18- Doble Negro
Varios autos se acumulaban en frente de una enorme casa, a las afueras de la ciudad. Shintaro Ishihara había organizado está reunión con los líderes de la Port Mafia, para terminar el juego de "el gato y el ratón ", que había comenzado desde el día en que transformó a Chuuya en la mujer, que esperaba, era perfecta para el.
Parece que se había salido con la suya.
Chuuya no mostraba ni un signo de emoción, aún cuando podría estar disgustada hasta la muerte; se mantenía serena cuando estaba con Mori esperando juntos en el vestíbulo y también cuando el anfitrión apareció bajando las escaleras.
A primera vista, era un hombre refinado con un gusto exquisito en trajes, y aún así, no dejaba de ser una escoria para los ojos de la pelirroja.
—Mori Ōgai, es maravilloso reunirnos por fin— saluda el de ojos felinos sonriendo con altanería y después observando a Chuuya —Y también me alegra volver a verte Chuuya... Nuestra última reunión, no fué la mejor de todas... Espero que te encuentres bien, creo que esa noche, fuí bastante rudo.
Ella notaba la burla y la insinuación en cada palabra escupida por el azabache, y toma una postura similar a la de él.
—Ya vés... Por muy rudo que puedas ser, aquí sigo... Sin sentir nada.
Ishihara ríe y efectivamente Chuuya le gusta. Nada sumisa, difícil de manejar, pero eso lo volvía incluso más divertido.
—¿Que tal si platicamos los términos?— Mori interfiere. Es verdad que también sonríe, pero sus ojos recorren el interior del lugar analizando cada esquina y cada guardia que este presente para cuidar al hombre frente a ellos.
Es curioso que la que destaque de todos, es una mujer, parada en la parte final de las escaleras, parece una dama débil, pero emana un aura frío y distante que hacía difícil que alguien quisiera acercarse para averiguarlo. Además, Mori tenía su propia experiencia identificando cuando alguien era realmente peligroso, y vió fruncir el seño a Chuuya, lo que se vuelve en una confirmación de sus sospechas.
No pasa mucho tiempo antes de que Elise aparezca repentinamente, después de salir del comedor como sí esa fuera su casa.
Nadie la vió pasar específicamente y todos se preocupan de que pueda ser un problema, pero es una simple niña. Confían en que los más cercanos a su jefe, puedan manejar la situación en caso de que realmente haya algo detrás de su figura pequeña y un tanto traviesa.
Mori no dice nada en especial, cuando ella se acerca y se coloca a su lado sin vacilación. Solo una mano aguantada da ligeras palmaditas en la cabeza de la niña rubia.
—Bueno, ¿Qué es exactamente lo que quieres saber?— dice el otro hombre aún despreocupado, observando la interacción, pero sin comentar nada que no sea el asunto por el que se encuentran ahí. —Creo que estás consciente de que sí aceptas, tendrás libre albedrío para tu organización.
—Ya tengo libre albedrío Ishihara.
—Correcto, pero con nuestro apoyo podrías extenderlo fuera de esta ciudad y también fuera del país... Mi papá viaja muy seguido, creo que puede traerte cosas muy interesantes del extranjero— explica brevemente los beneficios generales de aliarse, mientras intenta memorizar las expresiones de una Chuuya, poco dispuesta a colaborar, pero siendo obligada al final. Él, por supuesto que admite, internamente, que es una de las mujeres más bellas que ha visto, incluso cuando lleva pantalón de vestir de color negro, pues es lo suficientemente ajustado para marcar su cintura y sus caderas. Además, la blusa blanca y de manga larga, tampoco es un bono menos. Solo se ve elegante, refinada y muy apetecible al mismo tiempo —Y por si fuera poco— continúa con su explicación como queriendo quedar bien frente a Mori —... Podrán notar que tenemos a hombres con habilidades impresionantes y muy sobresalientes. También estoy dispuesto a compartir algo de nuestro as bajo la manga.
Chuuya bufa, ese as, casi le cuesta la vida la última vez que lo vió de cerca. Mori en cambio sigue escuchando el parloteo de Shintaro, incluso cuando Elise susurra levemente
"Rintarō, cuidado".
Nadie aparte de él, la escucha, pero el anfitrión ciertamente empieza a desconfiar de la pequeña rubia. No solo porque le roba la atención de Mori, también porque se percata de la momentánea mirada del mafioso hacia el techo.
—Elise-chan, ¿Porqué no juegas a dibujar?— propone el médico y la niña lo obedece sin rechistar. Simplemente se deja caer en el sofá y con un juego de crayolas y hojas de papel, sacadas de quién sabe dónde, empieza a dibujar, a su antojo.
Pareciera que Mori a ignorado su advertencia. En realidad solo tenía que aparentar, que lo que la niña susurraba no era relevante. Aunque lo que realmente pasaba es que había un hombre observando desde lo alto, aquella improvisada reunión. Otro ejemplo de persona sobresaliente, pues no negaría, que no se percató de su presencia, ni siquiera un poco.
El caso es que el hombre estaba apuntando a Mori con un rifle.
—¿Sabes?— Ōgai finalmente le habla con seriedad. Su amable sonrisa desaparece y sus palabras sorprenden a Chuuya y a Ishihara por igual —No me estás convenciendo.
Sí la pelirroja no mal recuerda están ahí para cerrar un trato de paz entre ellos, después de todo, era el camino más fácil para evitarse de problemas... Entonces, ¿Qué estaba pasando por la cabeza de su jefe?
—No le entiendo Mori— respondió Shintaro.
Sin embargo, no recibe respuesta más que un suspiro y el ruido de su puerta principal al ser abierta de par en par.
Varios hombres acompañan a una sola mujer. La mujer que entra hace que Chuuya se estremezca, pues a pesar de su refinada apariencia, se nota irritada y despiadada.
—Ane-san, ¿Qué haces aquí?— pregunta aunque eso signifique un sermón de su mentora. Al fin y a cabo, no le había informado nada de la situación desde hace algunas semanas. Kōyō debía estar muy molesta, pero la forma en la que entra en el lugar, no es precisamente lo que haría, sí no estuviera de acuerdo con las decisiones planificadas entre Chuuya y Mori.
—Acompañarte— responde Kōyō mirando a Shintaro repetidas veces, ella está muy alerta y Yoko empieza a adoptar una postura similar.
—No esperaba que otra bella mujer nos acompañase— comenta Shintaro. Aunque, pensándolo mejor, se supone que es una reunión entre los líderes, sería lógico que otros ejecutivos estuvieran al tanto de sus nuevas conexiones. Y bueno, de todos modos, ni siquiera estaba su propio padre en aquel lugar, así que aunque la situación era importante, no parecía tener gran formalidad.
—No esperabas que soltará a mi alumna solo porque tú lo dices, ¿O si?
Shintaro forza una sonrisa, pero Ogawa se acerca con el seño fruncido.
—No está en posición para hablarle así— reclama la pelinegra, su mirada recorriendo a los tres mafiosos como queriendo encontrar dobles intenciones en sus miradas.
—No tenemos que ponernos tensos— insiste falsamente Ishihara, solo para calmar a su subordinada que se retira a su lugar del principio, después de que escucha las siguientes palabras del hombre —No quisiera dispararles con, ya saben que... Va a ser muy doloroso, así que por favor eviten que me enfade.
Kōyō sonríe... Mori sonríe... y Elise sonríe...
Cada uno de ellos a su manera, ocultando sus pensamientos y sus emociones
—Jefe, ¿Porqué no terminamos de una vez?— la de pelo rosa dice con su voz dulce y refinada..
(Yoko Ogawa se retira a su lugar. Está suspirando recargando su espalda en el barandal de la escalera y después usa su intercomunicador del oído para comunicarse con su amigo. El mejor francotirador del mundo, que se encarga de cuidar de Ishihara, desde la distancia, Shusaku Endo.
