Capítulo 17
Capítulo dedicado a: K-inspiration-J, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
—Perdón por no poderte prestar ropa limpia —afirmó Hinata sin muchos rodeos. Al ver como el mayor después de secarse y tomar un baño se colocó la ropa deportiva de color rojo de la escuela.
—No te preocupes, es demasiado cómoda —aclaró, extendiendo las mangas de su suéter que se habían arrugado cuando metió sus brazos—. Lo entiendo, no somos de la misma talla y esto sólo funcionaría si tú fueras más grande que yo. —Justo en el enorme orgullo de Shoyo, rompiendo su pequeña burbuja el menor se vio obligado a morder sus labios y mostrar su descontento. Tobio no pudo decirlo con mucha simpleza: se estaba burlando de él. Lo miró con un enojo bien estructurado, y se preparó para decirle unas cuantas cosas—. Veo que tienes muchos mangas BL —supuso con muchas pruebas a su alrededor Kageyama, al notar un extenso mueble que estaba en una de las esquinas de su habitación, con títulos que involucraban grandes éxitos en el género ya mencionado.
Shoyo creyó que el aire se le iba por unos cuantos instantes, antes de caer en la razón del por qué Tobio lo decía: ¡en ningún momento pensó en ocultar sus tomos porque se le había olvidado! Ahhh, ¿qué debía hacer? Todo le dio vueltas y un golpe sonoro y seco quiso hacerle entender que estaba entrando en pánico, ¿qué debía de hacer?
«Bueno, Kageyama parecía demasiado interesado en su manga, se notaba que se preocupaba por los resultados. Si no, no creo que llegaría al extremo de que lo ayudáramos. Y pienso, que quizás los demás autores se esforzaron de igual forma para que la obra quedara como a ellos les gusta, así que, ¿por qué me daría vergüenza?», una afirmación sin rodeo que llegó a la mente de Hinata de improviso, siendo perfecto el tono de voz apacible y amable de Koushi en su mente que lo hizo volver a la realidad, y colocar sus pies sobre la tierra: sí, sería un desperdicio esconder sus gustos.
—Sí, ese género m-me gusta mucho —soltó como contestación, tratando de calmar los nervios que lo estaban llenando. Tobio le dio un ligero vistazo al tembloroso chico, antes de ponerlo en segundo plano, y acercarse directamente hasta el librero donde había varios títulos ordenados cuidadosamente—. Los compré en librerías que están cerca de tu casa, ya que aquí no hay muchas. ¡A veces también me levanto temprano para ir a la Comiket cada año! —La vergüenza se le había esfumado de repente, cuando la emoción llegó para relevarla. Su rostro estaba radiante, sus pupilas se asimilaban a dos estrellas jóvenes que se emocionaban por hablar de cosas que le gustaban y sus mejillas sonrosadas por la excitación. Antes de que Kageyama decidiera tomar un manga que a juzgar por su proporción en cuanto a páginas, podría apostar que era un Doujinshi, le dio otra mirada por el rabillo del ojo y creyó que Shoyo hablando de las cosas que le gustaban se veía demasiado tierno.
—¿En serio? ¿Has ido a la Comiket? Nunca te llegué a ver, tal vez porque eres demasiado pequeño —reveló, haciendo un gesto de sorpresa al encontrar en la portada que se trataba de la pareja TodoDeku del anime de Boku No Hero Academia. Hinata asintió con emoción y no tardó en llegar a acercarse a su lado, con una sonrisa inocente en su rostro que sólo se extendió aún más al ver a un interesado Kageyama hojeando las páginas.
—¡Sí, he ido los dos últimas años! —recalcó con mucha facilidad, ya olvidando por unos breves instantes que se había sentido intimidado con sus gustos, como si nunca hubiera pasado algo similar—. Creo que nunca me viste porque iba muy bien disfrazado, con lentes, cubrebocas y una gorra. ¿Vas a comprar ahí también?
Kageyama negó con rapidez.
—No, fui a vender Doujinshis eróticos —corrigió sin nada de pena ajena al afirmar eso, dando un vistazo a un panel dibujado por la artista donde los dos personajes se daban un beso, uno inocente. Ignoró por completo la mirada desorbitada de Shoyo sobre su persona, como si realmente no se esperara esa revelación—. El dibujo y la historia se ven muy bonitas, aunque debo de decir que le voy más al TodoBaku.
—¿Has dibujado... de ese contenido? —El hilo de voz del más bajo era sutil y cuidadoso, casi se quebraba. El mayor le dio un vistazo al tembloroso chico que ardía en rojo y volvió a asentir con mucha facilidad.
