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Capítulo 01

Kageyama había aceptado la sugerencia de su editor, siendo bastante calmado a la hora de admitir que posiblemente ése era el problema que tenía con respecto a eso. Debía de experimentar. Pero, ¿experimentar exactamente cómo? No había indagado más en el tema porque en su momento no se le ocurrió, pero ahora que lo planteaba en palabras y lo pensaba detenidamente lo mejor que se le permitía, no sabía exactamente qué hacer en casos como ésos.

¿Debía de buscar a alguien? Algo similar a recrear escenas clichés y poder entender el significado detrás de éstas... era buena idea. Para ser honesto, nunca se había enamorado, y tampoco quería eso. Muy al contrario, le gustaba dibujar desde que tenía memoria, su madre literalmente lo había obligado a asistir a cursos de dibujo si quería ir a un club de voleibol local en primaria. Y sus gustos hacia el BL se debían a un drama televisivo de dos jugadores de voleibol (y aunque al inicio lo incentivo a verlo por esa misma razón, todo decayó cuando vio a la pareja principal), los dos hombres masculinos se enamoraron. Cómo decirlo, ¡fue genial! A Tobio le gustó la dinámica, y tras muchos concursos y enseñanzas, por fin pudo debutar.

¿Quién pensaría que el profesor Hiiro era un chico de preparatoria que nunca había estado en una relación amorosa?

En definitiva, debía de pedirle ayuda a alguien para eso. Por obvias razones tenía que ser otro hombre.

Sus ojos azules no tardaron en mirar a todos los chicos del club, que estaban sobre la cancha, hablando o mostrando su entusiasmo debido a que faltaba poco para que la actividad preparada por Yachi y Kiyoko iniciara.

—¿Te sientes bien? —La voz de Sugawara lo hizo regresar a tierra firme, junto con una pequeña palmada en el hombro que lo condujo a la realidad. Tobio tuvo un ligero sobresalto, girando con torpeza hasta el lugar donde su superior estaba—. ¡No quería asustarte!

—No se preocupe —alcanzó a afirmar el chico, logrando entender más o menos las raras intenciones de ese chico que se preocupaba genuinamente por él.

Sugawara soltó un largo respiro, antes de sonreír en modo de apoyo, echándose a reír sin ningún tapujo y dándole unos buenos golpes en la espalda. El azabache se removió en su lugar, sintiendo como se le escapaba el aire a la fuerza por las extrañas acciones de su superior.

—¡Te preocupa algo! ¿Quieres hablar de eso? —susurró suavemente, sonriendo con completa amabilidad ya siendo algo normal en su naturaleza tranquila y eficiente. Tobio lo miró sin decir ni una palabra, parpadeando un poco y no pudiendo evitar sentir la enorme confianza de sólo contarle todo a alguien como él.

—Bueno, la verdad sí tengo un problema... creo —dijo de pronto, sin pensarlo mucho. El mayor no pudo decirlo correctamente, pero creyó por unos segundos que el ambiente se había puesto bastante pesado. Los nervios lo inundaron: ¿qué tan horrible debía de ser algo como para preocupar a Kageyama Tobio? Ojalá y no fuera algún tema romántico porque no tenía experiencia o idea de qué hacer—. Es algo romántico... es muy difícil. —Los instintos de supervivencia se activaron en alguna parte del chico más amable del grupo, sintiendo como su pálida piel se iba llenando de un enorme sonrojo y sus ojos orbitaron en la nada misma: ¿qué decir en algo que no sabía?

—Sí, del amor, sí. —El alma estaba que se le escapaba. Se moría ahí mismo y Kageyama no se daba cuenta—. Trataré de ayudarte en lo que pueda, sólo dime qué es lo que te preocupa. Pero no soy experto.

—Bien... —Tobio llamó de improviso, teniendo un diminuto rubor en sus mejillas, al mismo tiempo en que miraba a Yachi y Kiyoko acercarse, siendo la más alta quien levantaba su mano para que todos le prestaran atención—. ¿Le gustaría ser mi pareja de prueba?

