Capítulo 02
Capítulo dedicado a: UnDulceChocolate, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
—¿Conoces a Hiiro-sensei? —preguntó Kageyama con simpleza, arqueando sus cejas ante la afirmación del mayor. Hinata parpadeó un buen par de veces, teniendo la completa atención del que lo había interrogado y de Tanaka y Nishinoya. Ahí algo muy dentro de su mente pareció atinar a lo que implicaba que conociera a esa dibujante.
—¿Quién es Hiiro-sensei? —cuestionó inocentemente Noya, sacudiendo a Hinata que se había quedado en un ligero estado de trance.
Lo único que obtuvo como respuesta fue que el color rojizo explotara sobre las níveas mejillas de Shoyo, teniendo que esconder su vergüenza con sus dos manos, soltando el extraño dibujo que había hecho y cayendo al suelo.
—¡Idiota, hiciste que dijera algo vergonzoso! Eres un idiota, idiota, idiota, idiota, idiota... —confesó el más bajo, murmurando cosas inaudibles. Tobio no pudo evitar fruncir su ceño ante su comportamiento.
—¿Ah? ¡Tú eres el idiota! —aseguró el hombre más alto, forzando a que bajara las manos de su rostro al lograr pellizcar su mejilla.
—¡Ah, duele, Kageyama! —Se quejó, empujando el brazo del mencionado para que lo soltara. Dio un gruñido cuando logró su cometido, y pareció reacio con el color rojizo en su cara—. Y m-más bien, ¿por qué tú conoces a Hiiro-sensei? —contraatacó la pregunta. ¿Cómo Kageyama Tobio conocía a un dibujante de mangas BL? No desaprovecharía la oportunidad para olvidar su vergüenza, al verlo tenso por las insinuaciones, forjando una sonrisa en sus labios, y empezó a picarle el abdomen—. No sabía que tuvieras esos gustos, Kageyama-kun...
—Eso aplica también para ti, idiota.
—¡Cá-cállate, no es cierto! —Rápidamente la jugada se le volteó.
Kageyama sabía que era bastante vergonzoso para algunos chicos revelar que les gustaba ese tipo de contenido, lo sabía perfectamente. Un claro ejemplo había sido al intentar iniciar una conversación con Oikawa, fuera del horario del club y en su antigua secundaria. Tooru quizás ese día estaba de mal humor, ya que cada rato le sacaba la lengua y lo insultaba, pero cuando trató de insinuarle su pasatiempo, sólo se llevó de su parte: «los hombres que dibujan romances entre dos hombres son homosexuales, es obvio, ¿no?», pero nunca le importó eso realmente, incluso después de recibir esas palabras, no le encontraba nada de malo. Además, ese comentario no cobraba fuerza cuando a ese atractivo jovencito lo había encontrado por accidente besándose con Iwaizumi.
Pero tal vez había ciertas personas que odiarían que los encasillaran de esa forma sólo por dibujar o ver ese tipo de contenido. Ahora que lo pensaba bien, él estaba actualmente buscando a otro hombre para poder entender a su protagonista, ¿eso contaría como un acto homosexual? Francamente no le importaba.
Sin querer, terminó por darle una mirada a Sugawara, y él la notó al instante. Lo vio un poco nervioso, y como intento de calmar a su superior, agudizó su vista. Koushi entró en pánico y trató de sonreír, como si nada hubiera pasado. Luego, Tobio dio un bufido por lo bajo y apartó la mirada, un poco avergonzado porque había sido rechazado por su superior y a él debía de sacarlo de la lista de sus posibles candidatos (realmente no tenía una lista, ni siquiera amigos).
Sugawara logró dar un respiro pesado, sintiendo que de cierta forma sí había sido bastante difícil mantener una mirada con él. Daichi no tardó en notar su comportamiento un tanto extraño que estaba mostrando.
—¿Te sientes bien?
—Sí, Daichi. No pasa nada... sólo que, acabo de rechazar a mi primera confesión romántica. —Rio notablemente extrañado al afirmar esas palabras. Sawamura no pudo evitar mirarlo un poco extrañado, pero quizás sólo era un poco de interés.
—¿En serio?
—En serio —aludió, dando un asentimiento y sonriendo con simpleza, luego, sin ni una pizca de intuición, mostró completa inocencia hacia Kageyama, volviendo a tener una extraña sensación de amargura en su boca—. No me molesta que sea un chico, incluso creo que a veces veo a otro hombre y digo: «oh, qué atractivo se ve». Pero creo que de igual forma él no me entendió, esperaré a que terminen las prácticas para aclarar todo.
—¿«Él»? —preguntó Daichi de pronto, un poco sorprendido por eso, pero logrando obtener información valiosa de ese joven. Por alguna razón, su respuesta casi le arrancó una sonrisa de su boca.
