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Capítulo 23

Capítulo dedicado a: rineerry, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

—El primer día del Festival salió mejor de lo pensado —habló Nishinoya de improviso, al pequeño grupo de Karasuno que se había reunido por casualidad. Tsukishima no dijo nada ante la alegría obvia de sus superiores de segundo grado y a un exhausto Yamaguchi que caminaba a su lado sin decir nada, bebiendo una botella de agua—. La obra me gustó mucho, Hinata es un gran actor —postuló de improviso, alcanzando a tocar entre sus manos los cabellos de Hinata y los revolvió con cierta inquietud cariñosa. Shoyo aceptó el tacto con facilidad y se dejó mimar. Tobio observó sin decir palabra alguna, captando de nuevo lo abierto que era Hinata en cuanto a ese tipo de cariños.

—¡Me encantó mucho la adivinación de Yamaguchi! —concordó sin nada de tacto Ryuunosuke, metiéndose entre los cuerpos de Kei y el mencionado para poder abrazar con complicidad al número 12—. Me dijo que podía tener una oportunidad con la chica que me gusta. —Señaló sin reparos el pequeño rostro lleno de pecas de Tadashi, que poco a poco se iba tiñendo de rojo cuando la atención de todos atrapó la de Tanaka.

Tsukishima no tardó en dar una pequeña risa divertida al ver la clara cara de ilusión de su superior.

—Sólo lo dijo por cortesía, Tanaka-san... —dijo sin nada de tacto, dando un puchero que pasó inadvertido de sus labios porque la mayor tenacidad que significaba eran las palabras mismas. Tadashi ladeó un poco su rostro y sonrió con torpeza, al sentirse descubierto por su pareja.

Eso mató a Tanaka, quedándose helado y con la respiración cortada, poniendo más peso extra en los hombros de Yamaguchi al creer que el aire se le escapaba de sus fosas nasales. Y si creía que no podía morir de nuevo, la indiferencia de Kiyoko al verlo, como rápidamente lo ignoró, y pasar a seguir manteniendo una plática con Yachi, lo remató.

La triste historia dramática de Tanaka Ryuunosuke debería ser un drama que saliera en todas las salas de cine, después de haber sido todo un éxito la película de la vida de Sugawara, y también ser galardonada como la mejor película del año. Dirigida por Tsukishima Kei, escrita por Tadashi Yamaguchi, y siendo protagonizado por Tanaka Ryuunosuke y Kiyoko Shimizu (más tarde se sumarían al elenco Ennoshita y Nishinoya, ¿por qué? No deberían de preguntar por qué).

—Entonces, ¿cuándo Yamaguchi me dijo que iba a crecer más? —cuestionó Hinata de repente, con la expectativa al límite y un poco nervioso por lo que podría salir de los labios ajenos. Kei sonrió de nuevo con ese anuncio paulatino que no daba nada nuevo.

—Obvio era una broma. —Se mofó de él sin perder el tiempo. Hinata sintió que todo el mundo se le caía encima. Yamaguchi, a su vez, dio una pequeña sonrisa animada y algo avergonzada antes de hablar.

—Bueno, de hecho, eso sí lo dije en serio. Todavía estamos en pleno crecimiento...

—¡Yamaguchi! —habló Shoyo de improviso ante tan bonita revelación, haciendo que fuera imposible que no diera pequeños brincos en su lugar. Yamaguchi era un ángel que cayó del Cielo y por accidente se topó con un demonio lengua larga llamado Tsukishima.

—¡Tengo una idea! —exclamó de pronto Tanaka, soltándose del agarre que mantenía con el chico de primer grado, antes de dar unos cuantos pasos al frente con demasiada rapidez para detener el andar de todos esos chicos del club de voleibol. Las únicas que se atrevieron a no decir nada o de responder a la idea del chico con poco pelo, y uniforme escolar desalineado fueron las mánagers, y se siguieron de largo—. ¡Ya que hoy salió todo un éxito, vayamos a mi casa y tengamos una noche de chicos! —Invitó a todos con la moción que se le había planteado, sin nada más que esperando el entusiasmo de todos. Hinata y Nishinoya fueron los más emocionados, como una sincronización de dos mentes que pensaban iguales al ponerse a saltar como locos.

