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TRES

Así pasaron los tres días antes de que entrara en su nuevo instituto. Viajando de aquí por allá. Conociendo restaurantes, cines, centros comerciales y lo que más le daba miedo, tiendas. Tienes llenas de chicas y chicos entusiastas observando, probando y comprándose ropa. Lo peor fue cuando entro en un pasillo donde todo, absolutamente todo, era rosa. No se ofendan, él es gay libremente, pero odiaba el color rosa con su vida.

En otro pasillo todo era de colores alegres. En otro pasillo con zapatos, sandalias hasta tacones de más de diez centímetros. Desde musculosa hasta blusas. Desde pantalones hasta faldas, diminutas faldas.

Lo peor, era tenía era que tenía que llevar de esa ropa, alegre y bonita. Se vestía así contra su voluntad. Pero ya que era cuatrocientos cinco, agente especial de la A. S. I. y juró lealtad, no le quedaba otra.

Al llegar la mañana donde tenía que ir a la dichosa escuela, encontró sobre su cómoda su traje asignado para el primer día. Junto a una nota que tenía garabateado el nombre: Harry. En el frente. Su conjunto era un jean ajustado combinado con una camiseta gris, y esta tenía un logo que decía: "I love 80's", y unas botas color negras.

Harry:

Para el primer día de escuela te hemos elegido un atuendo que creemos que aceptaras sin desear tener un revólver cerca para dispararnos. Lo primero: no se te confiaran armas, hasta nuevo aviso, cuando aprendas a controlarte y a realizar esta misión como corresponde a un Agente Especial. Así que solo una orden: Compórtate. Y recuerda no te sobre pases con tus habilidades. Sólo hasta el punto de que Louis, nuestro pasadizo para llegar al objetivo, te note. Pero no queremos escuchar que esa familia ha levantado sospechas. Porque si llegamos a escuchar que reforzaron sus guardas y sistemas de alarmas, despídete de esta misión. Después de la primera semana pide unirte al equipo de las porristas. Claro, que te acepten. Y recuerda. Siempre sonríe que esta es la misión más importante para la A. S. I.

Taylor Jones, directora del comando de Washington. A. S. I.”-.

— ¿Listo? — pregunta Jared mientras se colocaba un casco.

— ¿Iremos en moto? — preguntó con entusiasmo, apuntando la deslumbrante motocicleta negra.

— Si, Taylor dijo que el primer día necesitas la atención de todo el instituto. Y que mejor forma que hacer que llegar en una despampanante y ruidosa motocicleta negra— dijo con voz de anunciador de comercial, que le hizo reír. — claro que con un chico apuesto.

— ¿Chico apuesto?

— Oye, oye, oye, no me digas eso. Primero, si soy apuesto, por lo menos dime que parezco de veintisiete.

— Si, — bufó. Tenía razón. En sus tiempos había sido un chico muy apuesto, y por la reacción de muchas veinteañeras que había conocido a través de los años, suponía que si era apuesto, y si, que también parecía de veintisiete.

— Además... ¿Quién no se interesaría en un chico: nuevo, y que llega en una moto con un chico mayor? — enumeró con los dedos.

Lo pensó un poco, si, tenía razón, le daba más posibilidades. Un momento, el no creería que... Oh no. Si lo cree...

— ¿Tú crees que mi forma de acercarme a...? — dudó.

— Louis. — completó la frase.

— Si eso, ¿Tu crees que me acercare a él con el objetivo de ser su novio? — lo acusó con el dedo.

— Claro, para eso hacemos todo esto.

— Ni siquiera sabemos si el chico es gay, digo, ¿tiene novia?

— Eso ya lo veremos... ya veremos. — arrancó la moto. ¿Acaso Jared sabía algo que él no?

Todas las miradas de los adolescentes estaban sobre él en el instituto cuando llegaron, como lo predijo Jared.

— ¿Y ahora...? — bajó de la motocicleta, colocándose al hombro su bolso.

— Ahora te diriges hacia la dirección, y pasas estos papeles, la secretaria sabe quién eres.

— ¿Ella sabe? — algo que él entendía, era que nadie afuera de la A. S. I. sabe sobre la existencia de esta organización, excepto...

— Si, ella trabaja para — bajó el tono de voz. — la A. S. I.

— Bueno. — afirmó. — ¿Se puede confiar en ella?

— Claro. — sonrió— recuerda, vienes de Nashville, vives con tu padre, procedencia de Italia, y todo lo que tienes en tu hoja... ¿la tienes?

— Por supuesto. — apunta a su bolso. — un buen agente siempre está preparado.

— ¿Esta...?

— ... En un lugar seguro. — completó. No era tan tonto para dejar tal información a la vista, estaba en un bolsillo falso que si sabías ocupar era de verdad.

— Buena suerte, monstruito. — arrancó la moto y se fue a gran velocidad.

Se quedo viendo por un tiempo el lugar donde Jared había desaparecido a toda velocidad, hasta que notó un montón de miradas en su espalda. Se colocó sus lentes de sol, y dio vuelta caminando hacia el gran instituto. Y como suponía, todas las miradas estaban clavadas en él.

— Disculpe, soy...

— Harry Styles. — sonrió. — mi nombre es Rebecca, Taylor me hablo sobre ti. — dice la secretaria.