—Sí, era entretenido pero no me gustaba censurarlo —precisó más su razón del por qué lo dejó, miró hacia el techo por unos breves segundos y pensó con honestidad—. La Comiket se acerca, ¿no? Vayamos juntos, Shoyo. Usualmente voy solo, sólo una vez me encontré con Oikawa-san...
—¿Con el Gran Rey?
—Sí, fue a ver la sección de Novela Extranjera, iba llorando porque una multitud lo aplastó en el tren —respondió de improviso, sólo haciendo que Shoyo se tragara una risa y se disculpara internamente con el castaño porque le había causado gracia la escena proyectada—. Entonces, ¿qué dices, tonto? —Volvió a sacar de nuevo el tema de que ambos fueran juntos a un lugar de interés, sólo logrando que el menor lo viera, guardara silencio por aproximadamente veinte segundos, antes de delinear una sonrisa y asentir.
—¡Sí quiero ir! Será una cita, ¿no?
—Pues sí, puedes verlo así —sostuvo, tratando de evadirle la mirada al observar hacia la página abierta del Doujinshi. Bueno, eran una pareja falsa que trataba de verse realista, quizás tener citas era lo normal. Además, todavía no hablaba con Hinata acerca del rumbo que había decidido tomar su manga, y ahora que estaban completamente solos, serviría para charlar. Podía hacerlo—. A decir verdad, usé la escena donde te pedí que salieras conmigo, planeaba usarla como final, pero supe que el ambiente tenso no se podría repetir, así que la coloqué donde Hiroshi no aguantó más sus sentimientos y se le confesó a Dai-... —contó lo que llevaba de la historia, sólo topándose con un Hinata notablemente sorprendido, sin habla, con sus manos al aire temblando, el color rojizo en su cara y la sorpresa contenida en sus mejillas.
—¡Ahhhh, ¿le ha dicho sus sentimientos?! ¿Se los dijo? —Shoyo brincó de la emoción ante la noticia, con la felicidad al límite y no perdiendo la oportunidad para tomar al mayor de los hombros y sacudirlo de la emoción—. ¿Y qué dijo Dai? ¿Lo aceptará? ¡Lo va a aceptar! —A pesar de que Kageyama quería ser una persona mucho más paciente con ese chico, el mismo Hinata parecía esforzarse para que eso no ocurriera.
Lo poco que por milagro había llegado a aguantar cayó en picada al suelo, estrellándose contra éste y tomando sus impulsos sujetó de los hombros al menor y lo inmovilizó, ya harto de su infantil actitud.
—¡No me dejas continuar, idiota!
—Perdón, señor —susurró, callando su emoción al esconderla tras su seriedad de ver al demonio Tobio salir del cuerpo del mayor después de que en mucho rato no lo hubiera visto.
El cuarto volvió a quedarse en completo silencio, dando un incentivo para que Tobio continuara con su plática.
—El capítulo que mandé a revisión también le cambié varias cosas al introducir a Ikki, e hice maniobras argumentales para que la intervención inocente del rival amoroso orillara a Hiroshi a confesar sus sentimientos, pero ahí entra la cuestión —declaró, empezando a sentir como sus ojos azules luchaban contra su orgullo y dignidad, tratando de no dejar de mirar al curioso chico que tenía todas sus atenciones directamente sobre su persona. Esos ojos cafés que tanto le gustaban, no quería verlos porque se sentiría nervioso, pero sabría que nunca avanzaría si sólo huía.
—¿La cuestión?
—Pensé que sería más «ghwaaa», que Hiroshi se mostrara paciente, diciendo que no necesitaba respuesta repentina, porque sabía que los sentimientos de Dai no eran tan correspondidos. Sin embargo, como veía oportunidad, planeaba conquistarlo, así que lo tomará desprevenido —narró sus ideas con mucha facilidad, apretando un poco más el agarre en los hombros del más bajo, sólo deseando que no fuera tan obvio que sus manos ya habían empezado a temblar.
—Cuando te refieres a «tomarlo desprevenido», ¿es como tomarlo de la mano, bes-besarlo, abrazarlo y eso? —Sacó a flote sus dudas, tratando de que la vergüenza no lo empezara a inundar. En vano, sus mejillas se fueron tiñendo de un visible color rojizo que fue notado al instante por Tobio. Tobio pronto copió su acción. Los dos ya habían entendido el punto, ya sabían el rumbo que su relación de ahora en adelante tendría.