De repente, todo se detuvo dentro del de cabellos grisáceos, abriendo sus labios en una intensidad menor, no esperándose realmente ese tipo de confesión. Sin querer, empezó a arder en color rojizo e incluso el humo empezó a salir de sus orejas, haciendo un corto circuito.

Debía de rechazarlo con sutileza.

—B-bueno... verás, no creo poder corresponder tus sentimientos, ya que, bueno... —Detuvo sus palabras en seco, removiendo toda su vergüenza al darse cuenta de que en sí realmente no tenía ninguna razón para rechazarlo, ¡pero tampoco buscaba algo romántico justo ahora! Posiblemente sólo era falta de interés. Ni siquiera podía funcionar bien, estaba que lloraba ahí mismo de los nervios: ¡era patético!—. No creo poder, no me molestaría contigo, pero no, no puedo, aunque sí quiero... —balbuceó cosas no entendibles para cualquiera, pero posiblemente en alguna parte de su cabeza sí tenían sentido.

—Nos están llamando —indicó el otro, tomando de la mano a su superior, indicándole con la mano libre que no tomaba la suya el pequeño círculo. Sugawara ya no sabía ni siquiera qué decir.

«Me siento como en uno de esos dramas de televisión», fue lo último que pensó, antes de acercarse al círculo del club, recibiendo sin objeciones las palmadas cómplices de Tanaka a su lado, y obligándose violentamente a prestar toda su atención en las actividades: ¡no podía dejarse vencer sólo porque su primera declaración romántica en toda su vida había sido profesada por otro chico!

—¿No falta Hinata? —preguntó Yachi, contando con sus dedos a todos los del club, y notando que el segundo más bajo del club no se encontraba ahí.

—¡Aquí estoy! —La voz del chico estalló en el ambiente, logrando que todos miraran por pura inercia directamente a la puerta principal, notando a un cansado y sudoroso Hinata que a duras penas se había logrado colocar la ropa deportiva del equipo en los vestidores. La respiración estaba agitada, y se notaba que había corrido bastante—. Disculpen la tardanza.

—¿Qué te pasó? ¿Estás bien? —Daichi pareció dudar de su estado, corriendo a auxiliar al menor, acercando su respectiva botella de agua para que tomara. Shoyo la aceptó gustosamente, y sin protestar tuvo un diminuto gusto exquisito al dar un largo trago. El azabache se alteró—. ¡Espera, Hinata, toma más despacio!

Cuando Hinata separó de sus labios la botella, pudo dar un suspiro, para demostrar que ese tipo de placeres sólo se daban tras haber soportado un largo camino en bicicleta para llegar a la librería de la prefectura y después regresar.

—¡Shoyo!, ¿dónde te metiste? —cuestionó Nishinoya con una enorme sonrisa de par en par, dando un salto enorme de alegría. El mencionado no tardó en contagiarse de alegría, recibiendo la petición de Daichi de sostener su botella porque tenía la ligera corazonada de que se iba a alocar un poco.

—Verás, Noya-san, tuve que ir a la librería cercana antes de que se acabará —comentó con la emoción al límite, dejando que un brillo extraño de emoción inundara sus pupilas cafeína. Su compañero no tardó en abrir su boca en forma de «O» antes de sonreír abiertamente y estirar sus manos al aire, chocando los cinco con Shoyo, ya que parecía ser el único que sabía de lo que hablaba (en definitiva: no, sólo se dejaba guiar por el ambiente).

—¿Qué le pasa a Hinata, Tsukki? —preguntó torpemente Yamaguchi a Tsukishima. El mencionado miró al menor que estaba bastante emocionado, y simplemente se dedicó a alzar sus hombros al aire.

—No le hagas caso, sabes que es raro. —Se limitó a responder.

Tobio no dijo nada, simplemente frunció su ceño y miró con cierta molestia no muy justificada a Hinata Shoyo.

