Capítulo 06
Capítulo dedicado a: arminuchija, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
—Así que, ¿has conseguido una pareja? —Su editor a cargo miraba directamente al serio chico, que se encontraba completamente cruzado de brazos y con la vista seria sobre él.
—Sí, un compañero de mi equipo de voleibol aceptó ayudarme —aseguró, aceptando que no le avergonzaba en lo más mínimo la idea. El otro hombre arqueó sus cejas al recibir su respuesta, probablemente porque no se creía del todo que alguien estuviera igual de chiflado que ese excéntrico dibujante de mangas BL como para ayudarlo así como así—. De hecho, creo que es algo beneficioso, es otro hombre. —Sí, en definitiva, el otro chico desconocido o era un demente o posiblemente estaba enamorado de Tobio. Nadie aceptaría ayudarlo en su sano juicio.
—Ya veo, es algo bueno de escuchar... —contó con seguridad, aceptando el té que la madre de ese azabache unos minutos antes había dejado sobre la pequeña mesa donde escribían.
Ahora que lo pensaba y metiendo a la madre de ese joven dibujante y escritor, quizás sólo era una gran afortunado que contaba con grandes personas y muy buenos amigos que aceptarían ayudarlo ciegamente, sin importar las condiciones. Era algo hermoso, irreal, pero hermoso. Como esos amigos sacados de mangas de anteriores mangakas con los que trabajó mucho antes de que le tocara estar a cargo de ese chico de ojos azules.
—También conseguí que alguien actuara como mi rival amoroso... también es hombre, no pareció molestarle. —Se mostró nervioso al afirmar lo último, dando un rubor un tanto tímido en sus níveas mejillas y sus dedos chocando entre sí lo delataban. El editor tuvo que fingir su habitual seriedad, apretando sus labios para no escupir el té que estaba tomando y aferrando sus dedos a la taza, para no soltarlo.
«Definitivamente se trata de un triángulo amoroso bastante raro», pensó, dando un carraspeo al creer que no se podría tragar bien el contenido. Kageyama lo miró un poco preocupado ante su comportamiento.
—¿Se encuentra bien?
—Sí, sí, no te preocupes, sólo me sorprendió un poco la respuesta dada —citó su lado honesto, respirando para acoplar su actitud anterior a escuchar cada palabra que salía de la boca sinvergüenza de Kageyama. Debía de ser un adulto responsable y tomar las riendas de la situación con actitudes maduras que hablaran muy bien de él—. En ese caso, de verdad espero que la situación actual del manga mejore con nuevas experiencias adquiridas. —Tobio estuvo de acuerdo y lo agradeció con una pequeña reverencia sin pararse de su asiento—. También opino que si en algún punto llegas a aburrirte por la monotonía, podrías cambiar de persona... —sugirió, y el de hebras lacias ni siquiera lo pensó para negar frenéticamente.
—No puedo hacer eso, le prometí que como éramos una pareja que estaba saliendo falsamente, me lo tomaría en serio. Le dije que me había monopolizado por ayudarme, y ya busqué qué significa en el diccionario, así que no puedo simplemente destruir esa promesa —declaró sin pelos en la lengua, sólo dando indicios diminutos de que le avergonzó un poco decir eso, al apretar sus manos contra el pantalón holgado que estaba utilizando esa tarde y sus ojos rasgados buscaban esconderse dedicando vistas al techo de su sala—. A-además es él, no me molesta tanto... aunque sea un idiota.
—Con lo que acabas de decir, ¿seguro que no estás enamorado? —cuestionó con honestidad el adulto, creyendo que sería raro que alguien no dijera eso sin intenciones románticas ocultas. Pero la cara de Tobio mostró un signo de interrogación tan enorme, quizás queriendo pensar seriamente en el significado de esas palabras: claro, el editor había olvidado que Kageyama era un idiota, pero con dotes innatos que debían de ser liberados.
Era obvio que estaba enamorado, ¿hasta cuándo se daría cuenta?
