Capítulo 26
Capítulo 26
Christopher:
Algo marchaba mal. Lo supe cuando volví a mi dormitorio y me encontré siete llamadas perdidas de Amberly y muchos mensajes repetitivos que decían: <<¡Por favor, llámame!>>.
Oh, no.
Marqué con manos temblorosas su número, temeroso con lo que podría haber pasado, pero nada me preparó para la respuesta que obtuve cuando contestó al tercer tono. La escuchaba agitada, con la respiración entrecortada y sollozando. Mierda. ¿Qué habría pasado para que se encontrara así? ¿Habían sido de nuevo sus padres? Porque como fuera así, juraba que iba a darles caza y a meterlos entre rejas por todo lo que la habían hecho sufrir.
—Ángel, ¿estás bien?
Más sollozos.
—No... no... no... —balbuceaba con voz estrangulada.
Se me dispararon todas las alarmas.
—¿Qué sucede?
—No... no respira. No... no respira —repetía.
No entendía qué estaba pasando, por el amor de Dios, y sentí tal impotencia por no poder hacer nada, por no poder calmarla.
—¿Quién? Escúchame, si no te calmas un poco no podré ayudarte. ¿Qué ha pasado?
Esa vez escuché con claridad su llanto y cómo tiró un objeto al suelo o lo estampó contra la pared.
—Está... está... muerta. Mi... abuela... ya no... ya no está.
No tuvo que decirme nada más para que me pusiera en marcha.
. . .
La muerte de Dorothy fue un duro golpe para Amberly y para mí. No podía creer que ya no pudiera volver a charlar con ella ni a verla sonreír de aquella forma que tanto me desquiciaba. Si bien no era parte de mi familia, así lo sentía. Se había convertido en una persona muy importante en mi vida.
Se había causado un gran revuelo cuando en el tanatorio, durante su velorio, quedaron a la vista sus alas. La gente no podía creerse semejante cosa y mis compañeras del taller cuchicheaban entre ellas. Lamentaba que mis padres no hubiesen tenido la oportunidad de conocerla, de saber por qué Amberly era una chica tan buena y jovial.
La miré. No se parecía en nada a la misma persona que había visto horas atrás, riendo sin pudor y tomando el té con mi madre de manera animada. Ojalá pudiera retroceder en el tiempo, ojalá Dolly no nos hubiera dejado así, tan pronto.
—Estoy a tu lado. Siempre —le susurré con la boca pegada a su oído para que solo ella me escuchara. Quería darle ánimos, pero cuando a uno lo golpean tan fuerte, dejándole sin aliento, es casi imposible recuperarse. La vida había sido muy cruel con Amberly: primero sus padres la consideraban una lacra y le hacían la vida imposible; luego, su hermana, aquella que debería ser su cómplice de juegos y aventuras, la menospreciaba y la acosaba en cuanto tenía ocasión; y ahora sucedía esto. No me parecía justo. No se merecía los golpes que estaba recibiendo.
Las personas iban y venían, dando las condolencias. En muchas ocasiones le preguntaban a Amberly quién era y qué derecho tenía de estar ahí.
—Soy su nieta —les respondía con los ojos llenos de lágrimas. No había dejado de llorar, ni siquiera cuando había ido a socorrerla minutos después de que me llamara.
Su madre no tuvo el valor de presentarse y eso me cabreó. ¿Quién en su sano juicio no se despedía de un ser querido? Su hija la había llamado contables veces sin obtener respuesta alguna. Era indignante. Sabía lo afectada que estaba y la gran necesidad que tenía de que alguien la arrullara, eso era lo que yo mismo estaba sintiendo, así que sin importarme en lo absoluto las normas de etiqueta, la abracé con fuerza y le susurré palabras alentadoras.
—No llores, por favor. Ella no querría verte triste.
—Me... duele —hipó—. Se ha ido para siempre.