—Sí, básicamente es eso.
—¿Entonces...?
—¿Podría besarte, Shoyo? —preguntó, sacando la fuerza de quién sabe dónde.
El rostro de Shoyo se quedó congelado, perdido y tratando de entender las situaciones en las que sin querer se había visto envuelto por una cadena de eventos desafortunados que habían llegado a parar en eso. Cuando algo dentro de sí logró hacer click, toda su cara estalló en un honesto color rojizo, siendo un tomate andante que se estaba quemando porque hasta podría apostar que el humo salía de su cabeza.
—¿Shoyo, idiota? —llamó Tobio, un poco curioso al verlo tan extrañado, perdido en algún punto. El susodicho llegó a la Tierra de nuevo gracias a esas palabras, pero el color rojizo simplemente no disminuía, y sus labios temblaban cuando trataba de decir algo.
—Está... bien —dijo a duras penas, tomando toda la fuerza que le quedaba para formular esa oración de dos palabras. Pronto, el temblor honesto de sus labios al estar entreabiertos y como reunió valor para mirar al mayor, lograron que Kageyama le prestara su atención, porque quería decirle algo.
Hinata al principio le costó decir algo más, antes de ladear su mirada a otro lado y luego volver a intentar soltar su voz tan ruidosa que usualmente no paraba.
—Pero, s-si lo hacemos, me tendrás que prometer algo. —¡Al menos no había salido tan desastrosa!
—¿Qué es? —aludió el azabache, interesado en lo que tuviera que decir. Hinata dilató sus pupilas ante la respuesta inevitable que iba a recibir de alguien tan directo como lo era su actual acompañante.
Ya no había vuelta atrás.
—De ahora en adelante, me abrazarás mucho, mucho —pidió, dando un puchero con sus labios al terminar su petición. Tobio ya no supo qué dirección tomar. ¡Ahora era un carro sin control que perdió los frenos!
—¿Por qué? —notificó su duda el mayor, queriendo creer al menos en si estaba bien ilusionarse porque todo eso apuntaba a que tenían un romance correspondido.
Hinata sólo acentuó más el mohín y arqueó sus cejas.
—Porque somos pareja, ¿no? Las parejas se abrazan porque se aman. —Encaró, sólo atreviéndose un poco a darle un vistazo de reojo al número 9 de Karasuno para ver sus facciones. De forma sorprendente, Tobio había alcanzado a esconder lo mejor que pudo su emoción, pero no su sonrisa torcida llena de felicidad que golpeaba su cara.
No podía ser, si eso seguía así, al igual que había pasado con Hiroshi, sus sentimientos se iban a desbordar. No, no podía ser.
De repente, su mundo se dejó cegar, y lo único que estaba en su punto de visión eran los delgados labios de Hinata, moviéndose ansiosos. Alguien más ya los había probado, alguien que lo había hecho sentirse como la persona más feliz del mundo. Ojalá y él también le provocara esas emociones. Ojalá y él pudiera ser esa persona que cambiara el significado que tenía Shoyo con respecto al amor.
—Entonces, ¿acep-...? —Shoyo no pudo continuar con su pregunta, siendo interrumpido sin nada de tacto por los labios ajenos rozando los suyos, en la comisura, tímidamente. La cuestión se había contestado sola.
Tobio movió sus labios, con el temblor a flote entre la calidez de los ajenos. Sus manos se habían aferrado más a los hombros del otro chico y su corazón estaba que se le escapaba. Quizás también fue su emoción la que le generó la impresión de que Shoyo trató de corresponderle el beso.
Se separó, sólo tomando las distancias necesarias para que pudieran respirar. Los dos soltaron exhalaciones largas, cortadas, mientras sus frentes sudorosas se unían y el color rojizo iba adueñándose de su piel.
—Hazlo otra vez —pidió el de hebras naranjas, al recuperar el aliento. Cerró sus ojos y esperó de nuevo el tacto, junto con sus inexpertas manos subiendo poco a poco por la ancha espalda del otro, antes de aferrarse a la parte trasera de la ropa deportiva ajena.
Tobio ni siquiera titubeó para volver a cumplir su capricho. Besó por unos breves segundos la comisura antes de separarse. Los besos que eran dados eran inocentes, sinceros.
—Otra vez —suplicó el menor, ahora siendo él quien se acercaba a los labios ajenos y se adueñaba de éstos, disfrutando el cosquilleo de sus bocas al rozarse.
El mismo procedimiento se repitió seis veces seguidas, donde el calor los llenó y un sentimiento de calidez se albergó cada vez que se unían por mero impulso adolescente, pero no llegaron a más. Cuando Kageyama ya no pudo soportar más el remolino de emociones que el otro le generaba, lo único que pudo hacer fue rodear con sus dos brazos el cuerpo ajeno, y lo apegó contra su pecho, cerró sus ojos y deseó que el menor se diera cuenta de lo acelerado que estaba su corazón.
—Me gustas... —reconoció de improviso, apretando más al otro, quizás diciendo sin palabras que no lo soltaría—. De verdad me gustas mucho...
Lastimosamente, Hinata creyó que sólo era Tobio metiéndose en el papel de Hiroshi, y Kageyama también tomó en cuenta esa opción. Aun así, si ése era el caso, ya era imposible ignorar el sentimiento en su pecho, Hinata ya no podía ignorar lo obvio. Su único refugio de esos sentimientos que alguna vez sintió por alguien más fue recargar su rostro en el pecho ajeno y abrazar la espalda del mayor.
A Hinata le gustaba Kageyama.
¿Qué era el amor para Hinata Shoyo? Sólo una palabra de cuatro letras, pero posiblemente algo luchaba para agregar una letra más.
—¡Los exámenes terminaron! —exclamó Hinata con una enorme mueca de alegría al entender su propia postura, estiró sus brazos al aire cuando su profesora de cortos cabellos negros le recogió el examen y pudo tomarse más libertades. Al instante de eso, terminó saliendo con mucha facilidad, con una enorme sonrisa en sus labios—. ¡Ahora sólo queda el Festival Escolar! —cantó con alegría, dirigiendo sus pasos sin pensárselo mucho hasta el aula de Tobio, donde pudo notar a través de sus irises cafés como ya algunos estudiantes salían del aula, estirando sus brazos, bostezando o charlando entre ellos.
No pasó mucho para que la figura solitaria del colocador de Karasuno se presentara, con su perfil atractivo, su vista hacia el frente y su silencio perfecto que rodeaba esa aura aterradora que todos respetaban y temían por igual.
Pero Shoyo ignoró ese factor, como siempre lo hizo, en su lugar, se movió con mucha felicidad, apenas verlo se sintió en las nubes y sus mejillas se tiñeron de color rojizo. No sabía qué pasaba, pero desde el viernes en la noche su mundo se veía muy colorido, tal vez se había sumergido en una droga adictiva que no permitiría que lo dejaran escapar de una burbuja de ensueño. De repente, en ese mundo, sólo estaban Kageyama Tobio, el voleibol y él.
—¡Tobio! —Encaró de frente, con una enorme sonrisa grande al exclamar su nombre. Kageyama reaccionó con rapidez a su llamado, mirando con cierto terror al chico que ahora brincaba sobre él y se aferraba a su abdomen—. Los exámenes y la hora de clases ya terminó, ¡por fin podremos jugar voleibol con tranquilidad! —musitó con seguridad, dando una carcajada amable y suave que terminó por hacer rabiar a Tobio porque Shoyo se aferraba a su cuerpo como si su vida dependiera de eso.
—¿Qué demonios haces, maldito? —regañó con mucha rabia, dando un vistazo al techo antes de tratar de jalar del cuerpo ajeno para separarlo. En vano, Hinata, que no tenía mucha fuerza a comparación suya, había sacado fuerza sobrehumana de quién sabe donde y se enterraba a él como un gato arisco.
—Es un abrazo, ¡un abrazo! —proclamó con alegría, cruzando miradas con el otro chico antes de mostrarle toda su alegría. La alegría sincera de estar atrapado entre las rejas de un sentimiento tan embriagador que quemaba. Un sentimiento de cinco letras deletreadas desde la «T» a la «O», pero que nunca lo aceptaría en voz alta porque no sabría que hacer si algo se desbordaba.
Si algo se desbordaba, ya no habría vuelta atrás y saldría lastimado, porque sólo eran una pareja que jugaba a estar en un BL. La vida real era cosa aparte, Kageyama posiblemente en algún futuro estaría con una chica linda, como las chicas de su aula que estaban interesadas en él y afirmaban amarlo. Tal vez eso era lo que Tobio quería, pero otra vez, su miedo no quería simplemente preguntarle.
Si lo hacía, ¿qué pasaría?