Acababa de llegar a la oficina de la secretaria, con facilidad por haber recorrido el instituto un día antes.

— Un placer. — forzó una sonrisa amable. Rebecca no parecía de confianza.

— Bueno, aquí están todos tus papales escolares. — sacó una carpeta amarilla delgada. — y aquí están tus papeles -no- escolares. — bajó la voz y sacó una carpeta negra tres veces el grosor de la otra.

— Gracias. — intentó una sonrisa. Definitivamente no le agradaba.

Al llegar al salón, procuró serlo tarde. Jared le dijo que atrajera la atención y la mejor forma de empezar, además de su llegada en moto, es llegar tarde. Que lastima que no pueda ser rudo, y no tener que disculparse por su retraso. Porque “no podía llegar, ignorar a la profesora y decirle a un nerd que se mueva porque estaba en su asiento.” Sonrió, eso solo pasaba en las series y películas.

Tocó la puerta rápido al darse cuenta de que llevaba mucho tiempo sumergido en sus pensamientos. Suspiró.

«Niño bueno, niño bueno, niño bueno» — se repetía en sus adentros.

Adelante— dijo una voz pituda desde dentro del salón.

— Permiso. — sonrió. — soy nuevo y me perdí. — «que excusa más estúpida»

— ¡Oh! Usted debe ser el señor Ferretti — revisó en una libreta, — sí, Ferretti.

— Si, soy yo, me dijeron en dirección que me tocaba en el salón treinta y siete, ¿este es? — preguntó inocentemente.

— Si, yo soy la profesora Brown. — sonrió. — Puedes pasar, pero primero, preséntate. — indica que entrara y se pusiera al frente. Harry hizo caso, y carraspeó su garganta antes de hablar.

— Hola... mi nombre es Harry Ferretti, tengo dieciocho años, y vengo de Nashville y vivo con mi padre. — dice viendo la pared del fondo.

— Gracias, señor Ferretti puede tomar asiento.

— Gracias.

Se sentó en unos de los puestos vacíos del final, sin percatarse quien estaba al lado de él. Le daba igual. Solo quería que el tiempo pasara rápido y comenzar con la misión.

Aburrido de jugar con los lápices y plumas que tenía en su escritorio, miro a su lado, más específicos al puesto que estaba a su lado derecho, para descubrir que estaba él.

«¿Será él? »— se preguntó.

Sacó la carpeta que Rebecca le había dado. Y verificó la fotografía. Si, era él. Ahí con toda su belleza, sentado de esa manera tan varonil que solo.... ¿en que estaba pensando? El es su “canal” al objetivo, no un super modelo.

Sumergido en sus pensamientos, pudo notar que él lo estaba mirando fijamente. Apartó la mirada de forma brusca, pero no se sonrojó. Tenía suerte que no se sonrojaba tan fácilmente. Comenzó a rayar la tapa de su cuaderno para disimular.

Verificó la carpeta para ver si estaba en todas sus clases, y si, si lo estaba. Muy casual si te lo pones a pensar.

La siguiente clase era perfecta para su plan de destacar y acercarse a él.

Italiano.

Así que cuando la campana sonó, salió disparado hacia el corredor, y tal como en las películas chocó con alguien. Solo que ese “alguien” no iba a ser su amor adolescente y cliché. Si no que ese “alguien” era una chica. Una simple chica...o eso creía él.

— ¿Qué te pasa? — gritó una chillona.

«Tranquilo, respira, dulce, dulce» — se decía a el mismo. Tratando de contenerse.

— Lo siento, no te vi. — se disculpó.

— ¡Por supuesto que no me viste, o si no, tendría mi batido en mi mano en vez de mi ropa! ¡¿No vez que acabas de arruinar un ejemplar de Channel?! — ahí se dio cuenta de que la chica tenía su ropa arruinada, se contuvo para no soltar una risa, pero aún así sonrió sin poder evitarlo. — Mira, nuevo, nadie se ríe de mí, te acabas de ganar una enemiga. — pasó por su lado, y chocó su hombro con el de él, que hizo que se tambaleara un poco. — adiosito.

Al irse, Harry reparó que todo el corredor los estaba mirando, así que tal vez, esa chica era la típica que creía que era la reina del colegio, solo que sin clones incluidos. Por suerte.

Suspiró y siguió su camino a su clase.

— Buongiorno. — dice la profesora apenas entra a la clase.

— Boyugiorno. — hablaron todos los estudiantes en un muy mal italiano, menos Harry, claro.

— Me entere que tenemos un nuevo alumno. — habla en español. — ¿Quién es?

— Io, professore. Sono nuovo. — <Yo profesora. Soy el nuevo>. Dice el rizado mientras levantaba una mano.

— Bene, bene. Ma se abbiamo uno studente avanzato. — <Bien, bien. Parece que tenemos un estudiante avanzado.>

— Così è la signorina. <Así es señorita>

— Dove hai imparato italiano? — < ¿Dónde aprendiste italiano?>

— Vissuto la maggior parte della mia infanzia in Italia. E tutta la mua famiglia è lì. —<En Italia viví la mayor parte de mi infancia. Y toda mi familia es de ahí>

— Che bene. — <Muy bien.>

Harry volteó a ver la clase, y vio como todos los miraban atónitos. Sonrió en sus adentros.

Su plan iba de maravilla. 

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