Capítulo nueve: ¿Disculpa? ¿Para qué?
Cuando alguien te lastima, un enorme rencor te invade, el dolor te ciega. El pensamiento de haberlo podido evitado te carcome, te atormenta el hecho de posiblemente haber evitado salir herido, la sensación de ser lo suficientemente tonto como para terminar cayendo en eso llega a deprimirte. Uno, primeramente desea con el alma una disculpa, una vana ilusión de poder "remendar" las cosas...
— ¡Ralph espera!
Y después, toca fondo y se da cuenta que no haber recibido la dichosa disculpa pudo haber sido lo mejor que le haya pasado. El nombrado suspiró cansado y miró a ver a aquel que le llamó, con una mirada de irritación. Félix le dio alcance de inmediato. El silencio comenzó a tornar incómodo el ambiente.
— Félix si nuevamente te vas a quedar callado mejor me...
— ¡No! Es decir, por favor escúchame.
Ralph se alzó de hombros ligeramente, dando paso a cualquier cosa que fuese a decirle el reparador, aunque fuese algo que probablemente no quisiera oír.
— Ralph, yo...
Decidió no interrumpirle, mientras más rápido terminara de hablar más rápido podría regresar a SR Speedway.
— Yo...lo siento. Sé que fui un completo estúpido...fui un imbécil, uno de los grandes. Te causé mucho daño y no fui consciente de nada, no pretendo excusarme de lo que hice. Lamento que las cosas hayan ido a parar así...
Ese era un terreno peligroso para él, no obstante, si no era ahora ¿En qué momento avanzaría?
— Sí, supongo que yo igual.
— Ralph, yo...
— ¿Qué cosa?
— Sé que a estas alturas podría decirse que prácticamente me odias, pero... Quisiera...quisiera que me dieses otra oportunidad.
Ante esa petición el antiguo demoledor de Fix it Félix jr frunció el ceño y se negó de inmediato. Podría haber esperado a que el muchacho le siguiese y continuara insistiendo, no obstante, jamás contó con que se abrazara a sus piernas.
— ¡Por favor Ralph! ¡Haré lo que sea!
— ¡No, Félix! ¡Jamás!
— ¿Por qué? ¡Por favor, Ralph!
— ¿Y encima lo preguntas? ¡Suéltame que estamos haciendo el ridículo!
— ¡Te lo imploro!
Ese era uno de los momentos en los que Ralph, de antaño el villano único de Repara Félix jr, quería que la tierra lo tragara. Estar en el centro del árcade, en una hora medianamente concurrida, era el peor lugar y momento en el que le podría pasar algo semejante.
— ¡No! En primera, ya no confío en ti. Y dudo poder hacerlo en un futuro.
Vio la tristeza en aquellos ojos azules, sin embargo, la depresión que el sufrió le superaba con creces.
— ¿Y en segunda...?
— ¡Piénsalo tú mismo!
Apenas sintió que el agarre se aflojó lo suficiente consiguió zafarse de aquel contacto, logrando escapar de esa situación tan vergonzosa. Estaba más que seguro que dentro de unas horas, para más tardar al día siguiente, todo el árcade sabría de eso ¡Todo!
— ¡No te rías Vanellope!
— Es que... ¡Ay Ralph! No me agrada la idea, pero sé que Félix no se detendrá hasta reconquistarte.
— Como si pudiera.
El más joven le dio una sonrisa divertida.
— Apuesto a que lo logra.
— ¿De qué lado estás? Además, ¿No tú decías "yo sí quiero algo en serio contigo, Ralph"?
— ¿Acaso tengo una oportunidad contigo?
El castaño no respondió.
— ¿Ves? Aunque claro, si vuelve a lastimarte lo invitaré a Sugar Rush y le haré un pase de invitado.
— ¿Se supone que esa es una venganza?
— ¡Por supuesto! Piénsalo, seso apestoso. Así podré arrollarlo cuantas veces quiera con el auto y no me culparan por haberle ocasionado un Game Over definitivo a alguien que no valdría la pena.
Contra eso, el pobre Ralph no tuvo con que refutar. Si era sincero, el chico podía llegar a ser bastante sádico y tener ideas demasiado obscuras pese a su apariencia adorable e infantil por defecto en el juego.
— Correspondencia para el Príncipe...es decir, para el Presidente Vanellope.
La voz monótona de Limón Agrio era inconfundible.
