VEINTE
VEINTE
— Así que dibujas.
Quiso que sonara como una pregunta, pero fue más una afirmación.
Ya iban de camino al instituto en el auto de Sam.
Luego de que el rubio se entrometió de más en su vida, Harry se molestó mucho al sentirse muy atacado por quien estaba de a poco estaba considerando su amigo. Así que para que no desquitarse con su puño en la cara de Sam, salió de la habitación, y esperó a que saliera listo.
Se habían subido al auto en silencio hasta que Harry rompió en silencio.
— Los viste. — afirmó también él. — Si, dibujo. Bueno, no hago más que bocetos. Pero me encanta, me relaja mucho hacerlo. — sonrió viendo la carretera.
— No los vi por completo. — corrigió para que no pensara que era un chismoso. — pero espero que algún día me muestras tus bocetos.
— Cuando quieras.
Sam estacionó el auto donde usualmente lo hacía. Era como su aparcamiento privado, y la gente por alguna razón lo respetaba. Sus nuevos objetivos eran claros, lo habían discutido anoche: Sacarles celos a Louis lo más que podían.
Cuando ambos salen del auto, cayó la casualidad de que los hermanos Tomlinson llegaron juntos al mismo tiempo en una motocicleta.
— Mira, es Louis... — alcanzó a decirle Sam antes de que el mismo Harry plantara un beso algo apasionado. El rubio le respondió, por supuesto, solo que esta vez algo sorprendido.
— Y comienza el juego. — le guiñó el ojo y el rubio entendió rápidamente.
Ambos se acercan hacia donde estaban Felicité y Louis. Y de nuevo como los días anteriores, Harry notó que el aura de ambos era lo mismo: Triste y melancólico.
— Hey...— saluda a los hermanos, pero solo Felicité le dio una sonrisa, y la conocía tan bien que supo de inmediato que estaba fingiendo.
— Hola. — lo mira de arriba abajo, como notando que las ropas que llevaba puestas ese día no eran suyas. Louis se tensó en su lugar, probablemente también notando eso último.
— Louis, hola ¿no me vas a saludar? — en sus ojos se vio la esperanza de que el castaño lo observara y hablara como antes. Lo extrañaba como no tenía idea, su indiferencia le estaba molestando y doliendo de formas que no sabía que sentiría.
Sin embargo, contra todo pronóstico, el teléfono del mayor sonó.
— Es mío. — fue lo único que dijo mientras atendía.
Harry se cuestionó lo que seguía, incluso volteó a ver un segundo a Sam, quien asintió en signo de que continuara con el plan.
— Fizzy. — llamó a la chica. — necesito que me hagas un favor.
— ¿Qué? — contestó algo cortante, lo cual le extrañó pero siguió.
Y muy consciente de que Louis aun escuchaba dijo:
— Necesito que seas mi coartada.
— ¿Por qué? ¿Qué tengo que hacer? — a pesar de que parecía enfada o frustrada por algo, su lealtad por su amistad era lo primordial para ella. Opinaba que le parecía adorable, pero también le preocupaba que ella fuera tan fácil de manipular para cualquiera solo por querer mantener amistades o amores.
— Si mi padre, por algún motivo, te pregunta sobre si dormí en tu casa, necesito que digas que sí. — Louis los vio de reojo, curioso, mientras murmuraba muy vagos "si" y "ajá".
— ¿Y en donde estuviste realmente? — la curiosidad de Felicité siempre a su favor.
— En casa de Samuel. — sonrió para verse para convencido. No era mentira, después de todo. Vio de reojo como Louis ahora los observaba fijamente.
Felicité le tomó de un brazo y los llevó un poco más lejos de Louis y Sam, pero no tanto como para que no escucharan.
— ¿Q-que hiciste con...con él? — tartamudeó mirándole fijamente. Y por un momento quiso decirte la verdad a su amiga, sobre todo, pero de nuevo, no tuvo el valor suficiente para hacerlo.
— Cosas. — respondió lo suficientemente fuerte como para que Louis, es su posición, lo escuchara.
Y funcionó.
Pues el chico cortó su llamada, y se encaminó rápidamente hacia el interior del instituto.