La separé durante unos segundos y le borré las lágrimas que manchaban sus mejillas. Aún llevaba el vestido que le había confeccionado, tan fuera de lugar ahora.
—Nunca se irá, ¿sabes por qué?
Ella negó con la cabeza.
—N...no.
—Siempre vivirá aquí —dije posándole una mano en el pecho, justo donde estaba su corazón, y, a continuación, subí mis dedos hasta su cabeza— y aquí. Vivirá en ti y en tus recuerdos. Cuando mi abuelo murió, creí que el mundo se me venía encima y no fue hasta tiempo después que no comprendí que jamás me abandonaría si lo mantenía vivo en mis recuerdos. Además, tienes un plus: te pareces a ella y siempre que te mires al espejo verás rasgos de tu abuela en ti, como estos ojitos tan bonitos que tienes o la sonrisa sincera y arrebatadora que tan enamorado me tiene.
—¿Tú crees que algún día podré superarlo?
—No te voy a mentir: al principio dolerá y la echarás de menos, pero con el tiempo irás aprendiendo a vivir sin ella.
—Ojalá le hubiese dicho más veces que la quería y la hubiese abrazado más.
La apreté contra mi cuerpo y le di un pequeño beso en la frente.
—Creo que sabía cuánto la querías y la quieres, lo importante que era en tu vida. Se lo has demostrado con hechos. Estoy seguro de que se sentía orgullosa de ti, de en quién te habías convertido y de que no te parecieras en nada a tus padres.
Clavó la vista en el ataúd, donde una Dorothy descansaba para el resto de la eternidad. Parecía dormida, más ahora que le habían cerrado los ojos para siempre. Su rostro y sus manos estaban pálidos y le habían peinado el cabello canoso. Sus alas descansaban enrolladas entorno a su cuerpo, como una manta, cuyas plumas blancas como la nieve lucían apagadas.
—Siento que de un momento a otro abrirás los ojos, se levantará y soltará una de sus típicas frases —comentó Amberly con la voz estrangulada, como si le hubiese costado horrores pronunciar esas palabras.
—Esté donde esté, seguro que estará volando libre, feliz sabiendo que te deja en buenas manos y que ya no estás sola.
Tras la recepción, se celebró una pequeña misa para los familiares más cercanos y allegados más íntimos. En todo momento permanecí a su lado e hice un gran esfuerzo por no llorar, aunque al final no pude evitarlo. Dorothy era como mi abuela y, al igual que su nieta, me había tratado como si fuera una persona común y corriente, normal, durante todo el tiempo.
El entierro fue aún más deprimente. Me sorprendió cuando antes de enterrarla, Amberly dio un paso al frente y pidió decir unas palabras en su honor.
—Antes que nada, quiero darles las gracias a todos por acompañarnos a la familia en este día tan gris. Dorothy Young siempre fue una gran madre y una abuela ejemplar, la clase de persona que cuida a sus nietos y les transmite su conocimiento sobre lo que le rodea. Lo que más recuerdo de ella son mis veranos en su casa, las veces que me bañaba en la piscina, cuando me enseñó a andar en bicicleta o cuando me ayudó a regentar mi pequeño puesto de limonada casera.
<<Quiero agradecerle todo lo que ha hecho por mí durante todos estos años, desde el enseñarme a aceptarme tal cual era hasta los trucos caseros más simples. Siempre la voy a llevar conmigo, aunque ello no quita el gran pesar que siento en mi corazón.
Hizo una breve pausa antes de continuar. Tomó una pequeña bocanada de aire.
—Te quiero, te quiero mucho. Ojalá estés donde estés no me olvides nunca, porque yo jamás voy a hacerlo. Eres la mejor abuela que me ha podido tocar.
Con esas palabras volvió a mi lado. Entrelacé nuestros dedos y así, unidos, vimos como enterraban a aquella señora tan elocuente y con la que tantas horas habíamos pasado.
. . .
