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Parte única

Esta pareja me encanto desde que jugué Xenoblade Chronicles 1. No he podido jugar el 3 ni su DLC, pero ya conozco la historia, que es lo que importa. Melia solo perdió ante Fiora por el factor de "amiga de la infancia" y el guion.

Además, me encantan sus aspectos de adultos, así que hay que aprovecharlos.

Sin más demora, disfruten.
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Para Melia, era maravilloso ver como aquel hombre de largos cabellos rubios en un impecable traje de negocios, se agachaba para estar a la altura de su pequeño hijo para darles un beso de frente y suaves palabras de despedida, prometiéndole que regresaría.

No era extraño que un padre mostrara tanto afecto por su hijo, pero ella podía apreciar el fuerte lazo que unía a padre e hijo.

Y no podía esperar menos, ya que él solo se había encargado de cuidar a su hijo desde que la madre había fallecido en un terrible accidente hace años. Solamente se tenían el uno al otro, dándose fuerzas, y el pequeño Nikol no parecía importarle mucho la falta de una madre.

Ella, como educadora, sabía que eso no era cierto. El tener una figura materna era algo fundamental para el desarrollo en la infancia. Tal vez algunos pensarían que no lo era tanto para un niño como si lo sería para una niña, pero ambas figuras paternas eran igual de importantes para el desarrollo mental y emocional del niño, independiente del genero.

Y si la falta de una madre no fuera ya malo, el que Nikol hubiera estado cuando su madre sufrió el accidente lo vuelve peor, ya que su madre, haciendo lo que toda buena madre haría, antepuso la vida y seguridad de su hijo sobre la suya. Él había visto primero que nadie como su madre se iba de este mundo y culpa del azar y un maldito conductor ebrio.

Melia no se imaginaba cuanta fortaleza debía tener ese pequeño niño, ya que aun pese a todo eso, tenía una sonrisa en el rostro para su padre y tenía la certeza de que era una sonrisa genuina.

Claro que Nikol no había salido totalmente inmune. Tuvo que pasar días en el hospital y se volvió muy retraído y tímido con todos y con un gran miedo a los vehículos, excepto al que tenía su padre. A pesar de vivir cerca, él tenía miedo de irse solo, por lo que su padre, a pesar de lo ocupado que estaba en su trabajo, siempre lo traía y venía a buscar. A veces se retrasaba, pero Melia nunca había visto un día en que él no viniera por su hijo.

Por todo eso, no podía evitar admirar la despedida entre padre e hijo, de lunes a viernes. Se había convertido en su pequeño y secreto ritual de todas las mañanas.

Desde el inicio le había tomado cariño al pequeño niño de rubios cabellos de un tono más oscuro que el de su padre, y no porque ella conoce a su padre desde hacía mucho. Cuando decidió trabajar como profesora en el jardín, siempre le habían dicho que debía hacerlo por amor a los niños y la misión de educarlos, pero hace tiempo se había percatado que había cruzado la línea de lo estricto.

Preocuparse tanto por Nikol, incluso sobre sus otros alumnos, no era profesional y lo sabía.

Pero no era un sentimiento que quisiera detener. Desde que lo vio ingresar por primera vez por esas puertas, siempre se preocupo por él, su instinto maternal había despertado automáticamente desde el primer momento, como una conexión invisible, como de un lazo que siempre había estado ahí a que se formara.

Cuando se dio cuenta de cuanto comenzaba a preocuparse por el niño, se había intentado negar ese favoritismo que crecía dentro de ella con excusas, diciendo que era normal preocuparse por todos los niños del jardín infantil, pero en el fondo, sabía que lo que hacía por él iba mucho más allá de la preocupación y ocupación de maestra, pero por el bien del oficio trato de negarlo.

Pero dejo de negarlo cuando en una actividad, donde los niños realizaban manualidades para el día de las madres, Nikol, tímido y casi tiritando como un pequeño cachorro miedoso, se acerco a ella y le dio un regalo hecho por sus pequeñas pero firmes manos, junto con una carta con una escritura de la de un niño que recién aprendió a leer y escribir.

El sentimiento que la abrumo fue tanto que las lágrimas habían surgido sin permiso en sus ojos. Hasta el día de hoy conserva el regalo y la carta.