—¿Un cartel? —preguntó con curiosidad Hinata, mientras asomaba torpemente su rostro a espaldas de la chica rubia, para poder leer las hojas que traía en manos, encontrándose que estás simplemente estaba en blanco. Las dos féminas asintieron, logrando captar un poco la duda.

—¿Creen poder empeñar un poco de su tiempo del club para realizar un rápido dibujo?

—Pero, ¿por qué no sólo tomar una fotografía? —cuestionó Yamaguchi. La chica de primer año negó frenéticamente.

—Ya lo hemos hecho las veces anteriores, y posiblemente eso en algún punto deje de parecer atractivo. Quizás realizar un dibujo serviría para innovar...

—¿También dibujáremos? —La cuestión seria de Tsukishima fue contestada sola, cuando Shimizu le entregó un pedazo de hoja de papel, con una sonrisa amable en sus labios.

—Sí, así es —respondió la mujer de mayor edad, dejando en blanco al rubio, porque el dibujo no era del todo su fuerte.

—¿Qué tenemos que dibujar? Estoy un poco nervioso. —Asahi ya empezaba a temblar, aceptando sentarse en el suelo con hoja y lápiz en mano. Yuu se burló de él sin buscar lastimarlo y le dio una fuerte palmada en la espalda.

—¡L-lo que quieran!, lo que les recuerde al voleibol... —comentó Yachi, un poco avergonzada y con los nervios a flote, sólo siendo amortiguados por las sonrisas de la mayoría del club.

—Algo que me recuerde al club... —Kageyama escuchó a Hinata hablar, siendo imposible no darle una breve mirada de reojo, notando esa extraña maña que tenía el más bajo de sacar su lengua. Parecía divertirse—. ¡Los voy a cautivar con mi hermoso arte! —Se mofó el chico con una sonrisa en sus labios, apurándose para pasar por la blanca hoja trazos gruesos y nada uniformes.

Tobio trató de ignorar el raro remolino de emociones extrañas cada vez que veía a Shoyo. Posiblemente eran mareos y náuseas. Trató de volver a mirar su hoja en blanco, arqueando un poco sus cejas, al no tener ni siquiera una pequeña idea de qué dibujar, y posiblemente eso era algo raro hasta para él. La inspiración últimamente se le estaba escapando: posiblemente sí era cierto que su trabajo como mangaka había decaído por esa misma razón.

«Algo que me recuerde al voleibol», pensó, y el sudor rodó por su cara.

Antes de darse cuenta, su mirada volvió a adueñarse de Hinata, dándole un largo vistazo de reojo. Tras unos breves segundos de observación, volvió su atención al lienzo en blanco y comenzó su dibujo.

Era bastante raro para él pensar, lo mejor que podía hacer era relajarse y dibujar: las líneas cruzaron, los trazos fueron débiles, como si flotaran, y utilizó con facilidad el dibujo de los cabellos desordenados y los ojos cafés del chico de Karasuno. Todo en blanco y negro. Así finalizó su dibujo tras un rato.

—¿Qué has dibujado, Kageyama? —cuestionó el pequeño chico de hebras naranjas, jalando del brazo al mencionado para llamar su atención.

Irritación para Tobio, sólo logrando intentar mantenerse fuerte al morder su labio y apretar el lápiz que hace poco se sentía tan ligero.

—¿Qué quieres, idiota? —La furia se le saltaba de la cara, y aunque al instante esa pregunta parecía ser un eslabón de problemas, Shoyo la ignoró, como si no fuera la gran cosa, prefiriendo enseñar con orgullo su dibujo, sólo para mofarse del otro.

—¿No es genial? —La sonrisa no cabía en su rostro. El de hebras azabaches arqueó sus cejas, observando sin reparos el trabajo final realizado de Hinata: el dibujo estaba desordenado y la anatomía humana parecía ser hecha por un niño de primaria.

En pocas palabras: era horrible.

