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Único.


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La historia que ellos 2 compartían no era precisamente la más hermosa, tampoco la más trágica, pero distaba mucho de la ser la historia perfecta que muchos quisieran, entre riquillos, gente de sociedad o simplemente jóvenes enamorados y con muchas ilusiones del amor. Ninguno era eso, tal vez solo tenían mayor o menor suerte.

Él por un lado, se podría decirse como un cazador de recompensas, casi un ladrón. Ese era su pan de cada día en lo que corresponde al trabajo. Pero bueno; Casi eran oficios de piratas, pero tampoco eran los tradicionales, solo robar y beber. Él no era así.

No era nada nuevo, entre esas cosas, podía decir que tenía a Manigoldo, su gran amigo, no obstante también un completo canalla con todo y ropa. Puede que de ahí considero ponerse ese nombre.

Siempre lo saltada al peligro, eran tan diferentes en cuento a carácter pero iguales en características. Por culpa de él es que la tuvo en frente, ella por otro lado era una mujer hermosa y de porte, pero, una prostituta en ese burdel a quien Manigoldo le orillo a ir.

- Eres un amargado, nos quedaremos un buen rato por estos muelles, pacemos un buen rato como otros. - Haciéndose el desentendido Manigoldo le comento, quedando su atención en una joven mujer de cabellos negros y cortos, seguramente era una mesera, pues por su ropa y apariencia no parecía ser como las otras mujeres en el lugar, pensando Cid en que haría de las suyas con facilidad. A veces eran tan infantil y caliente ese hombre, que a veces le sacada de sus casillas. Principalmente en trabajos.

- Un gusto. ¿Le apetece mi compañía? - Dijo ella, luego de un tiempo descubrió que su nombre era Mine. Cid no podía negarse en ningún momento que ella era muy hermosa, frenando su respiración al tener su cuerpo rozándose con él suyo. Normalmente no le prestada mucha atención a las mujeres y los burdeles como su amigo, sus ojos filosos con el paso de los minutos se quedaron clavados en ella. Acariciando su cuerpo al tenerlo cerca.

-."¿Qué tan malo puede ser...?" - Se pregunto, atrás de podía notar las miradas y señas de su amigo, entre animándolo y molestándolo debido a lo que lo conocía muy bien, Manigoldo sabía que tenida por preferir mantener la mente concentrada con suma responsabilidad en sus trabajos, aun a pesar de lo que es normal de este, Cid buscada tener cierto grado de honor en sus peleas. No estada del todo claro las normas morales que podía traer esto debido a la casi nula atención que les daba, pero, con más razones Manigoldo reaccionada como lo hacía, era curioso verlo dejando su rostro serio y cortante, dejando ver que no le molestada tanto como esperaría.

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- Lo lamento pero nunca pregunte tu nombre. - Dijo ella, dejando recostar en la cama boca abajo luego de haber terminado uno con el otro, Cid estada totalmente satisfecho, no era virgen pero había pasado un largo tiempo desde que había probado carne, haberla tenida como su amante fue una experiencia única, no quería sonar tan exagerado pero fue un sexo difícil de olvidar.

- Me llamo El Cid, puedes solo decirme Cid, es normal. - Expreso, parándose para verla a la cara, mostrando su cuerpo desnudo pero llamando la atención las cicatrices en este.

- Supongo que eres un pirata.

- Más que pirata soy cazador de recompensas, lo que difiere es que me contratan para recuperar cierto objeto, o hasta matar.

- Un poco irónico. - Ella menciono, y si, tenía que admitirlo que así era, ante los ojos de varios la imagen de uno, un ladrón, un alcohólico y un violador, era lo que siempre aun se encontrada encima de él si bien no todo el tiempo, no podía evitar que cada tanto el miedo se posara en su presencia, por el tipo camino que el destino le deparo, y por el cual peleo por seguir. - ¿No hablas mucho verdad? -Como respuesta Cid se encogió de hombros, recostando su cabeza en su pierna mientras mirada a la chica.

- Solo lo necesario. ¿Te apetece una charla?

- Seria interesante, la mayoría solo viene, se duerme un rato y se va. - Secamente expreso, a pesar de prevalecer su expresión hasta serena, no parece tener alguna reacción al decir eso.

- Supongo que será normal. - Comento, no quería sonar desconsiderado pero solo eso atino a decir. Era un ambiente, un poco extraño para él, puede que sea por el hecho de haberse acostado con una mujer que apenas conocía. Apenas encontrada alguna palabra.

- ¿Primera vez? - Asintió. - Tal vez por eso fuiste tan considerado, debo agradecértelo. La pase bien. - Parándose y buscando su ropa le expreso para retirarse no sin antes besar la magilla de Cid como despedida, pero tras lo que dijo, Cid sintió que era casi un agradecimiento.

- Hey, ya tardaste. ¿Qué tal la pasaste? - Al escuchar la voz de su amigo el hombre de cabellos negros volvió en sí, buscando su ropa y vistiéndose para retirarse.

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No lo entendía, ¿Qué tenía esa mujer que luego de un mes no la sacada de su mente? Cid estada en su mundo, perdido de la realidad que lo rodeada cada que no había trabajo, su mente la traía de vuelta cada tanto, intrigado más por lo forma en que le hablada que por cómo lo había tocado y hecho sentir esa tarde. Algo en esa mujer le sacada ciertos remordimientos que no terminada de entender. Cosa que su gran amigo noto.

- ¿Tan rico te cogió esa mujer para dejarte como estas? - Ironizo, riendo por lo bajo en un chiste que a Cid no le hizo ni la más puta gracia, al notar su expresión, Manigoldo lo noto, procediendo a decir lo que parecía obvio. - ¿Por qué no vas y tienen otra ronda? Se ve que tienes ganas de más.

- No voy a desperdiciar tanto dinero en eso, aparte...

- ¿Aparte? - Le alentó a que siguiera.

- No lo sé, solo no me la puedo sacar de la mente.

- lamento decirte las verdades un momento. No niego que a mí me hubiera gustado una noche con una de las meseras, pero no pierdes tu tiempo, ella trabaja de eso y nada más puede hacer, no pidas una historia de amor que no tendrás. Es mejor dejarlo en sexo casual. - Cid quería golpearlo en ese momento.

- Supongo que hablaras por experiencia. - Serio y firme ataco, logrando herirlo donde más le duele. - No la conozco del todo, pero si lo suficiente para evitar que hables así de ella.

- Wey, amigo, no te lo tomes tan personal. No niego que sí, he pasado tiempo con algunas, y por eso sé que esa vida es muy compleja. - Eso le llamo la atención, volviendo otra vez a todas sus interrogantes sobre ella, y sobre lo último que le había dicho.

- Creo que si iré a verla otra vez. Y me acompañaras. - Manigoldo sintió eso como una orden, pero más que molestarse, solo mostro los dientes en una sonrisa.

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- Hola otra vez. - Dijo ella, uno frente al otro, Cid trago grueso en sus inseguridades pero aun con eso asintió, acercándose a la mujer, procediendo a quitarse la ropa uno al otro hasta mostrarse como Dios los trajo al mundo. - Estas cariñoso esta vez, ¿Y eso? - Comento. Pasando sus manos por su grueso y amplio abdomen, ligeramente adornado con cicatrices.

- Nada, solo... No dejo de pensar en ti. Quería verte y hablarte de nuevo. - Cid había pagado por 3 horas, tenían mucho tiempo.

- Creo que eso es un Cliché muy común en mi trabajo, pero no por no me alagas. - Al escuchar eso, Cid se sintió algo apenado, bastante más bien, casi como si fuera un adolecente de nuevo, seguro que Manigoldo se estaría burlando de él si lo viera. Mine le beso los labios sujetándolo para que se acerque donde puedan hablar tranquilo. - Si quieres hablar, hazlo en voz baja, las paredes tiene oídos y me puedo meter en problemas.

- "Lo sabía" - Su mente respondió rápido, desde su última conversación tenía esa fuerte corazonada que no se iba de su mente y ahora la estada comprobando. - ¿Estas obligada?

- Nadie que está en el mundo de la prostitución, lo hace por placer. La gran mayoría, estamos por obligación. - Le hizo saber, dejándose tapar por el calor de las sabanas, impregnadas por el olor de varios luego de sus noches allí.

- ¿Me hablas de eso? - Pregunto, ella asintió.

- Primero, agradezco que estés interesado y dispuesto a escucharme, pero no creo que de verdad puedes hacer por ayudarme.