—Endo, pon atención... No confío en estas personas, será mejor que las tengas en la mira ...
—. . .
—¿Endo?
—. . .
¡Demonios!).
Ishihara está sonriendo, observa con plenitud cuando Kōyō se coloca frente a Chuuya y sus manos la estrujan en un pequeño abrazo que no dura demasiado. Es algo pronto para despedirse, piensa él...
—Lo siento Chuuya— susurra la de kimono y la pelirroja no sabe cómo reaccionar o qué decir. En primer lugar, ¿Qué significa eso?; La respuesta cae del cielo rápidamente, justo cuando su mentora grita —¡Konjiki Yasha!
El Demonio Dorado de su maestra arremete contra ella y de un golpe, que debe agradecer, no fue con espada, la empuja hasta la puerta del comedor.
Choca con un par de objetos, pero lo que dolió, definitivamente fué el primer golpe. Tose un poco para recuperar el aliento, después del impacto, solo notando que los hombres que habían entrado con Kōyō empezaron una contienda contra los de Ishihara.
Ve a su mentora y a su jefe rodeados de los subordinados de Shintaro, buscando una oportunidad para quitárselos de encima y atacar a su líder, que en ese momento solo gritaba rabioso, al mismo tiempo de que buscaba a Chuuya con su mirada.
Ella realmente tiene la intención de levantarse y buscar la respuesta a, ¿Qué demonios está pasando?
Si tiene la intención, pero alguien no solo la detiene abrazándola por detrás, también le cubre la boca con la palma de su mano y ni siquiera la deja protestar o respirar correctamente.
Al principio se siente amenazada, pero después hay algo que se siente familiar en el aroma de la persona que la sujeta, también en la suavidad de la mano sobre sus labios que le impiden jadear.
Y joder. Claro que necesita jadear en el momento en que sus ojos se mueven y encuentran los de él.
¡Dazai!
Osamu la observa conteniendo la respiración y solo una mirada de los ojos celestes es suficiente para que él sienta que no puede soportarlo más. El abrazo se intensifica, cuando la atrae contra su propio pecho, sin importarle siquiera, que su corazón este latiendo fuerte y velozmente.
Incluso, pega los labios en el cabello de la pelirroja y susurra con tranquilidad.
—Tu te quedas aquí...— eso suena como una orden que viniendo de Dazai, quién se atrevería a reclamar... Pues Chuuya, ella frunce su seño y quiere morder la mano del castaño, es solo que él vuelve a susurrar, está vez muy cerca de su oído, y su aliento caliente, le eriza la piel, más de lo que debería —No hagas ruido Chuuya, no queremos ser encontrados.
Finalmente le libera la boca, pero no la cintura. Eso solo es una garantía.
—¿Qué haces aquí Dazai?— pregunta incrédula.
—Toda la agencia vino...— responde como sí esa información no valiera nada. Lo que no solo deja boquiabierta a la pelirroja, también tiene el impulso de levantarse para comprobar que este diciendo la verdad. De nuevo, Osamu no se lo permite, sus brazos siguen alrededor de ella, y ella murmura un "maldición", que se obliga a dejar así, porque sí intenta gritar es probable que la mano de antes vuelva a su boca. —¿No me escuchaste?; Tu te quedas aquí.
Puede que no tenga toda la intención de regañarla, pero sabe que aunque suene rudo, ella no le da importancia.
—Me da igual, solo explícame porqué han venido.
Y él suspira, realmente complicado lídear con esta mujer. La libera, lo suficiente para que pueda moverse en el pasillo formado entre la puerta del comedor y el sillón de la sala, que al igual que ella, había sido arrojado en esa dirección por el Demonio Dorado de Kōyō. Y por supuesto que solo la dejo gatear para que observará la situación y en caso de que intentará algo más, el definitivamente no pensaría dos veces antes de amarrarla, con sus propias vendas de ser necesario.
El contexto era un desastre, logró ver a un par de agentes, no a la mayoría, pero confiaba en la palabra de Dazai. Sabía que estaban por ahí.
—El trato que la agencia tenía contigo se anuló el día en que dijiste que no necesitabas más de nuestros servicios— dice el castaño, siempre siguiéndola de cerca. —Pero, unos días después... Mori-san solicitó nuestra ayuda.
—¿Él hizo qué?
Poco creíble, es decir, ese hombre fue el que dijo que solo tenía dos opciones en las que se tenía que quedar como una mujer para siempre y ligar con Ishihara o con Dazai. Obviamente se decidió por el primero, porque no quería que el castaño volviera a estar en un sitio en el que se oscurecia, hasta el punto de dar miedo.
Además, quien era ese jefe que pedía ayuda a la Agencia Armada de Detectives. Simplemente no podía creerlo y aún así pregunta casi por impulso.
—¿Cómo va a pagar que ustedes estén ayudando en esto?— y si. Obviamente debe haber un pago, pues este problema era asunto de la mafia. La agencia no tenía que involucrarse, si no quería, pero lo estaban haciendo.
Esa simple pregunta hace sonreír a Dazai por un buen rato, hasta que sujeta firmemente las manos de Chuuya y besa sus nudillos. Se ha vuelto tan impredecible para ella, que la está volviendo loca.
—Obtendremos una buena recompensa, tenlo por seguro.
Aparta la mirada, no está dispuesta a ser cómplice de los profundos ojos marrones, solo quiere ver en qué puede ayudar, en qué momento atacar y Dazai le recuerda más de una vez "debemos esperar a que surga una oportunidad... Pronto se irá, la tal Yoko".
Bueno, confiaba en él y no era un mero capricho, así que observó el conflicto ahí agachada con Osamu a su lado.
Casualmente, Ogawa estaba combatiendo contra Kōyō, ninguna se inmutaba y uno pensaría que la mafiosa tendría la ventaja gracias a su habilidad y a su propia experiencia con las artes marciales, pero la otra mujer tenía su propia experiencia en peleas.
Se movía como un pétalo de rosa, impulsado por el viento con gracia, y velocidad. Sin duda un talento inhato que acompañado de su habilidad la hacían temible.
Al cabo de unos minutos, la situación parecía seguir igual, hasta que un par de disparos se escucharon y la azabache tuvo que pasar a intentar esquivar. Muy cerca de ser herida, pero saliendo ilesa.
Se mantiene lejes, solo observando a Kōyō que intenta recuperar el aliento, y después a su atacante sorpresa. No lo conoce, pero el arma que sostiene con burla la hace enfadar.
—Estas balas son muy peligrosas, ¿Cierto?— comenta el sujeto de cabellera tan negra como la noche; sus ojos violetas resplandecen con vigor y sus labios son estirados con arrogancia.
Chuuya suspira desde su lugar de espectadora. Él también está ahí, vaya sorpresa.
Para el segundo suspiro, Dazai empieza a considerar que es momento de sacarse las vendas de encima y amarrar a la pelirroja para alejarla de lo que está sucediendo y sobretodo de la imagen de ese hombre.
—¿Quién eres?— murmura Yoko en un intento de contener su ira, pero eso se vuelve complicado cuando el sujeto juega con esa arma entre sus manos.
—¿Yo?— se hace el desentendido —Solo alguien que se enteró de que estaban molestando a la persona que le gusta y que vino a saldar cuentas por eso.
¿Eh?
Es la impresión de la mayoría, a excepción de Dazai que opta por poner los ojos en blanco... Otro tipo al que no le importaba decir lo que siente y lo peor de todo es que esa confesión, era para Chuuya.
Nadie más descarado que Fyodor Dostoyevski.
—¿También te gusta Chuuya?— por supuesto. Ishihara —¿Cuántos somos ya?
Fyodor observa al hombre por un instante, parece tan ajeno a la situación. Eso debe ser porque Yoko es su mayor protectora. Había que romper su escudo.
—Creo que tres, sí contamos a un cobarde— responde con indiferencia. Chuuya quiere golpearlos a ambos, no era el momento, ni el lugar.
El cobarde Dazai Osamu entiende a qué se refiere Dostoyevski. Él ni siquiera se atreve a decirle a Chuuya como se siente y aunque para este punto ya debe estar más claro que el agua, ¿No es correcto expresarlo?
—¡¿Qué hiciste con Endo?!— interfiere Yoko, está arta de su estúpida conversación y ya no puede evitar el disgusto en su rostro al notar que Fyodor presume tener el arma de su amigo como sí fuera un trofeo.
Su oponente extiende una sonrisa un tanto provocativa. —Oye... Ya deberías saberlo...
Cómo la gota que derrama el vaso, la chica se arroja en contra de Dostoyevski y él procede a, "maniobras evasivas", al mismo tiempo de que empieza a correr fuera de la casa y llegando hasta el estacionamiento.
El respira con dificultad conduciendo a la mujer a lo largo de distintos vehículos que al menos a él le sirven para frenarla un poco.
—Realmente no entiendo cómo tienes tanta energía— comenta él con sarcasmo que, bueno, a ella no le da gracia y ya arta de perseguir esquivando autos, los empieza a apartar con su fuerza. No solo es intimidante, es audaz.
Y quizá sea que ella por fin se está cansando o es que está cegada por el enojo, el chiste es que ya no identifica los peligros a su alrededor y cuando logra detectar algo, es demasiado tarde para evitar el golpe a puño cerrado que le llega por un costado.
—Tardó más de lo planeado— se queja el albino... El felino que atacó y Fyodor solo se excusa.
—Ella tardó en reaccionar... No me siguió hasta que me volví un fastidio.
—Atentos— Akutakawa interfiere con su plática, no solo porque este un poco celoso.
—Se está levantando...
—¿Cuántas vidas tienes?— dice Fyodor exasperado.
Pero ya no es el mismo problema de el principio. Se tambalea, Akutakawa se aprovecha y la gran tela negra convertida en bestia, la enrolla varias veces. Yoko intenta usar lo último de su fuerza para trozar lo que tenga que trozar, pero un golpe, directo con la fuerza suficiente de parte del chico tigre, la manda a dormir finalmente.
—Lo siento— susurra Atsushi en verdad mortificado por el rostro maltratado de la mujer que ahora yace desmayada.
—Fyodor también se acerca. Saca un objeto de entre las bolsas de su abrigo y lo enseña sonriente, antes de decir con tranquilidad.
—Aquí está tu amigo.
Era un libro. Probablemente una novela de detectives escrita por un buen portador de habilidad...
Realmente estaban derrotando al grupo de Ishihara, a decir verdad, no muchos podrían defenderse de un ataque sorpresa como el que planearon estás dos organizaciones en cuestión de días.
Seguramente, fue idea de Ranpo, así que Chuuya tendría que darle las gracias más tarde. Y es que ahora mismo habían vencido a los portadores de habilidad más sobresalientes para el grupo contrario, solo faltaba el líder.
Él ya no tenía a muchos hombres que lo escucharán y lo protegieran, así que planeaba escabullirse por atrás. Chuuya obviamente lo estaba esperando ahí, feliz de que finalmente podía moverse de su sitio.
—Así que aquí estabas— dice Shintaro mirándola de la misma forma que siempre.
—¿Sabes?, Todos tus amigos son un dolor de pelotas.
—Lo sé— responde acercándose al hombre con lentitud. De hecho no tenía prisa, quería disfrutar de este momento.
—¡Oh!, Pareces ansiosa... ¿Quieres que te vuelva a besar?
Chuuya ni siquiera se asquea, de hecho sonríe —Justo estaba recordando eso...
Y como bien lo tenía merecido, Chuuya le voltea el rostro de un solo puñetazo en la mejilla izquierda. En ese momento Shintaro parece desquiciado riendo a carcajadas como sí disfrutará de la golpiza.
Es solo que la pelirroja no continuó, se cruza de brazos y suspira.
—Listo... Tu turno...
—Creo que a él lo golpeas menos fuerte que a mí Chuuya— Dazai sale de entre las sombras y claramente tiene que molestar a su compañera. Bueno, era su forma de ocultar sus celos.
—A él me da asco tocarlo...
Osamu sonríe y se dirige hacia Shintaro. Él no es tan bueno con los golpes, pero también apunta a la cara del hombre en un intento por borrar su sonrisa.
Lo tira al suelo y lo sujeta firmemente con su rostro pegado al piso.
¡Lo había tocado!
"Indigno de ser Humano", hizo de las suyas otra vez. Su poseedor sonriente como siempre. Un poco amenazador cuando comenta — Después de esto solo puede esperar hundirse en prisión, señor Ishihara. Recuerde no volver a tocar a la persona equivocada.
El grupo de la agencia y de la mafia se acercan a corroborar que todo esté en orden. De hecho lo está.
Está tan en orden que Chuuya se marea repentinamente. Es extraño, siente que el suelo y las paredes se mueven, también tiene náuseas, como si estuviera ebria, pero sin tomar una gota de alcohol.
Resbala y cae al suelo. No puede levantarse y tampoco escucha mucho, a parte del pitido en sus oídos.
. . .
—¡¿Qué pasa?!— gritó Dazai. No podía moverse, pues aún sostenía a su enemigo contra el suelo. El caso es que unos segundos atrás empezó una conmoción que no comprendió.
—¡Chuuya se desmayó!— gritó Kōyō sosteniendo a la chica y revisando cualquier golpe fatal en la cabeza, provocado por la repentina caída.
Shintaro, desde su sitio empieza a reír, que sumado a la preocupación de Dazai, hace que se desesperé.
—¿Que paso?— exige saber a el hombre bajo él —¿Porqué sucedió eso?
El desesperado castaño, no controla sus impulsos y cuando pasan un par de segundos sin respuesta, toma a Ishihara del cabello y lo estrella con fuerza en contra del suelo. Repetiría la acción, si no fuera por Mori que lo detuvo a tiempo para escuchar lo que balbuceaba el otro hombre —Te preocupas por nada imbécil... Es solo el proceso de transformación. Lo malo de mi habilidad es que ese proceso lleva tiempo y también es doloroso.
—Lo último no te lo pregunté— Dazai estaba irritado. Se aparta a sabiendas de que Ishihara no hará una estupidez y confiando en Mori para que lo mantenga en la mira.
Después se acerca hasta donde está el grupo de personas que rodean a Chuuya —Llamen a Yosano— pide casi en un susurro agobiado por el pálido rostro de la mujer...
—Ya lo hice— responde Kōyō. No mira al castaño, ella está ensimismada en quitar el cabello de Chuuya, de su cara. —Osamu... Se acabó...
Las palabras de Ozaki son ambiguas. Al menos para Dazai.
—Si... Se acabó...
—¿Qué harás?
Ya había escuchado esa pregunta antes... Es solo que no lo considero. No lo pensó como dijo que haría y su respuesta no deja a nadie feliz.
—No lo sé...
—¿Qué significa eso?— está vez se entromete Fyodor. Ambos se observan por un largo tiempo hasta que el castaño siente que es ridículo.
—Si piensas que es fácil, ¿Porqué no lo haces tú?
—Si serás imbécil... Él no espera que sea yo— definitivamente, Fyodor era una de las personas que más odiaba, sin embargo después de esta discusión y de sus palabras, admite que tuvo razón — Sí puedes dejar de huir, ¿Podrías siquiera intentarlo?; Eso que sientes por Chuuya no es nuevo... No creo que haya surgido por esta situación...
. . .
RECTA FINAL... QUE NERVIOS
(◍•ᴗ•◍)❤ GRACIAS POR LEER
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