Todos los demás fueron más discretos.

—Pero todavía no acaba el Festival, falta un día —comentó Sugawara de improviso, haciendo una clara muestra que sólo logró que Tanaka alzara sus hombros y fingiera que eso no era un problema.

—Pero no creo que mañana podríamos reunirnos de todas formas, mañana nos quedaremos más tiempo en la escuela para el baile de la fogata en el patio, ¡así que hay que adelantarnos! —citó sus verdaderas intenciones al pedir ese día, al colocar su mano cerrada al frente, y daba un vistazo de reojo a Kiyoko y Hitoka, listas para tomar el camino que llevaba directamente a la estación de autobús para ir a su hogar: ¿por qué sentía que iba perdiendo contra otra chica?—. Entonces, ¿qué dicen?

—Pues por mí está bien, sólo debería de pedir permiso. —Dio la posibilidad Sugawara, mientras sacaba de su bolsillo su teléfono, ante la atenta mirada asimétrica de Asahi, Daichi y Tanaka sobre su persona.

—Por mí también —concordó Ennoshita, al alzar sus hombros.

—Yo paso —declaró Kei sin ningún tapujo ni remordimiento por arruinar el ambiente.

—Yo también paso. —Ahora fue Kageyama el que comentó, al observar directamente a la calle debidamente iluminada por las enormes lámparas que daba directo hacia su estación de autobús—. Tengo algo muy importante que hacer.

—¿Qué harás? —preguntó Asahi con curiosidad, casi hablando por todos.

Como respuesta, sólo obtuvieron el serio gesto de Tobio con sus facciones más relajadas que de costumbre al mirar a Shoyo, que también parpadeaba de vez en cuando al corresponderle la mirada.

—Dibujar —reveló al fin sus planes, mientras su mano era estirada sin pensarlo hasta los cabellos de Hinata y trató de acariciarlos cuando las yemas de sus dedos rozaron con la suavidad ajena.

Lo último que recordó fue el rostro de Hinata desfigurado por las lágrimas traicioneras que planeaban escapar de sus ojos y sus dedos enredándose sin querer en sus cabellos, y a él jalando para tratar de zafarse. Tsukishima se atragantó una risa al ver la acción, y guardándose para sí mismo la idea de sacar su teléfono para grabar, porque Daichi, el chico que actualmente estaba consternado por las desastrosas acciones de sus menores, lo iba a regañar. Y Tsukki no le tenía miedo a nadie ni nada, no, sólo a Daichi. Un poco, sólo un poco.

Cuando por fin pudieron liberarse del peligroso cariño que se trataban de mostrar, Hinata colocó su mano sobre sus cabellos y sorbió sus mocos antes de que unas pequeñas lágrimas fueran tragadas con mucha facilidad.

—Entonces, me voy —confirmó el mayor, listo para ya no perder tiempo y tomar lo mejor que podía el tiempo que tenía esa noche.

—¿Me querías dejar calvo, Kageyama? —exigió una explicación el menor, mientras veía como su pareja buscaba entre su mochila que esa noche llevaba cero útiles escolares un poco de papel y lo colocaba sobre su piel, limpiando una pequeña lágrima que se le escapó. Al mismo tiempo y a unos momentos de partir, se agachó para asemejar la altura del menor y poder plantar un beso en su frente al apartar con su otra mano libre sus cabellos.

—Me voy... —Se despidió de improviso, al alejar su rostro del menor junto con el papel que limpio su rostro, ante la mirada sorprendida del de hebras naranjas que estaba perdida en quién sabe dónde, porque había sido tomado desprevenido.

El resto del club masculino se quedó mudo y con las orbes desorbitadas al ver el rostro inexpresivo de Tobio, sus acciones al girar sobre sus talones y tomar un camino separado al resto. Tsukishima frunció su ceño y chasqueó su lengua, al mismo tiempo en que Sugawara reaccionó por pura suerte y golpeó su frente con su palma abierta: Tobio no sabía el momento exacto en que debía de besar a alguien.

Shoyo explotó en rojo de repente, un poco tarde mientras su mente procesaba poco a poco toda la información que había recibido: desde el intento de Kageyama de consolarlo, hasta los labios del mayor en su frente, dejando una pequeña calidez en ese mismo lugar.

—Pero, ¿qué demonios pasa con el Rey? —respondió el único rubio, dando un respiro pesado y soltando ese característico tono burlón.

—¡Shoyo! —Muy al contrario, Noya era el más feliz de todos, y Tanaka se le unió como si fuera una noticia indirecta más preciosa de todo el mundo. Saltaron sobre él y lo despertaron de su trance, entre caricias alegres y felicidades sinceras aunque no estaban todavía al tanto de su situación.

—Realmente no los entiendo... —murmuró Kei, tratando de molestarlos.

—¡No te preocupes, Tsukishima! ¡Aquí no juzgamos! —respondió Tanaka de improviso, dándole una sonrisa y enseñándole su pulgar arriba para que viera que tenía todo su apoyo—. ¡También puedes mostrarle cariños a Yamaguchi y no te diremos nada!

Kei dio un sobresaltó al escuchar esa afirmación tan real: no sabía si debía de sentirse afortunado o desafortunado. Habría jurado que su relación secreta con Yamaguchi estaba bien oculta.

—¿Tsukki, qué hacemos? —intervino Tadashi con preocupación al jalar de la manga del uniforme de Tsukishima, esperando salvarse por preguntar eso al sentirse nervioso.

Tsukki miró hacia el estrellado cielo nocturno, con sus pupilas redondas perdidas y tratando de capturar la enorme Luna a través de sus lentes cuadrados. Retiraba todos sus pensamientos: la razón por la que habían sido descubiertos posiblemente fue por la intervención nada sutil de Yamaguchi. Bueno, a esas alturas no podía enojarse con él.

—No soy mucho de mostrar afecto en público —finalizó Kei, aceptando la insinuación del chico de segundo, al mirar a otro lado.

Kageyama tenía el rostro más aterrador nunca antes visto por todos sus compañeros, con la mirada perdida y sus pupilas azules temblando en algún punto borroso. Hinata, que estaba a su lado de él, no podía evitar preocuparse.

—Kageyama, ¿seguro que estás bien? —insistió Shoyo, al ver al chico con unas visibles ojeras en sus ojos cuando trataba de enfocarse a agarrar con más fuerza la pluma que portaba y la libreta especial de dibujo con la que siempre cargaba. Kageyama lo miró, con su ceño fruncido y su mirada molesta bien arraigada que realmente no era directamente para Shoyo—. Parece que no dormiste mucho.

—No dormí mucho, ayer dibujé el penúltimo capítulo con los borradores obtenidos gracias a ti y Sugawara-san, y esta mañana lo mandé a la editorial con mi editor para su primera revisión —platicó lo que había pasado, mientras al mismo tiempo sus ojos captaban a los pequeños grupos de amigos que estaban en el patio principal de la escuela, a unos minutos de iniciar el baile para finalizar el éxito del Festival Escolar: Kageyama aprendió que los capítulos salían mejor cada vez que notaba las acciones de un tercero, así que eso era lo que hacía: ya había dibujado tres escenas sin cronología donde tres parejas se mostraban su afecto libremente: en una se abrazaban, en otra estaban tomados de las manos, y en la tercera era más que obvio que se estaban coqueteando entre ellos, sus sonrisas y sus acciones lo confirmaban. Todo en base a alumnos del Karasuno y observarlos con detenimiento—. También me emocioné y terminé dibujando otra cosa cuando quise adelantarme y dibujar el último capítulo.

—¿Algo nuevo? —susurró el de menor estatura, cuando pareció tomar desprevenido a su pareja con sus sentimientos desbordados al pasear con timidez su mano sobre las delgadas hebras lacias de Tobio al acariciarlas. Al principio, Hinata se mostraba un poco perdido, hasta que sus circuitos conectaron y una idea obvia llegó a su mente—. No me digas... ¿Hiiro-sensei llegará con otro proyecto? —Muy al contrario, Tobio pensó seriamente la propuesta ajena, antes de hablar.