De regreso a su casa, todo estaba envuelto en un silencio sepulcral. Lo primero que hizo Amberly fue inspeccionar cada zona y hueco de la casa hasta que al final se dio por vencida. Cuando volví de la cocina con un vaso de agua en la mano, la encontré mirando fijamente el sofá, el lugar en el que había encontrado a su abuela muerta. Sin poder evitarlo, evoqué el instante en el que la encontré arrodillada en el suelo, abrazando su cadáver y llorando a lágrima viva. Sus palabras todavía las recuerdo hoy en día.
—Por favor, despierta. No me dejes, no aún. No estoy lista.
Su voz pastosa y llena de tristeza me rompió el corazón. Lo peor de todo es que no pude hacer nada para consolarla, solo abrazarla y ponerme en contacto con mis padres para avisarles de la noticia. Ella había intentado llamar a los suyos, pero ninguno fue capaz de atenderla.
—¿Es normal pensar que en algún momento entrará por esa puerta tan sonriente como siempre?
La acerqué a mí y dejé que recargara parte de su peso en mí.
—Lo es.
—Siento esta casa tan silenciosa ahora, como si algo no marchara bien. Falta su vitalidad, su voz canturreando cuando cocinaba y esos comentarios fuera de lugar que hacía solo para ponerme incómoda. ¿Por qué ha tenido que irse tan pronto? Es injusto.
Sus ojos se habían vuelto a llenar de lágrimas. Verla así, tan derrotada y apagada me estaba consumiendo. No sabía cómo consolarla, por Dios. Me estaba volviendo loco la idea de dejarla sola, pero no quería atosigarla. Estaba seguro de que lo que necesitaba era tiempo para asimilar la desdicha.
—Ha estado contigo muchos años. Ha llegado al final del camino, aunque creo que su vida ha sido plena y maravillosa, más teniéndote a ti como nieta y aliada.
—No quiero quedarme sola. Temo que este silencio me ahogue por completo, que me asfixie poco a poco.
Le di un beso en la coronilla.
—¿Quieres que me quede esta noche? Podría hacer unas llamadas y...
—No, no hace falta. Seguro que ya te has perdido varios asuntos por esto.
No sonaba muy convencida.
—Sabes que puedo quedarme si lo necesitas.
—No es necesario. Creo... creo que me vendrá bien estar sola. Dicen que las personas que están de duelo las primeras horas necesitan aislarse.
La miré no muy convencido.
—¿Estás segura?
—No te preocupes por mí. Estaré bien.
Pero no sé hasta qué punto lo estaría. Sonreía de forma forzosa, aquella no era su sonrisa habitual. Sin embargo, preferí no presionarla y darle su propio espacio. A lo mejor eso era lo que más necesitaba, algo de tiempo a solas para procesar lo que había pasado en las últimas horas y, quizás, descansar. La noche anterior apenas había pegado ojo.
Con una sensación de angustia y malestar en el pecho, la dejé allí, en la casa que había pertenecido a su abuela.
. . .
Fue muy mala decisión la de dejarla sola. ¿En qué momento se me había ocurrido hacerlo?
Era como si Amberly hubiese desaparecido; no había ni rastro de ella, como si se la hubiera tragado la tierra. Tampoco atendía al teléfono ni había ido al trabajo ni a la universidad. Había pasado más de una semana desde que la había dejado en su casa y no tenía noticias de ella. Me estaba preocupando de verdad y empezaba a temer que algo malo le hubiese sucedido.
Mi desespero llegó a tal punto que no acababa de concentrarme en mi trabajo y, al final, acabé explotando. Tras una de mis reuniones con Gideon Tyson, le pedí con cortesía un minuto para charlar y, cuando me lo concedió, fui directo al grano.
—¿Sabe dónde está su hija?
—Amanda está en casa con su madre...
Apreté los puños. Por supuesto, siempre iba a tener a ella la primera en su lista.
—Me refiero a su otra hija, Amberly. No la veo desde hace días.
—Supongo que en el trabajo ese en el está de camarera. Le he dicho mil veces que si necesita el dinero, que solo hace falta que me lo pida; pero ya la conoces, es muy terca y prefiere ganárselo antes que pedírmelo —mintió con todo su descaro.
—No, no lo está. He llamado y, según lo que me ha dicho su jefa, lleva sin aparecer desde hace más de una semana. Creo que lo de su abuela le ha afectado de verdad.
Gideon no tenía ni idea de qué estaba hablando y eso a estas alturas de la historia no me extrañaba.
—Siento ser yo quien le dé la mala noticia, pero la señora Dorothy Young falleció el viernes de la semana pasada. Su hija intentó ponerse en contacto con ustedes, pero su teléfono comunicaba.
No sabría deciros si su reacción fue una mera actuación o, por el contrario, real. Primero al hombre pareció que una fuerza invisible lo golpeaba y le dejaba sin aire. Después, sus ojos se abrieron de par en par y en sus labios apareció una gran O de sorpresa.
—¿Está seguro de ello?
—Estaba allí, era ella. Amberly la encontró en el sofá de su casa al volver de una reunión el viernes por la noche y desde el sábado anda desaparecida. ¿Sabe usted dónde podría haberse metido? Es su padre, la conoce bien y...
—¿Cómo es eso de que Dorothy ha muerto? Mi... mi mujer no sabe nada. Es más, esta mañana me ha dicho que quería pasarse a hacerle un visita.
—¿No han visto las noticias acaso? Su historia ha salido en la tele. ¿Sabía usted que su suegra tenía alas? Los Medios de Comunicación no han dado a basto creando posibles hipótesis.
—¿Cómo? ¿Cómo se ha descubierto? Se suponía que nadie debía enterarse nunca.
Tuve que utilizar toda mi paciencia para no golpearle allí mismo.
—En el velatorio estaban a la vista.
—Entiendo. Y, respondiendo a su pregunta, no, no hemos visto las noticias porque mi familia y yo hemos estado de viaje. Amberly no ha querido venir porque, según nos ha dicho, no se encontraba bien.
—Entonces, ¿estuvo en contacto con ella antes de que se fueran de viaje?
—Sí.
No sé por qué, pero algo me olía a chamusquina en sus palabras, algo no marchaba bien.
—Disculpe, pero, si no le importa, voy a comunicarle a mi mujer la noticia. Espero que tenga un buen día.
Me despedí de aquella lacra con toda la falsedad que tenía en mi interior y volví a mi habitación preguntándome dónde se habría metido, porque ni siquiera estaba en su casa del árbol. Algo andaba muy mal y temí no poder hacer nada para ayudarla.
................................................................................................................................................................
Nota de autora:
¡Feliz miércoles, mis queridos lectores!
¿Cómo lleváis la semana? Si bien en España ya podemos salir, es limitado. Tenemos un horario según el rango de edad en el que se esté, aunque a muchos les da igual y no hacen caso de las normas. Además, solo se nos permite salir a un kilómetro de distancia de nuestra casa y hay gente que no hace caso. En fin.
¿Qué os ha parecido el capítulo? Ya sé que es un capítulo triste y quiero que sepáis que la muerte de Dorothy es necesaria y que la tenía planeada desde el comienzo. Repasemos:
1. Cómo recibe Christopher la noticia.
2. El funeral.
3. Los padres de Amberly no asisten al funeral.
4. Se descubre el secreto de Dorothy, pero no el de Amberly.
5. Las palabras de Amberly.
6. De vuelta a casa.
7. Christopher está a su lado en todo momento.
8. La desaparición de Amberly.
9. La conversación con el padre de Amberly. ¿Creéis que estaba actuando o que su reacción ante la noticia era real?
10. ¿Dónde se habrá metido Amberly?
Espero que el capítulo os haya gustado. Es muy probable que no nos veamos hasta el lunes, pues he escrito muy poco. Os tiro un ramo de besos. Os quiero.
Mis redes:
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro