Especial Yel 13
El silencio nuevamente se había apoderado de Yel, no sabía qué decir, no es que todo se arreglaría en segundos, pero sabía lo que sentía y sabía que Yuna necesitaba saberlo.
—Nunca te odié...—confesó. Yuna levantó la mirada a ella, curiosa y confundida— solo estaba decepcionada.
Yuna iba a responder, cuando la puerta fue abierta de inmediato, mostrando a Moonbyul confundida al verlas así. Detrás de la mayor, todos sus hijos correteaban en círculos y se trepaban a su espalda.
Yuna y Yel se levantaron de inmediato al notar su presencia, trataron de disimular y limpiar sus lágrimas, pero era muy evidente.
—Voy a cerrar el restaurante —Moonbyul mintió— así que hoy sales temprano, Yuna. Puedes irte ahora —sabía que tenían que seguir hablando.
—Aún es muy temprano —respondió Yuna.
—Es mi restaurante y cierro cuando quiero —sus hijos peleaban por quien subía a su espalda— además quiero dejar a los niños en casa y pasar tiempo con mi esposa; así que puedes irte —uno de los pequeños tiró de su cabello— ¡O se comportan o pongo sus cuartos en el sótano! —se retiró con sus cinco hijos varones.
El nerviosismo volvió al verse nuevamente solas. Yuna apretó los labios, pensativa.
—Te llevo a casa —ofreció en un acto rápido.
—¿Tienes auto? —Yel tampoco se atrevía a mirarla.
—Tengo una bicicleta, tiene un asiento atrás para alguien más.
—¿Por qué tendrías un asiento extra? —Yel giró a verla. Yuna la miró curiosa por su expresión de molestia. Yel se dió cuenta y evitó su mirada de inmediato— está bien, vamos.
—Sí...— se apresuró a correr a la puerta, abriéndola para ella— adelante.
***
—Y...—Jung estaba incómodo, igual que Erin. Ambos estaban en la cita que habían planeado para ellos. Pero solo se mantenían callados, sentados en el parque— ¿tú comes? —preguntó.
—No me agradas.
—Y es entendible.
***
Yel subía al segundo asiento de la bicicleta, Yuna ya estaba en posición para manejar. El cuerpo de Yuna se tensó al sentir las manos de Yel en su cintura. Apretó los labios al sentir el tímido abrazo. No debía sobre pensar, solo era para que no se cayera.
—Es algo lejos, ¿no te cansará? —Yel estaba preocupada.
—Aún mantengo mi buen físico, claro que puedo —sonrió.
—Y estás más alta...— "y más hermosa"
—Abrázame fuerte, no quiero que te caigas. Vamos a ir muy rápido —pidió nerviosa.
Yel asintió, rodeó por completo su cintura y fortaleció su abrazo, estando igual de nerviosa.
—Listo.
***
—En verdad lo siento —ambas caminaban lastimadas, se habían caído de la bicicleta. Yuna no dejaba de disculparse— fue mi culpa.
Yuna sostenía su bicicleta a su lado, ambas tenían raspones en sus manos y mejillas. Algunas partes de sus pantalones estaban rotos, sobre todo las rodillas. Yuna estaba sangrando del labio y Yel estaba cojeando del pie derecho.
—No es tu culpa —hacía gestos por el dolor en su pie— debí levantar bien los pies, así no hubiera chocado con la rueda.
—Debí avisarte.
—Es algo sentido común. Si algo interrumpe una rueda en movimiento y a velocidad, obviamente se va a detener con brusquedad.
—Puedo cargarte —ofreció Yuna.
—No te preocupes.
—Claro que me preocupo, tu pie se metió en la rueda, puede que tengas una lesión. Si sigues caminando, lo puedes empeorar. Déjame cargarte, no tengo algún problema.
Yel se mostró pensativa. El dolor en su pie se hacía cada vez peor con cada pisada. Podía pedir un taxi e ir a la clínica, pero eso no lo deseaba ahora.
—Está bien —aceptó— solo porque me duele mucho.
Yuna asintió. Dejó la bicicleta de pie y se acercó a Yel, agachándose frente a ella. Yel se inclinó con cuidado y se abrazó de su cuello. Yuna se levantó sosteniendo sus piernas y la acomodó mejor. Con una mano sostenía una de sus piernas y con la otras sostuvo su bicicleta, caminando así.
En el camino ninguna dijo algo, solo disfrutaban el momento de sentirse juntas otra vez. Aveces se detenían unos segundos para ver los productos que las tiendas mostraban en exhibición por los ventanas. Incluso pasaron por una tienda de primeros auxilios, pero lo ignoraron.
Al llegar a la clínica, Yuna esperaba a un lado de pie, mientras veía como envolvían el tobillo de Yel. No era nada grave, el dolor era producto ser brusco movimiento, solo necesita reposo por unos días.
Al terminar de curar sus heridas también, las dejaron un momento. Yuna estaba sentada ahora a su lado, esperaban en el pasillo hasta que las vuelvan a llamar. Frente a ellas, estaba la sección de pediatría. Había mucho niños y bebés. Yel se dió cuenta de la mirada de Yuna a ellos, era nostálgico, pero una leve sonrisa se mantenía en ella.
—Te agradan los niños, ¿verdad? —uno de los niños se cayó de cara, quedando allí como un chicle sin moverse. Ambas se asustaron, pero luego el niño rió a carcajadas, haciendo que ambas sintieran alivio para luego reír también.
—Lo he pensado...—respondió Yuna— sería lindo tener una pequeña versión mía...—su voz era triste, Yel lo notó.
Quizá recordaba el pasado.
—Tal vez...algún día puedas tener uno —en el fondo, decir eso la había lastimado. Le dolía imaginarla con alguien más— tendrás una pequeña tú.
Yuna bajó la mirada, sonriendo con tristeza. Suspiró profundamente y volvió a ver a los niños.
—No puedo tener hijos...— confesó, dejando sorprendida a Yel.
—Te refieres a...
—Que no puedo quedar embarazada —trataba de verse como si no le afectara— me lo merezco, fue mi culpa —levantó los hombros— yo sola me hice ese daño.
—Significa que...—recordaba— ese día...
—Sí, cuando estaba en el hospital por el sangrado. No pudiste estar cuando vinieron con el resto de resultados, ya que estuve allí por dos días más. Me dijeron que ya no podría tener hijos...—su voz se suavizó— me hice un daño muy grande al inyectarme eso a la vez que estaba embarazada.
—Lo siento...—quería abrazarla— es mi culpa, debí averiguar si yo era como mi madre.
—No es tu culpa —sonrió para tranquilizarla—yo sola me hice el daño, no es culpa de nadie más. Solo...es un sentimiento extraño. Yo no quería tener hijos, pero que te digan que no podrás...es raro, ¿sabes? Porque ya no hay opción, ya no puedes elegir, así cambies de opinión.
—Pero...—Yel pensaba en algo para animarla— sí puedes tener hijos, puedes embarazar a tu pareja, ¿no? Estamos en una nueva época, tal vez...
—Tampoco puedo...—confesó, disimulando su tristeza— ya no funcionaría en mí. Lo merezco...—sus ojos se cristalizaron, viendo a aquellos niños jugando en el pasillo.
Sintió un tacto en su mano, al bajar la mirada, notó la mano de Yel entrelazada con la suya, dando leves caricias con su pulgar. Yuna levantó la mirada a ella, dejando caer sus lágrimas.
Yel levantó su otra mano a ella, algo insegura, limpió su mejilla con cariño, acariciando de paso su cabello. Con timidez, se acercó a ella, atrayendola en un abrazo cálido, un abrazo que nuevamente hizo a Yuna romperse. La mayor se escondió en su cuello, volviendo a sentir su calor y sus caricias. Había extrañado tanto estar así con ella, pero aquel beso en su mejilla, era mucho más de lo que esperaba.
Alejó su rostro lentamente, con duda. Quedaron frente a la otra, nerviosas, solo a centímetros. Ambas dudaban, pero sus miradas no se apartaban, atrayendose cada vez más.
Yuna sabía que no era lo correcto, creía que no merecía a Yel, pero el beso en sus labios, hizo que su mente borre todo lo que estaba pensando.
Ambas sabían que no debían, aún era muy rápido, pero aquel sentimiento estaba esperando allí, desde hace cuatro años. Sí, debían seguir hablando, pero eso sería después del beso, ahora solo se dejaban llevar por sus sentimientos.
Voten ❤️
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