La curiosidad lo picaba y lo incentivaba a saltar sobre el precipicio. Y Shoyo tomaría impulso, ante esa duda que seguía arraigado en su pecho, al soltar el abdomen del más alto y dedicarle un vistazo serio al chico. El antipático chico copió su acción. Hinata sonrió con alegría, cuando ambos se dieron otro breve vistazo, y un avergonzado Kageyama ante sus acciones tan inocentes apartó la vista, ruborizado.
—¿No estás feliz, Kageyama? —musitó, tratando de hacerle plática al momento de caminar directamente hacia el gimnasio donde seguramente estarán todos sus demás compañeros del club.
—Más bien estoy aliviado, ya no hay exámenes cerca, así que me puedo olvidar de eso por ahora —contestó con mucha facilidad, dando una mirada al frente porque por fin ya no tenía que soportar las potentes horas de estudio de Sugawara. Sugawara los había obligado a memorizar todas las partes de la célula, ojalá y en el futuro pudiera decirle algo como: «gracias por enseñarme donde está la mitocondria», cuando jugara al voleibol a nivel nacional—. Y soy Tobio.
—¿Sabes, Tobio? Hoy vi a Daichi-san hablando con Takeda-sensei —informó Shoyo lo que había visto en el descanso cuando iba de camino con Acchan hacia la cafetería. Al mismo tiempo, su tambaleante cuerpo inocente y su sonrisa que encerraba sus intenciones trataba de acoplarse a su cuerpo pegándose más al de Kageyama, haciendo que sus brazos rozaran a propósito y sus manos sudorosas por el nerviosismo trataban de hacer todo lo posible para juntarse con las ajenas. Quería que el mayor se diera cuenta a su manera que quería que lo tocara, ¡quería entrelazar sus manos mientras caminaban!—. Dijeron que teníamos que parar media hora antes las actividades del club porque teníamos que preparar todo para él Festival, realmente es frustrante, ¡quiero hacer ambas cosas! —declaró, tratando de fingir que era bastante movediza su conversación y su forma de actuar, tanto así, que «accidentalmente» volvió a hacer que sus manos chocaran. ¡Oh, qué tragedia!
Tobio ya no pudo ignorar el actuar tan obvio, dándole una vista de reojo que sólo provocó que el chico que fue atrapado con las manos en la masa diera un vistazo por todo el largo pasillo, con la cara acumulando el rojo y los silbidos mal hechos apachurrando sus labios. Tobio creyó que moriría, que caería más profundo y su pecho dando un brinco de emoción se lo advirtió, pero decidió ignorarlo, saltándose todas las señales de alerta cuando su tersa mano fue lo suficientemente firme al atrapar la ansiosa de Hinata que ya exigía con inquietud que le prestaran atención. El tacto fue perfecto, tomando desprevenido al menor aunque él era quien lo demandaba. Shoyo ya ni siquiera quiso preguntar o decir algo, aceptando el agarre al entrelazar sus dedos con los ajenos en un agarre fuerte y sin intenciones de soltarse. Ojalá y esa calidez efímera que atrapó en alguien tan frío y solitario como Kageyama durara para siempre.
—Demandas demasiada atención —soltó de improviso Kageyama.
—¡No te quejes, tú me habías dicho que podía monopolizarte! —Le atacó las palabras que tiempo atrás le había dicho, con sus delgadas cejas hacia abajo y sus rasgados ojos azules estallando en una rabia no muy furiosa.
—Buscaste esa palabra en el diccionario, ¿no es así? Su significado —informó, teniendo el vago recuerdo de que tal vez él se lo había dicho.
—¡No, pero se oye genial, así que la usaré! —Esa respuesta fue un alivio improvisado para el mayor.
A lo lejos, Koushi los vio caminar de la mano, ignorando las miradas de los demás, como si sólo existieran ellos dos en su mundo. En su pequeño mundo donde un romance inocente y genuino se desarrollaba. Vio la unión de manos de los dos chicos, siendo fuerte incluso cuando ya se estaban peleando y diciendo de cosas como todos los días.
Sugawara volvió a entender que sí podía ser una persona egoísta, se encontró sintiendo envidia de esa calidez, en esas manos unidas. Sus labios temblaron y tuvo que apartar la vista, antes de mirar su mano abierta que estaba vacía. Otra vez, la imagen de él tratando de atrapar la mano de Sawamura por mero impulso lo inundó.
Ojalá estuviera en un manga BL donde su historia romántica pudiera tener un final feliz.
Si dejaba que ese sentimiento desconocido lo atrapara, lo terminaría de engullir. Tal vez... no lo disfrutaría.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro