Capítulo 2
Un nuevo día se hacía presente tras las puertas del instituto FHS, el fin de semana prácticamente se había ido volando para la mayoría de estudiantes y el lunes parecía aún más agotador de lo que ya era de por sí. Y aún así, con todo el sueño encima y algunas ojeras bajo los ojos, nada parecía detener a cierto peliturquesa de ojos brillantes que no paraba de hablar del concierto anterior.
— Y cuando apareció tras la niebla de humo, parecía un ángel directamente desde el cielo, y se veía tan bonita con ese vestido tan esponjoso como una nube, y luego... ¡Ay!
— Por lo que más quieras, Bon, ¡cállate ya! Llevas hablando toda la mañana y ni siquiera son las ocho, me vas a volver loca como sigas hablando de lo de ayer — Meg se frotó el puente de la nariz con el ceño fruncido sin inmutarse de haberle dejado un buen golpe en la cabeza a su amigo que se quejaba.
— Nos alegra que te gustara el concierto, pero mejor reserva esas energías para mantenerte despierto en clases o te meterás en problemas con la profe — la dulce rubia acariciaba la espalda del chico, que no evitó sonrojarse de la pena al ver que estaba hablando demasiado.
— Tienes razón, perdón, es que me emociono demasiado...
— Dinos algo que no sepamos — la albina bufó cansada.
— Aún te debo el favor, Joy, ¿cómo quieres que te compense?
Justo antes de que la chica pudiera siquiera contestar, una estridente voz femenina comenzaba a escucharse por el pasillo junto al sonido de tacones sobre el suelo de cerámica. Todas las miradas no evitaban seguir el ruido hasta toparse con unos afilados ojos zafiro que te juzgaban hasta el alma con solo un vistazo. Su cabello elegantemente recogido le daba un aire de superioridad y su maquillaje perfectamente aplicado resaltaba su belleza morena natural.
Cualquiera que la viera pensaría que era una modelo. Y, desafortunadamente, toda una diva.
— ¡Bon! Hasta que al fin te encuentro, querido — la chica se lanzó hacia los brazos del moreno que actuó lo suficientemente rápido para atraparla, sus amigas rodaron los ojos con discreción.
— H-Hey, Toddy, no esperaba verte, normalmente te saltas la primera clase... — comentó con una ceja arqueada, se notaba la incomodidad del chico a kilómetros pero no podía ser grosero con su amiga de la infancia.
— Oh, tranquilo, me la voy a saltar, pero tenía que verte antes de ir a mi sesión de manicura — movió la mano en el aire para restarle importancia al asunto y luego volvió a abrazarlo por el cuello —. Quería saber si tienes la tarde libre, podríamos ir al cine y tomar unos té bobbas que hay en un nuevo sitio muy lindo~ — su mirada se deslizó hacia las otras dos amigas que seguían estáticas y, por reacción, se acercó más al moreno —. Solo nosotros dos, bombón~.
— Aaah... Sabes que nunca te digo que no, pero... — intentaba buscar alguna excusa hasta que se dio cuenta de algo aún mejor —, pero hoy no puedo, empiezo mi primer turno en la cafetería que te dije que aplicaría, no puedo faltar el primer día, ¿sabes? Jaja...
Toddy lo miró desconfiada, sabía que podía detectar cuando mentía y esperaba de verdad que su tono hubiera sonado convincente. Entonces soltó una risita melosa.
— Entonces pasaré a verte, me muero por verte con tu nuevo uniforme, aunque tú siempre estás guapo con lo que sea — se acercó lo suficiente como para dejarle un beso en la mejilla —. Nos vemos Bonsi, te llamaré~.
Tan pronto como vino se fue de la misma forma, dejando un ambiente tenso entre los tres amigos. No era algo raro que eso pasara de vez en cuando, pero ambas féminas sabían cuáles eran los verdaderos sentimientos platónicos que Bon sentía hacia Toddy y se sentían mal por ella, aunque Meg no tanto.
