Capítulo 04
Capítulo dedicado a: Shikibeibi96, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
Las cosas habían salido mejor de lo esperado, para su suerte. Sugawara había sido atento para cada una de las palabras que ambos tenían que decir, y fue comprensivo en todos los hechos presentados, mostrando una dulce sonrisa en sus labios que mostraba su claro apoyo que se habían ganado, incluso les había dicho que los apoyaría en lo que fuera. ¡Eso era magnífico!
Kageyama sintió como algo revolvió sus entrañas, un poco nervioso, unos sentimientos no muy bien vistos mientras esa mañana iba de camino a la escuela. Sus pupilas de vez en cuando daban largas miradas al cielo, notando la alineación perfecta de las nubes. No parecía que hubiera un mal tiempo según el pronóstico, pero había varias advertencias de tifón rondando esos últimos días.
Al llegar al cruce en el que algunas veces se encontraba con Hinata se sintió un poco aliviado, creyendo que esa mañana no lo vería (para su suerte), ya que todavía no tenía ni siquiera la menor idea de cómo tratar a alguien si estaban saliendo.
Para su mala suerte, ésta le sonrió esa pacífica mañana en la que su tranquilidad se mezclaba con el ambiente matutino, al instante en que la figura delgada y masculina del chico de hebras naranjas entró en su campo de visión, caminando, sin montar su bicicleta, a su vez, ésta iba a su lado. Tobio sintió que algo se revolvió en su estómago y cuando una pequeña parte de él quiso decirle que Hinata todavía no lo había visto, los ojos cafés posándose sobre su vista y la enorme sonrisa delineando en la cara ajena le hicieron saber que sus preocupaciones habían salido un poco justificadas, pero, ya no podría huir.
—¡Buenos días, Kageyama! ¿Qué tal todo? —preguntó el menor, cuando los pasos ansiosos de huir del mayor llegaron hasta quedar frente a frente.
—Todo está bien, supongo... —Para estar nervioso su tono habitual seguía saliendo con total naturalidad. Punto bueno para Kageyama: ¡había ganado esa partida!
De ahí en adelante, el silencio sepulcral inundó la instancia, siendo incentivado cuando los irises azules del mayor lograron chocar con fuerza contra la diminuta figura intranquila del chico de menor estatura. Lo vio apretar el manubrio de su bicicleta, el color rojizo inundó sus mejillas y se notó avergonzado.
Kageyama entró en pánico: ¿qué demonios estaba pasando ahí? ¿Por qué de repente el rumbo había girado a ser uno romántico? Había sido su culpa, sí, pero no esperaba que Shoyo se lo tomara tan en serio. Si bien, era cierto que a veces ciertas emociones podían llegar a ser imitadas por personas cercanas cuando no sabían qué hacer, que Kageyama empezara a arder en rojo, su corazón saltara de su pecho y los temblores le impidieran pensar correctamente eran posiblemente su propio juego de autodefensa que buscaba combatir la situación.
—¿Sabes? He pensado en una forma de ayudarte, y creo que lo mejor es recrear situaciones románticas típicas de un BL, así podremos acostumbrarnos... —comentó Hinata, alzando su vista de repente y chocando con el cuerpo asustadizo y primerizo de Tobio en cuanto a situaciones románticas.
El de cabellos alborotados pensó que Tobio era extraño, al verlo recobrar la compostura tras el sobresalto, pasando su mano sobre su cara ruborizada, intentando no ser tan obvio. Shoyo, por más que quiso pasar eso por alto, se terminó comiendo una risa.
—¡Kageyama, eres muy chistoso! Pareces bastante nervioso, como si nunca hubieras salido con alguien en tu vida... —Se carcajeó abiertamente, mostrando su inocencia al decir esas palabras. Realmente su verdadera intención no era ofender a su compañero, pero Tobio lo tomó de forma literal, teniendo la vaga sensación de que la furia llegaba hasta su cara, y la dejó salir colocando su mano sobre los cabellos de Hinata, haciendo presión hacia abajo, como si quisiera hundirlo.
—¿Qué tiene de malo que nunca haya salido con alguien? ¿Eh? —aludió alterado, haciendo más presión. Hinata empezó a soltar quejidos, fuertes quejidos, teniendo que aferrarse con más fuerza al manubrio—. Te aseguro que tú ni siquiera has salido con alguien, ¿verdad? —A pesar de que se quería burlar de él, una pequeña parte de su corazón de verdad esperaba que la respuesta fuera una aceptación a su alusión al pasado.
—Bueno, yo no diría que estábamos saliendo, p-pero, hubo alguien en la secundaria que me enseñó cosas que se sienten increíbles, ¡creo! —balbuceó Hinata de pronto, empezando a explotar en rojo, al apartar la mirada y tratar de soltar simples pucheros al hablar. Tobio de pronto tuvo la amarga sensación de que estaba cayendo en una terrible zanja al ver que Shoyo ya había tenido a alguien antes que él—. Pero quizás me sentía muy: gwhaaaa, con él. Pero no soy gay, así que debió de ser algo pasajero. —Mentira, ¡mentira!
—¿Te estás dando cuenta de que te estás contradiciendo tú solo? —cuestionó el de cabellos negros, con la mirada perdida y sintiendo como era tragado, engullido y desechado. De repente, soltó su agarre sobre los cabellos ajenos y bajó ambos brazos a sus costados, notando de improviso como Hinata respiraba aliviado y se arreglaba sus cabellos naranjas.
—Entonces, ¿nos vamos? —interrogó de improviso, tras lograr calmarse, teniendo que agitar su mano derecha frente a la cara del más alto para que éste le hiciera caso, y para cambiar el tema haría lo posible: no quería revivir romances extraños del pasado.
Tobio logró reaccionar, bajando de su nube de extraños sentimientos encontrados gracias a esa petición, mirando directamente a la cara al segundo más pequeño del equipo de Karasuno. No tardó en asentir un poco perdido, colocando su mano sobre sus propios cabellos azabaches en un extraño modo de hacerse entrar en razón, y simplemente siguió sin decir palabra alguna al alegre chico que ya se le iba adelantando por unos cuantos pasos.
—Pero, ¿en serio? ¿Nunca has tenido pareja? Se me hace raro... —atribuyó Shoyo con facilidad, bajando un poco el paso de sus pisadas para que Kageyama lo alcanzara. El mayor alzó sus hombros con simpleza, restándole importancia y arqueando sus cejas, sintiendo una duda pura.
—¿Por qué es raro? Estar con alguien sería una pérdida de tiempo...
—Bueno, en eso concuerdo. Pero me refiero a que eres atractivo... o bueno, al menos así te consideran muchas chicas de mi aula —aseguró, tronando sus dientes con cierta envidia pura ante la popularidad y la suerte de algunos. Tobio se perdió, pero quiso mofarse de Hinata por alguna razón que no alcanzó a entender—. Así que no creo que alguien no se te haya declarado. Quizás te han mandado cartas o no sé...
Kageyama dilató sus pupilas de golpe y sintió como era golpeado por la fría realidad, siendo el causante el pequeño chico, teniendo recuerdos amargos de las veces en las que llegaba a la escuela y había una que otra carta de algunas chicas o chicos que le pedían verlo en la parte más alejada de la escuela, o cerca del gimnasio que utilizaban los chicos del club de voleibol. Siempre las ignoraba, ¡no podía ser!
—¿No eran cartas con amenazas y que me desafiaban a pelear? —gritó alterado, consternado y teniendo la clara sensación de que era un poco patético por creer que esas cartas eran invitaciones de pelea, y él nunca se presentaba porque no quería terminar suspendido y no jugar voleibol correctamente—. ¿Eran confesiones de amor?
Tobio estaba sorprendido y su cara hecha un poema. Hinata lo miró raro.
—¿En serio eres el genial Hiiro-sensei?
Kageyama se había calmado por pura suerte, aceptando vagamente que Hinata era todo un caso. No podía simplemente calificarlo como alguien normal y pasarlo por alto. No, simplemente era imposible si lo pensaba seriamente y con superficialidad.
—Dime, Kageyama, estamos cerca de la temporada de exámenes, ¿estás preparado? —cuestionó Hinata con alegría, ensanchando su enorme sonrisa en sus labios y tratando de encarar directamente a la cara a ese chico con rostro serio. Tobio lo miró a la cara de reojo, un tanto perdido y nervioso ante las afirmaciones.
—Sí, es lo que he visto. He intentado estudiar por mi cuenta... —«No salió como esperaba», no se atrevió a decir lo último, porque una parte dentro de él le gritaba que se dejaría vencer frente a ese enano—. ¿Tú has estudiado, idiota? Si no vas al campamento sería un problema grande para el equipo...
—No, pero recé. Noya-san me dijo que es efectivo —alardeó, como si hubiera dicho una cosa genial, incluso se había tomado el lujo de haber pasado su mano sobre sus propios cabellos, jugando a darles impulso con sus manos para que volaran al aire dramáticamente. Kageyama, un tanto agitado por esa afirmación, trató de procesar la situación, hasta que al final pareció conectar algunos puntos, y terminó por explotar, con el enojo acumulado en su cara.
—¡¿Me estás jodiendo?! —regañó con completa honestidad sincera, mirando con su típica cara de pocos amigos. Hinata sintió que el aire se le iba, dando un pequeño brinco y afilando sus pupilas al verlo actuar tan responsable. ¿Kageyama era responsable?
—¿Q-qué pasa? ¿Quieres pelear? —Shoyo se mostró arisco, siendo un pequeño y diminuto cuervo que se revelaba contra un humano por haber sido molestado. Sus dientes en algún momento los había enseñado en modo de ofensa total, simplemente logrando sacar cierto brillo en la cara ajena, quizás porque encontró algo maravilloso. ¡Hasta una de sus inexpertas sonrisas se le había escapado de sus labios! ¡Qué aterrador! Hinata estaba que lloraba: ¿en serio él había sido la persona con la que estaba saliendo actualmente?
—¡Es una idea genial! ¿Fuiste a un templo? —soltó por fin sus verdaderos sentimientos, dejando en blanco a Shoyo y con el sudor y la muerte rozando su hombro en el instante genuino en que la enorme mano de Kageyama logró caer sobre sus cabellos naranjas, obligándolo a que lo mirara. Kageyama también se había inclinado un poco para poder hablar con él.
—No fui, ayer hacía frío y estuve ocupado practicando pases conmigo mismo. Pero recé en casa... —citó lo que había dicho el día anterior, mirando un poco hacia arriba para poder mirar a los rasgados ojos de Tobio.
—La próxima vez vayamos al templo juntos, idiota. Podrías no estar rezando correctamente y tus rezos no llegarán —declaró el más alto, por fin alejando su mano de los cabellos del más bajo. Hinata soltó un puchero, y se creyó ofendido por esas palabras tan extrañas—. O pedirle ayuda a Yachi-san de nuevo...
—¿Y cómo puedo garantizar que tú sí sabes rezar correctamente? No tienen sentido —argumentó con la ofensa y la molestia plasmada en su cara, tragándose el miedo y simplemente cayendo en la cuenta de que ambos eran rivales, eran iguales, técnicamente.
—¡Tú, Hinata, idiot-...! —Su insulto quedó a medio camino, cuando ambos pasaron por la calle en la que siempre se exhibían aparatos electrónicos.
El mencionado soltó un grito de emoción para nada disimulado, y se dirigió corriendo y arrastrando torpemente la bicicleta a su lado para llegar a ver lo que parecía ser un cartel del equipo de Karasuno. El de orbes cafés había terminado al final de cuentas completamente embelesado ante la imagen presentada, con su boca expresando su alegría al estar abierta, y un enorme rubor inocente en sus mejillas. Kageyama hasta podía declarar que había escuchado los latidos de Shoyo en su pecho, como si estuvieran conectados.
—Oye, ¿qué es tan importante como para mostrar esa cara tan brillante e ignorarme? —expulsó los hechos el mayor, con completo aire aburrido y un tanto amedrentado, no teniendo más opción que apurar un poco el paso para mirar lo que Hinata miraba.
Al llegar, notó lo que sería el dibujo que había creado el día anterior: una persona que a simple vista se notaba que sospechosamente era Hinata, dando un enorme salto de magnitudes bastante grandes que parecían desafiar la gravedad. El brinco era enorme, su ángulo era perfecto, y frente a él había una pelota. La palma de su mano del chico estaba cerca de rozarla. El dibujo era magnífico, y Hinata parecía entender eso, a pesar de que Yachi y Kiyoko habían ayudado colocando el color y las letras distribuidas con el eslógan: «tú puedes volar aún más alto», Hinata estaba encantado con los trazos en sí. Y ésa quizás fue la razón por la que Tobio apartó su vista de una más de sus creaciones, para ver el pequeño rostro de Hinata mostrando completa alegría pura, maravillado con una creación cualquiera para Kageyama.
Si Kageyama le mostrara algo único a Hinata, algo que sólo ese enano pudiera ver, ¿se vería igual de feliz?
Sin querer, eso lo llenó de un sentimiento extraño y similar a la dicha. Nunca se había puesto a mirar la cara de aquellos a quienes seguían su trabajo, quizá por eso tampoco había notado el cambio de calidad: ¿sus rostros mostraban emociones similares? ¿En algún punto se los comió la decepción?
—¡Hiiro-sensei hizo un dibujo de mí! —exclamó el menor a una pregunta, un poco tardía antes que nada. En algún momento las puntas de sus zapatos habían sido el peso de su cuerpo, levantando sus talones un poco, y volviendo a caer, una y otra vez, divirtiéndose.
Tobio, a pesar de eso, trató de convencerse que ese brillo en sus ojos no era nada para él... qué mentira.
—Pues claro, lo dibujé yo... —Un comentario terminó por recibir la completa atención absoluta de Hinata. El de hebras naranjas regresó a la vida real con esa afirmación, dedicándose a mirar a la cara a ese atractivo chico que estaba a su lado. Y ahí, Hinata se dio cuenta de que entre ambos sí había algo diferente—. Y ahora que estamos oficialmente «saliendo», es como si me tuvieras sólo para ti. Me has monopolizado por completo...
—¿Qué es «monopolizado»? —Hinata fue serio al preguntar. Kageyama se tardó unos momentos, antes de alzar sus hombros.
—No lo sé, ayer lo escuché del idiota de Tsukishima. Se lo dijo a Yamaguchi, se oía genial...
—Ya veo. ¡Buscaré más tarde qué es! —Sonrió ampliamente al afirmar eso.
Sin embargo, no importaba cómo, las palabras de Kageyama que Hinata alcanzó a comprender habían caído con fuerza sobre su cabeza: ellos estaban saliendo, era cierto.
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