No hubo ningún caos con el director o sus compañeros de trabajo, ya que no era raro que niños que no tenían una de sus figuras paternas, como era el caso de Nikol, para esos días especiales, les regalaran los objetos que hacían a sus profesores al ser los adultos más cercanos a ellos. Lo suyo no fue la primera ni será la última, hablando de manera profesional.

Pero el sentimiento dentro de ella no era profesional.

Junto con la preocupación y amor no profesionales por el niño, las llamas de un viejo sentimiento de amor hacía el padre que creyó haber apagado comenzaron a volver a encenderse en este último año, donde pudieron volver a conversar y relacionarse como estaban hace años, antes de que sus oficios los distanciaran.

Y así, nació dentro de ella el deseo, el anhelo de pertenecer a esa pequeña familia de dos, pero no era algo que pudiera obtener. No solo porque no era profesional, sino porque ella lo consideraba como si estuviera traicionando a su difunta amiga, como si fuera una oportunista. Aquel apuesto hombre rubio y su hijo de un rubio más oscuro estaban fuera de su alcance y así debían permanecer.

-Profesora Melia- escucho emocionado el grito del niño. Tan perdida estaba en sus pensamientos de aquel hermoso momento que no se había dado cuenta de que ahora, el niño corría hacía su dirección y ella solo pudo recibirlo con los brazos abiertos en un abrazo que él correspondió, aferrándose un segundo al largo de su falda.

-Nikol- una genuina sonrisa se formo en sus labios. Por el bien de las apariencias, lo separo, pero puso su mano en su cabeza. -¿Has tenido un buen fin de semana?-.

-¡Si!- Asiente el pequeño. -Papa y yo fuimos con el señor Rex y sus hijos a acampar. Aunque no me gusta acampar, me divertí mucho con Glimmer y su padre- relato con una pequeña sonrisa. -Aunque íbamos a ir al zoológico originalmente, igual me divertí mucho. Papa dijo que los veríamos la próxima vez-.

-Seguro que cuando veas los lindos animales este fin de semana, habrá valido la pena- le tomo de la mano. -Es hora de entrar. Despídete de Shulk-.

Cuando miro en dirección del apuesto hombre rubio, sintió un nudo en su estomago y mariposas que una vez revolotearon, volvían a hacerlo. Aparto la vista de él hacía el pequeño niño.

-La profesora Melia debería venir con nosotros al zoológico. Estoy seguro que a papa le encantara la idea-.

El inocente y dulce comentario del niño provocaron que las mejillas de su profesora se enrojecieran fuertemente. Sus ojos miraron fijamente al hombre, quien en contraste con ella, tenía una mirada tranquila y una expresión serena. No estaba segura si escucho las palabras de su hijo.

-N-No creo que se deba...-.

Inmediatamente después de decir eso, la mirada del pequeño cambio a una de tristeza mientras agachaba la cabeza.

-¿Acaso la profesora no quiere?-.

Apenas vio la expresión en el rostro de Nikol y escucho ese tono apagado en su voz, sus instintos se hicieron cargo de ella.

-¡N-No es eso! Es solo... no creo que a tu padre le agrade mucho la idea de pasar tiempo conmigo- dijo Melia rápidamente, diciendo la primera excusa que se le vino a la mente.

-¿Por que no? Papa habla mucho de ti y dice que solían salir mucho antes, junto con mi madre, el tío Dunban, el tío Reyn y la tía Sharla.

-E-Eso es cierto, pero...- Melia no encontraba una buena excusa para negarse. A veces se olvidaba que Nikol era muy listo para su edad.

No es que ella no quisiera ir con ellos, pero tenía que hacerse a la idea de que no podía ni debía ser parte de esta familia de dos. No podía aprovecharse de la ausencia de su difunta amiga para ocupar su lugar. Sería como manchar su memoria. No era justo, ni para ella ni para ellos.

-Seguramente tu padre quiera pasar tiempo de calidad contigo. Sabes que es un hombre muy ocupado, y querrá aprovechar cada oportunidad que tenga para pasarla contigo. Yo no quiero interferir en eso- dijo Melia, dando una excusa lo suficientemente buena para convencer a un niño tan listo como Nikol.

-Pues yo creo...- la suave voz de Shulk llego a sus oídos, sorprendiéndola por lo cerca que estaba de ellos. Se dio cuenta que estaba justo detrás de ella. -Qué el padre de Nikol encuentra la idea fascinante-.