—¡Sí! ¡Él! —Sonrió, orgulloso. Quizás ya asimilándose a sí mismo que no pasaba nada y que el género era lo de menos: ¡alguien se le había confesado!
Cuando las prácticas culminaron, Kageyama había llamado por teléfono a su editor, mientras iba de camino hacia los vestidores principales. Preguntó más referencias exactas, ya que en su momento no había tenido el tiempo suficiente como para poder formular preguntas certeras. La respuesta que había recibido sonó mucho mejor de lo esperado: «busca a alguien que se parezca a tus personajes. ¿Alguien a tu alrededor se parece a Dai? Por lo que tengo entendido es una persona extrovertida, alegre y que le encanta socializar con todos; sin embargo, es bastante tímido en cuanto a sentimientos románticos».
Tobio pensó seriamente esas palabras, mientras se iba colocando poco a poco los pantalones del traje de descanso oficial del club de voleibol de Karasuno. Él era el último en la sala del club, la mayoría ya se había ido a casa después de terminar, y él estaba un poco retrasado, debido a que fue interceptado por Yachi y Kiyoko al ser su dibujo el ganador. Las únicas cosas que quedaban en el salón eran las de Hinata y Sugawara, pero a ellos les había tocado limpiar el gimnasio.
Kageyama estiró su chamarra al colocarla, frunciendo un poco sus labios y sólo atinando a ser levemente sincero al morder sus labios: experimentar era difícil. Lo peor era que afirmaba eso cuando ni siquiera lo había hecho porque no había conseguido a un candidato que aceptara ayudarlo.
¿Quién se parecía a su odioso Dai que a veces hasta a él mismo lo sacaba de quicio? ¿A quién conocía que tenía el descaro de hacerse amigo de cualquiera que se le pusiera en frente? ¿A quién conocía que era extrovertido y alegre, pero cuando se avergonzaba se mostraba tímido y reacio? ¿A quién conocía y siempre tenía una sonrisa en sus labios?
Era una tontería, una muy grande, no se había inspirado en nadie a la hora de crear personajes, sólo los hizo porque sí (al igual que la historia). Por eso era una estupidez, no existía una persona que pudiera combinar perfectamente con un personaje ya creado, como si hubiera sido la base de la inspiración para el personaje. No hay, no exis-...
—¡Me voy a casa! ¿Qué voy a cenar hoy? Na, na, na, ¿qué voy a cenar hoy? —La voz desafinada de Hinata al cantar un verso de una canción desconocida fue como un rayo revelador directamente a la cara de Kageyama.
Seguido de su ruidosa entrada, la puerta del salón del club fue abierta de par en par, dejando que la delgada y esbelta figura de Hinata se presentara en el ambiente, dando suspiros cansados y unos largos bostezos que se hicieron presentes.
—¿Qué pasa, Kageyama? ¿Todavía sigues aquí? —cuestionó con el cansancio a flote y estirando sus manos al aire en señal de fatiga. El mayor estaba perplejo por su reciente salvación, como si lo obvio hubiera estado frente a sus narices y nunca lo hubiera notado: ¡Dai se parecía a Hinata!
Ahí, Kageyama se quedó en trance, tratando de procesar lo que ocurría, fingiendo completa indiferencia en el exterior, mientras en su interior se desarrollaba una batalla campal en la que un millón de sus yo pequeños dentro de su cabeza gritaban y trataban de hacer entrar en razón al más grande: ¿cómo? ¿Pedirle ayuda a ese enano? ¡Antes muerto! Preferiría que su manga fuera en picada y terminara en malas ventas y críticas destructivas (realmente no quería eso).
—¿Y Sugawara-san? —Fue lo único que alcanzó a preguntar, al mismo tiempo que un humo invisible salía de sus orejas por el exceso de esfuerzo al pensar. Los idiotas que se dejaban guiar por sus instintos eran los peores, ¡no lo hagas, Kageyama!
—Está cerrando el gimnasio, no creo que tarde —aludió, con una sonrisa torpe en su cara. Caminó directamente hasta sus cosas tras cerrar la puerta, dispuesto a cambiarse—. ¡Estoy cansado!
Kageyama lo miró de reojo, mostrando una clara sonrisa en su rostro, no pudiendo hacer más que ladear sus labios a una extraña muestra de curiosidad porque esa simple idea que se había colado por su mente simplemente fue perfecta. Apretó con fuerza sus puños, y maldijo todas sus inseguridades y su estúpida suerte.
—¿Estás bien, Kageyama-kun? Estás muy callado. —Shoyo se acercó lentamente a él, con una amable sonrisa en sus labios y mostrando un ligero gesto infantil. Temeroso tocó con la punta de sus dedos la chamarra negra del club de Tobio y lo incentivo a mirarlo.
