Capítulo 08
Subo otro capítulo por el cumpleaños del Solecito de Shoyo, ¡feliz cumpleaños!
La bicicleta dio otra vuelta más, teniendo que acercarse un poco más a la banqueta cuando el último autobús que iba en dirección opuesta pasó.
—Ya casi llegamos —afirmó el mayor, apresurando el paso y moviendo más rápido sus piernas en los pedales para seguir recto, bajando por una inclinación que daba a la parte más baja de la calle. Shoyo sintió vértigo y su estómago se revolvió, teniendo que aferrarse todavía más. Cuando la bicicleta volvió a rodar por la planicie de la calle sin inclinaciones, y el trasero de Hinata se sintió a salvo, en una parada de autobús continúa vacía sólo estaba la figura potente del superior de ambos.
—Kageyama... —llamó Hinata entre dientes y en un susurro.
—Lo sé.
Los frenos realizaron un extraño sonido cuando golpearon fuertemente con un charco de agua estancada, mojando sus zapatos. La vista de Sugawara que sólo estaba llena de agua cayendo rápidamente y el aire golpeando su pecho notaron a la inusual pareja deteniéndose ante él.
—Hola, mis pequeños Kouhai —saludó con alegría honesta, estirando su mano al aire y teniendo que cubrir su cuerpo que tiritaba de frío por las ventiscas que daban. El clima se iba a poner más feo.
Hinata lo miró con preocupación, Koushi estaba mucho más mojado que él, de hecho, su chamarra deportiva era lo que lo demostraba: ya no daba la impresión de vestir una prenda acogedora.
—¿Qué hace aquí, Sugawara-san? —Buscó la respuesta Kageyama. El mencionado sólo rio y rascó su nuca—. Pensé que te habías ido antes, el último autobús acaba de pasar hace poco —afirmó, señalando con su dedo la dirección en la que el enorme vehículo con pasajeros se había ido. El rostro del tranquilo joven se desfiguró con demasiada destreza, mostrando su pánico inaudito.
—¿¡En serio!?
—En serio —respondieron los dos al unísono.
El ambiente se calló de pronto, y otra vez, los sonidos molestos de las gotas de lluvia inundaron los oídos del trío. Kageyama simplemente no pudo soportarlo más: ver a una de las personas a las que apreciaba en ese estado no era algo muy grato de ver.
—Puedes venir a mi casa, Hinata se quedará conmigo y mis padres no están —habló con seguridad el serio colocador de primero, logrando sin esfuerzo que Shoyo asintiera con preocupación y los ojos marrones del chico mayor brillaran, como si hubiera encontrado una luz al final del túnel oscuro y tenebroso.
—¡Mis Kouhai son tan buenos! —chilló con alegría el mayor, no mostrándose en esos instantes como si fuera el mayor de ahí. No, en lo absoluto, parecía un niño pequeño empapado hasta la médula, corriendo a abrazar a sus dos menores con una enorme sonrisa en su rostro. Que se siguiera mojando todavía más era lo de menos.
—Por cierto, ¿cómo quedaste así? —interrogó el más bajo del extraño trío que cualquier tercero que los viera, creería que los jóvenes tenían tanta energía, como para armar dramas apasionados bajo un tifón (no en la lluvia, en un tifón).
—Una anciana tenía bastantes problemas para llegar a casa, con la lluvia le era difícil avanzar. La acompañé a casa, y aunque fue muy amable como para ofrecerme quedarme hasta que pasara el tifón, simplemente no pude hacerlo —aludió con una seguridad certera, apurando el paso y empezando a correr a la para que el lento movimiento de la bicicleta. Hinata lloró conmovido.
—¡Suga-san, ¿acaso eres Dios?!
—No lo creo...
Kageyama llegó a la conclusión de que su vida era tan manga BL que hasta la trama era forzada para encontrarse con su rival amoroso.
Después de que los tres jóvenes tocaran la casa calentita de Kageyama, y tras llamarle a sus familiares para avisar sobre su estadía en la casa de un amigo, el ofrecimiento de tomar un baño del habitante de esa casa y la exclamación de Hinata tan casual de gritar: «¡vamos a bañarnos juntos!», los llevaron a la situación incómoda que al principio no pensaron mucho.
El baño de la casa de Tobio era grande, lo suficientemente espacioso de acuerdo a una casa de una familia acomodada de dos pisos, pero, absolutamente no era tan grande como el de unas aguas termales. Y Hinata ahora que lo pensaba mejor, mientras se sumergía en la tina llena de agua y hacia burbujas con sus labios tras un sonido similar al «glu, glu, glu», le hizo saber que nunca más volvería a pedir esa estupidez.
Los puntos a favor era que los tres eran hombres, que Kageyama a su lado descansaba plácidamente con los ojos cerrados (quizás un poco más tranquilo después de haberse empapado con agua de lluvia, y lo único que cabía en su mente era que sentía que estaba olvidando algo importante, pero no lograba dar con él), y Sugawara, al otro lado de Hinata, miraba tranquilamente como un pequeño pato de goma flotaba frente a sus narices.
