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Capítulo once: Unilateral

Si Ralph tuviese que recapacitar cuándo comenzó todo aquel terrible problema, diría que desde que puso un pie en "Repara Félix Jr". Esas palabras disolvieron su enojo, sin embargo, eso no quería decir que estuviese a gusto junto al de ojos azules. Y eso Félix lo percibía demasiado bien.

"Fui un estúpido"

No tenían forma de saberlo, pero ambos habían tenido el mismo pensamiento casi al instante. Toda acción ejecutada y cada palabra dicha en el pasado, fueron determinantes para acabar de esa forma y en aquel sitio. 

El reparador pensaba que, si hubiese estado menos cegado, no estaría tratando de recuperar al amor de su vida. Es más, posiblemente estuviesen conviviendo días amenos y tranquilos. Definitivamente, todo sería demasiado diferente a lo que era ahora. Debió poner más atención.

"Si me hubiese dado cuenta a tiempo de cómo eras, posiblemente habría evitado quererte de esa forma"

La poca responsabilidad que tenía Ralph en la situación, era el simple hecho de haberse enamorado de Félix. Del reparador, el protagonista, pero sobre todo de aquel que era el héroe en su antiguo juego. ¿Cómo no anticipar que en esas fechas sólo jugaba con él? Cierto, el rechazo hizo tanta mella en él...

— ¿Ralph...?

Verle abandonar el sitio en el cual se apoyaba provocó que Félix imitara su acción. El de ojos miel comenzó a caminar sin siquiera mirarle, quería irse de ahí lo más pronto posible.

— ¡Espera, Ralph!

Sentir la mano de Félix apresar la suya fue una sensación bastante extraña, odiaba admitirlo, pero a pesar de los años aún recordaba tan bien el calor y tacto de esta. Pensar eso fue un golpe duro para él.

— ¿Qué quieres?

Sin embargo, pese a sentir como aquel contacto le quemaba la piel, por esa ocasión desistió de soltarse. Su vista quedó fija en esos ojos suplicantes, era incómodo, esa mirada provocaba que sintiese una culpabilidad de la que no era responsable.

Quizá el verdadero motivo de aquella sensación fuese el no saber cómo reaccionar ante esa situación. No sabría decir si fue o no fue una sorpresa grata el hecho que fuese el mismo oji-azul quien cediera a soltarlo por cuenta propia.

— No, no es nada... No es nada importante. Bueno, nos vemos...

Vio la silueta del reparador alejarse, pero no dijo nada. Tuvo el impulso de cerrar la mano, sentía la repentina falta de calor y era como si deseara reanudar aquel tacto. En especial, las dudas comenzaban a carcomerle.

— ¡Ralph! ¡Ven rápido!

La voz de Vanellope y el creciente revuelo en la iglesia lo sacó de sus cavilaciones. Lo que menos deseaba era admitirlo abiertamente, pero tenía curiosidad por saber qué era lo que Félix iba a decirle.

.

.

Fue hacía ya bastante tiempo cuando se encontraron por primera vez. Ralph jamás olvidaría a aquel castaño de ojos azules que conoció en su primer Test Room con el resto del juego. Debía admitir que su desempeño no fue el mejor.

Pero no era su culpa, eran los bugs del juego que aún les quedaba pendiente arreglar a los programadores. Con el miedo calando cada parte de su cuerpo, recorrió el desconocido sitio. Tampoco es como si aquel lugar fuese demasiado grande.

— ¡Hey! ¡Por aquí!

No mentiría negando que sintió cierto alivio cuando vio a aquel reparador en la parada de la estación. Cabía mencionar que esta aún no estaba en funcionamiento, el juego no estaba terminado y por lo tanto no estaba conectado.

Se acercó a pasos tímidos, la sensación de que algo malo pasaría se negaba a abandonarlo. Aquel presentimiento tomaba el gusto de atormentarlo y ceñirse sobre él en los peores momentos. Justo cuando se posó a un lado del oji-azul, se percató de lo que veía.

— ¿No sería grandioso?

— ¿Q-Qué cosa...?