El silbato del entrenador Paul resonó por toda el gimnasio. Asustando a muchos que estaban demasiado concentrados en sus pláticas como para prestar atención a su alrededor. El señor de no menos de cuarenta se acercó a una de las gradas de madera que rodeaba el lugar, haciendo que todos los que se encontraban dentro lo siguieran.
— Chicos y damas, siéntense. — ordenó con su voz grave. Todos obedecieron, por supuesto. — Hoy vamos a realizar un trabajo intenso, para luego tomar nuestro pulso, y saber si tenemos una actividad diaria sedentaria, moderada o intensa.
Inmediatamente, todos comenzaron a murmurar sobre los posibles minutos que el entrenador los haría trotar. Menos Harry y Sam, que también compartían esa clase. Y, oh sorpresa, también Louis.
— Silencio. — pidió fuerte, callando a todos rápidamente. Todos le tenían respeto y algo de miedo. — si son unos buenos para nada, y el único esfuerzo físico que hacen es caminar de su salón de clase a otro, por obvias razones su actividad diaria será sedentaria.
Harry pensó que la mayoría de la clase sacaría esa nota.
— Si se van caminando a casa o toman transporte colectivo a diario, posiblemente su pulso este en el rango de actividad moderada.
Louis pensó que quería irse de ahí lo más pronto posible.
— Para los jugadores de fútbol, hockey, animadores, atletas en general; ya que entrenan más que una vez a la semana, su actividad será intensa. En los casos de los atletas olímpicos que entrenan más de seis horas al día, su pulso está en el escaso de actividad ex- tre- ma. — el hombre robusto separó por sílabas la palabra.
Sam pensó que no esperaba la hora para presumir su gran talento en hacer bien cada cosa que tenga que ver con actividad física.
— Quiero que troten quince minutos. Sin excepciones. — al instante fulminó con su mirada a un chico que dio un largo y pesado suspiro. — ¡Sheeran, te estaré vigilando! ¡No quiero que me hagas menos de lo que pedí! ¡O sino harás el triple!
Todos se levantaron y se posicionaron en fila india, y cuando sonó, por segunda vez en el día, el silbato, comenzaron a correr alrededor de la cancha.
Sam por obvias actitudes, iba en cabecilla, Harry trataba de ir regular para no alterar tanto su pulso debido a que al ser agentes sus ejercicios eran extremos. De acuerdo con el plan, cuando el rubio pasaba por su lado, trotando, besaba muy dulcemente su mejilla izquierda. Y Harry solo sonreía, como si estuviese encantado de la vida. Louis estaba cerca de ellos, entonces tenían que aprovechar a lo máximo.
Lo mismo era con el rizado. Cuando pasaba cerca de Sam, trataba de tocarlo de su hombro derecho, haciendo que el chico girase hacia esa dirección para ver quien le había llamado. Pero Harry se pasaba hacia su lado izquierdo, y se reía infantilmente. Parecían niños jugando entre ellos.
En cierto momento, Harry estaba trotando tranquilo cuando Louis apareció a su lado. Se sorprendió, y su corazón latió fuerte bajo su pecho.
— No me saludaste. — comentó el oji-verde para comenzar una conversación, que sabía que Louis nunca se atrevería a hacerlo. El castaño siguió con su mirada al frente, pero sabía que lo escuchaba. — en la entrada. — indicó hacia las puertas traseras del gimnasio que daban a cierta parte del estacionamiento.
— Si, lo siento. — su voz sonó algo distante. — tuve que contestar. Una llamada importante.
— ¿Tu padre? — aventuró.
— No. Mi novia. — la sonrisa que Harry mantenía se esfumó en segundos.
Punto para Louis.
— ¡Felicidades! — exclamó, fingiendo estar feliz. Lo único que quería hacer era reclamarle y gritarle muchas cosas, pero no estaba en su derecho. Eran... ¿qué carajos eran? — No sabía que tenías una nueva novia.
— Volví con Danielle. — aclaró algo apagado. Que lo supiera por su propia cuenta dolía, pero que él mismo se lo confirmara era mucho peor.
— ¡Qué bien! — Louis, por primera vez en días lo miró directamente, en una mezcla de asombro y desconcierto. ¿Acaso esperaba que dijera otra cosa? ¿Qué se pusiera a rogarle ahí mismo? — siempre supe que eran el uno para el otro. — terminó con una sonrisa, claramente fingida y muy muy sarcástica.
Punto para Harry.
— Y yo supe que estás con Samuel. — soltó cambiando de tema. Wow, no esperaba que sacara ese tema tan pronto, considerando que lo ha ignorado mucho tiempo... — ¿Desde hace cuánto?
— Una semana. — respondió simple. Sin alardear tanto como debería de hacerlo. — y unos días, pero parece que llevamos años, ya sabes, nos entendemos tan bien. — para terminar, guiñó su ojo derecho.
— Me alegro...— y esta vez su tono fue uno muy tosco. — si no te molesta, quiero seguir trotando...solo. —y se fue sin darle una oportunidad para que Harry respondiera.
El rizado suspiro viéndolo irse.
Aunque su corazón se sentía más...aliviado. No tanto por la conversación algo extraña que tuvieron, sino por el hecho de que Louis, al fin de tanto tiempo ignorándolo lo buscó.
"Piii"
Sonó el silbato del entrenador, sacándolo de su mente que estaba a punto de reflexionar. Todos se detuvieron, exhaustos. Bueno, al menos Harry y Sam fingían estarlo. Quince minutos trotando no era nada comparado con sus entrenamientos habituales.
— ¡Vengan acá! ¡Rápido! — gritó el entrenador.
Todos se apresuraron a sentarse en donde estuvieron al principio de la clase.
— Ahora, quiero que tomen su pulso, en el cuello o en la muñeca. ¡Vamos, rápido" — dijo luego de haber arrastrado una pizarra transportable, y la pusiera al frente de todos. Luego de unos escasos minutos todos lo hicieron lo mejor que podían. — ¿Lo tienen?
— ¡Sí! — respondieron todos al unísono.
— Muy bien, recuérdenlo. Ahora, ¡Sheeran! Tu pulso. — inquirió.
— 192 pulsaciones por minuto. — respondió el pelirrojo. El pobre estaba muy sudado y su cara algo rosácea. Su pecho subía y bajaba con rapidez.
— Bien. — dijo para sí mismo el entrenador, mientras anotaba el pulso del chico en la pizarra con un marcador blanco.
"Sheeran – 192 p/m."
— ¡Fender! — gritó de repente.
— 126 pulsaciones, entrenador. — respondió tranquilo Sam.
— Muy bien. — y de nuevo anotó. — ¡Ferreti! — ahora se dirigió a Harry.
— 150 pulsaciones.
— Bien. — y anotó. Dirigió su vista al grupo, y se tocó con alguien que Harry ni cuenta se daba que estaba también en ese grupo. — ¡Campbell!
Pero la chica seguía conversando con su grupo de amigas riendo, ignorando completamente su alrededor. Ella también se encontraba sudada, y parecía importale ese hecho pues por la conversación que se estaba dando, era simplemente ella quejándose de que ahora olía mal. Harry pensó por un momento que Louis estaría junto a ella, pero la verdad es q el chico estaba algo lejos de Daniella, como si no quisiera estar cerca. A la chica tampoco parecía importarle estar cerca del castaño, eso hizo enfurecer un poco a Harry. Lo que daría por estar cerca de él...
— ¡Campbell! — volvió a gritar el entrenador mucho más fuerte que antes.
— ¿Ah...? — en esta ocasión Danielle dirigió su vista hacia al frente.
— Tus pulsaciones ¡rápido! — exigió con poca paciencia.
— 204... creo. — el grupo que estaba con Danielle rio ante la duda al responder de ella.
— 204...creo. — la imitó el entrenador con una voz exageradamente chillona. Estaba vez, todo el curso rio, incluido más ese pequeño grupito que estaba junto a Danielle, que luego de una mirada matadora por parte de ella, se callaron.
Harry observó la pizarra.
"Sheeran – 192 p/m
Fender – 126 p/m
Ferreti – 150 p/m
Danielle – p/m"
— Aquí hay cuatro diferentes tipos de persona como podrán observar. Los que no hacen nada. — apuntó con su mano los nombres de Sheeran y Campbell. Todos rieron, de nuevo. Harry vio de reojo como Danielle le miraba con una expresión de profundo odio. No sabía si realmente era por él o el entrenador. — y los que entrenan. — ahora apunta al nombre de Sam y el de él. — Samuel, sé que tu juegas fútbol americano, ¿es así?
