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TRECE

Quien diría que el agente cuatrocientos cuatro estaría tan de mal humor en una mañana tan hermosa como la de ese día. La lluvia torrencial había acabado en la madrugada, dejando solamente un ventisca helada que hacía temblar a todos los habitantes de Londres. Sin embargo, un sol brillante adornaba el cielo, al igual que ninguna nube se apreciaba en éste.

Harry ese día se levantó de mala gana. Refunfuñó cuando escuchó su alarma sonar por toda su habitación. Da mala gana se duchó, restregaba su cuerpo esbelto casi con furia, dejando marcas rojas de la esponja. Salió y también se vistió de mala gana. Poniéndose solamente una sudadera de color negro y gris; unos skinny jeans azules oscuros; y por último unas converse negras que no se molestó en limpiar las manchas de lodo que tenían estas en la partes blancas.

No se molestó en arreglar su rizado cabello, que decidió en amanecer rebelde. Los leves rizos estaban desarreglados, hasta se podía decir que estaban algo enredados entre sí. Tampoco se molestó en ponerse algo de corrector en sus notables bolsas negras que adornaban debajo de sus ojos.

Una llamada de Jared desde la cocina lo sacó de su pensamientos negativos, y bajó de mala gana -como ha estado haciendo desde que se despertó-las escaleras. Sus pisadas duras se escuchaban en cada escalón, que crujían, advirtiendo que podrían quebrarse en cualquier momento.

— Buenos días. — le saluda Jared cuando lo ve entrar a la cocina. Toma de su taza de café mientras lo observa dirigirse a la tostadora.

— Hola. — respondió seco sin voltearlo a ver. Estaba enojado con él desde la noche pasada. Puso el pan en la máquina, y esperó sin seguir viendo a su supuesto padre.

— Wow ¿por qué de tan malhumor? ¿Estás en tus días acaso? — su intento de broma hizo que Harry frunciera su ceño con total enojo. Odiaba cuando Jared bromeara sobre esos temas, además de que era incómodo le resultaba una gran falta de respeto hacía las mujeres.

— Nada, solamente una estúpida tarea que no alcancé a terminar. — mintió con facilidad. Por eso era unos de los mejores agentes ¿no?

— ¿Una tarea que no alcanzaste a terminar? — dudó él, algo que Harry notó al instante, pero no temió.

— Sí. — volvió a responder seco mientras sacaba su tostada de la tostadora y le daba un mordisco.

— Debió de haber sido una muy larga noche. — Harry pudo sentir la mirada del hombre tras suyo, pero nunca lo volteó a ver. El seguía de orgulloso viendo la cerámica color crema de la encimera de la cocina.

— Sí. Como ayer vino Fizzy no pude acordarme de hacerla. — mintió de nuevo. Se dirigió al lavabo, y se lavó las manos lo más rápido que podía. Quería salir de ahí lo más pronto. La casa a la que se estaba acomodando, ya no se sentía del todo correcta.

— Oh, entiendo. Bueno, que no vuelva a pasar.

— No volverá a pasar. — prometió mientras se volteaba a verlo para que no se viera tan sospechoso. Observó como los ojos amarillentos de Jared lo miraban fijo, como si estuviese buscando algo. — Bueno, debo irme. Adiós. — se despidió rápido mientras cruzaba la puerta de la cocina. Tomó su bolso del suelo, que estaba al lado de la salida del lugar, y sin voltear a ver atrás salió.

Justo cuando cierra la puerta tras suya, dos bocinazos se escucharon, asustándolo al instante. Puso una mano en su pecho como si eso podría controlar su corazón que parecía que latía mil por hora. Llevó su atención hacia un Porsche negro que estaba estacionado, con el motor aun encendido, al frente de la casa. El vidrio polarizado del conductor bajó, y pudo ver a un sonriente Louis por detrás.

Y eso fue como un interruptor al mal humor de Harry. Pudo sentir como las comisuras de sus labios se elevaron tan solo un poco. Así como su corazón empezó a latir de una diferente forma en la cual jamás lo había hecho. Le pareció extraño pero...dulce a la vez. Una parte dentro suyo quiso seguir sintiendo eso, pero se negó a hacerlo, sabiendo lo que significaba. Louis, aun dentro del auto, lo saludó con una mano, para luego hacerle una seña, que significaba que quería que se acercara. Harry, algo desconcertado, caminó hacía él.

— Hola. — le saludó alegre el chico.

— ¿Hola? — le respondió Harry aun sin entender que hacía él ahí, a las siete de la mañana, afuera de su casa. — ¿Por qué estás aquí? — preguntó extrañado.

— Bueno, ayer tú me llevaste a mi casa de noche, así que se me ocurrió, como para devolverte el favor, que yo podría llevar al instituto. — Harry pudo sentir como sus mejillas se empezaban a sonrojar poco a poco. Pero quiso admitirse que se debía al frío que hacía ese día.

— No tienes porque...

— Tranquilo. — lo interrumpió. — Tu casa queda de camino al instituto, sólo me tuve que desviar un poquito. — se fijo en lo nervioso que estaba, aunque trataba de disimularlo, le resultó tierno ese gesto, sinceramente.— Quiero agradecerte, solamente. — el chico sonrió, haciendo que las arruguitas aparecieran de nuevo. Harry dirigió su vista hacía ahí, hipnotizado. Un clic se escuchó. Era el seguro de las puertas del auto. — Sube, no te quedes ahí, te congelaras.

Harry asintió, aún embelesado. No sabía que lo que Louis le hacía sentir, pero había una lucha interna entre dejarse llevar, o mantenerse en guardia.

Caminó hacía la puerta de copiloto, y subió rápido. La calefacción adentró estaba más que exquisita. Su cuerpo dejó de estar tenso por el frío, y la colonia de Louis, que estaba implementada en todo el coche, lo hacía delirar.

— Gracias— dijo en voz baja. Su cara aún estaba algo roja.

— No hay de que. — susurró también, viéndolo y sonriendo. — ahora estamos a mano.

Todo el camino fue algo incómodo. Claro, en el caso de Harry, Louis iba más que feliz. Tener al ojiazul a menos de un metro de distancia, viéndose tan sexy concentrado en manejar, más aun sabiendo que le gusta; todo eso lo tenía más que nervioso. Pensó en que momento Louis supo que gustaba de su persona, no cree que lo haya hecho por aquel beso, al menos no tan rápido, puede que sea un poco desde antes, pues recordaba el halago que le dio ese día que llevaba el uniforme de porrista. O las mirada que sentía detrás suya en algunas clases, sabiendo que era él.

Quería que Louis, de algún modo, cambiara de opinión. Tal vez para así tener que idear otro plan y decirle a Jones que sería imposible tener algo con Louis. Pero, al ver las circunstancias del problema, no cree que sea eso posible.

Harry suelta un suspiro de alivio cuando ve como el instituto se hace cada vez más visible. Observó alrededor, y frunció el ceño dándose cuenta de algo.

— Creo que tu novia espera una explicación. — comentó Harry, mirando fijamente a Danielle, quien los veía furiosa al verlos llegar juntos. Louis estaciona el coche en un espacio disponible del estacionamiento, y lo apaga para luego darse media vuelta y tomar su mochila que se encontraba en el asiento trasero.

— No le debo nada a nadie, mucho menos a ella. — casi escupió con desagrado. — ya no somos nada. — lo dijo totalmente serio, saliendo del coche, siendo seguido por Harry, quien cerró la puerta con cuidado y caminó rápido para llegar junto al chico.

— ¿No son nada? ¿Quieres decir que terminaste con ella? — trató de verse sorprendido aunque ya conoce la respuesta.

— Sí. — casi sonrió con orgullo, pero solamente sonrió de costado. — soy totalmente libre. — rio mientras abría la puerta de la entrada, se hizo a un lado, para que Harry pasara de primero. Éste último volvió a sentir su cara enrojecer, pero trató de ignorar eso y seguir caminando lo más tranquilo que podía. Louis se apresuró a ponerse a su lado y seguir con la conversación.

— ¿Y por qué estás tan feliz? — preguntó el oji-verde, ya algo serio. — se acabó un relación muy...—dudó. —... bonita. — finalizó por decir con algo de dificultad, sacándole una carcajada a Louis.

— Esa relación fue soportable hasta el mes y medio. — dijo mirando hacia al frente. — luego se hizo muy insoportable, para nada bonita. Hubo veces que me dieron ganas de meterle un calcetín en la boca para que se callara. — Harry rio bajo.

— ¿Por qué? ¿Pasó algo malo? — volvió a preguntar curioso.

— Bueno llegaste tú. — Louis lo volteó a ver, para ver la reacción de Harry. Pero este había quedado totalmente atónito. ¿A que se refería con eso?

— Pero... ¿Qué hice yo? — la culpabilidad le llegó tan rápido como se fue. Ni aunque lo intentara, no podía sentir pena por Danielle.

— Ella, por alguna razón que desconozco, te tenía celos. Digo, aun los tiene. Y como tú eres el mejor amigo de Fizzy, y ella es mi hermana, es normal que nosotros dos nos veamos seguido. Y ella creía que tu querías...— pensó un segundo. —... ¿Cómo fue lo que ella dijo? — se preguntó a él mismo. — Ah, sí. — rio, al parecer acordándose. — Robarme. — casi como si ambos estuvieran conectados, rodaron sus ojos. — Luego te insultaba con unas palabras no muy bonitas. — pararon enfrente de algunos casilleros, y Louis abrió uno. Harry supo que le pertenecía al instante. — se enojaba porque te defendía, era insoportable. — sacó unos cuadernos de su mochila, y los guardó en su casillero, para luego sacar otros de ahí y meterlos en su bolso.

— ¿Por qué lo hacías?

— ¿Hmm?

— Defenderme. ¿Por qué lo hacías? — Harry cerró sus ojos, esperando por la respuesta. Quería que le dijera algo sarcástico e hiriente para que su corazón dejara de bombear con fuerza cada vez que lo veía. Quería, de algún modo, encontrar una imperfección en el chico.

— Porque...—dudó. —... simplemente tú no tienes la culpa de nada, peor de que ella este loca de celos. — se encogió de hombros y cerró el casillero. Volteó a ver a su compañero, y lo encontró viéndolo con esos ojos verdes que lo atraparon desde el primer momento. Estos brillaban y sus mejillas estaban ligeramente sonrosadas. Era bello, hermoso, precioso...

— Gracias— y eso sacó el embelesamiento de Louis.

Frunció su ceño.

— ¿Por qué el gracias? Lo he escuchado muchas veces hoy. — bromeó. — ¿Es el día de los agradecimientos acaso? — ambos rieron juntos. Y Harry nunca se había sentido más cohibido en su vida.

— Por haberme defendido contra tu novia. — Louis lo miró con una de sus cejas elevadas. — Ex novia. — corrigió rápido, a lo que el chico sonrió.

— Ex novia. — repitió, apoyándose contra los casilleros tras suyo. Harry mordió su labio inferior, Louis se miraba totalmente guapo ese día, si se inclinaba un poco podía llegar a y sin querer su vista se fue hacia un lado, y soltó un bufido.

— Hablando de la reina de Roma. — expresó con fastidio.

En el fondo del pasillo, se podía ver como Danielle iba caminando, detrás de ella parecía un ejército de súbditas, unas chicas que por falta de autoestima, o simplemente estaban locas, la seguían. Tan concentrado estaba Harry viendo a Danielle, no se dio cuenta cuando Louis se le acercó más, bajando su cabeza hasta llegar a la altura de su oreja derecha.

— Ayúdame. — le susurró en el oído, haciendo que Harry se estremeciera por completo, pero lo supo disimular bien.

— ¿Te ayudo en qué? — preguntó en un susurro también, sin dejar de ver a la chica que parecía dirigirse hacia donde estaban ellos.

— Ríete, como si la estuviéramos pasando muy bien. — rogó, enfatizando el muy.

— ¿Le quieres dar celos? ¿A ella? — Harry rio bajo, negando con su cabeza. — eres un infantil, Louis.

— Por favor. — volvió a rogar. Esta vez, Harry giró un poco su cabeza, encontrándose con la cara de Louis a centímetros del suyo. Este último lo miraba como perrito triste, pues estaba haciendo un tierno puchero y su entrecejo estaba levemente fruncido.

— Está bien— accedió viendo fijamente el puchero. Quería besarlo.

Louis se alejó tan solo un poco y comenzó a reírse muy fuerte, parecía que quería que toda la escuela lo escuchara. Harry empezó a reír de verdad, pues la de Louis era tan sobre actuada, que provocaba su risa real. Y así estaban ambos, Louis riendo de mentiras, y Harry riéndose de verdad por la risa de Louis. Un completo enredo.

Pasaron tan solo unos segundos, en los que ambos parecían en su propio mundo. No despegaban su mirada del otro, y poco a poco dejaron de reír, una sonrisa ladina apareció en sus rostros, y se quedaron viendo fijamente, como si no existiera nada más en ese lugar más que solo ellos.

— ¡Que lindos! — elevó su voz alguien detrás de ellos. Espantados, dirigieron su vista hacia atrás, donde Danielle se encontraba. Estaba más maquillada de lo normal y una sonrisa desquiciada les saludaba. Ambos chicos se vieron por un momento, para luego verla a ella de nuevo.

— ¿Qué es lindo? — preguntó Louis con su ceño fruncido. Harry también frunció el suyo, sin entender.

— ¡Me engañas, termino contigo y vas directo a donde tu amante para reírse de mí, en mi cara! — lo dijo tan alto que provocó que todos los que se encontraban en el pasillo los quedaran viendo, en silencio, pero en sus miradas se notaba la intriga. Harry dio dos pasos atrás instintivamente. Nunca le tuvo miedo a nada, pero sintió un pinchazo en su corazón que no le agradó para nada.

— ¿Qué? ¿De qué estás hablando? — pregunta de nuevo Louis, atónito.

— ¡Oh! ¿Ahora lo vas a negar? — la chica seguía gritando como si no le importara que la gente pensara que estaba loca. De hecho, parecía que tenía un plan, dejar a Louis de infiel, a Harry de amante -aunque no había hecho nada más que darle un beso en el despacho de Mark- y dejarla a ella como la inocente chica a la cual le pusieron los cuernos injustamente.

— Yo no te engañé, menos con Harry, él es sólo un amigo. — se excusó. Ni Louis ni Harry sabían del porque lo hacía, sabiendo que a Danielle le valdría una mierda y seguiría pensando en que ella siempre tiene la razón.

— Claro. — respondió irónicamente. — no tienes por qué seguir mintiendo, ya me has decepcionado lo suficiente. Y no se me hace raro viniendo de los gays, los de su especie son así. Trate de entenderte cuando me dijiste que eras bisexual, pero todos sabemos que no existe tal cosa y solo estabas confundido. — y dicho eso, dio una pisada en el suelo con su pie derecho, para agregarle más dramatismo. Para luego, girarse e irse gimoteando falsamente, y claro, su séquito fue tras ellas.

Toda alma cerca de ahí quedó en silencio. Todos los alumnos que estaban pasando o estaban cerca de ese pasillo se les quedaron viendo. Y aunque no pronunciaran nada, con su mirada se sabía que los estaban juzgando. De un momento a otro, empezaron a murmurarse entre ellos, y luego, poco a poco se fueron disolviendo, comenzaron a moverse, a regresar lo que estaban haciendo antes de todo ese espectáculo hecho por Danielle.

Louis y Harry estaban tensos, viendo hacia el lugar donde la chica se había ido. El rizado seguía sintiendo esa punzada horrible en su pecho, no sabía lo que era, y tampoco quería saber su nombre. Había sido entrenado y educado para suprimir sus sentimientos, olvidarse de ellos, ser neutro en todo el tiempo, al menos que sea para actuar. Pero desde que empezó la misión, ha sentido varios sentimientos: el amor fraternal, felicidad, miedo, esa maldita opresión en su pecho que podría ser amor o culpa. No estaba seguro de que pasaba con él, y no sabía si quería descubrirlo o reprimirlo más.

— Eso no estaba en mis planes—dijo Harry luego de lo que parecieron horas en estar en silencio, pero en realidad pasaron minutos. Se dio media vuelta, ignorando la mirada de culpa que tenía Louis, y comenzó a caminar hacia su casillero, que se encontraba en el pasillo continuo.

— Harry— trató de decir Louis, pero Harry aceleró los pasos. Estaba indignado. — ¡Hey! ¡Espera! — gritó antes de que llegara a la esquina del pasillo. El rizado sintió como una mano de Louis tomaba su brazo izquierdo. Le dio media vuelta, para que quedaran frente a frente. No obstante, ninguno se fijó que estaban más cerca de lo normal, casi las puntas de sus pies se tocaban, pero ninguno se quejó o se alejó. — Lo siento, enserio lo siento. No pensé que ella haría algo como eso. — seguía disculpándose una y otra vez, pero Harry negaba a cada una. No estaba enojado con él, lo estaba con él mismo.

— No te preocupes. — le dijo en voz baja, soltándose del agarre de Louis. Louis trató de decir algo más, pero Harry volvió a negar su cabeza, callándolo. Otra opresión en su pecho surgió cuando vio la mirada de pánico y culpabilidad de Louis. — Debo ir a clases. — y volvió a darse media vuelta, y siguió su camino hacia su casillero.

Harry salió de su última clase del día, Artes Visuales; dibujo en sí.

