Capítulo 18
Capítulo dedicado a: Violet_Nara, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
Situación actual del manga: el nuevo tomo recopilatorio que saldría cuando cierto número de capítulos abarcara (ocho para ser exactos), el segundo capítulo del tomo seis, posiblemente el penúltimo tomo de toda la pequeña franquicia llamada acertadamente Inocente.
Y Hinata estaba con las expectativas por las nubes, en el instante en que el mayor le había dicho que todo terminaría dentro de unos capítulos lo tenían a la expectativa. Su serie favorita que todavía seguía en emisión, en alguna parte llegaría a su final, y lo único que podía hacer Kageyama era aplicarse para que la buena recepción que habían tenidos los dos últimos capítulos, donde se abarcaba la presentación oficial de un «rival» en una escena de tres jóvenes desnudos en una bañera (¡no era lo que creen!), y la confesión de Hiroshi junto con su atrevida frase: «haré todo lo necesario para que entiendas lo mucho que te amo. No me rendiré contigo, te conquistaré», tenía a todos los fanáticos dando vueltas. Todo aumentó más en cuanto a emoción cuando se presentó como si nada la tan escena del beso al final del capítulo, demostrando los impulsos de ambos y dieron espacio a una ruta que llegaba a su final.
Por eso, ahora estaban como estaban, desde hacía una semana, las clases se habían suspendido después del primer descanso para que los estudiantes pudieran concentrarse en la presentación del festival escolar. Pero Sugawara y Kageyama estaban a otro ritmo, en otro momento, y ante la vista curiosa de Hinata que estaba sentado en la solitaria azotea, sosteniendo los dos volúmenes de la revista donde se publicaron los dos tomos más recientes de Kageyama.
La vista de Shoyo pasaba por los volúmenes, admirando con completa maravilla lo bien trabajados que estaban los dibujos, incluso cuidando pequeños detalles diminutos como el contorno de las manos y orejas, al igual que el pequeño toque que tenía Tobio para dibujar los ojos con mucho detalle. Su cara ardía en rojo y su labio inferior temblaba cuando lo mordía con suavidad. Le emocionaba la historia, pero no podía evitar reflejarse en Dai, y reflejar a Tobio como Hiroshi, ¡porque básicamente él había vívido esas acciones! Sin embargo, en lo poco que le había ayudado, sólo el primer capítulo, el de la bañera, había sido más fiel a los sucesos que de verdad ocurrieron, incluso Ikki captó a la perfección la alegre personalidad refrescante de Sugawara, con la escena de las historias de terror y el juego de Jenga. Todo empezó a cambiar cuando los momentos de la pareja principal se plasmaron. Al dormir abrazados los diálogos habían cambiado, también un poco la escena donde ambos recogían basura y terminaban debajo de un puente en una situación comprometedora... ni hablar también de la escena del beso, había sido en el aula, y sin muchos rodeos por parte de Hiroshi, y sólo fueron tres los que se dieron, sólo dos correspondió Dai, antes de pasar al drama final donde Ikki vio por casualidad esa escena a lo lejos: tan típicos, pero que si sabían utilizarla, algo saldría bien.
Shoyo pasó sus delgados dedos sobre sus propios labios, con su corazón agitado al ver de nuevo esa escena donde ambos se besaban. El temblor que lo inundaba era inocente y frágil, tal vez demasiado, su corazón tal vez no estaba listo para ese tipo de situaciones. Como mero impulso, al mismo tiempo, alzó la vista al aire, chocando con la figura alta de Tobio, parado a mitad de la azotea, observando al otro invitado que había llegada a parar ahí por petición del azabache.
Sugawara Koushi también estaba a una distancia prudente del serio cuerpo de Tobio, parado con aparente tranquilidad y dejando que la brisa fresca que despedía a los tiempos lluviosos lo cubría. El azabache le dio un asentimiento a Sugawara, antes de que él asintiera con mucha decisión que dio miedo, y se preparó. Hoy, Koushi se había comido tremendos spoilers con los nuevos capítulos que le mostró Kageyama, cuando apenas iba en el tomo 3 en casa, pero no importaba, ya lo había decidido: ¡un spoiler no existía para Sugawara Koushi, era un adelanto!