—Bueno, se podría decir que sí, es el inicio de una historia —confirmó, sólo logrando que Hinata se pegara todavía más a él y lo mirara, con sus pupilas cafés destellando en emoción genuina y esa estúpida sonrisa tan bonita que se cargaba—. Pero he estado ocupado con Inocente, mi editor y mi jefe han estado hablando con el estudio de animación de Mikaeru. Sin embargo, todavía sigue en pie mi invitación de dibujar una historia tuya, si es que tienes alguna idea.

—Pero dijiste que no te salían muy bien las escenas de pelea —recordó Shoyo lo que Tobio dijo, dando un pequeño vistazo a sus recuerdos y dando un asentimiento para sí mismo al recordar que, en efecto, Kageyama lo había mencionado.

—¿No que querías hacer una historia de deportes?

—Sí, pero nuestro encuentro ya fue utilizado por ti —pregonó, dando un puchero un tanto ofendido y una carcajada seguida de eso al recargarse en el hombro de Tobio—. Así que he decidido optar por un Shonen, tengo varias ideas que podrían ser geniales y que tomé gracias a la influencia de algunos que he leído.

—¿Cuál es tu idea? —preguntó, ahora sin mirarlo a la cara, terminando de retocar el último dibujo de un pequeño grupo de amigos que reían a carcajadas y dos de esos cinco chicos se abrazaban entre ellos cada vez que se reían: buena idea para un futuro proyecto, pero necesitaba encontrar referencias para el último capítulo de su serie—. Si es interesante, me esforzaré para crear buenas escenas de pelea.

Se negaba rotundamente a utilizar su confesión con Hinata en su historia.

En algún momento, antes de darse cuenta de que estaba enamorado, había querido mostrarle algo a Hinata, algo que fuera especial sólo para él en sus dibujos al momento de mostrarlo.

—Bueno, ¡no es que yo crea que sea una buena obra maestra, pero tiene demasiado potencial! —recalcó, siendo obvio para su acompañante que ese enano ya se estaba emocionando él solo con sus fantasías—. Bien, te lo diré: se trata de un chico al que un demonio le mata a su familia, así que, demasiado enojado, decide cobrar venganza apuntándose a una academia de héroes. Pero resulta que en el salón donde le tocó su clase, era la marginada por su desempeño académico, y su maestro era un peculiar pulpo amarillo al que debían de asesinar. Al graduarse, se entera por casualidad de que existen siete esferas capaz cumplir cualquier deseo, así que decide buscarlas. Sin embargo, como era muy difícil, se rinde y cree que todo será en vano; pero, cuando todo parecía perdido, le cae una libreta del cielo, donde en la primera hoja se afirmaba que cualquier nombre escrito ahí morirá de un ataque al corazón, así que decide usarla como arma homicida. Pero primero debe de encontrar al culpable y ganar más fuerza de la que disponía en la academia, así que un día se come un dedo y se le mete una maldición que de vez en cuando lo poseía, pero él logra controlarlo. Entonces, después de una ardua búsqueda, llega a una mansión enorme donde aparece el demonio que devoró a su familia, pero ahora está haciendo de mayordomo de un joven porque está perdidamente enamorado de su alma y oscuridad, y luego-... —Hinata se quedó con la palabra a medio camino, porque la mano de Tobio le tapó la boca, en un modo de tratar de calmar el evidente uso de ideas ajenas.

Kimetsu No Yaiba, Boku No Hero Academia, Ansatsu Kyoushitsu, Dragon Ball, Death Note, Jujutsu Kaisen y Kuroshitsuji —murmuró todos los títulos que había logrado captar, dando un respiro enorme cuando Shoyo se mostró perdido. Kageyama aprovechó eso para negar—. No podemos sacar eso a la luz o si no otras editoriales se irán contra el departamento de Shonen de Masamune y yo me quedaré sin trabajo si ese problema llega hasta las demás secciones de la compañía —explicó, mientras bajaba su mano de la de Hinata y el ambiente quedaba en silencio.