—¿Qué hiciste? ¿Un elefante meando? —preguntó con completa curiosidad, señalando con su dedo una parte del dibujo donde un brazo se asemejaba a una trompa. Hinata gritó, estallando en color rojizo y no pudiendo evitar defenderse, con pequeñas lágrimas dramáticas tras sus párpados.

—¡Eres cruel, Bakayama! ¡Es una persona saltando con un cuervo en sus hombros! —chilló con fuerza, girando su dibujo para verlo y tratar de encontrar lo que Kageyama había visto—. Sigo viendo lo mismo que dibujé... —Se quejó, sintiendo el ego herido y no pudiendo hacer nada más que ladear su vista, mirando con el enojo acumulado en sus facciones a Kageyama—. A ver, ¿qué dibujaste tú?

—¿Qué dibujé yo? —repitió a su manera la pregunta de Shoyo, bajando su vista por puro instinto hasta la hoja de papel con el dibujo realizado. Lo miró por un rato, no captando algo, teniendo que parpadear antes de entender qué significado tenía ese dibujo y por qué lo había hecho.

—¿Eh? ¿Soy yo? —La pregunta flotó frente a las narices de Kageyama, logrando que algo hiciera click dentro de su mente y conectara todo. No pudo evitar abrir su boca de forma enorme y con las pupilas azules temblando de miedo: ¡sí había dibujado a Hinata!

Rápidamente gruñó, como si fuera un perro territorial y alejó el dibujo de la vista de Hinata, detrás de su espalda. Ante la acción inesperada de Kageyama, el menor frunció su ceño y miró expectante al otro, como reclamando.

—¿Era yo?

—¡No!

—¿Por qué dibujaste a Hinata? —Tanaka, que estaba a un lado de Tobio, se topó con el dibujo como primera plana de su vista cuando su creador intentó esconderlo.

Kageyama ya estaba que se moría ahí mismo de los nervios, y lo único que atinaba a decir eran puros balbuceos. ¿Qué podría decir si ni él mismo sabía por qué lo dibujó?

Decir cualquier cosa serviría...

—Porque siempre que entró aquí, lo primero con lo que me topó es con este idiota que siempre me pide que se la ponga. No puedo dejar de pensar en él —murmuró, resignándose ante sus propias palabras y no pudiendo hacer nada más que mostrarle a todos su dibujo que ya había hecho.

Sugawara casi se ahogó con el aire al escuchar esas palabras, y Daichi y Kiyoko trataron de auxiliarlo al darle palmadas en la espalda.

—En otro contexto, estas palabras significarían otra cosa —indicó Tsukishima sin tacto y con una sonrisa que demostró lo mucho que disfrutaba la situación. Ese comentario desencadenó completa confusión en Kageyama, Hinata, Nishinoya y Yamaguchi, al no entender el mensaje.

—¡Kageyama!, ¡quiero decirte que no me ganarás con esas acciones tan atentas! —respondió Hinata de golpe, con un sonrojo en sus mejillas bastante visible, mientras se elevaba más de lo esperado y movía sus manos para sacudir algo en el aire.

Eso sacó de quicio al mayor.

—Cómo si quisiera hacerlo, idiota.

—Pero quién iba a pensarlo, dibujas muy bien —confesó Shimizu con tranquilidad, dando una sonrisa real al ver el trabajo que parecía hecho por un profesional. Todos asintieron.

—¡Sí, es genial! —apoyó Noya.

—Lo es... —aseguró Hinata, a regañadientes y tratando de no aceptar la derrota, al apretar sus dientes con fuerza y sentirse imponente ante la diferencia de habilidades artísticas—. ¡Pero tu estilo de dibujo me recuerda mucho al de Hiiro-sensei!

Esa inocente frase puso de los nervios a Tobio, teniendo un escalofrío largo en su columna vertebral, y no pudiendo hacer más que mirar con los ojos bien abiertos y casi saliéndose al chico que era mucho más bajo que él.

¿Hinata cómo conocía a ese autor de manga?

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