—¿Por qué me llamaste aquí? —habló Tobio con seriedad, dando un perfil tan tranquilo que lo hizo parecer atractivo. ¡Maldición, a Hinata le pareció atractivo Kageyama al decir esas palabras que tuvo que apartar la vista!
En esa ayuda tan perfecta, Sugawara dejaba de ser Sugawara y tomaba el papel de Ikki. Su amabilidad se borró y una sonrisa divertida se coló en sus labios.
—Seré directo, porque no quiero hacerte perder el tiempo, Kageyama —aludió, dando unos cuantos pasos hacia el frente, tratando de acercarse ante el quieto chico que lo miraba sin pestañear. Cuando su separación fue casi como de unos cinco centímetros, Koushi inclinó su cuerpo hacia adelante, permitiendo que sus narices rozaron por un mal cálculo de distancia—. ¡Ah, perdón! Fue mi error. —Se disculpo, notablemente avergonzado y rascando su nuca con nerviosismo.
—No te preocupes. —Esas palabras fueron suficientes para que Suga continuara, volviendo a sonreír con arrogancia antes de colocar uno de sus dedos en el pecho ajeno.
—Te vi besando a Hinata ayer —recalcó, mostrándose seguro y divertido de sí mismo. Tobio retrocedió un poco ante esa afirmación, dando un breve vistazo al suelo antes de decidirse a encarar directamente a su superior.
—En ese caso, ¿crees poder guardar el secreto? No me gustaría que Hinata fuera molestado por mi culpa —declaró, con completa seguridad grabada en sus ojos azules. Sugawara se sorprendió de sobremanera ante la seguridad ajena al afirmar eso, incluso enderezando su cuerpo y alejando su mano del pecho del otro—. Si no tienes nada más que decirme, me iré.
Tobio lo fulminó con la mirada, con una mirada fingida que generó escalofríos en Koushi apenas fue el punto de visión. Tuvo que retroceder por inercia hacia atrás, ante la atenta mirada de Shoyo que sólo los observaba con sus orbes desorbitadas y la atención al límite porque el drama estaba bueno.
Pero Sugawara no lo dejaría ir, no a su rival amoroso, así que apenas pasó por su lado y estaba a punto de irse, su pálida mano capturó la del otro chico y lo hizo girar sobre sus talones con mucha violencia.
—¡No puedes irte, estoy enamorado de ti! —gritó desesperado el chico de tercero a Tobio, con los ojos llorosos porque se había metido tanto en un papel que ya se dejaba escapar de la línea de la historia. Kageyama y Hinata quedaron en blanco, y Sugawara sólo demostró más su rubor por lo nívea que era su piel al darse cuenta de lo que había dicho—. Perdón, me emocioné, eso no era lo que me tocaba. —Rio con timidez, utilizando su única mano que no apresaba la de su menor para rascar su nuca con nerviosismo. Pronto volvió a tomar el papel asignado—. ¿Realmente vas en serio con Hinata?
Kageyama guardó silencio por unos breves segundos para darle más drama al asunto, antes de asentir, con decisión.
—Sí, ya hasta lo he proyectado en mi futuro: vivimos en una enorme casa, con un gato y tres perros. Ya lo adopté y tiene mi apellido —narró las extrañas fantasías que a veces tenía cuando no prestaba atención a las clases.
—Demasiados detalles —murmuró Sugawara, antes de darse cuenta de que él también se estaba perdiendo en la trama al sacudir su cabeza en modo de violencia antes de recobrar a su papel de chico malo pero que en el fondo es un Sol—. Parece que de verdad vas en serio, odio eso, ¡odio eso! —protestó con rabia, soltando de golpe el brazo de Kageyama e inyectándole su odio puro cuando levantó la mirada y chocaron miradas. Tobio hasta se sorprendió.
—¿Qué quieres decir con eso? —Se perdió, se perdió en los diálogos y lo que tenía planeado, porque las expresiones de Suga al actuar sí le dieron cierto miedo.
—Hinata necesita a un hombre que sepa hacerlo disfrutar de formas distintas —añadió, dando una sonrisa complacida en sus labios cuando su lengua pasó veloz por sus propios labios, saboreando un líquido invisible. De repente, el mayor señaló sin nada de tacto el cuerpo inmóvil y sorprendido de Tobio y le sonrió—. Kageyama, te estoy declarando la guerra. Me gusta Hinata.
El sonido seco de la puerta al abrirse detuvo la actuación de ambos jóvenes, teniendo un sobresalto nervioso que despertó a Hinata del trance. En la puerta de la azotea, abierta de par en par estaba la temblorosa figura de Daichi, con los ojos desorbitados y la cara de sorpresa más grande de su vida.
—¡Daichi! —precisó su nombre en un grito el mayor, antes de estar en rojo por toda su cara y cubrir sus rostro avergonzado con sus dos manos. Kageyama y Hinata apenas les estaba cargando la información.
—Escuché a Suga gritar, pensé que le ocurría algo pero... —objetó al tratarse de explicar, sintiéndose un tercero en un triángulo amoroso que nunca creyó ver. Que Sugawara estuviera involucrado posiblemente fue lo que más le dolió—. Creo que fue mi error, disculpen. Sólo no se queden mucho tiempo aquí afuera, hará frío... —ordenó, siendo el capitán incluso fuera del horario, antes de girar sobre sus talones y tratar de bajar los escalones con su temblor a flote, debido a que no se esperaba encontrar una escena así.
Sugawara alcanzó a ver como su figura se alejaba, a toda velocidad, una vez más. Sintió que su corazón se estrujó, y la idea de que odiaría que sólo Sawamura creyera erróneamente que estaba enamorado de uno de sus queridos Kouhai lo hizo temblar. Oh, no, su cara mostró negación absoluta y sus pies se movieron a voluntad propia.
El drama BL de la vida real ya empezaba.
—¡Daichi! —exclamó con un grito ahogado, bajando directamente por las escaleras a una velocidad impresionante, antes de atrapar la mano ajena con la suya en un tacto íntimo que hizo que el capitán lo volviera a ver, curioso—. Daichi —repitió su nombre, exhalando tras tenerlo frente a frente. Su pecho latía fuertemente, y algo desconocido lo volvió a abrazar cuando se percató de que estaba tomando la mano ajena. Rápidamente la alejó, colocando su mano cerca de su pecho, todavía con sus mejillas rojizas porque la curiosidad en las bellas pupilas negras lo devoraban, junto con esa cosa desconocida que Sugawara ya creía saber qué era.
—¿Qué pasa? —cuestionó amablemente el otro, con una gran sonrisa en sus labios y la amabilidad característica. Koushi pudo suspirar tranquilo por fin, viendo que realmente no le esperaba un drama donde otro personaje se volvieran hostil con su persona.
—Todo es un... malentendido. Ayudaba a Kageyama —susurró, haciendo un mohín con sus labios antes de darle una mirada a otro lado, dejando en seco a Sawamura porque no había duda de que le creía a Sugawara, pero, ¿en qué demonios le estaba ayudando a Tobio Kageyama como para crear un drama donde dos hombres se peleaban por otro?
—Ya veo. —Fue lo único que pudo atinar a decir, logrando que el de cabellos grisáceos dejara escapar un suspiro de alivio y ampliara su sonrisa.
Se cancelaba todo, no había drama BL. La vida real era mucho más simple de lo que parecía.
El silencio volvió a inundar el pequeño espacio donde los dos cuerpos solitarios se miraban, sin hacer ningún movimiento en falso, mientras Kageyama y Hinata se esforzaban para no asomarse y ver qué hacían por pura curiosidad. Sawamura fue el primero que no pudo ocultar más esos sonidos, esos movimientos.
—Al final, ¿harás algo los dos días del festival? —preguntó, mostrando un rubor que fue difícil de detectar porque el color de su piel tiraba todo a su favor, y su mirada paseó por todos los lugares de las escaleras que no eran el cuerpo con las facciones sorprendidas del atractivo chico de cejas gruesas.
—Pues sí, trabajáremos en el Espectáculo de Imanes Mágicos, ¿no? —precisó con ingenuidad, recordando vagamente como su profesor encargado (también siendo su profesor de Física) no les permitió hacer cualquier cosa normal y los incentivó a hacer cosas que alzaran la Física como punto principal: un espectáculo de imanes fue lo que terminó.
Daichi rio con cierta suavidad, dejando sorprendido a Koushi cuando vio su rostro divertirse.
—Me refiero a en los ratos libres, Suga —aclaró con facilidad, sólo haciendo que el mencionado abriera su boca con sorpresa y negara casi con rapidez. Esa reacción hizo sentir a Daichi en el Cielo, ojalá eso estuviera bien—. Bien, entonces, vayamos por ahí, sólo nosotros dos. —Señaló al otro chico de cabellos grisáceos, sonriendo con facilidad antes de dedicarle una sonrisa cómplice que Sugawara no pudo ignorar y terminó sonriendo de la misma forma.
—¡Es una cita! —afirmó, aceptando la invitación y sólo dejando que el azabache que había tenido éxito en su invitación enrojeciera un poco.
Que dijera eso, no quería decir que ese sentimiento nuevo lo atraparía. Koushi correría más rápido para escapar de él, ahora sólo estaba en la línea de salida.
Cuando las clases terminaron un poco más tarde, al ocuparse media hora de los clubes de la escuela para apresurar el avance de la decoración del Festival, todos estaban exhaustos, cansados y teniendo una extraña caminata por los pasillos de la institución. Hinata regateó sobre sus pasos, queriendo dormirse en el primer lugar donde cayera sin importar dónde.
—¿Tienes sueño? —cuestionó Kageyama, viendo como el chico se tambaleaba por los pasillos casi vacíos de la academia. Ya no quedaban muchos alumnos, debido a que el grupo de Hinata se había demorado por culpa del mismo Hinata en el último ensayo. Tobio lo había visto como espectador cuando su grupo terminó rápido de crear el arco de la entrada de la Casa Embrujada que realizarían, y decidió esperar a Shoyo. Pudo ver al menor actuar, poniéndose nervioso, mostrando unos obvios temblores en su cuerpo y lo nervioso que se colocaba cuando el chico que interpretaba a Romeo lo tocaba. Hasta cierto punto era cómico.
—No, no mucho —mintió, siendo delatado al instante cuando un bostezo se le escapó de sus labios, y el azabache simplemente ya no pudo ignorar sus acciones, frenando en seco, y dejando que un mareado Shoyo también detuviera sus pasos—. ¿Q-qué pasa? ¿Quieres pelear? —Sacó a flote su pregunta, mostrándose alguien arisco a simple vista, poniéndose firme y haciendo una pose similar a las que hacían los guerreros de Dragon Ball, cada vez que una lucha se presentaba. Todo el cuerpo del de ojos castaños se erizó, siendo una perfecta sintonía que se extendió por el pánico al ver a Tobio girar directamente frente a él, y para colmo, ¡caminar con una cara aterradora hasta donde estaba!
¿Qué demonios pasaba? Sus pasos haciendo eco por el salón vacío, sus ojos azules tragándose sus pesares con una mirada de fiereza, y su mano derecha levantándose directamente frente a él le recordaba los días en los que creía que Kageyama lo dejaría calvo por colocar su mano tan fuerte cuando trataba de darle una caricia en su cabeza para felicitarlo.
—¡Kageyama-sama, perdón! —Lloró con el miedo acumulado en su cara, cerrando sus ojos, esperando su muerte. El golpe certero nunca llegó, presentándose fácilmente en su lugar la tersa mano ajena apartando las hebras de sus cabellos para poder tocar su frente. Hinata, entre ya esperándose esa acción y a la vez no, pudo abrir los ojos, topándose con el primer espectáculo el rostro demasiado cerca de Tobio al suyo. Soltó un grito, pero cayó a medio camino, cuando su pareja, después de examinarlo, tomó sus distancias con él al enderezar su cuerpo tras haberlo encorvado para estar a su altura, y sus manos deliberadamente habían empezado a acariciar las mejillas ajenas, con una inexperiencia tan obvio, que Shoyo lo único que podía hacer era querer llorar.
—Pensé que te podías sentir mal —habló por fin después de ese rato de silencio, mirando directamente con su habitual cara de pocos amigos al menor, mientras sus manos se adueñaban de las mejillas rojizas ajenas—. Pero sólo eras tú actuando como idiota, así que no te preocupes.
El bonito ambiente romántico lo había roto el mismísimo número 9 con su comentario casual hacia la inteligencia de Hinata, dejando que el más bajo arqueara sus cejas con enojo y empujara las manos ajenas, frenando las caricias.
—¡Bien, no sé cómo se te ocurrió que podría estar enfermo! —reclamó con molestia, retomando sus pasos directamente por el pasillo, mientras bajaba la escalera a grandes saltos que demostraban que el sueño se lo había espantado Tobio con su aterradora actuación. Pero seguía indignado.
Kageyama tuvo la irritación a flote, al verlo actuar así después de que se preocupó por él. ¡Qué mal agradecido!
—¡Ah! ¿Eres idiota? ¡Sólo estaba diciendo la verdad!
—¿Qué no conoces otro insulto, Bakayama? —protestó el más bajo, apurando más el paso sin pensarlo, todo para bajar las escaleras mucho más rápido, ya que, cuando llegaran al último pasillo (qué sólo estaba a tres escalones de distancia de Hinata y cinco de Tobio), la prueba del tiempo iniciaría.
—¡Sólo me estaba preocupando por ti! —declaró Tobio con mucha facilidad, bajando dos escalones rápidamente y quedando a la altura de Hinata. Más tarde, vio al mayor enrojecer de golpe y apartarle la mirada—. Por eso toqué tu frente, me asustó que te estuvieras sintiendo mal. —Bajó al tercer escalón. Shoyo dilató sus pupilas ante esa afirmación—. También quise darte mimos, me pediste que a cambio de todos los besos que nos dimos, que te tocara, ¿no? No lo he hecho mucho estos días por estar ocupado con las prácticas y el Festival. —Sus pies llegaron al segundo escalón, y el rubor se hizo cada vez más visible en su piel: se iba extendiendo hasta sus orejas, ¡las orejas de Kageyama estaban rojas! Shoyo empezó a copiar la acción del otro por su sinceridad—. También quería armar el ambiente perfecto para besarte, ya que no había nadie cerca —murmuró, llegando al último escalón. Hinata ya había muerto ahí mismo, y sólo escuchar esas palabras lo remataron con más fuerza.
—¡Tobio! —pronunció su nombre de repente el de hebras naranjas con sus pupilas cafés brillando de la emoción y su corazón palpitando violentamente.
¿Qué pensaría Kageyama de tener una relación formal y verdadera con otro chico?
«¿Quién te gusta?», todavía no podía atreverse a formular esa pregunta de sus labios y sólo la tenía rondando sobre su cabeza. Se preguntó si sería más fácil soltar esa pregunta en otras circunstancias. Esa pregunta a la que no le temería si esa palabra de cinco letras no lo atrajera directamente ante ese chico de cabellos lacios que en menos de un minuto bajaba sus pies en el pasillo, y salía disparado directamente hacia la salida como una ráfaga... ¡espera!
Hinata despertó de su trance, al ver al mayor aprovecharse de su posición para adelantarse en la carrera directamente hacia el lugar donde el casillero de sus zapatos estaba.
—¡Eso no es justo, Tobio! —gritó el menor, dando una exhalación pesada al tratarle de seguir el paso. En poco tiempo le alcanzó el paso al apurarse en el movimiento de sus pies, y tras irse rebasando mutuamente por un par de centímetros, llegaron al lugar acordado: ¡Kageyama fue el ganador por un centímetro!
—Llevo 400 victorias y 401 derrotas —comentó el vencedor, del encuentro, respirando agitado, colocando sus manos sobre sus rodillas y Shoyo caía de bruces al suelo, intentando calmar su respiración, pero parecía querer decir algo.
—Estás mal, vamos empatados, yo llevo con esto 400 victorias y 400 derrotas. —Trató de ser justo en el interminable juego que siempre llevaba con Kageyama, incluso por cosas pequeñas, como por ejemplo, la última vez había sido en las aguas termales del hotel al que asistió Karasuno, para ver quién aguantaba más la respiración bajo el agua.
—No, hay algo en el que yo perdí contra ti —aludió con seguridad, sacando sorpresa pura al rostro del otro chico. No recordaba otra competencia, y siempre se había esmerado para llevar la cuenta.
—¿En serio? ¿En cuál gané?
—No te diré —comentó Kageyama, evitándole la mirada y tratando que esa sonrisa estúpida que ya se estaba volviendo costumbre se escapara de su boca.
—Ah, pero si son Kageyama y Hinata. —La voz amigable de Tanaka llenó el ambiente, logrando que los dos jóvenes que todavía respiraban agitados llevaran su vista ante la figura sonriente del chico rapado y de Noya a su lado. Probablemente ellos también salieron tarde de su grupo.
—Tanaka-san, Noya-san, ¡buenas! —saludó Shoyo con alegría, empezando a enderezar su cuerpo al suspirar, un poco más tranquilo.
—Hola —dijo Tobio, dando una reverencia amable que mostraba lo forma en que a veces era.
—Veo que sí eran ustedes los que estaban haciendo mucho ruido por el pasillo. —Rio con alegría el de menor estatura de los cuatro ahí presentes, antes de llegar directo hasta el otro chico de baja estatura a darle unas palmadas en la espalda—. Suerte que Daichi-san se fue desde hace un rato a casa. —Kageyama y Hinata no pudieron evitar sentirse afortunados.
—Escuché que harías una Casa Embrujada, Kageyama, buena suerte —soltó con alegría Tanaka, dándole un pulgar arriba en señal de aprobación. Tobio volvió a agradecer con una extremada calma que perdía cada vez que estaba con Hinata.
—¿Qué harás, Noya-san? —cuestionó Hinata al líbero del grupo, abriendo su casillero para sacar sus zapatos.
—¡Un Maid Café! —concordó el otro, con una sonrisa orgullosa por la suerte que tenía.
—Oh, ¡qué genial! —comentó Hinata con emoción, mostrando su alegría pura ante la idea ajena que había tenido su compañero—. ¡Nunca he ido a un Maid Café ahí estaré!
Tobio escuchó esas palabras saliendo de los labios emocionados de Hinata, queriendo atrapar esas palabras para usarlas a su favor. Por eso abrió el casillero con la distracción al tope y perdido en su mundo, dejando que una carta con muchos colores rosados y azules en el sobre formando un enorme corazón lo despertara de su trance. Tanaka también lo miró.
Kageyama dilató sus pupilas la ver la carta sobre sus pies.
«¡Una declaración de guerra!», pensó como primer recurso. Listo para tomarla y tirarla a la basura para que no se metiera en problemas y no lo suspendieran. No poder jugar voleibol por tanto tiempo con sus compañeros le dolería demasiado.
—¿Un carta de amor para Kageyama? —Tanaka rompió el malentendido casi a la misma velocidad, llamando la atención de los dos jóvenes restantes y que el susodicho pudiera conectar cabos sueltos al recordar las palabras de Hinata tiempo atrás—. ¡Mi pequeño Kageyama está creciendo! ¡Qué envidia! —chilló, hecho un mar de lágrimas y le dio unas buenas palmadas en la espalda a su Kouhai.
—¡Ryuu! —regañó Yuu al mayor, sólo atinando a señalar con su vista el rostro pálido e inexpresivo de Hinata al notar la carta a los pies de Tobio, y como éste la levantaba, con un pequeño rastro de curiosidad en su mirar—. ¡Sho-shoyo! —llamó con nerviosismo Noya, creyendo que todo se vería revuelto a partir de ese instante. Pero Hinata ni siquiera lo escuchó.
Tal vez, Kageyama sí era una persona interesada en el amor. Si ése fuera el caso, y una chica se le declarara: ¿Kageyama Tobio saldría con ella?
En algún punto, cuando el manga de Tobio terminara, todo iba a parar, esa farsa se iba a caer y sólo volverían a ser los compañeros de equipo. Lo que eran antes de la propuesta de Tobio.
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