¿Lo malo? Apenas y cabían, tenían que rozar sus piernas y caer en el terror de no poderse mover mucho porque terminarían resbalándose.
—Hinata, ¿quieres que talle tu cabeza? —preguntó casualmente Suga, con el shampoo con olor a chocolate en manos.
Shoyo descubrió sin querer que así olía el cabello de Kageyama después de bañarse, y Kageyama entendió que, aunque Sugawara se molestaba y consternaba por el apodo de «mamá», sí le quedaba.
—¿Eh? ¿No te molesta? —contestó con otra pregunta el de cabellos naranjas, viendo que no tenía salvación porque el mayor ya colocaba un poco en su mano.
—No, no, claro que no —aseguró. Sus manos al tallarlas entre sí hicieron espuma, y cuando menos se lo esperó las suaves manos de su superior ya estaban acariciando sus hebras. Tobio los miró de reojo, teniendo una extraña sensación de vértigo en su estómago al verlos actuar así, tan juntos. Quizá era algo similar a lo extraño que era que alguien más tocara a una persona con la que jugabas a estar enamorado para sacar material de una obra, y Sugawara había aceptado ser el rival amoroso—. ¿Esto te ayudará a sacar material para tu obra, Kageyama? Lo escuché en el salón del club, así que me disculpo si no estaba en tus planes recibirme —respondió el chico, dando una tímida sonrisa a la vez que lograba encontrar el punto débil de Hinata atrás de sus orejas, ya que, al pasar sus dedos por esa pequeña parte, Shoyo se estremeció.
—No hay... problema —cuestionó el mayor, quedándose helado porque había sido obvio lo que había significado eso. Koushi también se sintió tenso, y Hinata no pudo hacer más que soltar un grito enorme y su cara estalló en rojo—. Como el rival amoroso fue presentado en el capítulo anterior, será bueno incluirlo.
—Ahora que lo dices, no he leído tu historia, ¿cómo se llama?
—Inocente. Tengo la primera impresión de cada tomo en mi cuarto, puedo mostrártelo si quieres...
—¡Te lo agradezco! —afirmó el otro con una gran sonrisa de oreja a oreja, soltando una pequeña carcajada de sus labios cuando Shoyo volvió a estremecerse sin querer por su tacto con un diminuto jadeo. Tobio volvió a sentir otra extraña incomodidad—. ¿Utilizarás una escena similar a ésta?
—Sí, supongo que será de gran ayuda —asimiló poco a poco. El más bajo que era mimado cariñosamente por Suga tuvo una extraña sensación—. ¿Podríamos intentar algo? Hiroshi es una persona un tanto impulsiva y franca cuando no está serio, se enoja con facilidad, y Dai es inocente. Podría servir esta escena para acercarlos más, y presentar el peligro de un rival amoroso...
«¿Seguro que no te estabas describiendo a ti y a Hinata en tus personajes?», pensó Sugawara, sin tomarle mucha importancia realmente a esa duda.
—Ya veo, ¿así que quieres que sea audaz a la hora de realizar mi primer movimiento? —Al final, ésa fue la pregunta que materializó. Kageyama asintió y Hinata se preparó, no pudiendo evitar soltar una boba sonrisa de sus labios porque por fin ayudaría a Hiiro-sensei, ¡su momento de brillar como buen actor!
—Sí, y al momento de dibujar le daré un trasfondo a Ikki... —respondió a sus planes de forma calmada y serena, tan metódico y tranquilo como cuando jugaba voleibol.
Sugawara escuchó atento, pensando por unos breves segundos la forma en la que podía iniciar una intervención a medias con seriedad. Sin pensarlo, tiró un poco de agua tibia sobre los cabellos de Hinata, para deshacerse del shampoo, y ahí, una idea también lo golpeó.
—¡Ya sé!, como no he leído nunca mangas BL, tal vez no sea lo mismo, pero mi prima ama el shojo, y siempre pasa algo similar a esto en las duchas de aguas termales mixtas... —respondió, dando un amable gesto inocente antes de cerrar sus ojos, respirar profundo y volverlos a abrir.
Al hacerlo, el personaje habitual de Sugawara se destruyó abiertamente, siendo lanzado por la borda por el mismo Koushi, tratando de entrar en el personaje de Ikki.
«¿Qué clase de shojos ve tu prima?», quiso preguntar Hinata, pero le fue imposible. La tensión llegó en el ambiente, y un escalofrío recorrió el cuerpo de los dos restantes porque Sugawara se había notado irresistible e impotente con su presencia. Sus acciones sólo lo confirmaron.
La blanca mano del chico se alejó de los cabellos que tallaba, y pasaron delicadamente por la mejilla del menor, dando una caricia con sus dedos, suavemente, pero lo suficientemente potente que Shoyo sintió que era quemado. Koushi siguió con su papel, ante la mirada atenta de Tobio, grabando cada pequeño momento en su mente para poder plasmarlo en papel. Su respiración calmada fue acercada junto con su boca al oído de Hinata, tan apaciguada y sutil que entró sin nada de error por el oído del más chico, resbalando sobre su parte sensible. La caricia en su mejilla sólo se intensificó, y el chico que estaba atrás de él se volvió tan extenso, como si tuviera mucha experiencia.
Como último condimento, atrapó con su única mano libre la de Shoyo, entrelazando sus temores junto con sus dedos húmedos rozándose.
—Shoyo es un lindo nombre —murmuró cerca de su oído, provocando que el mencionado estallara en rojo y se revolviera en su lugar por el cosquilleo de la voz cerca de su oreja: su lugar sensible. Shoyo tuvo que apretar su única mano libre que no era sostenida por la de Suga con la orilla de la bañera—. Ah, la forma en la que actúas, tan inocente, me encanta...
Kageyama los miró atentamente, creyendo que Sugawara debería de volverse actor porque tenía talento.
Después de esa escena que fácilmente podía entrar a categoría prohibida, el rostro seductor de Sugawara cambió a uno más inocente y genuino, como el que siempre portaba.
«Vaya cambio», pensó Tobio.
—Bien, ¿qué tal fue? —cuestionó el chico de tercero, con una enorme sonrisa de par en par y soltando la mano de Hinata para tomar distancias (no se pudo alejar más que unos tres centímetros por la falta de espacio). Hinata quedó en shock, reaccionando unos segundos más tarde al procesar todo, y cuando entendió lo que había pasado estalló como un tomate y buscó cubrirse con sus manos su obviedad. Tobio no pudo hacer más que aplaudir, torpemente.
—¡Suga-san es un típico chico guapo de un manga! ¡No pude hacer nada! —Se excusó Hinata. Kageyama lo observó y volvió a sentirse extraño—. Sentí que el corazón se me escapaba del pecho.
—Las expresiones de Hinata también parecían muy reales. —Hizo saber inocentemente Suga—. ¡Eres un gran actor! —animó el amable superior, levantando su pulgar arriba. Hinata se conmovió ante el apoyo.
—Es porque eran reales —acreditó Tobio con seguridad. Hinata trataba de ventilarse, buscando calmarse al inhalar y exhalar—. Ahora yo entraré en escena, quizás a la defensiva, tomando tu brazo o algo así —asimiló el azabache, pensando seriamente y siendo recibido positivamente por Sugawara, estirando su mano a su altura para que la tomara. Kageyama la tomó, un poco perdido.
—Improvisa —pidió el mayor, dejando la opción de que Shoyo se calmara a su ritmo viéndolos.
Tobio asintió, y no pasó ni un segundo antes de que éste oscureciera sus facciones rápidamente, dándole una palmada a la mano de Sugawara, alejándola de la suya.
—¡No lo toques! ¡Deja de pasarte de listo con él! —exigió el chico de ojos azules, azuzando su mirada porque Suga ya le sonreía con una burla y sorna impresionante: lo estaba retando.
—No puedes obligarme, Hinata no tiene pareja actualmente —declaró la guerra, manteniendo la calma. Los ojos de Hinata se abrieron como platos al escuchar esa afirmación, sintiéndose en una telenovela—. ¿Crees qué podrás vencerme? Él se merece un caballero, alguien que pueda satisfacerlo.
Kageyama se puso de pie de golpe de la bañera. Tomando nota mentalmente de que borraría del primer boceto el hecho de que casi se resbaló, pero se logró agarrar de un tubo cercano donde se colgaba el estropajo. Sugawara copió su acción rápidamente. Shoyo no tardó en ponerse nervioso, queriendo gritar: ¡literalmente estaba en medio de dos hombres desnudos peleando por él!
—¡Hinata es mi rematador! —gritó a todo pulmón Kageyama, con toda la actitud de hablar en serio, qué bueno que no estaban sus padres en casa. Shoyo trató de pasar por alto que su corazón dio un vuelco al oír esa afirmación, y tuvo que golpear la palma de su mano sobre su propio pecho húmedo: sí, latía rápidamente.
—No por mucho tiempo... —aseguró Sugawara, con una sonrisa abierta de lado que fue real. Koushi miró seriamente al mayor, y pasó su propio dedo sobre sus labios y les dio una lamida delicada y lenta. Quedó perfecta en el ambiente—. Haré que no pueda evitar querer estar a mi lado. Porque yo no lo veo sólo como un compañero de clase o de club. Realmente voy en serio con él —recalcó, alzando un poco la voz pero sin gritar.
Tobio lo vio claramente y no pudo evitar ruborizarse.
El ambiente volvió a quedar en silencio, antes de ser llenados por ambos cuerpos cayendo de nuevo a la bañera, con sus caras asustadas y los escalofríos que buscaban calor porque una diminuta corriente fría del horrible clima exterior se coló por la pequeña ventana del baño.
—¡Qué frío! —chilló Koushi, sumergiéndose más. Luego, volvió a su actitud brillante, antes de estirar sus manos al aire y bromear torpemente—. ¡Vamos a abrazarnos para entrar en calor!
—¿Seguro que no tienes una segunda vida secreta como galán, Suga-san? —preguntó Hinata ante la actitud tan simple del de cabellos grisáceos.
—¿Eh?, de verdad no lo soy, nunca he tenido pareja.
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