Prólogo
—¿Cómo decirlo?, tu historia va perdiendo el toque. —El editor de la sección de Tobio lo terminó mandando a volar en una zanja profunda y vacía, sin ningún sentimiento de por medio. De pronto, ese chico sintió que todo el mundo se le caía encima.
—¿Qué dice? —Se atrevió a preguntar el de orbes azules, sólo para comprender por alguna vaguedad imposible que todo era una cruel mentira y en cualquier momento ese hombre serio, con poco pelo en la cabeza, se echaría a reír, simulando que todo lo que había dicho había sido una broma.
Pero él nunca lo hizo, y por eso su corazón se estrujó dentro de su pecho, teniendo que soportar el rostro sereno de ese hombre de mayor estatura, mirándolo con completa seriedad, como si quisiera que sus irritados ojos ojerosos que estaban a través de unos lentes le dieran la seriedad necesaria a un joven.
—Kageyama-san, ¿ha leído las críticas que giran en torno a los últimos capítulos que ha sacado tu manga? —preguntó el hombre, quitándose sus lentes para poder frotar con dos de sus dedos el puente de su nariz.
—No mucho, aunque sí me he topado con algunas... —murmuró, bajando la vista hacia el suelo, simulando que nada de eso realmente le afectaba. Eso podía ser bueno, pero a la vez no, también debía de aceptar que de una gran trayectoria donde esa historia le había dado tremenda inspiración, de un momento a otro se había detenido de golpe: le costaba mucho trabajo realizar un solo capítulo. En ese caso, la respuesta definitiva era: no. Cuando Tobio sintió la mirada definitiva y exhaustiva de su editor sobre su persona, queriendo reclamarle por su extraña decisión, se sintió como un cachorro regañado—. No creo que necesite un cambio, honestamente... sólo lo hago por diversión.
El silencio inundó la sala, logrando hacer creer a Kageyama por unos breves instantes que todo eso había funcionado. Su excusa, que sólo era una verdad a medias, posiblemente había funcionado.
—¡Debes de esforzarte más! —gritó el editor, con la rabia acumulada al ver su estúpida excusa y lo mentiroso y descarado que fue como para soltarlo sin más.
Kageyama soltó un grito agudo al sentirse descubierto, cubriendo con ambas manos su rostro. ¡Hasta cerró los ojos!
Bien, el editor se había cansado, así que lo mejor que podía hacer era mantener la perfecta compostura y sentarse ahí, sin hacer absolutamente nada que pudiera ser un gatillo poderoso para golpear a la cara a un joven claramente asustado.
—Escucha, eres joven, vas en preparatoria, ¿no podría servir de algo que buscaras situaciones en la escuela y que puedas plasmar al papel? —interrogó el de mayor estatura, tratando de calmarlo. Tobio pareció tener un tic nervioso en su ojo, y un poco de irritación ya pintaba sus pupilas azules.
—Eso sería algo muy acosador, lo más seguro es que me reportarían. Además, no tengo mucho tiempo, después de clases tengo entrenamiento de voleibol. —De alguna forma el editor ya se lo esperaba, ya que su manga tenía como subtrama a los dos protagonistas jugándolo: natural que supiera mucho de él.
—Quizás puedas tomar un descanso de ese deporte, para despejar tu men-...
—No. —Ni siquiera dudó.
El silencio inundó la pequeña sala donde ambos compartían opiniones del manuscrito. El experimentado editor no pudo objetar nada, por eso buscó librarse con facilidad de la tarea, dando rápidamente una mirada al borrador del nuevo capítulo de Inocente, el manga BL más famoso de Kageyama Tobio, o como era conocido en el mundo del manga: Hiiro.
—Muchos opinan que la trama se está volviendo muy cliché y repetitiva, y eso no está bien. —El editor pasó por cada una de las hojas, ante el claro gesto de desconfianza del otro por esa afirmación tan desalmada que le había hecho, sin una pequeña pizca de tacto. Al final, terminó por llegar a una hoja en específico—. Mira, ¿lo ves aquí? Dai, el protagonista, va corriendo hacia la escuela porque se le hace tarde... ¿eso no es ya muy usado?
—Pero es realista. Yo siempre llegaba tarde en la primaria y tenía que correr, a esa edad yo me sentía todo un atleta —comentó, sin una pizca de escrúpulos a la hora de afirmar eso. Vamos, ¿qué tenía de malo?
El editor se cansó ante esa idea, mirando el perfecto dibujo que había ido mejorando por la práctica constante de Tobio, mostrando al inocente protagonista de grandes ojos redondos, cuerpo pequeño y mirada inocente, corriendo hacia la escuela, en la típica escena de todos los días en el momento romántico de siempre. Al pasar a la siguiente hoja, lo primero con lo que se topó, fue con la tan esperada escena de que, al doblar en una esquina, el protagonista chocara con otro personaje, iniciando un hermoso drama romántico.
—Esto también ya es muy usado... —Encaró sin nada de tacto. El azabache se sintió golpeado contra la terrible realidad, mirando sus escenas que tanto trabajo le habían costado hacer (mentira, era un genio en el dibujo, podía terminar 25 páginas en una noche, lo equivalente a un capítulo de su manga): ¡no importaba si era cliché, se había desvelado dibujándolos, así que no aceptaría reclamos!
—Pero, es original, en este caso no choca con el protagonista —dijo sin reparos, mostrando una enorme sonrisa tétrica e inexperta en su nívea piel. El editor supo que se sentiría mal por bajarle los humos de la cabeza al joven, pero a esas alturas ya era algo inevitable—. Quizá usted se tarde en adivinar.
—El chico que se hace llamar Ikki, ¿será el rival amoroso? —preguntó, al ver en el dibujo la típica escena del protagonista cayendo al suelo, sobando su cara dando dulces quejidos. El príncipe encantador que se hacía llamar Ikki se acercó, galante hasta él, extendiéndole la mano, ayudándolo a levantarse. Cuando Ikki miró a la cara a Dai y se dio cuenta de que era hermosa, muchos más hermosa que ninguna antes vista, notó que ya no era tan heterosexual como creía.
Sí, eso ya era de esperarse. Y mientras los personajes iban creando una pequeña historia de amor, el creador de ese manga estaba ardiendo en rojo y con la furia contenido en sus pálidas facciones porque se había sentido descubierto.
—Si es muy cliché, entonces, ¿debería de hacer que cuando ambos choquen en la dichosa esquina, como Ikki es mucho más alto y tiene mucha más masa, por inercia, al chocar contra Dai éste saldrá volando a las vías del tren como si fuera un «gwooosh», donde será arrollado por el tren que iba de paso, pero antes de que eso ocurra un ángel misterioso lo salvará, y ambos se enamorarán? —Fue impresionante que lo dijera sin respirar, y más todavía, que la clase de física del día anterior siguiera en su mente, quizás había tratado de estudiar para los exámenes cercanos. El editor arqueó sus cejas, un poco aturdido por su comportamiento y lógica toda rara.
—Se supone que va corriendo por las calles, ¿por qué habría rieles en primer lugar?
—Bueno... —Kageyama lo pensó detenidamente, tratando de entender el significado—. Magia, supongo.
—¿Si sabes que la trama que tú creaste es un simple drama escolar romántico entre dos hombres?
—Oh, sí. Entonces le agregaré magia —aludió, sonriendo ante su idea. Al hombre mayor casi le salían canas verdes por su irresponsabilidad.
—No puedes hacer eso.
—Entonces, ¿qué debería hacer? —preguntó, un poco dudoso.
—Experimentar.
—¿Qué?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro