlo desapareció.

KyungSoo, por su parte, quería gritar. Pero su pequeño hijo en sus muslos ya se había tranquilizado, podía sentir la respiración suave; había vuelto a dormirse. Armar un escándalo provocaría que el bebé llorara nuevamente y él no quería ser quien provocara las lágrimas de su hijo, su hijo que se parece tanto a su otro padre. KyungSoo esperó para ver que más podía JongIn hacer o decir en ese momento, pero el contrario estaba igual de consternado. Ninguno esperaba el momento de tener esa conversación incómoda. Porque por algún motivo podían presentir que el otro ya lo sabía. Y fue una nueva promesa, una silenciosa, una que no buscaban romper: no decirlo en voz alta, porque si no lo dices, entonces, el problema no existe. Ambos eran incapaces de hablar. Uno no podía admitir que ya no amaba al otro y el otro era incapaz de aceptarlo.

Puedes engañarme una vez.

Puedes engañarme dos veces.

O tres o cuatro.

—Igualmente, te amo, JongIn. —Luego de pensar largo rato consiguió murmurar aquello.

El menor dejó escapar el aire que contenía y avanzó hacia su cama, sentándose al lado de su esposo. No lo había escuchado con claridad, pero el mayor no lucía enojado, ni triste. Su expresión era estoica, casi como si no estuviera en ese momento. JongIn sonrió con vacilación, acercando su mano tímidamente a la espalda de su hijo, colocándola encima de la mano de KyungSoo. Y cuando se miraron a los ojos, JongIn, por primera vez, se arrepintió de lo que había hecho. Hace tan solo unas horas, se había enojado con KyungSoo porque éste no quería viajar con él el próximo fin de semana a otra provincia para ver a su grupo de danza presentarse en un concurso. KyungSoo había argumentado que el viaje en carretera sería muy largo y pesado para el bebé, que él podía ver la presentación por alguna plataforma en la que lo fueran a transmitir.

—Deja al bebé con tu hermano.

KyungSoo frunció el ceño y negó con la cabeza.

—Jamás me apoyas, KyungSoo.

Y antes que el mayor pudiera defenderse, el menor ya se había levantado de su asiento listo para irse a cualquier lugar.

Le bastó tan solo una hora encontrar a alguien con quien beber, reír, comer, bailar, besar y también algo más carnal, ese algo que era incapaz de pronunciar. Se quedó con esa persona el resto de la tarde, noche y madrugada, ignorando los mensajes y las llamadas de su cónyuge. Y cuando llega a su casa, observa a su esposo y a su hijo. Se siente culpable, su corazón duele terriblemente. Se desliza más cerca de KyungSoo, mueve sus brazos y lo rodea, abrazándolo. No es la primera vez que engaña a KyungSoo, no es la primera vez que se va de la casa sin decir nada, no es la primera vez que ignora a KyungSoo, no es la primera vez que llega ebrio. Lo ha hecho miles de veces. Pero, por primera vez, algo se siente diferente. Generalmente, regresa porque es su casa, es su lugar seguro, KyungSoo es su esposo, es el "fijo", es con quien debe estar. Pero la expresión de KyungSoo, como si no tuviera alma, le desgarra y le muestra todo el daño que ha provocado.

—Perdóname. —Susurra, escondiendo su rostro en el cuello del mayor. —Perdóname, amor.

—¿Todavía me amas, JongIn? O, ¿Cuándo dejaste de sentir amor por mí? —Murmuró, viendo a la pared que tenía enfrente, evitando llorar.

—Todavía te amo, KyungSoo. —Su voz se quebró, dejó de esconderse y mostró sus lágrimas a KyungSoo. Ya no había rastro de alcohol, es como si se hubiera evaporado de su sistema. —Yo... Yo siempre voy a amarte, KyungSoo. Lo prometí y lo vuelvo a prometer. —Sonrió entre las lágrimas que derramaba, sonrió trágicamente, creyéndose sus palabras. —Vamos a dormir, mañana será un nuevo día, ¿sí?

 Un par de horas para que amanezca, ¿en un par de horas JongIn se transformaría en otro JongIn? ¿Por arte de magia iba a cambiar? Cuando el sol entrara por la ventana, ¿JongIn le amaría de nuevo con la misma intensidad de cuando eran jóvenes? KyungSoo asintió, eligiendo creer. Ambos se echaron en la cama, dejando a su hijo en el centro. JongIn ni siquiera se cambió de ropa. Se tomaron de las manos, se vieron y se sonrieron. Ni siquiera pensaron en apagar la luz por temor a romper el pequeño momento que estaban teniendo. JongIn fue el primero en dormirse, diciéndose a sí mismo que no volvería a llamar "amor" a cualquiera que no sea KyungSoo, pues su amor de toda la vida estaba en la cama con él, era a ese hombre a quien debería amar. KyungSoo concilió el sueño mucho después, preguntándose si él era estúpido al amar a JongIn, al aceptar esas pobres disculpas. ¿No merecía nada más después de tanto? Pero, ¿no es eso la meta en la vida? ¿Casarte, tener un trabajo y formar tu familia? ¿No todos siguen el mismo patrón? Tuvo miedo de salirse del guion que todos siguen. Así que, solo resistió.

Y otro año pasó, en el cual ese débil matrimonio trataba de no seguir fragmentándose. Aunque, resultaba difícil, ya que alguien no ponía de su parte.

KyungSoo recogió a TaeOh de su colegio, fueron a casa, cambió al niño e hicieron el almuerzo. Después de comer, KyungSoo revisó sus mensajes, uno de ellos era de su esposo, quien le comunicaba que no iba a poder llegar a casa hasta la noche, pues estaba ocupado realizando una coreografía para un grupo de jóvenes de algún colegio riquillo. JongIn se concentraba mucho en la danza, seguro que ni se preocuparía por buscar algo de comer, así que, KyungSoo cogió un táper y metió un poco de la comida que había preparado.

—¿Quieres ir a ver a tu padre a su estudio de danza? —Preguntó animadamente, agachándose a la altura de su hijo.

—¡Sí! —Exclamó el infante con mucha felicidad.

KyungSoo sonrió, guardó el táper en una mochilita, cogió la mano de TaeOh y partieron hacia el estudio. A JongIn le estaba yendo bien en el negocio, tan bien que era capaz de contratar a otras personas para que ejerzan de profesores. Además, ya no le pedía a KyungSoo dinero porque ahora era capaz de mantener sus ahorros. El negocio se mantenía a flote al igual que su matrimonio.

KyungSoo pagó el taxi, abrió la puerta, descendió y ayudó a su hijito a bajar. Cruzaron la pista hacia el estudio. KyungSoo llevaba la mochilita en donde había metido el táper en su mano izquierda y con la derecha sostenía fuertemente la mano de TaeOh, quien en su mano libre llevaba un libro con pocas palabras y muchos dibujitos. A él le gustaban mucho las historias. Además, KyungSoo aprovecha eso para fomentar la lectoescritura de su hijo. Claramente, TaeOh todavía no sabía leer ni escribir, pero lucía realmente interesado en ello.

