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11- De mal a peor...

—Oiga... ¿A dónde creé que va?— pregunto un mastodonte que lo superaba en musculatura, sin embargo él le sonrió fingiendo amabilidad.

—Solo quería acercarme a tu jefe, quería saludar— ante esa respuesta un hombre mayor se acercó haciendo a un lado a su lacayo.

—¿Que asuntos tiene conmigo joven?— preguntó aquel hombre viendolo de pies a cabeza como queriendo identificarlo pero sin mucho éxito.

—Vera, soy hijo de un importante empresario— mintió con una facilidad que era de envidiar. —Mi padre cree que sería interesante trabajar con usted y darle mayor conocimiento a su familia.

—Oh. Está bien, hay que ir más a fondo con los intereses de tu padre— no mentiría, se sorprendió de lo fácil que fue engañar al tipo.

—Bueno en primer lugar mi padre quiere saber cuáles son sus motivos para venir a Yokohama; se rumorea que estan buscando pelea con la port Mafia .

—No, para nada. Eso sería demasiado riesgoso; aunque mi hijo suele buscar aventuras, así que no me sorprendería saber que se metió en algún problema...— el hombre rio ante su propio comentario, aunque claro que el desconocido, al que aún no preguntaba por su nombre, le veía con desdén y sin encontrar el chiste.

Dazai fingió una sonrisa después de unos segundos y luego prosiguió con lo que en verdad le interesaba. Su motivo para ir a esa fiesta.

—¿Su hijo?, Me encantaría conocerlo.

—¿Mhn?— el mayor lo miró con una seriedad que llegó a intimidarlo, pero aún mantenía su máscara sonriente que ocultaba a un demonio. —Creo que estaría bien— respondió finalmente. El castaño suspiro aliviado; se había asustado, pero era claro que este hombre era un baboso que no buscaba más allá de las apariencias.

—Que bueno... Y dónde...

—Mi hijo está buscando pareja; no importa sí es hombre o mujer, no podría haber diferencia para él— comentó de repente callando por completo a Dazai quien hizo una mueca al instante.

Se aguanto las ganas de responder el asco que le provocó el comentario que jamás pidió. Eso no duró demasiado, pues otro sujeto ajeno a la conversación se acercó al importante político y empezó a susurrarle al oído. El castaño puso todo su empeño para lograr escuchar de que hablaban.

—Hay intrusos en la fiesta— le dijo. Al parecer era un guardia que se notaba particularmente nervioso.

—¿Qué cosa dices?, Es imposible.

—Señor... Su hijo a capturado a una persona que era ajena al evento. Según sé, se trata de alguien muy peligrosa, aunque parece que lograron mantener la situación bajo control...

No hubo más charla, pues en ese momento se escucharon unos disparos desde el segundo piso, alertando a todos y creando el caos.

Dazai se giró pasando desapercibido por los hombres que solo buscaban proteger a su líder. Sin embargo no se escapó de las miradas de algunos cuantos al notar que él iba directo hacia el lugar donde se escucharon las detonaciones.

Nadie se interpuso, fingieron no verlo y prefirieron mantenerse alejados del castaño, pues sus ojos carmín pedían sobre todas las cosas que se derramará sangre.

Su rostro inspiraba el miedo en las personas que de por sí, ya estaban asustadas; sin embargo sus manos sudaban como si se tratara de un niño sin experiencia en ese tipo de asuntos, su respiración se agitó mas que cuando tenía que correr por algún motivo detrás de un delincuente y en su cabeza una sola palabra rondaba impidiendo su concentración... Solo un nombre.

Chuuya...


—¿Qué te parece sí te unes a mi Nakahara Chuuya?— fue su propuesta. Sus labios formaban una curva risueña esperando respuesta mientras se pasaba delante de la herida pelirroja.

—¿Huh?— no sabía cuáles eran los planes de este imbécil, pero por supuesto que sabía cómo hacerla enojar. Se pensó lo que había dicho el otro, o fingió hacerlo, después río amargamente antes de responder —Lamento decirte esto pero... Prefiero besar una babosa antes que unirme a ti...

Pues no... Ella no era una traidora y tampoco se dejaba intimidar.