- No pensemos en eso ahora, solo dime.

Mine había nacido de familia de alta cuna, su padre era de ascendencia asiática pero tras cierto suceso del cual no tenia los más grandes detalles, solo supo que su padre tuvo que irse de su país cuando ella era una chica de por lo menos 10 años, una chica la cual ya había sido instruida con ordenes de casarse, pero cuando eso paso, ese trato se había disuelto en su totalidad. Su padre era un hombre inteligente por lo tanto no tuvo problema para hacerse una vida digna para él y su hija en Europa, una vida alegre para los 2 por uno cuentos años, pero la felicidad no era eterna y la desgracia nunca avisada, te llegada de golpe destruyendo tu tranquilidad y dejándote en el suelo totalmente asustado y despavorido. En ese momento Mine tuvo que escuchar los gritos de su padre luego de ser asesinado, robado y saqueado en un acto de mala suerte, y ella acorralada.

- ¿Te...?

- No, descuida, no me tocaron, para eso tenía 14 pero eso no les evito venderme, y cuando cumplí 15 empezar a este tipo de vida. Llegar virgen a esta vida te hace valer más para la mente de muchos aquí. - Cid quedo horrorizado tras escuchar eso, simplemente en blanco sin saber que responderle o decirle, queriendo matar a esas personas y devolverle la libertad a esta podre mujer.

- Me sorprende que lo digas tan normal.

- Ya han pasado cerca de 10 años, las heridas son algo que sanan con el tiempo, para mi suerte, las otras chicas que estaban aquí, me acogieron, aconsejaron y cuidaron como su hermana menor fuera, son casi mi familia.

- Lo entiendo, lo siento, quisiera poder hacer algo. - Le dijo casi lamentándose, cosa que ella noto, sujetando su rostro y besándolo, dejándolo caer sobre su cuerpo.

- Aun te quedan cerca de 2 horas, la vez pasada me hiciste sentir bien, hazlo otra vez. - Cid asintió, pasando sus manos por sus pechos hasta su estomago, haciendo que un jadea saliera en contra de sus labios, que no tardo en besar, abrazando al cuerpo de la mujer de forma casi posesiva, como si quiera unirse a ella y llevársela, hacerla olvidar todo eso. Cosa que era imposible a estas alturas, había llegado muy tarde en su vida y nada podía hacer.

Los gemidos llenaron el cuarto de forma rápida, pero estos eran muy sonoros al borde que esta se escuchaban fuera de la habitación, provocando reacciones muy dividas entre los presentes. Claro que Manigoldo escuchada eso a un lado de una mesera, casi sonriendo en un curioso orgullo por su amigo, coqueteando con Guiaca.

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- ¿Te volviste loco? - Los próximos meses Cid no había editado tratar de mantener comunicación con Mine, y aprovechando que Manigoldo siempre que iba estada en plan de seductor con una de las meseras le ayudo mucho. Ahora tenía cierto plan que cumplir. - Hemos hecho muchas locuras en nuestra vida... Pero ¿Prenderle fuego al dar? ¿Tanto sexo te nublo el celebro?

- A ti no te hizo nada en años, mucho menos me afectara la cordura a mí. - Contraataco. Terminando de agregar sus cosas para su plan. - Tu novia me ha ayudado mucho, ella está dispuesta a liberarse de esa gente y ayudar a las chicas.

- ¿Y luego que harás? ¿Llamar a los guardias?

- Si. - Serio, fresco y calmado le expreso. Manigoldo no evito pasarse las manos por el pelo bastante inquieto por los planes de su amigo.

- ¿Qué tanto te enamoraste?

- Mucho. Y me he tomado la molestia de conocerla, sé que ella no desea que me meta en problemas, que no cometa una locura, pero luego de darle mi voto de confianza, no puedo dejarla sola.

- No voy a negarte que me alaga e impresiona escucharte hablar así, pero...

- Nada, no intentes hacerme cambiar de opinión. - Manigoldo suspiro, no tenía nada que hacer en contra de su amigo, solo sonrió y acepto ayudarlo.

- Normalmente en de las locuras soy yo. Creo que toca ayudarte, ¿Cómo lo hago?

- Quédate junto a Guica ella me ayudara a cierta hora, donde nadie salga herido.