Hinata enrojeció suavemente cuando los dos chocaron miradas, y no pudo evitar pensar que sólo se preocupaba por él por cortesía, no porque lo apreciara, no. Su pensamiento divagaba, mientras hacia un puchero.
—Si yo fuera Hiiro-sensei, ¿te molestaría? —Contrario de contestar la pregunta, Kageyama la cambió radicalmente, dejando a Shoyo con un extraño escalofrío recorriendo su columna vertebral.
Otra vez ese tema.
—¡Sigues insistiendo con eso! ¿Te quieres burlar de mí? —cuestionó con completa torpeza, arqueando sus cejas en señal de clara molestia verdadera. Empezó a sentir como poco a poco el color rojizo poblaba sus mejillas, mientras se deshacía de su playera toda sudada que ocupó en la práctica—. Además, ¿cómo está eso de que eres Hiiro-sensei? ¿Sabes siquiera quién es esa persona?
—Sí, un dibujante de mangas Shonen Ai o BL —afirmó con simpleza, alzando sus hombros y tratando de no mostrar sus verdaderos sentimientos al fruncir su ceño con completa molestia por lo irritado que se sentía.
Pronto notó como la mirada perdida de Hinata lo miraba, completamente desorbitada y como si se muriera ahí mismo. El alma se le había escapado y Kageyama no pudo hacer más que dejar escapar un grito al verlo en ese estado: ¿qué demonios le pasaba a Hinata?
—¡Te j-juro que no soy muy fanático de ese género! No es como si me hubiera leído Given, Junjou Romantica, Love Stage!!!, o Sasaki To Miyano, ¡no! —comentó entre gritos el más pequeño, con la desesperación al límite y con la cara del color de un tomate. Tobio arqueó sus cejas, con completa actitud perdida de forma certera ante el evidente nerviosismo de Hinata: ya estaba completamente rojo, temblaba de pies a cabeza y le evadía la mirada, era claro que mentía—. Es que bueno, la trama siempre ha sido buena desde el momento en que salió. Al principio creí que era un Shonen porque cuando compro un manga sólo me fijo en la portada y nunca leo la descripción...
«¿Quién se creería esa mentira?», claramente Tobio no, sabía que las portadas dibujadas eran entre dos hombres abrazados, dándose mimos. ¡Estaba mintiendo! ¡Hinata mentía!
—Deberías de hacerlo —aseguró el otro, un poco dubitativo y hablando por experiencia.
—¡Pero era un BL, y tampoco se veía tan mal! Así que le di una oportunidad... —El tono de su voz iba bajando considerablemente, mientras sus cachetes parecían asfixiarse todavía más entre el color carmín. De un momento a otro había empezado a sacar pucheros, y sus dedos chocaban entre sí en busca de encontrar la inminente calma que le hacía falta—. Realmente fue muy bonito, la relación de ambos protagonistas era muy tierna, y parecía que el autor se esforzaba con cada página y diálogo... además jugaban voleibol —terminó su explicación, sin poder mirar al otro a la cara siquiera. Y cuando levantó la vista, con lo que se topó fue con la mirada perdida de Tobio, como si hubiera dicho algo que lo dejó impresionado. Su boca estaba abierta de par en par, y parecía haberse quedado a mitad de un procesamiento de datos.
Hinata ahí se dio cuenta de lo que decía y terminó por congelarse de igual forma, queriendo que la tierra se lo tragara. Soltó un grito plañidero y posó sus manos sobre sus hebras naranjas, antes de revolverse en pensamientos arrepentidos.
—¡¿Por qué te estoy contando esto a ti?! No tiene-... —Calló de golpe el menor, con su oración a medio camino al ser tomado por los hombros violentamente por Kageyama, al mismo tiempo que el mayor se acercaba presuntamente hasta su rostro. Todo se detuvo, cuando los orbes cafés y las azules se encontraron en algún punto. Que Hinata se sintiera extraño al tener a alguien tan cerca fue lo peor.
Sentimientos que creyó muertos revivían. En la secundaria había sentido algo romántico por otro chico, no podía ser igual, el sentimiento no se parecía.
«¿Estoy en un manga BL? ¿Aturdir es una nueva forma de conquistar? ¿Qué hago para rechazar algo así?»
—Déjame pensarlo por favor... —murmuró el menor, completamente rojo y bajando la vista tímidamente al suelo.
—¿Hablabas en serio? —llamó Kageyama a Shoyo, logrando llamar su atención, y logrando percatarse de que había un diminuto rastro de ilusión y brillo en sus orbes azules que usualmente miraban todo con indiferencia—. Respecto a tu opinión del manga, ¿es en serio? ¿No estás bromeando conmigo, Hinata idiota?