— Así es, señor. — respondió con esa sonrisa socarrona de típica de él.
— Y tú, Harry, eres animador.
— Exacto. — respondió lo más humilde que podía ser.
— ¡La pareja perfecta! — gritó alguien desde atrás. Sam y él rieron ante eso.
— Perfecto, ahora Sam, ¿puedes, por favor, pasar al frente? — el entrenador tomó una silla y la puso al lado del pizarrón.
Sam lo hizo sin dudar, y se sentó tranquilo. Su sonrisa se anchó más cuando el entrenador se acercó con un esfigmomanómetro para luego ponérselo alrededor de su bíceps derecho. Y claramente Sam no dejó de sonreír.
— Ahora, hay que esperar tan solo unos segundos y veremos en qué rango esta su actividad. — tanto Sam como él abrieron sus ojos de golpe. Harry casi pudo ver como la ampolleta roja prenderse en su cabeza, con la señal de: ¡Peligro! ¡Peligro! ¡Peligro! En letras grandes. — posiblemente ante al trote este en intensa. Luego lo haremos con cada uno para mostrar ejemplos para que entiende mucho mejor. — la mirada del entrenador se posó en el aparato de nuevo. — ya debe de estar...— se acercó a él y se lo quitó mirando la pequeña pantalla. — ... no puede ser...— susurró.
Sam lo observó preocupado, y Harry le devolvió la mirada. La clase empezó a susurrar de igual forma. Su cabeza de repente la sintió más grande de lo normal.
— E-es imposible...— miró unos datos en una tabla.
— ¿Qué pasa, entrenador? — preguntó Louis después de tanto revuelo.
— Su actividad es extrema.
De nuevo, fue un susurro, pero salió algo más audible, haciendo que todos pudieron escucharlo.
Sam y Harry se vieron, realmente preocupados ¿Cómo se les pudo pasar eso? ¿Realmente ese sería el fin para ellos? ¿Descubrirían que eran agentes que intentaban matar a un miembro importante del país?
"Que extraño"
"La maquina debe de estar mala" susurraban entre ellos las personas alrededor de Harry. Quiso hacerse chiquito en su lugar. Y eso no estaba bien, cada vez se sentía más débil.
— Ya sé cuál es el problema. — dijo para sí mismo el entrenador. Se acercó a Sam y comenzó a hablar en voz baja con él. Harry quiso saber de qué hablaban, pero se sorprendió cuando los vio a ambos reírse como si nada. Y al cabo de un rato, el entrenador mandó a Sam a su puesto.
La clase siguió su curso como si nadaba hubiese pasado. De hecho, tanto como el chico pelirrojo y Danielle pasaron al frente para sacar su pulso, pero jamás lo llamaron a él por una rara razón.
— ¿Qué te dijo el entrenador? — le preguntó Harry apenas salieron del gimnasio media hora después. Ya bien cambiados con sus ropas limpias y con las manos entrelazadas. — ¿y por qué no me sacó a demostrar mi pulso?
— Digamos que tenía una teoría. — rio. — sobre mi actividad extrema.
— ¿Y cuál era? — quiso saber de una vez por todas.
— Que...— tiró de su mano, hasta que su boca estuvo a unos milímetros de su oreja. — ...había "realizado" — hizo comillas con su mano libre. — un ejercicio intenso recientemente.
— ¿El trote? — Harry lo miró. Él chico se acercó otra vez pero con una cara de aburrimiento.
— Si, pero no. — el oji-verde sintió una sonrisa formarse sobre su oreja. — sobre si anoche hicimos ejercicio intenso.
Esta vez Harry rio y lo empujó un poco para verlo mejor y tener espacio propio.
— Ya quisieras, tonto.
Sam se acercó de nuevo, solo que esta vez pasó un brazo al alrededor de los hombros de Harry en un medio abrazo que se sintió más fraternal que romántico.