El corazón de Melia reboto fuertemente en su caja torácica. No tuvo el valor de mirar al hombre rubio a la cara, ya que sabe que al hacerlo, él vera el sonrojo en sus mejillas que se notaba fácilmente por su piel pálida.

Esto no es profesional y lo sabía... pero no encontró la voz para negarse.

-Es una cita, entonces- dijo feliz Nikol.
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Rex río a carcajadas, echando la cabeza hacía atrás. Cuando dejo de reír, le dio un suave golpe en la espalda a Shulk.

-Mírate, haciendo finalmente los movimientos. Me enorgulleces, amigo- dijo con orgullo y una mirada picara.

-Cállate- dijo Shulk, tomando un trago de su vaso con cerveza. -Fue Nikol de la idea y yo no quería decepcionarlo-.

-Pero claro que tu aprovechaste el momento, ¿no?-.

Shulk aparto la mirada, avergonzado. -...Nikol se encariño mucho con Melia, más de lo que espere-.

-No es el único, por lo que veo- dijo Rex. Su sonrisa se hizo más pequeña y su mirada picara fue reemplazada por una de empatía. -Ya han pasado años. No es crimen seguir adelante y buscar alguien más para ser feliz. Fiora hubiera querido que tu y Nikol fueran felices, aun sin ella-.

Shulk suspiro, agachando ligeramente la cabeza. -Lo se, es solo que... ¿no me veré como un canalla, saliendo con la maestra de mi hijo? No quiero traerle problemas a Melia con su trabajo, o que se generen malas lenguas que puedan afectar a Nikol. Cada vez se esta recuperando más y temo que pueda afectarle-.

Rex le dio unas palmadas en el hombro al rubio, mostrando su apoyo. -Es más normal de lo que parece que padres solteros salgan con maestras. Mientras actúen profesionales y mantengan sus asuntos en privado y fuera del establecimiento, no debería haber problemas. Y solo duraría mientras Nikol este en ese jardín, ya después no habría problema. Y si no quieres esperar tanto, puedes cambiar a Nikol al jardín en el que trabaja Mythra. A ese asisten Mio y Glimmer, por lo que no se sentirá solo-.

-Pero queda algo lejos de donde vivo, y sería perjudicial cambiar a Nikol de jardín tan de repente, él se acostumbro a donde esta- respondió Shulk. -Pero... supongo que tienes razón en lo otro- suspiro. -Gracias, Rex. Necesitaba que alguien me escuchara-.

-Cuando quieras, amigo-.

Rex y Shulk se conocieron un par de años antes de que Fiora, la madre de Nikol, falleciera en el accidente. Ambos trabajaban en distintas empresas que terminaron uniéndose y formando una. Ambos se conocieron por Melia y Nia, una de las esposas de Rex, ya que las dos son buenas amigas.

Si, UNA de las esposas. El como Rex se las arreglo para casarse legalmente con tres mujeres es algo que se le escapa a Shulk, pero algo tendrá Nia que ver, ya que ella es la alcaldesa de la ciudad. Ese es un pozo en el que prefiere no meterse.

-Dejando de lado que es la maestra de Nikol, conoces a Melia de años, y se nota que ella se preocupa mucho por Nikol, más de lo que un profesor debería, si por lo que me dijo Nia es cierto. ¿Quién más estaría calificado para ayudarte a criar a Nikol y a su vez, este a tu lado? Sin contar, que también puedes darle el hermano que él lleva pidiendo desde navidad-.

Shulk decidió omitir el último comentario, pero tuvo que reconocer que Rex tenía razón. Melia se preocupaba mucho por Nikol, y no necesariamente por ser hijo de un amigo. Ella era amable, cuidadosa, cariñosa y responsable. Y para que negarlo, también era muy hermosa.

Rex levanto su copa de cerveza. -Por la vida que sigue y da nuevas oportunidades-.

Ambos estrecharon sus copas y siguieron bebiendo un poco más antes de retirarse a sus casas.
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Ya era viernes por la tarde. Melia estaba sentada en el sofá de la casa de su padre mientras escribía en su celular por chat a Shulk sobre la hora para reunirse y a donde verse. Tras unas cuantas conversaciones, concordaron que él pasaría por ella a su departamento a las 9 de la mañana.

Al ver el emoji de despedida de Shulk, le ocasiona una dulce sonrisa en sus labios de doncella enamorada.

-¿Qué te tiene tan feliz, hermana?- Pregunta un hombre alto y muy parecido a Melia.

-¡Kallian! No me asustes así- le reprendió Melia a su hermano (medio hermano) luego de que la asustara. Ella no lo sintió venir. -¿Ya te vas?-.

-Si. La comida fue deliciosa, pero aun tengo unos papeles que terminar- respondió Kallian.

Ambos hermanos viven en sus propios lugares aparte de su padre, pero la familia tiene el ritual de venir a cenar cada viernes en familia. Es un ritual que comenzó luego de la muerte de la madre de Kallian, que falleció tiempo después de la propia madre de Melia, mientras ella aun estaba en la universidad.

Ellos han hecho más y han venido de visita cada que pueden, porque notan como la salud de su padre, aunque no empeora, tampoco esta sano. Cada vez más les cuesta hacer ciertas cosas. Temen que su momento se acerque.

-¿Y a ti que te tiene tan sonriente?- Kallian retomo la pregunta, notando como el lenguaje corporal de su hermana indicaba que se ponía nerviosa. -¿Hm?- Noto el celular en sus manos. -¿Con quien te escribías?-.

-Con nadie, solo... Shulk- respondió Melia, un poco a la defensiva.

-Oh, Shulk, ¿eh?- Kallian conoció al rubio cuando este a la misma universidad que su hermana. En una ocasión, ella lo trajo junto al resto de sus amigos para hacer un proyecto. -¿Y como esta? Escuche que esta esforzándose para cuidar a su hijo-.

Melia asintió. -Shulk esta esforzándose mucho en su trabajo como jefe de ingeniería, pero le esta yendo bien. Ahora su compañía lo puso a trabajar en un importante proyecto, por lo que no tiene mucho tiempo, pero siempre se esfuerza en cuidar a Nikol. Lo lleva cada mañana a dejarlo y lo retira, aunque a veces se puede retrasar pero se nota que lo ama mucho. Nikol también es un buen chico que admira mucho a su padre. Se ve que quiere ser como él de grande, tiene el mismo amor por la mecánica que Shulk y es muy listo. Además...-.

Mientras Melia explicaba sin parar, Kallian se cruzo de brazos y miro con una sonrisa de complicidad como su hermana no paraba de hablar de su estudiante y su padre con un brillo especial en sus ojos. Era un brillo que él había visto en ella más joven cuando miraba a Shulk. Un brillo que por un tiempo se apago, pero que ahora, brillaba más fuerte que nunca.

-Y aunque es listo, Nikol también puede ser bastante inocente a veces- Melia siguió hablando, ignorante de la mirada y pensamientos de su hermano. -Pero eso es algo bueno de él. Este fin de semana, iremos a un zoológico, se le ve bastante emocionado por ver a los animales que...-.

Melia se llevo una mano a la boca, dándose cuenta que dijo sin querer su salida con Shulk y Nikol que había mantenido en secreto hasta ahora.

-Al zoológico, ¿eh?- Melia conocía ese tono de voz de su hermano. Era el que usaba cuando quería molestarla. -Estoy tan orgulloso de ti, hermanita. Después de tanto tiempo y varias citas con tipos que no terminaron a nada empezaba a preocuparme que terminaras como una solterona, pero veo que ya no es el caso-.

-¡No es lo que piensas, hermano!- Exclamo Melia sonrojándose, levantándose.

-Nuestro padre se sentirá muy feliz al escuchar que tienes una cita con Shulk. Supongo que la paciencia y perseverancia trae sus recompensas- dijo Kallian, ignorando a su hermana.

-¡No es una cita!-.

-¿Quién va a tener una cita?- Pregunto el padre de ambos hermanos, llegando después de haber tenido que ir al baño.

-Melia. Va a tener una cita con Shulk usando la excusa de llevar a su hijo al zoológico- contesto Kallian.

-¿En serio? ¡Que bien!- Exclamo el hombre mayor, muy feliz. -Tienes que traer a Shulk a la próxima cena, querida. Me alegra que mis rezos hayan servido para algo-.

No era un secreto que el padre de Melia estaba encantado con Shulk tras conocerlo. Quedo bastante decepcionado al escuchar que este se iba a casar con otra mujer que no era su hija, pero entendió que el amor era así a veces. Luego de escuchar por primera vez que el hijo de Shulk asistía al jardín donde enseñaba Melia, las esperanzas de que algo pudiera surgir entre el rubio y su hija volvieron a nacer.

-¡QUE NO ES UNA CITA!- Grito Melia, completamente avergonzada por su padre y hermano.
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El fin de semana llego, y como acordaron, Shulk y Nikol fueron bastante puntuales a recogerla fuera de su departamento.

Pasaron toda la mañana explorando el zoológico, viendo los diferentes animales que ofrecía a la vista. Nikol estaba encantado, viendo todo a su alrededor con un brillo en sus ojos mientras caminaba, tomado de sus manos por su padre a la derecha y su profesora a la izquierda.

Melia sentía una sensación de felicidad y plenitud al ver la gran sonrisa en el rostro de Nikol. Los tres pasaron al lado de una pareja que tenían agarrado a su hijo de las manos de la misma forma que ella y Shulk sujetaban a Nikol. Eso le provoco un fuerte sonrojo.

Ella intento no dejarse llevar por la situación, de no pensar en como cualquiera que no los conozca, al verlos así, piensan que son una hermosa familia, de como no pudo dar ningún bocado en la mañana por la ansiedad que sentía, o el como tardo dos horas en elegir el vestido para la ocasión, o el como se arreglo lo más que pudo antes que llegaran a buscarla.

La hora de almorzar llegó y fueron a un puesto de comida, donde Shulk trajo el pedido para todos y disfrutaron su comida en un agradable atmosfera. Mientras Nikol hablaba de que animales le gustaron más, ambos adultos solo escuchaban, feliz de ver al niño tan alegre.

Cuando estaban terminando, Nikol se había manchado la cara al comer. De inmediato y por inercia, Melia tomo una servilleta y limpio el rostro del jovencito.

Shulk observo el momento en silencio, conmoviéndose por el gesto tan maternal de Melia.

Poco después, se movieron hasta estar debajo de la sombra de un árbol. En algún momento, Nikol termino quedando dormido y Melia puso su cabeza en su regazo para que no tuviera dolores por la dureza de la tierra. La mujer acariciaba suavemente los mechones rubios del pequeño, intentando reconfortarlo en sueños.

Shulk veía la escena con un gran sentimiento en su pecho. Sus ojos intentaron guardar esa imagen en su memoria para siempre.

-Gracias por habernos acompañado- dijo Shulk sin pensar, diciendo lo que sentía.

-Gracias a ustedes por invitarme- respondió Melia con una sonrisa.

-Desde que perdió a su madre, he intentado mantenerme firme para Nikol, de cuidarlo en todo momento, aunque a veces no pueda- en este momento, Shulk sentía que podía sincerarse. -Aunque se ha vuelto tímido y retraído por el accidente, siempre me sonríe, como si fuera él quien me calmara por la perdida de Fiora y no al revés, cuando se supone que yo soy el adulto- dijo nostálgico, su mirada bajo a sus manos por unos momentos. -A veces, siento que no soy el padre que merece-.

La vista en sus manos se agrega una tercera más, que es la mano de Melia. Al levantar la mirada, ve que ella, dejando de acariciar a Nikol, pero si alejar su mano de su cabeza, lo mira fijamente con una mirada comprensiva y decidida, mientras que con su otra mano toma su mano derecha y la aprieta suavemente.

-Nikol ama profundamente a su padre. Él quiere ser igual a ti cuando crezca, lo dice todo el tiempo. Es un niño muy fuerte y valiente. No voy a decir que ver morir a su madre no lo afecto, porque es claro que si, pero también es un chico listo; sabe que tiene a un padre que hace todo lo posible para que no le falte nada y a muchos tíos y amigos que estarán para ellos-.

Las palabras de Melia fueron como un dulce bálsamo para el corazón herido de Shulk, que aunque ha sanado la herida que la muerte de su esposa dejo con el tiempo, la ayuda de sus amigos más cercanos y su hijo, dejo una cicatriz que aun dolía como la peor herida.

Pero solo basto que Melia dijera esas palabras que en el fondo necesitaba escuchar para que el dolor de esa cicatriz redujera.

Él apretó la mano de ella. -Gracias, Melia. Siempre has estado ahí para mi desde que comenzamos la universidad- le sonrió dulcemente. -No sabes cuanto me has ayudado, y no solo me refiero a lo de Nikol. Me has ayudado cuando más lo necesitaba aunque no te dieras cuenta. Por eso... gracias-.

El corazón de Melia bombeo fuertemente antes de detenerse por un segundo al ver la forma en que Shulk lo mira a los ojos, ver ese brillo en sus ojos azules grisáceo que ella solo ha visto cuando él veía a Fiora hace que las mariposas en su estomago revoloteen como locas y su corazón se acelere.

-Shulk...- su nombre escapo como un susurro de sus labios.

El momento se corto cuando Nikol abrió un ojo e hizo un ruido perezoso. En medio de su inocencia, abrazo fuerte a Melia, quedando en sus brazos. La calidez que el niño sentía en los brazos de la mujer era muy cálida y agradable, se sentía seguro, como si nada pudiera dañarlo. La última vez que sintió esa sensación plenamente fue cuando estaba en brazos de su madre.

Melia sintió un nudo en la garganta al notar todo lo que debía sentir el niño y sus implicaciones.

Salir con el padre de un estudiante y el estudiante en si en una salida informal, independiente del día, no es profesional.

Ella lo sabe. Sabe que por el bien de todos debió haber rechazado venir cuando tuvo la oportunidad. Pero... pero...

-No podría decirles que no aunque quisiera... y realmente no quería hacerlo-.

La tarde siguió sin problemas, continuaron su recorrido por el zoológico, comiendo helado y tomándose muchas fotos junto a varios animales. Incluso alcanzaron a tomarle una foto a Nikol cerca de la cría de un tigre, antes que la madre se acercara y ellos tuvieran que apartarlo.

Cuando el zoológico anuncio que era hora de cerrar, Melia supo que este día de fantasía iba a terminar en cuanto la dejaran en su departamento. Que en realidad si había sido una cita y que le había gustado mucho la idea de que todos los que los vieron hoy pensaran que eran familia.

Se dio cuenta de cuanto anhelada que Nikol la llamara madre. De cuan enamorada estaba de Shulk y que, en realidad siempre lo había estado.

Shulk conducía en silencio por las calles de la ciudad en dirección al departamento de Melia mientras la mujer miraba afuera por la ventana, con el corazón estrujándole dolorosamente con cada segundo que pasaba. Nikol estaba dormitando en el asiento de atrás.

Lo que Melia no sabía es que Shulk estaba en sus propios pensamientos mientras conducía. Su mente estaba en la noche de bebidas con Rex, en las palabras que le dijo, en las posibilidades, en lo que podría suceder.

No tardaron mucho en llegar y Shulk estaciono su auto afuera del departamento de Melia.

-Yo...- Melia trago saliva, teniendo que aceptar que este día termino. -Gracias por el día, ha sido maravilloso-.

Giro su cabeza para despedirse de Nikol, pero no había soportado más y termino quedándose dormido. Ella solo le sonrió y estiro el brazo izquierdo para acariciar suavemente los cabellos de Nikol como despedida.

Se bajo del vehículo y vio que Shulk hacía lo mismo, algo que la sorprendió, pero dejo de lado al suponer que él la acompañaría hasta la puerta. Shulk era bastante caballeroso cuando quería, como un caballero, de esos que había leído en sus novelas de cuando era más joven.

-Realmente agradezco que aceptaras, Melia. Nikol quería venir al zoológico desde hace mucho y le hizo mucha ilusión que nos acompañarás- dijo Shulk.

-Fue un placer. Hace tiempo no me divertía así- respondió la joven mujer. Se detuvieron frente a la entrada de los departamentos. Ella vivía en el quinto piso, pero no era necesario que él la acompañara hasta arriba. Ella se giro hacía él.

Shulk inhalo.

-Yo... espero que podamos... ¡OH!-.

Melia no pudo terminar de hablar, ya que Shulk se inclino, la atrajo hacía él y capturo sus labios. Los ojos de Melia se abrieron ampliamente durante dos segundos, antes de cerrarlos y deslizar sus brazos alrededor del cuello masculino.

Besarse con el padre de uno de sus alumnos claramente no era nada profesional, pero a Melia ya no le importaba. Ignoro sus sentimientos por el bien de sus amigos una vez, y ahora que se le ha dado una segunda oportunidad, no va a desperdiciarla.

En este momento, Melia sintió que los cuentos de hadas si eran reales.

Se besaron durante un minuto entero hasta que Shulk se aparto de ella. Melia estaba sin aliento, con el corazón martilleando en su pecho agitado.

-Yo, um...- su cara ardía. -¿Estas seguro?- Pregunto tímidamente. -No quiero ocupar el lugar de Fiora ni nada. No quiero ser una oportunista-.

-No lo eres- declaro Shulk. -Fiora siempre estará en mi corazón como la mujer con la que me case y me dio a mi hijo, pero la vida sigue y debo seguir adelante, como ella hubiera querido, como Nikol se lo merece. Y elijo seguir adelante contigo- tomo las manos de ella entre las suyas. -Pero entenderé si no quieres. No quiero que pienses que eres una clase de reemplazo o te uso para olvidarla. Eso jamás-.

Ahora fue el turno de ella de besarlo. El beso duro menos que el anterior, pero no fue menos intenso.

-Se que nunca harías eso, no esta en tu naturaleza- ella le acarició la mejilla. -Te amo. Lo hago desde la universidad, pero no dije nada porque vi lo feliz que eras con Fiora, así que me conforme con tu amistad. Creí que me bastaría, pero ahora me doy cuenta que simplemente estaba esperándote-.

-Lamento haberte hecho esperar tanto-.

-Valió la pena-.

Juntaron sus frentes y cerraron los ojos, disfrutando de esta paz y calidez que se transmitían.

-Mi padre quiere que vengas a cenar a la casa el viernes. Mi hermano también estará presente. Es una cena que hacemos para pasar tiempo en familia- ofreció Melia.

-Me encantaría- respondió Shulk. -¿Puedo llevar a Nikol?- Pregunto.

-Por supuesto. A mi padre le encantara conocerlo-.

Con un último beso intercambiado, se retiraron finalmente. Melia vio a Shulk subirse a su vehículo y se despidió de ellos con un movimiento de mano.

Cuando subió a su departamento, camino directo hasta su habitación y se recostó en la cama, suspirando soñadoramente mientras tenía una gran sonrisa de enamorada en el rostro.

Ahora que había cruzado la línea de lo profesional, ya no podría sentirse igual en el jardín. No podría fingir que trataba igual a Nikol que a los otros niños.

Por suerte tenía una solución.
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-¿Hm?-.

Después de la cena de la gran familia de Rex, Mythra estaba revisando su correo cuando un mensaje le llego. Vio que era de Melia. Ella era más amiga de Nia que de Mythra, pero se llevaban bien al ambas trabajar como maestras de jardín infantil, compartiendo consejos de vez en cuando.

Abrió el mensaje y tras chatear un poco, Mytrha grito: -¡Nia!-.

-¿Si?- Pregunto la mujer de cabello grisáceo.

-Parece que ganaste la apuesta- dijo de mala gana la rubia.

-¿En serio? ¡Si!- Grito Nia en festejo.

-¿Qué apuesta?- Pregunto Rex, sentándose en la mesa junto con Pyra, tras que ambos fueran a meter a la cama a sus hijos.

-¿Recuerdas que nos hablaste de tu amigo que quiere seguir adelante y que iba a una cita con Melia hoy?- Pregunto Mythra, a lo que Rex asintió. -Pues entre nosotras hicimos una apuesta sobre cuanto avanzaría la relación de ambos. Nia aposto que se juntarían este mismo día, y gano, ya que Melia me mando unos mensajes, preguntándome si puede trabajar en la jardinería donde trabajo, ya que no se ve actuando profesional con Nikol cerca-.

-Sabía que Melia no se resistiría y terminaría cediendo- dijo Nia orgullosa. -Me alegro por ella. Tal vez podamos realizar una cita doble con ellos, Rex-.

-Suena genial- dijo Rex, de acuerdo con la idea y feliz por Shulk. -¿Y que gana Nia con la apuesta?-.

Los ojos de Nia brillan de manera depredadora y antes que Rex se diera cuenta, ella lo toma del brazo y lo arrastra a la habitación.

-Qué serás totalmente mío por una semana. ¡Vamos, Rex! ¡Mio quiere otro hermano parecido a ella y quiero que sea varón!-.

El hombre no tiene palabra que decir antes de que lo metieran en la habitación, para frustración de una rubia y una risa de una pelirroja.

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