Shoyo entendió que todo lo había interpretado de forma errónea, quedándose en blanco al no saber exactamente cómo plasmar la vergüenza pura en su cara por tremenda equivocación, simplemente limitándose a hablar.
—Sí, hablaba en serio. —Se limitó a responder, un poco extrañado por la situación, antes de sacar a flote ese pequeño y diminuto lado incrédulo que tenía muy adentro de su pecho—. ¿Por qué te interesa tanto esa opinión? Parecías muy emocionado, Kageyama. —Se mofó de él abiertamente y con la inocencia a flote, sacando una sonrisa torpe de sus labios a la hora de afirmar eso. El mencionado se tensó, mostrándolo abiertamente al apretar un poco el agarre que mantenía al apresar a Hinata de los hombros, y temblar de forma frenética.
—Es porque yo soy Hiiro-sensei... —susurró, lo suficientemente bajo para que lamentablemente Hinata no lo escuchara.
—¿Dijiste algo? —Eso era el colmo.
—Que yo soy Hiiro-sensei —dijo un poco más alto, y Hinata sólo pudo escuchar una parte.
—¿¡Tú también sigues a Hiiro-sensei!? —Pareció emocionado por encontrar a alguien con los mismos gustos que él, dando un salto enorme lleno de alegría. Tobio no pudo hacer más que mostrar su molestia al arquear sus cejas—. ¡Hace unas horas salió el nuevo tomo del manga, así que tuve que llegar un poco tarde a la práctica sólo para conseguirlo! ¿Cuál es tu parte favorita?
—¡Yo soy Hiiro-sensei! —gritó al final, completamente desesperado a la hora de afirmar eso. Hinata se quedó quieto cuando Kageyama descarriló sus pensamientos. Lo vio respirar agitado, como si se hubiera deshecho de un enorme peso extra en los hombros, y Shoyo ya se había quedado mudo, con los labios abiertos y las palabras en la boca. No daba la impresión de que Tobio jugara, y era cierto que su estilo de dibujo era parecido... ¡no era parecido, era idéntico!
No pudo evitar soltar un grito ahogado por la sorpresa.
—¿Es una broma?
—No.
—¡Ah! —Fue lo único que escapó de sus labios, antes de avergonzarse hasta el tope y pedir en una sacudida de hombros que fuera soltado. Apartó la mirada con completa torpeza, y pronto se giró, evitando la mirada de Kageyama o cualquier acción curiosa que lo delatara. Tobio sólo lo vio de espaldas, observando el momento exacto en que subió sus manos hasta sus mejillas y luego se cubrió el rostro. Sus orejas estaban completamente rojas también.
Kageyama entró en pánico: ¿había hecho algo?
—Oye, Hinat-...
—¡Espera, espera! ¡Lo estoy procesando! —exclamó, completamente apenado. Kageyama se quedó sin palabras, viendo como Hinata bajaba las manos de su cara, y trataba de mostrarse fuerte—. ¡Maldito Kageyama!, ¿por qué tenías que ser tú? ¡Idiota, idiota, idiota! —Se descarriló completamente en sus insultos, antes de voltear completamente hasta donde estaba el mencionado, con completo enojo atorado en su cara ante los insultos recogidos—. ¡Espera! —pidió, poniendo su mano derecha similar a la parada clásica de «alto». Tobio se deshizo de los insultos por impulso y guardó silencio, no escapándose las acciones del más bajo de su punto de mira.
Shoyo se alteró, y prestó su atención a su mochila, buscando algo. Al haberlo encontrado, mostró su entusiasmo con esa típica sonrisa alegre que enseñaba todos sus dientes, y sacó el tomo más reciente de su manga, el número cinco. Acto seguido, lo vio ponerse de pie a una velocidad sorprendente, y tras un parpadeo, ya estaba frente a él, extendiéndole su tesoro más preciado de ese día.
—A pesar de que eres un idiota del voleibol, tienes una cara aterradora, me golpees y me grites demasiado...
—Todos son insultos. —La ofensa estaba sobre el rostro atractivo de Tobio, indignado hasta más no poder porque la sonrisa en los labios de Hinata era completamente sincera al afirmar eso.
—¡No interrumpas! —exigió, antes de dar un carraspeo—. Aun así, creo que tienes mucho talento. De verdad, me gusta mucho tu trabajo, así que dame tu autógrafo, por favor... —pidió, con honesta actitud, dando una reverencia de respeto.
Kageyama se quedó en blanco, no pudiendo ni siquiera vengarse porque se había sentido extrañamente bien que alguien le dijera eso. Cuando tomó entre sus manos el tomo más reciente que compró Hinata y sus manos rozaron por accidente, un impulso llevó a Tobio al planteamiento principal.
Era ahora o nunca.
—¿Puedo pedirte un favor, idiota?
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