— Wow, ¡Son muchas! Como siempre. Oye, Limón Agrio ¿No podrías hacerme un resumen rapidito y contestar tú?
— No seas flojo.
El muchacho fulminó al castaño con la mirada. En ello, el dulce de limón dejó la correspondencia sobre el escritorio y procedió a retirarse.
— Hey, ¿Qué es esto?
Limón Agrio detuvo su andar al escuchar al joven soberano, con su expresión aburrida, le miró a ver.
— Según tengo entendido es una invitación.
— ¿Invitación para qué?
— Quizás para la fiesta de una niña pequeña.
Vanellope soltó una carcajada ante lo dicho por Ralph, quizás fuera cierto por la pinta del sobre, Limón Agrio ni se imutó.
— Es la invitación para la boda de la señorita Rose y Sonic The Hedgehog.
Se quedaron helados, el redondo dulce se retiró de ahí y de inmediato se miraron a ver. Vanellope soltó el sobre, el cual como antes de cogerlo, quedó en la parte más alta del pequeño cerro de cartas.
— No creo que sea buena idea ir.
— Ya lo sé, seso apestoso, pero... ¡Agh! Por esto odio ser representante de todo un juego.
— Parecía lo contrario cuando te declaraste "Presidente Vanellope Von Schweetz".
— Cállate, seso podrido.
Aquellos picones de paciencia que se hacían eran únicamente en un intento de calmar su nerviosismo. Su vista recaía en aquel sobre llamativo de color rosa y brillantes verdes, los cuales casi podrían jurar que eran esmeraldas, con cintas francesas cosiendo la abertura de este fungiendo como sello.
— Oye, bebé tuti fruti ¿Qué vamos a hacer?
— ¿A qué te refieres, rey flatulencia?
— Me llego una de estas cosas y tendrás que acompañarme sí o sí, no pienso asistir solo con Limón Agrio ¡Moriré!
El castaño rodó los ojos.
— Hablo en serio. ¡Moriré si asisto solo con Limón Agrio! Pero ese no es el verdadero problema, sino que también a Shadow...
En ese momento enmudeció. El nombrado acababa de ingresar a la habitación justo antes que pudiese terminar la oración. El azabache les miró inquisitivo, Vanellope le sonrió con nerviosismo y Ralph se rascó la nuca, por instinto ambos se colocaron cual barrera entre Shadow y el escritorio.
— ¿Qué esconden?
— Nada.
Esa respuesta a la par ocasionó que alzara una ceja y se les acercara más.
— En serio, Shadow. ¡No escondemos nada!
— Sí, Vanellope tiene razón.
No importó que dijera, el oji-carmín los apartó tras unos segundos de forcejear. Vio el sobre de color chillón y demasiados adornos, un extraño presentimiento le embargó, entonces...
— ¡No lo abras! ¡Es una bomba!— fue la última jugada del príncipe de SR.
Las cintas que hacían de sello cayeron al piso y Shadow sacó del sobre una tarjeta de color blanco con elegantes letras doradas. Pensaron que reaccionaría mal, que se enojaría y posiblemente tiraría furioso la bola que haría con todo eso. O, que saldría de ahí, para ir a conducir como loco para desquitar su dolor. Pero...
— ¿Cuándo lo entregaron?
Ninguno habló.
— ¿Cuándo lo entregaron?— repitió sin imutarse.
— Apenas hoy. No... ¿No estás molesto?
— ¿Debería estarlo?
El chico de puntas carmín no había apartado la mirada ni un sólo instante de aquella tarjeta, de un marco compuesto por relieves de palomas, sin una expresión en el rostro. De pronto sonrió.
— ¿Shadow?
No era una sonrisa amarga, ni dolida.
— ¿Estás bien?
Era una sonrisa sarcástica.
— ¿Por qué no habría de estarlo?
Así que... ¿Rose y Sonic se habían atrevido a invitarlo a su boda?
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¡Muajaja! Ahora sí se quedaran con la intriga :P
Pero tranquilos, mis hermosos y sensuales ruiseñores :3 Prometo actualizar pronto. Solamente tengánme un poquito de paciencia. Debo actualizar mis otras historias.
Antes de irme, les dejo una pregunta: ¿Cuál es el tercer paso para sanar un corazón herido?
PD: Sí, dije lunes y termino actualizando el martes ¡Mi internet no cooperaba T^T!
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