Se regocijo cuando el tipo detuvo sus movimientos mirándola sin comprender del todo lo que había dicho. Aún así no tardó en reír a carcajadas. Ante eso se preocupó y uno de los hombres que la sostenían, la jaló del cabello generando un gruñido adolorido.

—¡Ten cuidado imbécil!, ¿Sabes el trabajo que dió arreglar mi sedoso cabello?— se quejó deseando no estar tan débil, pues en verdad quería partirles la cara a todos.

—¿Sabes..?— Shintaro se acercó más a Chuuya. Analizó cada facción y expresión; ya estaba satisfecho con tenerla tan débil y llevársela aún cuando fuera en contra de su voluntad. Extendió su sonrisa cuando finalmente estuvo frente a la mirada celeste —Yoko me llama babosa todo el tiempo— comentó sin ocultar la insinuación.

—¿Q-Que?— no le inspiraba nada de confianza que se estuviera acercando tanto, mucho menos cuando la tomo del mentón asegurando que no apartará la mirada.

—Aunque el término correcto es baboso— dijo antes de unir sus labios con los de Chuuya sin permitirle reaccionar.

Ella no fue la única sorprendida, los hombres que estaban bajo las órdenes de Ishihara apartaron la mirada por tal acción que nadie pudo preveer.

Aquel beso no duró mucho pues alguien mordió el labio inferior de Shintaro que se quejó en un gruñido antes de apartarse de golpe. Unas gotitas de sangre se deslizaron por la comisura de sus labios. Al ver eso sus hombres reaccionaron y golpearon a la pelirroja en las piernas haciéndola caer de rodillas.

Aún así Chuuya aguanto el dolor y escupió a los pies del pelinegro, el cual sonreía mientras limpiaba los rastros de sangre. Él parecía estar disfrutando de la situación a pesar de que la chica le juraba con una mirada, que lo mataría.

—Tranquilos...— ordenó al notar que uno de sus guardias había sacado un arma para apuntar a Chuuya, que para este momento no podría defenderse ni evitar la bala. —Me gustan las rudas... Lo hacen todo más entretenido.

—¡Vete al carajo imbécil!..


. . .


... Dos disparos se escucharon. Le siguió el silencio y dos hombres cayeron al lado de la pelirroja. Dos tiros perfectos que dieron directo a la cabeza y no les permitió ni una sola reacción; fue una muerte rápida.

Ya nadie sujetaba a Chuuya y aún así ella estaba consternada, sin saber qué acababa de pasar.

Los demás hombres tardaron unos segundos en reaccionar; observaron el lugar y se asustaron al notar que sus compañeros que estaban vigilando desde los ventanales y balcones, ya no estaban... No había nadie en su puesto por lo que la mayoría corrió a colocarse frente a su jefe en un intento de escudo, ignorando sus caprichos e insistencia por acercarse a la pelirroja.

—¡Oye imbécil!—  una voz... Un completo desconocido salió de una esquina cerca de un ventanal. En sus manos un par de pistolas, las que habían ocasionado la muerte de aquellos que en un principio sujetaban a la chica.

Fue involuntario, pero Chuuya no pudo evitar sonreír al reconocer el tono de voz; se levantó y giró solo para verlo y confirmarlo.

—¿Osamu?—  dijo su nombre de una forma tan natural como sí fuera lo más normal y con un deje de emoción en su tono, lo que hizo arrugar el rostro de Shintaro con molestia genuina.

¿Quien era ese tipejo que se atrevía a interrumpir en un momento tan importante?

¿Y cuál era su relación con su nueva fuente de entretenimiento?

Dazai estaba en un sitio alto mirando todo con los ojos más muertos que Chuuya había visto. No era difícil adivinar que  estaba enojado. El castaño volvió a hablar dirigiendose a Shintaro.

—¡No permito que nadie toque a mi princesa!

Endo también estaba desorientado, había sido el que mayor golpes se había llevado de Chuuya, pero aún así creó de la nada un arma pequeña. Chuuya lo vió y con los movimientos más rápidos que tenía, tomó una de las pistolas de los hombres en el suelo. Apuntó y disparó dando justo en el hombro; por mera casualidad en el mismo sitio donde él la había herido hace unos momentos.