Ese día le habían dejado dos trabajos por terminar para la siguiente clase. Traía consigo un cuaderno de dibujo, un cuaderno normal y dos lienzos gigantes que le cubrían la vista.

Caminando por los pasillos donde estaban las clases, recordó algo. Ese día Felicité sólo tenía clases hasta medio día, y ya habían pasado tres horas de eso. Y él no había traído su coche.

— Mierda— murmuró por lo bajo.

Tenía que alcanzar lo más rápido a Louis antes de que se fuera, si es que aún no lo ha hecho.

Comenzó a correr por el pasillo, hasta llegar a la puerta de salida. Empujó esta con su espalda, y volvió a correr por todo el establecimiento de afuera, hasta llegar al estacionamiento. Dobló en una esquina y...

...y de repente todas las cosas que llevaba en mano salieran volando en diferentes direcciones.

Harry se apresuró en tomar los lienzos y su cuaderno, hincándose en el suelo, pero ¿en dónde había caído su cuaderno de dibujo? Casi con desesperación comenzó a buscarlo con la mirada en el suelo, pero lo que encontró fueron unas Supras negras, fue elevando su vista lentamente; Unos pantalones negros medio ajustados, una camiseta blanca cubierta por una chaqueta de cuero negra, a los lados caían unos tonificados brazos. Subió por completo la cabeza y se encontró con un perfecto rostro.

Samuel Fender, mejor conocido por Sam. Él chico estaba con su mano izquierda tendida para ayudarle a levantarse. Harry frunció su ceño, sin embargo, la tomó con cuidado y pudo pararse fácilmente. El oji-verde soltó la mano del chico como si quemara el tacto y disimuladamente limpio su mano en su pantalón.

— Esto debe ser tuyo. — dijo con una armoniosa, y algo gruesa, voz. Harry vio hacia la otra mano del chico, donde le tendía su cuaderno de dibujo.

— Gracias. — tomó el cuaderno, casi arrebatándolo.

— ¿Estas muy apurado? — le preguntó, tomando su mochila, la cual se encontraba en el suelo. Sólo en ese entonces Harry se dio cuenta que había chocado con él. Sintió su cuello calentarse, más no llegó a sus mejillas, para mejor.

— Sí. — respondió, algo serio. — Pero creo que Louis ya debió de haberse ido— volvió a murmurar para él. Pero para su desgracia el chico frente suyo rio.

— ¿Tu novio? — «eso quisiera.»

— No, sólo es un amigo, esperaba a que me llevara— seguía susurrando para el mismo, como si su voz fuera así de baja todo el tiempo. Sam, para buena o mala suerte, tenía muy buena audición, así que lo escuchaba perfectamente.

— Te puedo llevar yo, si gustas. — se ofreció, mirándolo fijamente.

— No, gracias. — Harry lo miró por primera vez en el momento. El chica era guapo, había que aceptarlo. Comenzando con esa barbilla muy bien definida, nariz respingada y esos ojos azules oscuros. Pero a pesar de ser tan hermoso, al rizado no le atraía en lo más mínimo. Sin embargo, por cortesía le sonrió— no quiero molestar.

— No molestas, en absoluto. — Sam dio un paso adelante, acercándose más, y Harry se puso algo nervioso.

— No debo irme con extraños, ni siquiera hablarles. — atacó, desafiándolo, pero más que todo para tratar de regularizar su pulso cardíaco.

— Tal vez ya nos conocemos— la mano derecha del chico pasó por detrás, por la espalda de Harry, hasta llegar a la cintura. Y sin hacer mucho esfuerzo, lo atrajo hacia él.

— El pasillo no cuenta. — contestó Harry, poniendo sus manos en el pecho de Sam. Trató de separarse un poco, pero el ojiazul no parecía ni inmutarse en los intentos de forcejeo.

— En ese caso, podríamos conocernos. — lo dijo tan bajo, que Harry pudo sentir un escalofríos venir desde su espalda baja, hasta esparcirse por todo su cuerpo.

— No, gracias. — le susurró, tratando aún de separarse de él. Porque claro, él era más fuerte que Harry, pero no puede golpearlo hasta dejarlo inconsciente. No quiere volver a meter la pata como lo hizo en el callejón, que gracias a los dioses Jones se lo perdonó, pero le costó mucho hacerlo. Sam bajó un poco su cabeza, acercándose y quedándose en la altura de la cara de Harry, quien frunció el ceño y la hizo para atrás.

— Nos vemos otro día. — y entonces el chico le dejó un beso. Fue en la mejilla, y fue tan rápido como para esperarlo.

Pero aun así, se quedó anonado, no sabiendo que hacer. Ni siquiera se dio cuenta cuando Sam lo soltó y se fue, desapareciendo por los autos en el estacionamiento. Harry se quedó viendo por donde se había ido el chico, y sintió la furia recorrerle las venas. «¿¡Como pudo ser tan descarado!?» Tocó su mejilla, esa donde estuvo en contacto con los labios de Sam, y la limpió casi con asco.

— ¿Qué fue eso? — «Mierda, mierda y más mierda» esa voz la conocía muy bien. Cerró sus ojos y botó aire bruscamente por la nariz antes de darse media vuelta. Cuando los volvió a abrir, se encontraba con alguien que no esperaba ver en ese momento. Felicité lo miraba fijo, con confusión e intriga, pero en ella se podía notar algo más: celos. Celos ¿por qué Felicité tendría celos?...

— ¿Tú no debiste de haberte ido hace como tres horas? — ignora la pregunta de la chica. Vio su reloj de muñeca para disimular un poco que le importaba saber, pero la verdad es que trataba de ocultar su cara, para que no viera lo rojo que estaba por la rabia y la vergüenza que sentía en ese momento. ¿Por qué su mejor amiga tuvo que verlo así, y con Sam, tan pegados?

— Tuve unas tareas que terminar, y pensé que como te viniste con Louis, yo podría llevarte. Pero...uhm. — hizo una mueca. —. Creo que interrumpí. — dijo mirando por detrás de Harry, por donde Sam se había ido.

— No interrumpiste nada. — respondió rápido Harry, tratando de explicar que ahí no había pasado nada. — llegaste justo al momento perfecto en el que se iba.

— No. — lo contradijo con voz muy seria que a Harry le pareció algo raro. — Él me vio, y se despidió de ti.

Maldición. Lo del beso fue para que lo viera Felicité, y meterlo en ese problema. Harry apretó sus manos en puños, resistiéndose las ganas de ir a buscar a Sam y darle su buen puñetazo. Sin embargo, trató de pensar con claridad, y enfocarse en su mejor amiga.

— Vamos. — pidió, caminando hacia el auto de la chica.

— Harry, espera. — lo llamó Felicité. Lo tomó de un brazo para que se detuviera. Esa acción le trajo un pequeño recuerdo de como el hermano de ella había hecho lo mismo con él en la mañana.

— ¿Pasó algo? — preguntó como si no supiera nada.

— Uhm, sí, pasó algo, ahí. — indicó el lugar donde se le habían caído las cosas a Harry. — ¿Qué pasó?

— Nada. — respondió al instante, algo seco para su gusto.

— Él te tomó de la cintura, pareciera como si...— cortó sus palabras, y lo miró mucho más confundida que antes. — ¿Estas teniendo algo con Samuel?

— No, no. Claro que no.

— ¿Entonces que pasó? — exigió saber. Harry lentamente se soltó del agarre de Felicité, pero no se alejó. Aunque se le hacía raro ese tipo de preguntas. ¿Será por qué quiere que este con su hermano?

— Sólo choqué con él, se me cayeron las cosas, él me ayudó y casi me caigo, pero por suerte él pudo agarrarme antes de hacerlo. — mintió con agilidad. No le gustaba mentirle mucho a Felicité, pero quería dejar ese tema atrás.

— ¿Y el beso? — la chica parecía que no quería dejar de insistir como era normal en ella. Y Harry conociéndola bien para que dejara de hacerlo, tenía que dejarle cortas pero claras respuestas.

— No lo sé. — se encogió de hombros para restarle importancia. — ¿Nos podemos ir ahora? Estoy cansado y quiero llegar a casa. — Felicité entrecerró sus ojos, analizándolo. Pero rápidamente asintió y lo guio hacia donde había dejado su coche.

Todo el camino estuvo callada, creando un ambiente incomodo y tenso en el aire. Harry trataba de sacarle temas de conversación, pero ella respondía lo más cortante y fría posible. Y entonces Harry dejó de insistir y recostarse en su asiento con un fuerte dolor de cabeza que lo estaba atacando desde que se subió al coche.

Cuando lo dejó en su casa, Felicité parecía que no tenía planeado despedirse, pero Harry lo hizo, y la chica se despidió con un secó: Adiós.

¿Sabrá que le estaba mintiendo?

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