Shoyo se mantuvo quieto por un buen rato, cruzándose de brazos y empezando a pensar cada una de las posibilidades en las que podía trabajar al lado de Tobio. Ahora que lo mencionaba, nunca fue bueno para crear historias, incluso cuando en primaria le pidieron inventar un cuento había sido algo así: «había un gusanito llamado Miki, que se enamoró de una gusanita llamada Noba, ellos eran felices hasta que un día, por accidente, un pie pisó a Noba». Hinata al recordar esa triste historia que había escrito, no pudo evitar enrojecer y cubrirse con sus dos manos su cara, disculpándose internamente con la pobre gusanita y el gusanito viudo.

—¿Hinata, te-...?

—¡Mejor seré tu asistente! —declaró de improviso ante la idea que llegó a su mente, con una enorme sonrisa decidida al tocar con uno de sus dedos el pecho de Tobio para señalarlo. Kageyama arqueó sus cejas, esperando a que Shoyo se explicara—. No soy bueno para el dibujo o historias, pero una vez vi en un anime que algunos asistentes se encargan de comprar o cocinar alimentos para ellos, ¡yo puedo hacer eso! —opinó, dando una sonrisa decidida—. Estoy seguro de que no sé cocinar más que un huevo quemado, ¡pero haré mi mejor esfuerzo!

Tobio escuchó atentamente sus palabras, y como contestación, dejó de lado su libreta y lápiz sobre el pasto donde estaban sentados, y atrapó la mano de Shoyo que señalaba su pecho con una de las suyas. Otra vez, sus labios volvieron a adueñarse de la mejilla ajena, ante el sonrojo de Hinata. Cuando se separaron, y el colocador pudo notar como las facciones de Hinata al avergonzarse eran demasiado tiernas, algo golpeó su pecho con tanta fuerza que sus impulsos volvieron a adueñarse de él, olvidando que estaban en público, el mayor rodeó con sus brazos el delgado cuerpo esbelto de Hinata y lo apegó demasiado a él, mientras su propia sangre lo traicionaba al encerrarse en su cara y su pecho latían con más rapidez.

—¡Hinata, me quiero casar contigo! —exclamó en un grito, apretando más su abrazo.

Sugawara y Daichi sí habían estado los dos días del Festival juntos, pero, aun así, Daichi no podría decir que era lo esperado. Sabía que la expectativa nunca superaría a la realidad, y estar con Sugawara en su mente, donde los dos habían estado solos, no se comparaba con la realidad: en momentos con ellos estaban Kiyoko y Asahi, y cuando ellos se iban llegaban Ennoshita, Narita y Kinoshita... luego Hinata, Kageyama, Yamaguchi y Tsukishima. Más tarde Tanaka y Noya, luego Michimiya, luego, amigos de Suga y también sus propios amigos.

Ahora, cuando la leyenda de que si bailabas con la persona que te gustaba en la fogata estaría por siempre a tu lado estaba en las bocas de cada chico y chica interesado en el romance, y todo había tirado a su favor, cuando Kiyoko se encontró con Yachi en el camino y Tanaka y Yuu se llevaron a rastras a Asahi, mientras le deseaban suerte (ni idea de cómo se enteraron de sus sentimientos, pero lo habían hecho) la realidad era completamente diferente a lo esperado.

En el instante en que se quedaron solos y la fogata junto con el baile mágico que juntaba a las parejas llegó a sus oídos, Koushi empezó a mostrarse como todo un tímido, evadiendo la mirada al principio y respondiendo con palabras cortas los intentos de pláticas de Daichi: ¡no, parecía que alguien lo había mandado al matadero!

Esa cosa lo iba a matar apenas lo atrapara.

¿Para Sugawara Koushi qué era el amor? Sólo un sentimiento extraño y tenebroso que se obtenía cuando se tomaban de las manos según un manga BL. Emociones enjauladas y caleidoscopios de colores jugando con emociones que no podían ser descritas.

—Entonces, ¿de verdad planeas irte a casa? —cuestionó Daichi Sawamura ante la repentina decisión que había tomado el chico de cabellos grisáceos. Koushi ni siquiera dudo al dar un movimiento afirmativo en su cabeza.

—Todo el ambiente será muy romántico y creo que eso me aterra, nunca se me han declarado así que no lo entiendo —respondió sin muchos rodeos a la pregunta ajena, rascando su nuca con nerviosismo y siendo amable con Daichi en todo momento. El Capitán no pudo evitar mirarlo, un poco perdido por sus explicaciones.