El estudio de danza era el mismo que KyungSoo había conseguido años atrás. Había un gran ventanal que permitía a los transeúntes observar dentro de un salón, así, quizá alguno se interesara. KyungSoo pudo divisar a su esposo en esa aula. JongIn se veía tan bien con su ropa suelta, su cabello despeinado y un par de pelos pegados a su frente debido al sudor. KyungSoo iba a tocar el vidrio para llamar la atención de JongIn, pero antes de hacerlo, un chico desconocido entra a la sala y corre hacia JongIn. Ambos se abrazan, KyungSoo piensa que son amigos. Pero, entonces, el hombre besa a su esposo. Eso no lo hacen los amigos. KyungSoo mira inmediatamente a su hijo, quien le mira de regreso. TaeOh no comprende la magnitud de la acción de su padre JongIn, pero entiende, gracias a los cuentos, que los besos se los das a personas que amas mucho. ¿Su papá ama a ese otro hombre?

KyungSoo muerde su labio inferior. No va a llorar delante de su hijo, solo lo asustaría. Da media vuelta, ignorando sus sentimientos y camina dispuesto a cruzar, nuevamente, la pista. Su hijo tira suavemente de su mano para llamar su atención y cuando la consigue pregunta con su dulce vocecita:

—¿Ya no iremos con papá?

KyungSoo no puede hablar porque sabe que llorará. Niega con la cabeza y sonríe, queriendo demostrar que todo está bien. Se para en la acera en la que el taxi le dejó y espera a que pasé algún carro para regresar a casa. Cuando subió a un carro junto a su hijo, se perdió en sus propios pensamientos. A pesar de todo su esfuerzo, a pesar de que JongIn le haya pedido disculpas llorando, lo volvía a hacer. Iba por ahí besándose con hombres y mujeres, llamándolos y llamándolas "amor". Seguro les compraba regalos, seguro les invitaba una copa de vino, seguro se iban a bailar a alguna discoteca, seguro los amaba más de lo que ama a KyungSoo. Pero no podía comprenderlo. Si tanto los ama a ellos y ellas, ¿por qué al final del día vuelve con él? ¿Por qué vuelve solo para maltratarlo?

El mayor observó la mochilita. Se había preocupado por JongIn, pero al parecer el menor estaba preocupado en otros asuntos que no lo incluían a él. ¿Alguna vez JongIn se había preocupado genuinamente por él? Incluso si JongIn lo había hecho, KyungSoo lo había olvidado porque recordaba con mayor claridad cada una de las veces en las que descubrió a su esposo siéndole infiel. Probablemente, lo fue muchas veces más. Y él sigue ahí, seguía siendo quien preparaba las comidas, quien lavaba la ropa, quien le cuidaba cuando estaba enfermo, él seguía dándole todo de sí a JongIn en ese amor que era todo o nada. KyungSoo ladea su cabeza, observando a su hijito, quien mira los dibujitos de su cuento. Piensa en qué debería de hacer. ¿Debería soportarlo para que su hijo crezca con sus dos padres? O, ¿debería coger valor e irse con su hijo a otro lado? Para él, en ese momento, la respuesta le era difícil. No estaba seguro de qué escoger. No sabía si resistiría más tiempo sin desmoronarse o si su hijo le odiaría porque no fue capaz de mantenerse con su otro padre.

Cuando llegan a la casa, TaeOh sigue por todos lados a KyungSoo, quien solo quería un momento a solas.

—Espérame aquí. —KyungSoo carga a TaeOh y lo sienta sobre su cama. —Te leeré el cuento, pero debo ir al baño.

El niño asiente y KyungSoo se esconde en el baño para llorar.

KyungSoo se martiriza porque cree que no es lo suficientemente bueno para que JongIn se mantenga a su lado y constantemente éste tenga que huir de su matrimonio. KyungSoo no sabe con exactitud en qué no es bueno, no sabe en qué falló. Pero debe haber algo, ¿no? JongIn no se iría de su lado simplemente porque sí. JongIn lo amó en algún momento y en algún otro momento perdió el interés. KyungSoo abre la llave del caño porque sabe que sus sollozos se están volviendo más fuertes y no quiere que su hijo, si es que se acerca, le escuche llorar. KyungSoo ve su reflejo en el espejo. Sus ojos rojos, su nariz roja y una mueca de un intento de sonrisa porque incluso en ese momento donde está solo siente que debe sonreír, que debe animarse para continuar fingiendo que nada ocurrió, que él está bien, que pueden pisotear sus sentimientos y que seguirá igual; incondicionalmente, al lado de su esposo. Pero, nuevamente, ¿cuánto más es capaz de aguantar? ¿Y si en algún momento todo explota porque es demasiado? ¿Y si su hijo está presente en ese momento? ¿O si está JongIn y su amante mirándole con pena mientras él llora en el suelo?

No. KyungSoo no quiere eso.

Y, así, es como llegamos a la actualidad.

KyungSoo palmea los bolsillos de su pantalón hasta que siente su celular. Lo saca y marca rápidamente a su hermano mayor. Los segundos pasan e InSung no responde. La primera llamada no fue contestada. Insiste, llamando nuevamente y mandando varios mensajes. No sabe a quién más pedirle ayuda. No es cercano a sus "amigos" porque jamás tuvo tiempo para estar con ellos después de su matrimonio. Y llamarlos ahora sería incómodo. Llamar a sus padres sería vergonzoso. Ambos son ancianos y no quiere generarles preocupación. Así que, solo le queda su hermano. En la tercera llamada InSung contesta.

—¿Soo? ¿Qué pasa?

KyungSoo separa sus labios, pero las palabras mueren en su garganta.

—¿Qué sucedió? ¿Pasó algo malo? ¿Necesitas ayuda? —La voz de su hermano suena nerviosa, seguro lo está por la cantidad de mensajes en las que le suplicó que atienda la llamada.

—Tenías razón... —Solloza. —No debí casarme. —Su voz se quiebra, las lágrimas inundan sus ojos y por un par de segundos ve borroso.

—¿Qué sucedió, KyungSoo? ¿Por qué dices eso? ¿Qué hizo JongIn? ¿Te lastimó? ¿Dónde está TaeOh?

Son muchas preguntas y KyungSoo no quiere responder ninguna.

—Estoy en mi casa, ven, por favor. —Su llanto se mezcla con el ruido del agua cayendo por el caño. —¿Hermano? ¿Vas a venir?

—Sí, KyungSoo, voy para allá. —InSung dice un par de palabras más, pero ya no son para él, parece que le avisa a alguien que saldrá, seguro sigue en el trabajo.

—Te espero.

—¡Espera, Kyung!