— El vivir ahí.

Esos pormenores, como la vivienda del protagonista y el antagonista eran detalles por los cuales los programadores no se preocupaban. No deseaban reparar en algo tan banal y que solamente representaría para ellos una perdida de tiempo e inversión.

En un principio, recordaba bien el hecho de que únicamente los Nicelanders vivirían ahí. Ralph tuvo el impulso de estornudar, para la temporada de diciembre, los creadores del juego pensaban incluir un nivel especial por navidad.

— S-Supongo...

— ¿Supones? ¡Vamos! Seguramente los Nicelanders tienen una buena vida en ese sitio.

Ignoraba que, más pronto de lo que creía, él también sería contagiado por aquel pensamiento. Sobre todo, que en breve tiempo sería el único que se quedase fuera del edificio. También, que aquel instante marcaría el inicio de su martirio, de su infierno personal.

Que con esa sencilla sonrisa y unas pocas palabras de empatía, se sentiría cercano a alguien. No tomaba en cuenta la posibilidad de que se cegaría, al punto de pasar desapercibido cómo la primera persona preciada que tuvo se iba retorciendo hasta cierto punto poco a poco.

— Félix. Hola.

— Ah, hola Ralph.

Fingió no darse cuenta del comienzo de aquel desinterés y trato indiferente. Quiso no darse cuenta que las cosas ya no eran lo que de antaño fueron. Félix ya no era el mismo NPC que conoció a inicios de "Repara Félix Jr".

— ¿Por qué me ves así? ¿Acaso tengo algo en la cara?

— No, solamente quería decirte que...bueno...

Pese a que la brecha entre ambos cada vez se hacía más prolongada y notoria, deseaba no estar consciente de esta. Quería que fuese sólo una imaginación suya. Pero no lo era, sus gestos y sus detalles comenzaban a parecer poca cosa conforme transcurrían los días.

— Te amo.

— ¿Qué? Ah, sí. Yo también. 

Reconocerlo dolía tanto, pero se esforzaba por no demostrar su malestar. Intentó soportar cada suceso que le ocurría, no obstante, la fiesta del 30 aniversario fue su límite. Félix en el pasado siempre solía decirle que sin él, el juego no tendría sentido, que era indispensable. No era ingenuo, consideró que fuera un comentario para levantarle el autoestima. 

Pero era lo único a lo que podía aferrarse en esos momentos. Personajes de juegos ajenos se encontraban ahí, celebrando, mientras a él lo excluían por completo. Y que Félix no dijera nada y se hiciera el inocente fue el último empujón que necesitó para cometer aquella tontería. Fue el recurso que estuvo a su alcance para demostrar su punto.

No fue la mejor opción que pudo tomar, no fue la mejor manera de conseguir su propósito. Sin embargo, tras ayudar a Vanellope a desenmascarar a King Candy, finalmente logró lo que deseaba. Por lo menos, en Sugar Rush, se volvió un héroe. Y a qué precio, Félix terminó casándose con Calhoun.

— ¿Qué sucedió, Vanellope? ¿Y dónde está..? No me digas que Sonic abandonó a Rose en el altar.

Sus susurros trataban de ser discretos, pero ante tanta conmoción, apenas y podían escuchar sus propios pensamientos.

— Algo así, no entiendo qué pasó, pero fue Rose quien animó a Sonic a ir tras Shadow.

— ¿Es en serio? Pero creí que...

— Por eso te digo que yo tampoco comprendo qué pasó, seso podrido.

Ahora ya no sabía si debería tomar esa serie de sucesos como una desgracia o una oportunidad de haber podido comenzar de nuevo.

¡Mil años después finalmente actualizo! Siento tanta demora, mis ruiseñores ;-; Pasaron varias cosas y, pues, no había tenido tiempo de actualizar esta historia. Siento ser una tortuga para actualizar.

Haré mi mayor esfuerzo por actualizar la próxima semana, pero no garantizo nada. Estoy de niñera a tiempo completo con mi hermanita. A quien también lo suelan agarrar de niñera/niñero diga ¡Yo! ;-;

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