—Bueno, es tu decisión, así que yo no puedo cuestionarlo. No me puedo quejar porque si ese chico te está ayudando y está al tanto de la situación, no hay problema... —Trató de finalizar ese tema aparte, leyendo por unos breves instantes los dibujos y bocetos del nuevo rival amoroso: Ikki, mostrando diversas expresiones y posiciones. Ikki era atractivo, de rasgados ojos negros y cabellos pelirrojos muy cortos, ni siquiera cubrían su frente. Un don de Kageyama era que sabía dibujar muy bien la anatomía y creaba rostros atractivos a la vista—. Recuerda que pronto tendrás que entregar el próximo capítulo, ¿lo has iniciado?
—No, planeo hacerlo mañana, ya que podré interactuar con Hinata después del club, aunque no sé si realmente será una cita —aseguró, sudando por todos lados y teniendo la sensación de que la boca se le secaba.
El hombre volvió a creer que ese atractivo chico poco social era muy obvio. Demasiado obvio.
—Bien, buena suerte con Hinata. Sólo no deberías de olvidar que hay una alerta de tifón para mañana... —aconsejó, sabiendo que debía de tomar al menos responsabilidad en eso. Kageyama asintió.
—Gracias, lo sé.
—Por otro lado, debo de decir que la anatomía es algo que te sale de maravilla —confesó con seguridad, tocando con sus ásperos dedos las hojas de papel hechas borrador, pasando su dedo por el diseño de personaje de Ikki: un personaje mucho más atractivo que el personaje principal, con ojos rasgados, cuerpo escultural realista para un joven saludable de diecisiete años, cabellos un poco alborotados y sonrisa encantadora—. Muchos lectores enloquecieron cuando salió un capítulo donde el otro protagonista masculino, Hiroshi, se paseó sin camisa durante la mayoría del capítulo.
Kageyama agradeció nuevamente los halagos con una reverencia, teniendo que aceptar que, sí, había visto que todos habían enloquecido en redes sociales por los paneles de su querido rubio Hiroshi. Y eso que el capítulo no le había convencido porque la inspiración seguía sin llegar, y tuvo que influenciar su trabajo en escenas trilladas de shojo, GL y BL.
—Sí, es que aprendí anatomía dibujando Doujinshis BL +18 antes de Inocente —habló con seriedad, sin nada de juegos a la hora de afirmar eso. Ni siquiera se inmutó. El editor entendió que hasta Tobio tenía su pasado oscuro, siendo obvio que la editorial donde se publicaba su manga lo sabía, pero para él era la primera vez que lo escuchaba—. Era un poco divertido dibujarlos, incluso llegué a vender algunos... pero después de un rato no me gustó demasiado seguir con eso.
—¿Por qué no? —Se atrevió a preguntar el hombre con muy pocos cabellos, teniendo que aceptar que estaba un poco intrigado.
—¡Porque odiaba que me pidieran que censurara el pene! —exclamó en un grito, sin mostrarse cohibido. En cierta parte era bueno que él no se sintiera atrapado en ese tabú—. ¿Por qué tengo que censurar partes que son lo principal en ese género? A veces parecía que se comían el aire cuando lo rellenaba de blanco y sólo quedaba la silueta —comentó sus inseguridades mientras sus manos temblaban y se hundía con fuerza en una zanja de miedos y traumas que creyó ya estaban enterrados.
Sí, él es Kageyama Tobio, un prodigio en el dibujo y un genio en el voleibol: sí, el creador de un manga famoso BL que inició con dos chicos conociéndose en un partido de voleibol como jugadores del equipo contrario, y por cosas del destino terminaron en el mismo equipo al entrar en preparatoria, formando una historia de amor peculiar a su paso. Sí, el mismo.
La práctica al día siguiente estaba bastante reñida, un partido como de costumbre de práctica, dividiendo en dos al Karasuno para poder entrenarse mejor. Estaban en un punto crítico por los inicios de septiembre.
Hinata se sentía libre, feliz, sonriente, como nunca antes lo había estado. Kageyama recibía el balón en el aire después de que Nishinoya recibiera el saque de Tsukishima. El balón fue levantado al aire, los rasgados ojos cafés del de hebras naranjas se iluminaron con emoción, tomó impulso, listo para hacer uno de sus ataques extraños. Era esa sensación de siempre donde todo el negro lo engullía y se lo comía, llegando al final del camino, donde una luz lo esperaba: sí, era la colocación tan perfecta de Kageyama. No tenía que pensar para confiar ciegamente en él. El balón le llegaría.
Sí, Hinata nunca se equivocaba en esa intuición, el balón le llegó... directamente a la cara y golpeando sonoramente su mejilla que le volteó el mundo en cuestión de segundos. Dejó escapar un grito y cayó al suelo con fuerza, Sugawara y Tanaka gritaron alterados. La perfecta concentración de Kageyama había sido destruida por los gritos del profesor a cargo del club, entrando al gimnasio a tropezones y notablemente agitado.
—¡Las clases del club se cancelan justo ahora! —exclamó con seguridad, acomodando sus lentes que se habían resbalado un poco de su nariz por la inquietud. Su voz sonaba cortada, y era fácilmente pasada a primer plano aunque todos los miembros del equipo rodeaban a Hinata—. Hay alerta de tifón, por lo que la escuela pidió que todos regresaran a sus casas cuanto antes. No tomen desvíos —advirtió, logrando calmar sus propios nervios al lograr respirar profundo después de un rato. El entrenador se acercó a él, sólo para darle unas cuantas palmadas en la espalda que lo asfixiaron todavía más.
—Ya escucharon, vayan a casa. ¡Nada de excusas! —exigió el rubio como el adulto responsable que a veces llegaba a ser.
—¡Sí! —dijeron la mayoría del club.
Hinata se puso de pie, entre quejidos dolorosos y lágrimas en sus ojos.
—Vamos, Hinata, no debes de avergonzarte, puedes llorar —afirmó con su habitual tono amable Koushi, estirando su mano para que fuera tomada por la del chico de primero. Shoyo no perdió el tiempo, aceptando el agarre y tragándose un sollozo porque en sí era cierto que le había dolido como el mismo averno, pero tampoco era para tanto.
—¡Shoyo, Shoyo! ¿Te sientes bien? —Noya tan enérgico como siempre, dando gritos preocupados y tratando de asegurarse del estado de su querido compañero de equipo, tirándose casi arriba de él (suerte que fue detenido por el brazo de Daichi al jalar de su playera por la espalda). El chico volteó a ver al líbero, un poco aturdido a la hora de asentir y arquear sus cejas cuando el más bajo le mostraba dos de los dedos de su mano para que los contara—. ¿Cuántos ves?
—¿Dos?
—Bien, bien, ¡sí estás bien!
Kageyama tomó sus distancias en todo momento, ni siquiera se acercó al pequeño barullo que se había formado por culpa de su error al no concentrarse debido a que sí lo asustó el grito del profesor demasiado.
—Oye... —llamó Tobio de pronto, llenando el silencio de un vacío profundo y helado en todos los jugadores restantes. Shoyo se tensó, temblando de pies a cabeza y quizás pensando que ese azabache lo confrontaría ardiendo en las llamas de la ira por no golpear el balón. El alma se le escapó y trató de evitar la vista de ese amenazante hombre, tratando de enfocarse en el leve ardor que tatuó el balonazo en su mejilla con un raspón color rojizo.
—¿Qué pasa? ¿Quieres pelear? ¿Es eso? —cuestionó el menor, con la voz un tanto cortada y un temblor que lo delataba. Tobio no le contestó al instante, ni siquiera le gritó como de costumbre, logrando que el miedo lo volviera a hundir en una zanja poderosa que sólo quería restregarle la mala suerte que tenía.
Sin embargo, muy a lo esperado por Hinata al hacer esa declaración de guerra sin contexto ni pruebas necesarias, los pasos rápidos y trepidantes del más alto acercándose directamente a él le dieron el miedo y el terror instintivo para que pudiera cerrar sus ojos y esperar lo peor de todo. ¡Kageyama lo iba a matar! ¡Pero no había sido su culpa! ¡Había sido culpa de Kageyama!
Sin embargo, nada horrible llegó.
Tobio se mostró incluso más silencioso y ni siquiera le gritó. El tacto ajeno de una mano acariciando su mejilla enrojecida lo despertaron de golpe, incentivando a que los ojos cafés del chico mostraran sus emociones al abrirse de par en par. Cuando buscó la respuesta de ese tacto, creyendo que quizás era de Sugawara o Daichi, su sorpresa se presentó tanto en su rostro, al toparse con la figura seria de Kageyama, moviendo su mano lentamente sobre su piel lastimada, quizás en un extraño modo de consuelo que planeaba hacerlo caer.
—L-lo... lo siento. —Fue lo único que pudo articular el mayor, evadiendo la mirada ajena, buscando observar hacia las esquinas del enorme gimnasio y fingir que no estaba haciendo lo que hacía: ¡no se estaba disculpando con Hinata! (Sí lo hacía).
Shoyo no pudo evitar olvidar su dolor por unos pequeños instantes, incluso torpemente y con la experiencia al filo de un cuchillo que se estrelló en su corazón. Lo que podía hacer no era del todo perfecto, ni siquiera pudo describir con poesía lo que sintió, porque esa extraña emoción le hizo creer que era algo que nunca pasaría, ni siquiera en sus sueños más vergonzosos que había tenido con Tobio. Esa emoción golpeaba su pecho, tan violentamente que lo revolvió. Su color rojizo en sus cachetes terminó por matarlo y lo delataron al instante ante la mirada curiosa de todos los espectadores, siendo Tanaka y Nishinoya los más ruidosos por querer gritar lo que habían encontrado.
—¡Shoyo! —gritó con emoción Nishinoya, rompiendo el extraño momento de antes para colgarse de los hombros del mencionado, empezando a brincar sobre él, impulsándose con la fuerza de sus brazos—. ¡No tenía idea de tus sentimientos tan puros!
—Ya veo, así que era por eso que nunca mencionabas a una chica cuando preguntábamos por tus gustos —chilló con orgullo Tanaka, simulando limpiar una lágrima en sus ojos con su propio dedo y abrazaba a su pequeño Kouhai con un brazo sobre sus hombros.
—¿De qué hablan? —cuestionó perdido Hinata, como si se asfixiara porque fue en ese mismo instante en que la mano del dibujante se alejó de su piel. Por unos instantes, por muy pequeño que fuera, sintió que se le era arrebatado algo importante.
—Ya veo, así que yo perdí incluso antes de que iniciara mi intervención —razonó Suga, un poco perdido ante los hechos tan claros que tenía frente a sus narices, pero tampoco se veía dolido. Un rival amoroso muy peculiar. Daichi lo miró raro, sin entender nada.
—¡No es momento de ponernos a jugar, debemos de ir a casa de inmediato!
—Hinata. —El llamado de Kageyama al más bajo logró detener la atención del trío que se había alocado infantilmente por el manjar romántico que habían tenido el gusto de degustar. Hinata miró a Kageyama.
Kageyama al principio no dijo nada, porque el tiempo simplemente no se lo permitió, cuando menos se lo esperó, ya era arrastrado por todos (especialmente por Daichi) hacia la salida, directo hasta el salón del club para que pudieran cambiarse rápidamente.
Pero Tobio estaba seguro de que no podía dejar pasar esa oportunidad: un tifón se acercaba, y era una de las situaciones más utilizadas y clichés en las comedias románticas, porque convenientemente eran de esas pocas veces donde dos personas se quedaban en un mismo lugar, sin poder salir de casa por el tremendo aguacero que caería. Tobio simplemente no podía dejar escapar esa oportunidad: ¡no!
Las oportunidades estaban para aprovecharse, ya que hasta daba la casualidad de que sus padres no estaban en casa ese día, como todo un cliché. ¡El mundo del BL era tan conveniente!
—Oye, Kageyama —habló Hinata de repente, despertando a Tobio de su trance al sentir que fue jalado por la pequeña mano del chico de su ropa toda sudada por el partido. El susodicho lo miró, con el ceño fruncido y la seriedad al tope, esperando que hablara—. Lo siento por no poder salir contigo después del club.
—No era algo que pudiéramos evitar, no importa —comentó, mirando hacia el frente para hacer saber que realmente no ocurría nada de malo ante la falta de oportunidades que tenían... ¡porque ahora había llegado una dorada!
Kageyama simplemente no podía dejar escapar esa oportunidad. Pero realmente no sabía si lo estaba haciendo por su manga, o por gusto propio...
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