—Pensé que alguien más se te había declarado —enfatizó, sacando a luz un recuerdo que si no estaba mal, el mismo chico que ahora afirmaba lo contrario le decía.

Para su sorpresa, el chico de actitud simple dio una risa nerviosa al recordar su pasado vergonzoso con Kageyama, donde su inexperiencia lo había llevado a interpretar mal la situación.

—Verás, todo fue mi mala interpretación, así que te pido que olvides lo que dije la otra vez —respondió, evadiendo la mirada y tratando de no verse como alguien al que su herido se le partió en mil pedazos.

Muy al contrario, Daichi sonrió ante la respuesta obtenida, casi como una buena noticia.

—¿Estás diciendo que nadie se te ha declarado? —aludió, acercándose un poco más al cuerpo de Koushi que había estado en guardia en todo momento y no permitía que el mayor se acercara más de lo necesario. Pero, con esa pregunta tan directa, lo único que alcanzó a mostrar Sugawara fue su ojos temblando con cierta irritación: ¡sí, lo aceptaba! ¡No quería ver a parejas felices presumiendo su romance de cuento de hadas en la fogata! Así como tampoco él quería vivir uno.

No quería...

Cuando Sugawara regresó de sus pensamientos, y su mirada se acopló al frente, se topó con que Daichi se había acercado demasiado a él, hasta el punto en que sus cuerpos sólo eran separados por aproximadamente unos cinco centímetros exactos. El chico dejó escapar un grito, al sentirse atrapado por lo desconocido y dio un paso hacia atrás, por precaución. Era hora de empezar a correr.

—Na-nadie se me ha declarado —afirmó de improviso, bajando sus gruesas cejas en modo de disputa interna cuando su frente se arrugó un poco y el sudor empezó a rodar por su cuerpo.

—Bueno, supongo que eso ya será una mentira dentro de unos segundos —precisó su deducción, dejando en blanco a Sugawara al no entender el punto.

—¿Qué quieres-...?

—Me gustas, Suga —increpó de improviso, sin mostrarse avergonzado a pesar de que las palabras de Koushi se suspendieron en el aire al ser interrumpidas, y su voz se le cortó al no entender ese sentimiento tan extraño que ya lo había tomado entre sus brazos y lo empezaba a envolver en lo desconocido. La hemorragia que le generaba eso era el rubor intenso que se iba presentando en sus mejillas y su corazón latiendo rápido que imploraba la salvación.

Debía de correr más rápido.

—Yo... yo... yo no sé-... —¡No! Su voz estaba saliendo temblorosa, sus ojos paseaban por todos lados buscando la fuerza que no podía obtener porque no podía escapar. ¿Cómo podía idear una salida si no podía hablar?

—Estoy consciente de que debe ser extraño recibir una confesión de otro chico —destacó de entre su mundo que no dejaba de girar a gran velocidad la voz de Daichi, siendo su impulso el observarlo, al notar un pequeño rubor en sus mejillas—. Pero, estoy siendo serio, así que no quiero una respuesta repentina. Puedes tomar tu tiempo antes de contestarme. —El monstruo aterrador pareció mostrar misericordia de Koushi, soltándolo sólo por ese día y se atrevía a irse junto con Daichi, que le mostraba su mano alzada en modo de despido, para que fuera con cuidado a casa.

Lo desconocido se alejaba del rostro aliviado de Sugawara, junto con la espalda de Sawamura. Ahora él podría correr para el lado contrario y huir para siempre.

Eso quiso hacer, de verdad que quiso hacerlo, incluso se había esforzado para hacer un inminente rechazo poderoso. En algún momento empezó a correr, pero, ¿por qué hacia donde estaba Daichi?

—¡Daichi! —bramó con fuerza, dando un gemido ahogado por la fuerza que hizo al mover sus pies para llegar hasta él. Sin pensarlo, tomó la mano ajena, para detenerlo.

Cuando Daichi se giró para verlo, se recibió por el rostro hecho todo un revuelo de emociones de Koushi y una diminuta sonrisa torpe golpeó su cara.

Se dejó atrapar por lo desconocido.

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