El menor cuelga la llamada, guarda su celular en su bolsillo y se echa agua en el rostro hasta que los indicios de haber llorado son casi inexistentes. Sale del baño, entra a su habitación, en la cual dejó a su pequeño sentado en la cama. Le sonríe, lo baja de la cama, ignorando su pequeña protesta de "prometiste leerme el cuento" y le dice calmadamente:

—Trae los juguetes que más te gusten y tu ropa más cómoda, ¿sí?

El pequeño mira a su papi y ladea su cabecita, confundido.

—Vamos a ir con tío InSung. —Explica. —Estaremos unos días con él. —Miente porque, en realidad, quiere irse y no regresar. —Hay que llevar nuestras cosas, ¿sí?

El niño asiente emocionado porque le gusta estar en casa de su tío que siempre le da postres que su papi, generalmente, no le da. Asimismo, su tía Yubin es muy buena leyendo cuentos, ella siempre usa distintas voces para los diferentes protagonistas. Además, le gusta jugar con sus primitos mayores.

KyungSoo se apresura en buscar maletas para llenarlas con sus pertenencias y las de su hijo. Mete las cosas de cualquier manera, tan solo importándole que al final sea posible cerrar la maleta. Saca su celular y observa dos mensajes idénticos, pero de distintas personas.

"Voy en camino".

A su hermano le agradece y a su esposo le pregunta por qué, si aproximadamente en la hora del almuerzo le dijo que regresaría en la noche. Su hermano no responde porque seguro está conduciendo y su esposo le dice que hizo un esfuerzo para llegar más temprano a casa. KyungSoo frunce el ceño, con su sangre hirviendo y se contiene de preguntar: ¿realmente vienes por tu familia o ese chico no quiso salir contigo en la noche?

KyungSoo planeaba irse y desde la seguridad de la casa de su hermano decirle a JongIn que quería estar lejos de él por un tiempo, que necesitaba pensar en su relación y si a ésta todavía le quedaba algún soplo de vida. No contaba con que el ligue de JongIn no le aceptara un par de copas. Así que, ahora está nervioso, deseando que su hermano llegue más rápido, que llegue primero. Baja las maletas de la cama y las saca hasta la sala. Su hijo le sigue por detrás hablando animadamente de todos los juegos que quería realizar con sus primos. KyungSoo le escucha atentamente, asintiendo y murmurando "uhmm" para hacer saber a su bebé que le escucha.

TaeOh detiene sus palabras, mirando las dos maletas al lado de su papi.

—¿Pasa algo, bebé? —KyungSoo se inclina, acariciándole su cabellera.

—¿Papá JongIn irá?

—Él tiene trabajo. —Miente. —No podrá ir.

El pequeño forma un puchero con sus labios que solo dura un par de segundos porque, de todas formas, su papá JongIn casi nunca quiere jugar con él, así que no le interesa. Suena cruel, pero es un niño y ve las cosas de manera simple.

—¡Oh, mi libro! —TaeOh recuerda que el libro que le pidió a su papi que le leyera lo había dejado sobre la cama y sale disparado a buscarlo.

KyungSoo iba a detenerlo, pero ir por un libro no le costaría nada a su bebé, así que lo deja ir solo. Deja de ver en dirección a su habitación cuando siente la puerta principal abriéndose. Gira su cabeza y sus ojos enfocan a JongIn, quien llegaba con una bolsa en mano. Parecía que dentro traía táperes.

—¡Traje baram tteok! —Exclama tan feliz que no se percata de las maletas a los costados de su esposo.

JongIn cierra la puerta y camina hacia KyungSoo para besarlo, pero es en ese momento donde nota las maletas.

—¿Y eso, amor? —JongIn habla como normalmente lo haría, pues no piensa que KyungSoo sea capaz de dejarlo.

—Me voy.

Esas simples dos palabras le sorprenden tanto que deja caer la bolsa con baram tteok. Frunce el ceño, agachándose para recoger la bolsa. Quizá ha malinterpretado a su aún esposo.

—¿Irte? ¿A dónde vas? —JongIn vuelve a erguirse. —¿Nos vamos de paseo? ¿Esta es una sorpresa? Creo que deberías decirlo con más felicidad. —Ríe, acercándose a su esposo, pasa sus brazos alrededor del más bajo y lo siente tenso, pero ignora ese detalle. Sus labios se dirigen a los belfos rellenitos, pero termina depositando su beso en la mejilla contraria. —Amor, dame un beso.

—No. —Murmura y se sacude para apartar al moreno. —Te estoy diciendo que me voy de la casa. Ya no quiero que me abraces, ni que me beses, ni que me digas amor.

—¿Qué dices, amor? —Retrocede un par de pasos para ser capaz de observar el rostro del blanquecino.

—No me gusta que me llames de la misma forma en la que nombras a tus amantes. Deja de hacerlo. —No sabe de donde llegó la valentía, pero ha sido capaz de decirlo.

JongIn deja la bolsa en el sillón más cercano, pensando en qué responder. Por primera vez dicen esa palabra en voz alta. Amantes. Jamás hablan de eso explícitamente.

—Me perdonaste, ¿recuerdas? —Su tono es bajo, tratando de permanecer tranquilo.

—Vienes y vas, JongIn. —Aprieta las manijas de las maletas. —Entras y sales de nuestro matrimonio cuando se te da la gana. Pero yo permanezco dentro, siempre... Vienes y vas, y yo ya me cansé de esperar a que vengas.

—KyungSoo, yo no te he sido infi-

—¡Te vi, JongIn! ¡Te vi hoy cuando besabas a otro hombre dentro de tu estudio!

—No grites, KyungSoo. Escúchame, no te eno-

—¿No tengo derecho a estar enojado? —Interrumpe. —No tengo derecho a llorar, no tengo derecho a enojarme, no tengo derecho a pensar en mí. —Enlista. —Este matrimonio me está consumiendo.

—KyungSoo... Amor... —JongIn arrastra las palabras al hablar. —¿Recuerdas cuando nos conocimos en los scouts? ¿Recuerdas a nuestro subguía? BaekHyun se llamaba, ¿no? —Sonríe, recordando el pasado. —Me gustó regresar cada verano a los scouts porque tenía la ilusión de que también fueras. Y ahí estabas... ¿Recuerdas cuando me confesé creyendo que dormías? —Ríe por lo bajo. —Y salí corriendo de ahí hacia la cabaña de JunMyeon... Él nos hizo una clase de terapia de pareja, ¿no? —Su mirada se iluminó. —Eso es lo que necesitamos, amor. ¡Terapia de pareja!

KyungSoo continuó en silencio.

—No puedes irte... —JongIn habla con su voz entrecortándose, dando pequeños pasos tambaleantes hacia KyungSoo. —Te amo. Me amas.

Sí, KyungSoo quiere asentir. Todavía ama a JongIn, a pesar de todo. Pero está seguro que JongIn no lo ama. Si lo amara, entonces, no le habría sido infiel... No le habría hecho sufrir todo este tiempo. Porque KyungSoo sufrió de manera silenciosa durante años de noviazgo y de matrimonio. Apostó por JongIn y, aun así, éste se atrevió a fallarle una y otra vez. Y esta vez, esta vez tuvo la valentía de elegir irse. Pero no sabe si flaqueará al igual que la noche donde JongIn pronunció un sin ganas "perdóname".

KyungSoo suspira, agarrando con más fuerza las manijas de las maletas.

—Sé cómo nos enamoramos, JongIn. Eso no necesitaba oírlo. —Logra pronunciar. Siente que, si dice más, su voz se quebrará y no quiere verse débil ante JongIn. Pero debe hablar. Antes de irse debe expresar cómo se siente, cómo se sintió cuando fue traicionado múltiples veces. —Me gustaría saber cuándo dejaste de amarme.

JongIn frunce el ceño, negando levemente con la cabeza y hace el amago de mover sus manos.

—Yo no he dejado de amarte.

—Entonces, ¿¡Por qué lo besaste!? —KyungSoo empuja lejos de él las maletas, encolerizado. —¿Por qué, JongIn?

—Era parte de una coreografía.

KyungSoo no sabe si llora por tristeza o por rabia, pero está llorando.

—¡No bailaban, JongIn! ¡Él, simplemente, entró y te besó!

—Estás confundido...

—¿¡Por qué me haces esto!? ¿¡Por qué me mientes!? —Sus manos tratan de secar sus lágrimas, pero éstas continúan cayendo una tras otra, haciéndolo una misión imposible. —¿Realmente somos esposos? Las parejas se preocupan por el otro, pero tú no te has preocupado por mí...

—Lo somos. —Suelta con firmeza, manteniendo sus ojos en los contrarios.

—Yo no quiero ser esposo de una persona que no me ama. —KyungSoo solloza con más fuerza, mordiéndose con fuerza su labio inferior, lastimándose a sí mismo.

—Yo te amo, KyungSoo. —Insiste. —Pensé que estábamos bien. Pero, puedo intentar más, puedo poner más ganas en esto, KyungSoo.

¿Esto? ¿Qué es esto para ti, JongIn? ¿Esto es meramente un juego? ¿Esto es divertido siquiera? "Esto" es mi vida, "esto" es mi vida siendo desperdiciada por la tuya. Esto es yo siéndote fiel en cada maldito sentido. Esto no es juego para mí. Esto es dolor, sacrificio porque, supuestamente, me amas, supuestamente, lo juraste, supuestamente, las promesas se guardan y no se rompen. ¿No me dijiste tú mismo eso cuando juramos ser amigos? ¿No juraste protegerme de los monstruos? Porque el monstruo eres tú. Y me duele reconocerlo, se me hace difícil aceptarlo.

KyungSoo piensa muchas cosas, pero no dice ninguna. En cambio, camina hacia su esposo, colocando sus manos en los anchos hombros del bailarín.

—Mírame a los ojos y dime que me amas. Mírame, JongIn. Mírame y dime que no me fuiste infiel. Mírame y dime que me equivoqué... Mírame y dime que me amas tal como lo hacía el JongIn de dieciséis años que se confesó en una noche de repente, que me describió, entonando que le gustaba cada parte de mí. No me mientas más y dime la verdad... —Suplicó. —¡Prométeme que me amas! —Tomó la tela entre sus dedos, presionándola, pero sin ejercer fuerza directa en JongIn.

Ahora, fue el turno de JongIn de permanecer callado.

—Entonces, si no puedes prometerme eso... Dime que has tenido suficiente de nuestro amor. Dímelo. Termina conmigo. Termínalo, JongIn... Porque yo no puedo hacerlo, yo quiero seguir a tu lado, pero me duele. Cada día duele más. —KyungSoo baja sus manos de los hombros de JongIn y se aleja, yendo a recoger las maletas tiradas.

—Kyung... Yo... —JongIn se acerca a recoger una de las maletas, la levanta y aprieta con fuerza la manija. KyungSoo le mira, esperando a que sé la dé. —Tienes razón, besé a alguien hoy. Pero no es como besarte a ti. Tus besos siempre son mejores, tus caricias, tus palabras cariñosas, tus mensajes. Todo tú eres mejor que cualquier de esas personas. Por eso yo te amo, no quiero que te vayas.

KyungSoo suspira, metiendo su mano entre las de JongIn y sujetando la manija de la maleta.

—Si me amarás no me hubieras engañado. Si me amarás no me hubieras gritado cada vez que no podía asistir a tus recitales de danza. Si me amarás me ayudarías en la casa... Y si amarás a tu hijo, jugarías con él. Eres un extraño con el que ya me cansé de convivir.

Te amo. Y me quede todo este tiempo sabiendo lo que hacías a mis espaldas. Pero me da miedo. Me da tanto miedo saber que sigues haciéndolo. Me da miedo odiarme a mi mismo porque no soy lo suficiente para ti. No soy lo suficiente para nadie. Antes me constaste que te dejaban de lado, que tu familia te ignoraba, que no tenías amigos. Y yo fui tu amigo y ahora soy tu familia. Pero ahora eres tú quien se aleja, ahora eres tú quien huye. Ahora yo soy el olvidado. Desdichado. Desafortunado. No piensas en mí y eres mi esposo. Eres quien debería estar a mi lado, abrazándome, besándome y jurándome amor. No estar parado delante de mí, llorando y suplicándome que no te deje porque eres infiel. Prácticamente, pidiéndome que te vuelva a poner en primer lugar a ti. Que me olvide de mí. Me odio por ser tan débil y no decírtelo... Sé que te lastimaré si lo digo, por eso solo lo pienso.

—¿Piensas irte con TaeOh? —JongIn frunce el ceño y no suelta la manija de la maleta, de cierta forma, KyungSoo y él, se encuentran en un jaloneo disimulado. —No puedes llevártelo.

—Debería permanecer con el padre que lo ama. —KyungSoo tira de la maleta, alejándola de la mano de JongIn. —Y ese soy yo.

—Tú no sabes lo que yo siento, KyungSoo. ¡Por supuesto que amo a mi hijo! ¿Qué clase de persona sería si no lo hiciera? —JongIn vuelve a colocar su mano sobre la manija, tirando de ella, pero KyungSoo no la suelta fácilmente.

—¡Tus palabras no valen nada si actúas como una mierda a cada instante! ¡Jamás estás en casa! —Alza la voz, harto de las mentiras de su esposo.

—¡Estoy trabajando! ¡Durante años me jodiste por dinero, ahora estoy produciendo ganancias!

—¡Tú robabas mi dinero y me quejé una única vez! ¿Acaso eso te daba derecho de acostarte con otras personas? ¿Te pagaban por follarlas? ¡Que considerado JongIn!

JongIn gruñe, enojadísimo. Porque jamás ha tenido sexo con otra persona por dinero. Jala la manija, consiguiendo la maleta, pero tirándola lejos de él y de KyungSoo.

—¡Ellos y ellas se acercaban a mí, KyungSoo! ¡No es mi culpa!

—¿¡Tú eres la víctima!? —KyungSoo retrocede, alejándose del menor.

—¡No piensas en mí! ¡Jamás lo haces! —JongIn se acerca al mayor. —¡Siempre te quejas! ¡JongIn, nos falta esto! ¡JongIn, nos falta lo otro! ¡JongIn, respóndeme los mensajes! ¡JongIn, responde mis llamadas! ¡JongIn, no tires la ropa! —Imita la voz de KyungSoo de forma burlesca. —¡Pues es mi departamento y tiró la ropa porque se me da la gana! ¡Después de todo la vas a recoger!

—¡Pensé en ti, antes de pensar en mí! ¡Di todo de mí! ¿¡Qué más puedes querer!?

¿Piensas en mí como un esclavo? ¿No me ves como una persona a tu altura? ¿No soy nada más importante? ¿Soy solo quien recoge tu ropa, la limpia, y te la entrega? ¿Soy solo quien te hace la comida? ¿No soy nada para ti, JongIn? ¿Esta es la clase de amor que me prometiste en el altar?

JongIn coloca sus manos alrededor cabeza de KyungSoo, abarcando las mejillas y la mandíbula. Se miran fijamente, observando las lágrimas del contrario descendiendo por las mejillas, deslizándose por sus cuellos o cayendo directamente al suelo.

—Venían a mí y me ofrecían tantas cosas... Y tú, KyungSoo, tú... —Sus dedos ejercen presión contra el rostro blanquecino. —Tú no eras tan perfecto como creí... —Susurra. —Luego de un tiempo, tus encantos desaparecieron, pero estaba ahí. Todo lo logré gracias a ti. Compraste el departamento, compraste el estudio, compras mi ropa, mi comida. Mi vida. Tú eres mi vida. Y no sé por qué, pero no me gusta. Pero me gusta volver. —Ríe sin ganas. —¿Tiene eso sentido?

—Me lastimas... —Susurró. —¡Aleja tus manos de mí!

—¿Las cosas se tornan difíciles y te alejarás?

KyungSoo no soporta más y comienza a empujar a JongIn, tratando de alejarlo de él.

—¡Te amé a pesar de todo y no te importó!

—¡Sí me importas, KyungSoo! ¡Trató constantemente de estar a tu nivel! ¡No eres perfecto, pero estás tan cerca de serlo! ¡Podemos hacerlo funcionar! ¡Una oportunidad, KyungSoo! —JongIn resiste los golpees suaves de KyungSoo, sabe que el mayor no usa ni la mitad de su fuerza. —Es solo una pelea de pareja, ¿no? Mañana estaremos bien y actuaremos como si nada hubiera sucedido... Sé que te lastime, pero te sigo amando. ¡KyungSoo!

—¡Cállate ya, JongIn! 

Cállate. Si sigues diciendo que me amas, te creeré y me quedaré. Y mi vida es tan difícil aquí que no me quiero quedar, pero quiero tu amor o lo que seas capaz de darme en formato de amor. No importa. Puedes seguir viniendo tarde, oliendo a tabaco y alcohol, acostándote a mi lado y abrazándome. Puedes seguir tirado en el sofá, viendo televisión mientras cocino y limpio porque después me dirás que mi comida es exquisita. Puedes decirme que lave tu ropa porque más tarde me dirás gracias. Puedes decirme que... En realidad, me mandas, ¿no? No importa que digas, yo lo haré. Incluso si al final del día me duele la cabeza, me duelen los pies, me duelen las manos y quiero llorar. No lo haré porque te veré y veré a nuestro hijo y pensaré que es el fruto de nuestro amor. Y así el ciclo seguirá. Yo obedeciéndote, complaciéndote. Tú mandando y desperdiciando mi amor.

—¡KyungSoo!

—¡Aléjate de mí! —KyungSoo consigue deshacerse de JongIn, pero cuando su mirada va en busca de la otra maleta que salió volando en el jaloneo, ve a su hijo en la puerta de su habitación, aferrándose a su pequeño libro y llorando mientras lo mira.

¿Me odiarás por pelearme con tu padre? ¿Me odiarás por asustarte? ¿Me odiarás por haber gritado? ¿Me odiarás porque te quiero llevar lejos de él? ¿Me odiarás por pensar en mí por primera vez? ¿Me odiarás, TaeOh?

KyungSoo siente que el mundo se le viene encima.

—JongIn. —Lo llama, antes que el menor vuelva a gritar más disparates. —Él nos vio.

El moreno gira y encuentra el mismo escenario que KyungSoo observó.

Se quedan callados mirando al niño llorar. Lógicamente, escuchó sus gritos. Probablemente, los vio empujándose y agarrándose con fuerza. Su hijo estaba aterrado, no comprende por qué sus padres gritan, pero le resulta aterrador verlo y escucharlo. A los segundos, el celular de KyungSoo suena al igual que el timbre. KyungSoo ni siquiera necesita verificar en su teléfono quien lo está llamando. Se acerca a su hijo, lo levanta y haciendo malabares, logra recoger las maletas. Pasa por el costado de JongIn, ignorándolo y abre la puerta. InSung le mira, frunciendo el ceño e inclinándose hacia dentro para observar a JongIn, dándole la espalda, parado en medio de la sala. Cuando sus ojos regresan a su hermano menor, nota sus ojitos llorosos y escucha los sollozos del infante que se aferra con fuerza al cuello de su papi.

—Vámonos. —KyungSoo susurra. —Ayúdame con las maletas, por favor.

InSung las coge de inmediato y no realiza ninguna pregunta. Cuando KyungSoo sale del departamento, InSung cierra la puerta. Van hacia el ascensor, completamente callados. No demoran en llegar al sótano y encontrar el carro. KyungSoo junto a su hijo suben mientras que InSung guarda las maletas en la maletera. Una vez dentro del auto, InSung gira para ver a su hermano tratando de calmar a su hijo.

—¿JongIn le hizo algo? ¿Qué sucedió? Cuéntame, KyungSoo. —Desesperado, preocupado y enojado.

—Te lo diré cuando lleguemos a tu casa. —Triste, avergonzado y pensativo.

InSung no protesta, se dedica a conducir con dirección a su hogar con cuidado debido a la fuerte lluvia. Aprovecha los momentos en que la luz del semáforo se encuentra en rojo para voltear a ver a su hermano y a su sobrino, ambos están más calmados. Intenta conducir con normalidad, pero es difícil, pues necesita saber que ocurrió entre su hermano y su cuñado. Sin embargo, conducir rápido y, al mismo tiempo, no dejar de pensar en ello puede distraerlo y, en el peor de los casos, ocasionaría un accidente. Los minutos pasan lentamente y se mantienen en silencioso hasta que, finalmente, llegan a la casa. InSung estaciona el auto y baja de él al igual que su hermano menor, quien aún carga a TaeOh. Al parecer el pequeño no quería soltar a su padre. InSung abre la maletera y bajas ambas maletas mientras que KyungSoo camina directamente hacia la puerta.

Antes de que InSung pueda buscar sus llaves en sus bolsillos, la puerta se abre, revelando a JongDae, el hermano menor de Yubin.

—Ah, hola, KyungSoo. —Saluda con una brillante sonrisa en su rostro, ignorando el aura tensa que emanan los hermanos Do. —Iba a comprar helado para Subin y Binsu. —A penas pronuncia los nombres, infantes aparecen por detrás de él, aun usando sus uniformes del colegio. —¿Quieren helado? ¡Yo les invito! 

—Sí, ve. —InSung aprovecha esa oportunidad para deshacerse de las personas que estaban en su casa y, así tener mayor privacidad para hablar con su hermano.

JongDae sale de la casa, tomando de la mano a sus sobrinos y se van en busca de una heladería.

—Se está quedando durante un tiempo. —Explica mientras ingresa a la casa y espera a que KyungSoo lo siga. —Está realizando su pasantía en un hospital cercano, entonces, a veces, acababa tarde y nos pidió hospedarlo por ese lapso de tiempo.

KyungSoo asiente y con su cuerpo cierra la puerta, pues sus manos están ocupados en cargar a su pequeño dormilón.

—¿Todavía me puedo quedar? ¿No es mucha gente junta?

InSung sigue caminando, haciendo rodar las maletas, perdiéndose en el pasillo. KyungSoo se apresura a alcanzarlo.

—Recuerdo haberle dicho a Yubin que era una pérdida de dinero comprar una casa tan grande, con tantas habitaciones... Hoy parece que ella no se equivocó. —Se detiene delante de una puerta blanca y la abre, revelando una habitación vacía. —Puedo darte un colchón inflable.

KyungSoo suelta una risita. Dejó su cómoda cama para dormir en un colchón inflable... Al menos no tendrá que ver la cara de JongIn.

—Entonces... —InSung se adentra en la habitación, dejando las maletas pegadas a la pared. —Me lo dirás directamente o tengo que ir adivinando que sucedió.

—Lo dejé, Hyung. Dejé a JongIn. —Suelta, abrazando con más fuerza a su hijo.

—¿Vas a divorciarte? —Inquiere, acercándose lentamente a su hermano, pues no quiere alterar a su hermano. Sabe que KyungSoo tiende a aguardarse sus emociones cuando cree que lastimará o incomodará a otros, por eso actúa con cautela.

—Supongo... No quiero tener que volver a verle.

El mayor asiente, parándose al costado de su hermano y acercando su mano a la estrecha espalda para sobarla.

—Está bien, Soo. Aún tienes cosas en tu departamento, ¿no? ¿Quieres que yo vaya por ellas? ¿O quieres que le pida a JongIn que se vaya?

KyungSoo niega. —No quiero regresar ahí, solo me trae malos recuerdos. Buscaré otro sitio donde quedarme... En cuanto a mis demás pertenencias, iré contigo a recogerlas. Sé los horarios de JongIn, sé a qué hora podemos ir para no encontrarlo dentro.

Volvió a sentirse patético. Incluso conocía el horario de JongIn. ¿El moreno se sabría el suyo?

—Está bien, Soo. —Repitió, pues no sabía que palabras utilizar en un momento como ese, no sabía cómo reconfortar a su hermano menor. —Yo te apoyaré en todo... Y, ¿después qué harás? ¿Él te, uhm, él...?

—No me golpeó si eso intentas preguntar. —Responde, a pesar de que JongIn se mostró un tanto violento cuando le tomó el rostro con fuerza. —Así que, no voy a denunciarlo. Solamente quiero el divorcio. Le dejaré a JongIn el departamento y su estúpida academia de baile... Seguro que no logrará pagar el alquiler de ninguno de los dos. —Murmura, sintiéndose un poco mal, pues siente que su comentario fue cruel.

Pero está enojado. No puede evitar pensar de ese modo.

—¿Y TaeOh?

KyungSoo gira su cabeza para mirar directamente a su hermano. —Conmigo, Hyung, él se queda conmigo. Si JongIn quiere y tiene las ganas de ver a su hijo, entonces, lo hará. Pero si no quiere, entonces, que no lo haga. Sería incómodo y dañino para mi hijo pasar días con un sujeto que no lo ama y que, probablemente, lo ignore.

InSung aún quería preguntar acerca de la manutención, pero quizá terminaría abrumando a KyungSoo con tantas preguntas.

—¿Llorar en el baño te hizo reflexionar tanto?

KyungSoo frunce el ceño y pisa a su hermano sin mucha fuerza. —¿¡Cómo sabes que-!? ¡Espera! ¡Se supone que es un momento serio!

—No puede ser tan serio, somos hermanos. —Esboza una sonrisa. —Se escuchaba el agua cayendo del grifo... Bueno, iré a buscar ese colchón. Te avisaré si regresan con el helado.

Todos sus problemas parecían esfumarse rápidamente, por fuera, claro. Por dentro, aún se sentía terrible. Aún quería llorar, aún quería gritar. Tenía que aguantar un poco más, quizá tenga tiempo para eso en la noche, escondiéndose en el baño, sin que su hijo o alguien más que vive en esa casa se dé cuenta.




(...)




En el fin de semana, InSung acompañó a KyungSoo a su departamento para recoger varias cosas más. A la hora en la que llegaron el departamento se encontraba sin nadie dentro. Al parecer JongIn había continuado con su rutina, como si fuera un día común y corriente. Nuevamente, KyungSoo se sintió triste. Durante los días que no regresó, JongIn no dejaba de mandarle mensajes jurándole amor, pidiéndole que volviera, confesándole que sin él no podía vivir y que no se acercaba a casa de InSung porque sabía que ese "tipo" le odiaba. Pero las palabras y las acciones de JongIn eran incongruentes.

InSung ayuda a KyungSoo a guardar la mayoría de su ropa mientras que él se encarga de alistar la ropita y demás juguetes de su hijo. Cuando las maletas que llevaron están llenas de ropa, juguetes, utensilios de higiene personal, etc., avanzan hacia la salida. Sin embargo, KyungSoo recuerda que en la cocina dejó paquetes enteros de galletas que TaeOh ama y que extraña degustarlas, así que le pide a su hermano que le espere en lo que va a la cocina a traer consigo las galletas. En su cocina hay un táper inmenso en el que guardan los paquetes de galletas, así que, decide llevarse todo el táper, en vez de sacar las galletas y tratar de meterlas en las maletas. Cuando va de salida de la cocina, encuentra una nota encima de la mesa. No debería detenerse, debería seguir su camino. Pero sus pies ya lo llevaron delante de la mesa. No debería coger la nota, debería irse, pues está perdiendo el tiempo. Pero sus manos ya soltaron el táper encima de la mesa y alzan la nota. No debería leerla, debería romperla. Pero... No, esta vez no hay "pero". KyungSoo se da cuenta con rapidez que esa es la caligrafía de JongIn, el menor supuso que regresaría y que seguro al leer la nota, se olvidaría de todos los maltratos y que regresaría. KyungSoo rompe la nota, viendo el táper lleno de galletas. 

Ama a JongIn y le duele amarlo.

Ama a TaeOh y no le duele amarlo.

Por eso, elige lo que no le ocasionará más dolor. TaeOh le ama y se lo demuestra, incluso si es pequeño y tiene sus rabietas. JongIn es un adulto que constantemente se contradice y que no solo lo lastimará a él, sino que también a su hijo. KyungSoo no quiere sufrir y tampoco quiere que su hijo sufra, alejarse de JongIn es la mejor opción.

 —No estás arrepentido, JongIn... —Murmura, mientras presiona con su pie el botón que alza la tapa del tacho.

Los pedazos de papel son tirados al tacho de la cocina. El táper de galletas es levantado. La puerta principal es cerrada. Por los pasillos resuenan las ruedas de las maletas. El ascensor suena al llegar y abrir sus puertas. Segundos después, vuelve abrirlas y las ruedas vuelven a rodar. Las maletas son metidas dentro del carro. Los hermanos también entran y disfrutan de un recorrido silencioso hasta la casa del mayor.

KyungSoo está lastimado. KyungSoo aún llora. Yubin y JongDae lo notan, se lo comunican a InSung. KyungSoo necesita ayuda, incluso si no quiere volver a estar en una relación. Necesita comprender qué él no hizo nada malo, qué no debe atormentarse preguntándose continuamente que pudo hacer mejor para que su relación no fallara, qué hizo para que su esposo dejara de amarlo, por qué se quedó callado y no confrontó al menor desde el inicio. Las acciones de JongIn, por más disimuladas que hayan intentado ser, igualmente repercutieron en KyungSoo, igualmente le dañaron. KyungSoo debe entender qué no tiene la culpa por las acciones de JongIn. Necesita recuperar su confianza en sí mismo, su amor propio que se vio pisoteado e ignorado. InSung consigue la ayuda que KyungSoo necesita tan solo unas semanas después de que JongIn firmara el divorcio.

Ninguno de los integrantes de la familia volvió a ver a JongIn. No sabían que había sucedido con él. KyungSoo creyó, cuando JongIn le entregó el documento con su firma, que el menor iría algún día a visitar a su hijo. No lo hizo y quizá así era mejor. Tampoco se preocupó en pedirle dinero. Si bien el dinero le sería de mucha ayuda, KyungSoo prefería paz y tranquilidad en su mente, no quería hacerse un mundo peleando infinitamente con quien amó en algún momento. Su hijo preguntaba, a veces, por su otro padre. KyungSoo no podía mentirle, TaeOh se daría cuenta algún día cuando creciera, así que le decía que no vivirían juntos, que por ahora vivirían con tío InSung y tía Yubin —y también su cuñado JongDae que tenía huesos de humanos reales porque, al parecer, en medicina compran huesos reales, KyungSoo quedó asustado mientras que TaeOh fascinado por ese detalle.

—Papá, ¿me lees un cuento? —TaeOh logró subirse por sí mismo a la cama.

Sí, ya no dormían en un colchón inflable gracias a que InSung les regaló el colchón en navidad. A KyungSoo le dio risa el regalo, pero era bastante útil. Además, una vez mientras dormía, el colchón inflable se desinfló.

—En muy muy lejano que no es donde viven Shrek y Fiona, vivía un pingüino... 

¡Ah! Entonces, es en la Antártida. 

— Y un oso polar. 

Pero ellos viven en el Ártico, qué rara historia. 

Continuó leyendo sin seguir analizando todo a detalle:

—Ambos eran buenos amigos, iban de aquí para allá juntos. Comían juntos, reían juntos. Sin embargo, llegaba un tiempo en el cual el pingüino debía partir. En realidad, el vivía en otro lugar, pero siempre iba a visitar al oso. Al pingüino se le ocurrió que el oso sea quien vaya a visitarlo los próximos meses, ya que él estaba cansado de estar viajando. El oso aceptó, hicieron una promesa. Sin embargo, el siguiente mes, el oso no se apareció. El pingüino entristeció, pero creyó, inmediatamente, que algo malo le había sucedido a su amigo, así que viajó para cerciorarse que estuviera bien. Al llegar, se topó con que el oso estaba tiradazo, descansando de su buena vida. El pingüino, ingenuamente, se aceró a preguntarle si se encontraba enfermo y por eso descansaba. El oso mintió. El pingüino le cuidó. Pero cuando el pingüino ya iba a regresar a su hogar, se encontró con otros osos, que se burlaban de él. Aquellos osos le contaron que ese oso del cual se había hecho amigo, era un mal oso, muy mentiroso y aprovechado. Además, le dijeron que el oso no estaba enfermo, sino que fingía porque jamás tuvo la intención de ser él quien viajara por días para visitarlo. El pingüino se sintió traicionado y pidió una explicación al oso. El oso continuó mintiendo, pero el pingüino era más escéptico para creerle. "Elegí confiar en ti", el pingüino le dijo entristecido, "pero continúas mintiendo". El oso le respondió que le amaba, que le quería, que eran mejores amigos. "No tienes idea de lo que significa amar a otra persona", le respondió el pingüino, "porque tus mentiras me dañan y yo busco ayudarte". El pingüino, aunque le dolió muchísimo, tuvo que dar por finalizada su amistad con el oso, "te amo", le dijo antes de irse, "te amo, amigo, pero eso es algo que tendré que superar". El pingüino partió a su hogar donde fue recibido por otros pingüinos que sí lo extrañaban, que sí lo querían y que sí valoraban su sacrificio. El oso quedó solo por mentiroso. El pingüino aprendió que no todas las personas que dicen quererte, lo dicen con sinceridad. Y aunque le dolió la separación, ahora, con sus demás amigos pingüinos pudo ser más feliz.

—Papi, quiero un pingüino, yo puedo ser su amigo. —TaeOh dijo apenas KyungSoo terminó de leer.

—Joder, que sabio es ese pingüino. —KyungSoo farfulló.

TaeOh le miró sin entender. —¿Tendremos pingüinos?

KyungSoo reaccionó, ¡había dicho una grosería delante de su hijo!

—Sí, sí, vamos al zoológico, ahí hay muchos. —Comentó torpemente, deseando que su hijo no se acuerde de la palabra "joder".

—¡Yupi! —Exclamó el pequeño, alzando sus bracitos.

—¡Yupi! —Le secundó KyungSoo, copiando la acción.

Y colorín colorado este cuento ha acaba-, no, no ha acabado.

Después de varias sesiones de terapia, KyungSoo pudo comprender que jamás hubo un problema en él. El hecho que JongIn haya sido infiel fue una decisión que JongIn tomó solito. KyungSoo recuperó su confianza, aunque ésta a veces se esfumaba ante las adversidades que se le presentaba. Pero, ahora, era capaz de tranquilizarse y recuperar la confianza. Él y su hijo fueron como los pingüinos, rodeándose de más pingüinos —personas— con las cuales pudieron reír, abrazarse e incluso llorar. Como dijo un sabio pingüino, KyungSoo amó, pero tuvo que superar a ese amor y entregarse a él mismo amor. Solo así, sus demás días dejaron de ser grises, de ser tan agotadores. Y pudo disfrutar de él y de su hijo, fueron al zoológico, al cine, leyeron muchos cuentos que increíblemente poseían muchas moralejas y algunas de ellas era muy profundas como para ser cuentos infantiles.

—¡Joder, mira a esos pingüinos! —TaeOh exclamó, subiéndose a la baranda y señalando a los pingüinos que cuidaban un huevo. —¡Hay que ser pingüinos!

—¡No digas esa palabra! —KyungSoo le cubrió la boca a su hijo ante la mirada de las demás personas. —Podemos ser pingüinos en Halloween.

Y así, KyungSoo y TaeOh terminaron vestidos de pingüinos, no solo en Halloween, sino que cada noche. Pues se compraron pijamas de pingüinos. InSung se rio demasiado, sin saber que sus hijos también querían hacerlo. Al final, todos en la casa acabaron disfrazados de pingüinos. 

Enamórate de ti, de la vida y luego de quien tú quieras. —Frida Kahlo.

FIN.




Holi

Originalmente, escribía este OS para el KaiSoo Day, pero no alcancé, jsjs. Me había quedado en la escena donde todavía eran scout, me faltaba un montón [cry], así que, me desanimé. Sin embargo, días después vi el concurso de La secta del KaiSoo (Facebook) y decidí inscribirme como incentivo para terminarlo, jiji.

Ahora, acerca de la historia, ésta se centra en KyungSoo quien cree en el mito del amor romántico, el cual es muy "lindo" en series, películas, libros, pero no en la vida real.

Uno de los mitos más grandes es el decir "el amor lo puede todo". En realidad, el amor no todo lo puede. Simplemente amando no superas los obstáculos que puedan surgir en una relación (de cualquier tipo, en este caso de pareja sentimental). Aceptar que el "amor" es suficiente en una relación puede dar pie a no cambiar actitudes negativas, ocasionando que se normalicen y sean pasadas por alto. En el OS, KyungSoo enumera un par de cosas que hace por JongIn: recoger la ropa que tira al piso, lavarla y dársela como nueva. Es una actividad sencilla, que, sin embargo, desde un inicio ocasionó problemas. En otro párrafo se narra que esa acción (tirar la ropa al suelo) junto al hecho de pasar mucho tiempo dentro de la ducha eran sus primeros obstáculos conviviendo como pareja. KyungSoo cambió, JongIn no. Asimismo, lavar tu ropa y hacerte comida (sin la necesidad de que sea un platillo de MasterChef) es esencial para ser un adulto funcional, independiente. Sin embargo, JongIn jamás tuvo que hacerlo porque KyungSoo era quien lo hacía por él. Conductas que parecen simples, pero igualmente cansan a quien las ejecuta. Una situación diferente sería: "ayudar a JongIn a realizar dichas labores porque a JongIn le paso tal cosa que le impide realizarlo", pero aquí KyungSoo es obligado, desplazado a ese lugar de "esclavo" (ni sirviente porque a éstos le pagan). Y él no se da cuenta, por eso no se queja.

También, existe la creencia de que "el amor todo lo perdona", nuevamente se romantiza la violencia. La violencia no es únicamente la que se da por contacto físico, sino también existe la violencia psicológica, violencia psicoemocional, violencia por negligencia (a la pareja e hijo/a) y violencia sexual (aunque, en esta historia no la hay). Las acciones de JongIn siguen siendo maltrato, aunque no lo parezcan. Asimismo, el problema no es el dinero, el problema es su mala conducta. El dinero actúa como un detonante para mostrar realmente como él es, pero pudo usar cualquier otra excusa. La falta de atención a las necesidades de su esposo y de su hijo, la intransigencia, la falta de comunicación (más bien, el huir de ella, porque se iba a mitad de las discusiones y no volvía), el autoritarismo, chantaje y más, son conductas que él demuestra. No obstante, KyungSoo permaneció ahí, priorizando a JongIn y olvidándose de él mismo. "Ay, KyungSoo date cuenta". Pero es difícil darse cuenta, tal como él lo narra. Es complicado tomar una decisión, dejar a JongIn se le complicaba, él no sabía como actuar, ni que decirle. Por años, creyó que para que el amor que se tenían se mantuviera a flote, para que su relación no cayera, creyó que debía sacrificarse, postergando sus necesidades, sus opiniones. Él se aferró y se esforzó en una relación sin futuro, a pesar de que alguien le dijo.

En el campamento socut y luego de éste —cuando empieza la relación del KaiSoo hasta la boda— InSung nota el mal comportamiento de JongIn. Así, se crea ideas y conceptos sobre JongIn, de ahí es que no termina de agradarle. Además, InSung le comunica a KyungSoo en repetidas ocasiones que JongIn tiene ciertas conductas negativas, pero KyungSoo hace oídos sordos porque está enamorado, porque confía en JongIn, porque ama a JongIn. De esta forma, debido al "amor" desmedido e idealizado, KyungSoo hace todo en la relación, se ocupa de lo emocional, de los cuidados, del dinero, etc. Incluso le compra a JongIn su estudio de danza. De este modo, JongIn acrecienta sus actitudes dependientes y egoístas mientras que KyungSoo creyó que ayudaba, terminando por adoptar un papel de "salvador", realizando grandes sacrificios por JongIn. Y convirtiéndose en la víctima de a quien salvaba.

Y ya para finalizar —me extendí más de lo que pensé, jiji—, KyungSoo terminó decidiendo irse del departamento con su hijo, a pesar de que JongIn propusiera terapia de pareja porque si realmente hubiera querido cambiar, lo hubiera hecho hace tiempo. Además, ser infiel es una decisión, JongIn sabía qué era lo que hacía, simplemente regresaba con KyungSoo porque con él lo tenía todo: su trabajo, su casa, etc. Asimismo, si KyungSoo se quedaba y continuaba discutiendo con JongIn, eventualmente, el hijo los vería/escucharía, lo cual se ocasionaría muchos problemas. Generalmente, las personas suelen ver el divorcio como la peor opción cuando tienen hijos. Sin embargo, los hijos deben desarrollarse en un ambiente que sea emocionalmente sano para ellos. Es decir, es mucho mejor que los padres hagan sus vidas separadas a que sus hijos presencien sus peleas. Así, KyungSoo terminó yéndose con TaeOh a casa de InSung. De caso contrario, seguirían el camino de una familia disfuncional.




 Gracias por leer  ♥.

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