Los demás también preparaban sus armas, aunque no sabían exactamente a quién apuntar.

Por su parte, Dazai sacó el extremo de una cuerda que sabrá Dios de dónde salió, pero se reconoció que en algún momento ayudaba a sujetar el candelabro del techo, pues el otro extremo aún estaba amarrado en ese objeto.

El castaño lo tomo con fuerza y se dejó caer, balanceándose hacia el frente. La cuerda se iba soltando de sus agarres a medida de que el peso aumentaba.

Los hombres se asustaron caminando hacia atrás, aún protegiendo a Shintaro, que los golpeaba infantilmente mientras los llamaba "cobardes".

El asunto era que no sabían cuál era la habilidad del castaño; por el momento podía volar... O no...

Dazai cayó de golpe cuando las fuerzas en sus delgados brazos se acabaron.

Cayó un poco al frente de Chuuya con muy poca gracia y finura ante la mirada azulada.

—¡Disparen idiotas!— ordenó Shintaro al darse cuenta de que sus hombres no hacían nada para interferir en lo que parecía ser un reencuentro.

Dazai se levantó y volvió a tirar de la cuerda de hace unos segundos haciendo caer el candelabro y creando unos pocos minutos de distracción; después tomó a Chuuya del brazo para llevarla detrás de un pilar buscando protección de las balas.

—¿Estás bien Chuuya?— fue lo primero que salió de sus labios en un pequeño momento de intimidad. La pelirroja asintió perdida en sus pensamientos pues Dazai Osamu la había llamado princesa no hace mucho tiempo atrás y aún no terminaba de asimilarlo. Sin embargo el castaño no apartaba la mirada de la herida de bala en el hombro de la chica; había sangre... Mucha y eso le preocupaba.

Claro que en ese lugar y en ese momento no podía hacer nada al respecto. Sería un verdadero problema si los llegaban a rodear, pero se trata de Dazai y su cerebro le estaba ayudando más de lo que creyó posible.

—Hay que salir de aquí— dijo el castaño tomando la mano de la chica y empezando a correr para salir por una pequeña puerta trasera.

Bajaron las escaleras lo más rápido que podían para llegar al primer piso y salir de ese edificio cuanto antes.

—¿Cómo carajo aguantan las mujeres estas cosas todos los días?— se quejó Chuuya refiriéndose a los tacones y al vestido que le impedían la completa movilidad.

Estaba cansada, a penas lograba hacer avanzar a sus piernas. El dolor en su cuerpo era extremo y creía que pronto se podría desmayar.

Dazai no sabía ese pequeño detalle con la herida de la pelirroja, aunque si notaba su debilidad.

Ambos querían salir para atender esas heridas, pero en la entrada ya se encontraban personas buscando a los sospechosos de los acontecimientos, además de que detrás de ellos venían otros dispuestos a capturarlos.

—Por la cosina— ofreció el castaño jalando a Chuuya para que lo siguiera.

Entre meseros y personal de servicio que se encontraban nerviosos se pasaron, tiraron un par de cosas para crear obstáculos en caso de que alguien quisiera ir detrás de ellos.

En la cosina había una puerta trasera de emergencia, por lo que salieron llegando a un callejón. Aún así no se detuvieron y continuaron corriendo, con el objetivo de alejarse del peligro.

—¿Porqué no usas tu habilidad Chuuya?— preguntó finalmente el castaño.

—N-no puedo— respondió ella de una forma entrecortada. Su respiración se estaba volviendo cada vez más irregular y por supuesto que no dejaba de sangrar.

—¿Qué?

—Me envenenaron— intento explicar. Dazai sujeto su mano con fuerza conduciendola por callejones, buscando el indicado que reduciera el camino hasta su casa.

Se le estaban acabando las energías... No sabía cuánto más aguantaría.

.

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Disculpen la demora, pero ¡Ya estoy aquí!

Espero les haya gustado y ojalá les haya sacado una sonrisa... Besos, hasta el próximo capítulo

( ˘ ³˘)♥

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