— Por eso no te sacó adelante. Seguramente pensó que a ti también te saldría actividad extrema. Pensó que tú y yo tuvimos sexo. Lamentablemente no fue así, pero que mejor excusa que decir que la verdadera, ¿no?
Harry asintió convencido. Si, le molestaba e incomodaba un poco el hecho de que el entrenador del instituto pensara que había tenido sexo con Sam, pero tenía razón, prefería eso a que comenzara a sospechar que no eran lo que aparentaban.
Iba a decir algo, pero fue interrumpido al instante por el chico rubio.
— Viene Louis...—advirtió.
Y si, de hecho Louis venía caminando por el pasillo, en dirección en donde estaban ellos de pie. Con su lindo y gran único estilo de chaquetas de equipo de fútbol de Londres. A nadie más le lucía tan bien como a él. Unos pantalones que marcaban sus tan bien trabajadas piernas, y su cabello castaño siempre algo despeinado y despreocupado a la vez.
Era tan...deslumbrante.
— Hola. — Harry de nuevo tuvo que iniciar una conversación que ninguno de los otros dos comenzaría. Sam, como el actor tan bueno que era, lo saludo solamente con un gesto con la cabeza.
Pero Louis siguió su camino sin prestarles mucha atención. Pero repentinamente se detuvo, y volvió en sus mismos pasos, otra vez enfrente de Harry y Sam. Con la poca inocencia que aun guardaba, el rizado pensó que Louis había cambiado de actitud y les hablaría normal, y se quedó helado cuando de la boca del chico salió:
— ¿Por qué tenías tu pulso en extremo? — era obvio que esa pregunta era dirigido a Sam, quién no se negó a presumir su resistencia.
— Supongo que soy un caso especial.
— El entrenador te lo debió de haber dicho, supongo. — pero no se miraba realmente convencido en lo que decía. — es un caso muy extraño, y bueno...la curiosidad me mata. — Louis, aunque tenía su atención totalmente concentrada en Sam, veo de reojo a Harry por unos segundos.
— Bueno...si tanto insistes, te lo diré. — Louis sonrió, pero el ceño de Harry se frunció.
El brazo que todavía seguía alrededor de Harry despareció cuando su dueño se movió para estar más cerca del pobre joven de cabellera castaña. Incluso el oji-verde temió que hiciera algo que no debería. Pero de nuevo, se quedó helado con las palabras de Sam.
— Anoche fue nuestra primera vez. — Sam sonrió totalmente complacido cuando la cara de Louis se quedó en blanco.
Harry, detrás de ellos, negó. No, no estaba diciéndole eso. No a él. No tenía que estar refregándole de ese modo. Quiso autoconvencerse que estaba en uno de sus raros sueños, pero no era nada más que la realidad.
Se fijó en la cara de Louis. su rostro destilaba tristeza, desprecio, enojo y...decepción. Pero, ¿a cuál de ellos dos iban dirigidas esas emociones? No lo sabía, y no creía querer saberlo.
— Y el entrenador cree que mi pulso aún no se ha acostumbrado o algo así. — el seguía y seguía, y Harry quería golpearlo.
— Oh...— fue lo único que pudo salir de Louis.
— Tu querías saber. — se defendió de inmediato Sam.
Era suficiente.
— Sam, vamos. — forzó una sonrisa y tomó una mano del rubio. Se preparó mentalmente para ver a Louis, pero casi se rinde cuando el chico lo miraba con esos ojos azules que tanto admiraba muy muy triste. Se odio mucho. — Adiós, Lou. — tiró de la mano de Sam y los guio hacia más allá del pasillo sin voltear atrás. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos habló: — ¿En qué estabas pensando? — totalmente enojado le reclamó, sin importarle realmente que Sam viese sus verdaderos sentimientos.
— Uhm... en provocarle celos ¿No era eso lo planeado?
— Pero...— trató de pensarlo en algo que pudiera convencerlo de lo que hizo estuvo completamente mal. Por suerte, su mente maquinaba rápido. —... ¿De ese modo? Pienso que en lugar de darle celos, él se alejará más.
— Claro. — rio entre dientes, arrogante. — Pero ¿No viste su cara? — eso fue suficiente como para que Harry le propusiera un gran golpe en el brazo.
— Debo ir a clases. — fue lo único que dijo mientras se daba la vuelta.
— ¿Y mi beso?
— No hay besos por una semana— respondió seco, ya caminando. Sam rio, por supuesto.
— No resistirás. — casi gritó. Pero Harry tosió un "egocéntrico" que claramente escuchó. — da igual, debo hacer cosas.
— Uhh...cosas. — fue lo último que dijo para molestarlo.
Unas cinco horas después, Harry caminaba por el estacionamiento del instituto. Varios grupos de chicos estaban conversando alrededor de los autos. Algunos ya se estaban yendo y otros como parejas estaban besándose en paredes o en contra de los mismos autos. Asqueroso a su parecer.
Pero estaba ahí con una razón: encontrar el auto de Sam. A quien no había visto de vuelta en lo que restaba el día, y ya llevaba al menos diez minutos buscándolo. Hasta que llegó a una conclusión:
— Se fue.
Susurró enojo. ¿Por qué siempre las personas lo dejaban tirado en el instituto? Tendrá que hablar con Taylor para que le den autorización para poder conducir su auto. Los directores se lo habían quitado para segun así poder aprovechar algunos aventones de los objetivos.
Sin embargo, la suerte estuvo de su lado cuando al darse la vuelta se encontró con el Bentley de Felicité a unos metros. Sonrió y avanzó hacia donde el auto estaba. Y rogaba que su amiga tuviese la bondad de darle un jalón hasta su casa. Se acercó a la puerta de copiloto, a esperarla. Pero su sorpresa fue encontrarla que estaba dentro.
Y llorando sobre el volante.
Rápidamente tocó suavemente el vidrio. A lo que ella se asustó y levantó su mirada perturbada hacia afuera, en donde estaba Harry. La chica secó sus lágrimas rápidamente mientras bajaba la ventana del auto. Y sonrió, o al menos lo intentó.
— ¿Estas bien? — articuló Harry.
— No...— sacó el seguro del auto y él se apresuró en entrar, cerrando la puerta algo fuerte sin querer.
— ¿Qué pasa? ¿Debo de matar a alguien? — preguntó mientras le sobaba la espalda con suavidad, en un vago intento de tranquilizarla pero dándole su espacio.
— Hay un chico...— suspiró a la vez que más lágrimas salían de sus ojos. — ... y me gusta mucho, pero él no está interesado en mi...
— ¿Cómo sabes eso? Tal vez si esté interesado...
— No lo está, estoy completamente segura. — le interrumpió entre sollozos. — de hecho, creo que me odia.
Harry no supo que decir realmente, nunca le enseñaron como manejar sus propios sentimientos, peor de los demás. Por mucho que le enseñaran actuación, manipulación, y eller personas, nunca sería lo mismo con Felicité. Ella ya no era solo un objetivo más, era su amiga, Y ella lo necesitaba en ese momento. Así que, para que la chica supiera que contaba con él, la jaló y la abrazó. Algo incomodo al estar dentro del auto, pero eso no importaba cuando Felicité comenzó a llorar más fuerte.
Le dio algunos besitos en el cabello y susurraba "tranquila, todo estará bien...estarás bien" ¿No lo estaba haciendo tan mal, no?
Luego de lo que parecieron horas, ella pudo tranquilizarse y establecerse para poder conducir. Y, amablemente, se ofreció llevarlo hasta su casa. Harry lo agradeció enormemente. Mientras también planeaba en su mente matar a ese chico que tanto estaba haciendo sufrir a su primera y única amiga que ha tenido en su vids.
— Cualquier cosa, llámame e iré hasta tu casa si es posible. — le dijo cuando llegaron a la avenida que quedaba al frente de su casa.
— Está bien...— Harry bajó del auto, pero antes de que cerrara la puerta, la chica lo llamó. — Harry.
— ¿Pasa algo? ¿Quieres que vaya contigo? — realmente no sabía si lo estaba haciendo bien, esperaba que ella no pensara que le estaba obligando o se mirara muy desesperado. Pero ella rio con esa carcajada tan linda de ella.
— No... solo que gracias... por todo.
Harry le sonrió, enseñando sus adorables hoyuelos.
— De nada.
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