- Imagino "Nadie" No incluye a los dueños de ese local. Creo que si quieres verlo muertos, por lo que me cuentas de ella.

- No, para ellos hay otro castigo. - Por primea vez en su vida, Manigoldo vio a Cid sonreír, pero esta vez no era una clásica sonrisa de alegría, esta era de picardía, tenía algo grande en mente.

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Llegada la hora, todo paso bien, Manigoldo había pasado desapercibo entre la gente tomando licor y fingiendo estar bien borracho, siendo Guiaca la que lo ayudada y guiada, la noche estada en lo profundo y pronto no habría nadie dentro.

- No actúes tan exagerado. - Le indico la peli-negra al Caza-recompensas. Viendo que dentro de poco era capaz de ponerse a cantar o hasta quitarse la ropa.

- Si crees que esto es exagerado no has visto nada.

- ¿En tu familia toman mucho?

- Algo similar, tengo un pariente que borracho se empieza a vestir de mujer y actuar como actriz. - Comento, haciendo reír a la chica tras imaginar ese escenario. - Si te lo presento seguro se muere de felicidad.

- Deja eso para después, si ni me has pedido una cita.

- Espera un poco, y soy capaz de llevarte hasta un lugar hermoso solos los 2, ya sabes. - Sonriendo casi arrogante las cejas del peli-azul se movieron de arriba abajo, en un descarado coqueteo, haciendo reír a la chica.

- Guárdatelo un poco Galán. - Le indico, jugando con el cuello de su camisa, y dándose media vuelta de forma lenta, mirando al hombre de forma seductora por el rabillo del ojos. - Tienes el "explosivo" - En voz baja dijo, guardando que nadie esté cerca mientras disimulada sosteniendo una botella.

- Si, descuida. ¿Qué piensas hacer cuando esto termine?

- Yo no trabajo como Prostituta aquí, aun tengo mi hogar en esta ciudad, pero quiero ayudar a las chicas de aquí y luego volver am mi hogar notal. Solo eso.

- Vaya, eso suena algo... - No encontró palabras.

- ¿Ya tan rápido me dejas de coquetear? - Manigoldo rio tras escuchar eso, esta chica le traía tantas emociones juntas en poco tiempo. - Puede que luego de esto me desaparezca un tiempo, si en unos años nos volvemos a ver, te dejo ligare, hasta pedirme matrimonio.

- Hecho, lo estaré esperando. - Manigoldo se inclino para buscar un beso, pero la chica lo detuvo, señalado donde todos estaban.

- Dile a Cid, que cuide mucho a la señorita Mine, se lo merece mucho. - Manigoldo asintió, debajo de la mesa estada preparando lo que causaría el incendio, distrayendo el cangrejo a la mayoría que se acercada en su papel de borracho.

Hasta que todo empezó, fue algo sumamente rápido, Cid estada esperando desde cierta distancia donde ellos escaparían, con un arma en mano, no quería tener que pelear donde alguien saliera herido, pero lo haría.

Manigoldo escaparía con Guiaca, por el frente del local, sacando de paso a los pocos clientes que aun estaban, Mine se llevaría a las otras 4 chicas que estaban allí por otra salida. Reuniéndose todos en un punto especifico. Sacándole cierto provecho a su trabajo, ya en el pasado los guardias de la cuidad le habían solicitado un trabajo, por eso, decirles que había ocurrido algo en un bar, sumado a sus sospechas fue cosa fácil para que le creyeran.

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- No tenias que hacer eso, te metiste en una gran locura. - Le dijo Mine a Cid, estaban los 2 solos luego de unos 3 días que eso pasara, el recuerdo del caos y del miedo que sintió en ese momento aun era palpable en su mente, una adrenalina que no había sentido en mucho, queriendo que solo termine y ver a Cid de frente.

- No importa, ya todas ustedes están libres, no es mucho pero al menos no quise quedarme de brazos cruzados y ayudarte. - Le expreso, sujetando sus hombros para verla a los ojos. Manigoldo no estada, el había visitada a Guiaca antes de despedirse de ella.

- Gracias, otra vez.

- ¿Es mucho pedirte que te quedes a mi lado? - Le expreso, besando las manos de la mujer que tenía en frente. Asintiendo ella y acercándose para besar los labios del otro de forma dulce. Empezando desde 0.

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