— Bon, tienes que hablar con Toddy — Joy no solía usar un tono severo casi nunca, pero no podía evitar regañar al moreno —. No es justo que ella piense que también le gustas solo porque no rechazas su afecto.
— Lo sé, lo sé, pero no quiero lastimarla, ella es importante para mí también...
— ¿Quieres devolverme el favor? Prométeme que hablarás con ella y pondrás límites.
Bon la miró a los ojos y sabía que hablaba en serio, las promesas que se hacían eran inquebrantables y sabía que tenía que cumplir por mucho que le costase. No tuvo más remedio de aceptarlo, sería lo mejor para todos de cualquier modo.
(...)
Bonnie soltó otro bostezo mientras se acomodaba sobre sus brazos en la mesa de su pupitre, sus ojos pesaban y sentía que se dormiría en cualquier momento. Sintió cómo alguien le quitaba las gafas y frunció el ceño soltando un pequeño gruñido molesto.
— Enano, no te duermas ahora que el profe va a venir en cualquier momento — el pelirrojo se sentó -o más bien se dejó caer- en la silla a su lado con los brazos cruzados tras su cabeza —, y ya sabes que no le gusta que duerman en su clase.
— Estoy cansado... — murmuró aún sobre sus brazos con tono quejumbroso, hasta que unas caricias en su cabeza lo relajaron.
— Anoche estuviste hasta muy tarde despierto, normal que ahora parezcas un zombie — Chica le quitó la capucha dejando ver el nido de pájaros que tenía ahí dentro —. ¡Ay Dios mío, qué espanto! Con lo bonito que te lo dejé ayer...
— ¿Acaso no te peinas cuando te levantas por las mañanas? — el castaño tomaba uno de sus mechones despeinados.
— Ya hago lo que puedo manteniéndome vivo tras los conciertos, déjame respirar también.
Sus amigos lo seguían regañando por ser tan descuidado, pero pronto dejó de oír sus voces cuando cayó rendido en la mesa, teniendo un pequeño momento de paz. Ni cuenta se dio de cuando Fox volvió a ponerle sus gafas para tapar sus ojos cerrados.
— Se está matando por las noches, le he dicho ya muchas veces que debería tomarse más descansos de los conciertos — el pelirrojo se cruzaba de brazos mirando con pena a su mejor amigo.
— Es terco como una mula, por mucho que le digamos algo va a seguir haciendo lo que quiera — la chica trataba de peinar su cabello con sus manos con cuidado.
— Fue su decisión desde el principio, no nos queda más remedio que seguir ayudándolo hasta que él nos diga otra cosa.
Dejaron de charlar cuando el profesor entró por la puerta, e intentaron hacer que pareciera que el pelimorado estuviera despierto, aunque tampoco se inmutaba de nada. Tampoco sirvió de mucho, pues no pasaron ni diez minutos desde que comenzó la clase que un golpe seco y unos ronquidos interrumpieron la lección, haciendo que el adulto se girara molesto encontrándose al alumno con la cara pegada al pupitre y aún durmiendo.
— ¡Señor Valentine! — gritó de golpe consiguiendo despertar al nombrado del susto —. Ya que te parece tan aburrida mi clase, seguro te sientes más despierto en el despacho del director. ¡Fuera de mi vista ahora!
Sin duda comenzaba bien el primer día de la semana...
(...)
La voz de la profesora estaba haciendo que le costase cada vez más mantener los ojos abiertos, de no ser porque Meg le daba golpes en el brazo cada dos por tres para seguir despierto. Admitía que se arrepentía de no haber dormido al momento de llegar a casa tras el concierto, pero tampoco lamentaba haberse puesto todo el álbum de canciones de su ídolo en bucle toda la noche, sonriendo al escuchar nuevamente la voz de aquella cantante en sus oídos.
Tampoco le podían culpar, a parte de que realmente la chica era hermosa, también lo eran sus canciones, desde que se enteró de que algunas eran covers de otros artistas, otras eran únicas y originales de la artista, lo cual hacía aumentar su admiración de la forma que un músico siente hacia otro melómano. Oír sus canciones le llenaban de inspiración para seguir componiendo sus propios temas con la guitarra.
De hecho, en ese momento podía jurar que estaba sonando su canción favorita en ese momento...
— ¿A quién le está sonando el móvil en mi clase? — la maestra se volteó molesta al oír que interrumpían su explicación.
Las mejillas de Bon se enrojecieron al reconocer su propio tono de llamada, estaba tan ensimismado en sus pensamientos que ni se había dado cuenta de la vibración en su bolsillo. Lo sacó rápidamente y lo apagó, pero ya era tarde, todos habían visto que era él quien había interrumpido la clase y las risas no cesaban.
— Señor Smith, le recuerdo que está terminantemente prohibido tener el teléfono móvil encendido en las clases — la señora se cruzó de brazos mirando a su alumno con el ceño fruncido.
— L-Lo siento...
— Ya lo sentirá cuando se lo explique al director, salga ahora mismo de la clase — miró al resto que no dejaba de reír —. ¡Y los demás a callar, seguimos en clase!
El moreno suspiró derrotado y recogió sus libros en su mochila para salir del aula, con las miradas preocupadas de sus amigas a sus espaldas. Qué mala suerte estaba teniendo...
El camino hacia el despacho se le hizo demasiado corto, tocó la puerta y la voz de la secretaria le dio permiso para pasar, pero no esperaba que hubiera alguien más.
— Por favor, siéntate hasta que el director te diga de pasar.
Bon asintió y se sentó en una de las sillas de espera que había libres, tratando de no molestar demasiado al chico que se encontraba también ahí. Le sorprendió ver que llevaba una sudadera oscura bastante holgada, siendo que estaban en primavera y últimamente estaba haciendo bastante calor, pero no era quién para juzgar a un desconocido. Trató de no hacer más contacto visual esperando que el silencio incómodo se desvaneciera en algún momento.
— ¿A ti también te han castigado? — preguntó de repente el chico, haciendo sobresaltar al moreno al escuchar su suave y rasposa voz.
— Aah sí, jaja, me olvidé de poner en silencio mi móvil — explicó torpemente —. ¿Tú por qué estás aquí?
— Me dormí en medio de la clase, al parecer el profe me tenía envidia y me mandó aquí.
Bon no evitó reír ante una explicación tan banal, admitía que tenía un sentido del humor bastante sencillo y aquello le había subido el ánimo. Bonnie no escondió la leve sonrisa que se formó en sus labios al escucharlo reír tan abiertamente, no había tratado de ser gracioso y aún así ese chico comprendía su humor.
Justo cuando iba a decir algo más, una melodía los interrumpió.
— ¡No puede ser! — el moreno se apenó sacando su móvil viendo que otra vez le llamaban, haciendo sonar la misma canción que tenía como tono de llamada predeterminada —. Aaah, tengo que aprender a ponerlo en silencio cuando estoy en el instituto...
— ¿Te gusta Galactic BonBon? — preguntó directamente el pelimorado con una expresión de asombro, jamás pensaría que un chico como él conociese a una cantante idol de ese estilo.
— Oh, no me gusta... — Bonnie no evitó decepcionarse un poco al escuchar esa respuesta —. ¡Me encanta! Es mi cantante favorita.
— Oh.
Y sin darse cuenta, Bon se puso a hablar totalmente emocionado de su ídolo, sin importarle si se trataba de un completo extraño con quien estaba hablando tan abiertamente de su obvio fanatismo. Aun así, el de ropas holgadas no parecía aburrido ni desinteresado, escuchaba atentamente cada palabra que comentaba el peliturquesa.
— Bon Smith, ya puedes pasar — la secretaria interrumpió la amena conversación entre los chicos y les recordó dónde estaban realmente.
Apenado, el chico se despidió y entró en la oficina, siendo despedido por el contrario. Bonnie se quedó ahí sentado pensando en lo que acababa de pasar, pues literalmente había estado hablando con uno de sus fans hablando de él de forma maravillosa. Y eso, por más ilusión que le diera, no dejaba de hacerle sentir culpable.
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