SIETE
— Es...exactamente lo que buscamos. — habló, aun sorprendida, Beverly. — ¿Cuánto pesas? — escribió algo en su carpeta, saliendo de su mini shock.
— Cincuenta kilos. — respondió Harry mientras se paraba. Limpió sus manos en su pantalón y caminó hacía donde estaban ellas.
— Eres perfecto. El peso, la estatura, la elasticidad y tus movimientos. — recalcó cada cosa que había escrito en la carpeta. — ¿Has sido porrista antes?
— Sí, en mi otra escuela. Era volador. — le informó. Pasó sus manos detrás suyo, entrelazándolas.
— Y tienes experiencia. — volvió a anotar en la carpeta. — felicidades, eres el nuevo volador de los Cyclones — Beverly se acercó a él y lo felicitó con una sonrisa de oreja a oreja. Ahí cerca, Harry pudo darse cuenta de que ambos tenían la misma estatura.
— Muchas gracias. — agradeció tanto para Beverly, como para la cocapitana, quien le sonrió y aplaudió.
Beverly les dijo que ya se podían retirar, y que cualquier cosa les llamaría.
«Etapa dos, conseguida.» pensó mientras se dirigía hacia donde estaba su mochila.
La tomó, y caminó hacia la salida, pensando en todo lo que llevaba en su misión.
«Primera etapa: Conocer a Louis. Conseguida»
Ahora tienes que ponerte ese lindo uniforme y ser porrista, es la única forma que te note más. — le recordó su conciencia.
Debería ponerle nombre. Tal vez lo haga cuando se le ocurra alguno. Pensando en eso, recordó que llevaba doce años siendo una agente secreto de la A. S. I. Doce años junto a Jared también. Doce años desde que su conciencia "floreció" pues cuando entró a la organización apareció, frío, calculador, se ha adueñado de su cuerpo, pero no de una forma enfermiza. En la vida real, el no era así, o al menos piensa eso. Es él mismo cuando esta con Jared, y bueno, con Fizzy ahora. Esa chica se había vuelto una gran amiga para él. Siente lastima por lo que tendrá que hacer...
— ¡No puedo creer que aún quieras estar ahí, ¿no vez que arruinaras tu vida?! — le gritó Fizzy de la nada, haciendo que se sobresaltara en su lugar al no esperar eso.
Era ya el día siguiente a su audición.
Cuando le comentó a Felicité que había pasado la prueba, al principio se sorprendió, luego se emocionó, hasta que se dio cuenta porque lo hacía. Y ahora estaba en la fase de tratar de convencerlo de que abandonara a los Cyclones.
A veces Fizzy tenía tanta razón, diciéndole exactamente lo que el sentía, bueno, como cuatrocientos cinco, no como Harry. Ha habido situaciones en las que estuvo a punto de decirle: Tienes toda la razón, odio las animadoras, odio la ropa que tengo que usar todos los días, odio tener que tratar de enamorar a tu hermano, que ¡Por cierto, no funciona! No vez que no me llamo Harry, mi número es cuatrocientos cinco, soy un agente especial de la A. S. I. y talvez tenga que matar a tu padre y seguramente arruinar tu familia. Pero no te preocupes que es mi trabajo, ya lo eh hecho antes. Trataré de que no le duela, un dispara en la cabeza o un corte con una navaja en su vena yugular. ¡Tú eliges!
Definitivamente esa no sería la mejor forma de hacerlo. Así que simplemente se calmaba y trataba de convencerla, y convencerse a sí mismo que amaba ser un animador.
— ¡Hay muchos puestos libres...! ¡El club de ajedrez por ejemplo! — Harry río más fuerte escuchando a su amiga.
— No hablas en serio. — la miró levantando una de sus cejas. — ¿cierto?
— Por supuesto que hablo en serio. — Harry volvió a reír fuerte mientras negaba. Felicité y sus vagos intentos en hacerlo desistir. — no te rías de mí. — lo acusó con un mini puchero.
— Pero... es que es imposible no reírse. — dice Harry, tratando de no reír.
— Eres malo. — lo apuntó con uno de sus dedos mientras entrecerraba sus ojos y negaba. Dio una media vuelta, y se fue alejando, dejando sólo a Harry riéndose en medio del pasillo.
— ¡Fizzy! — gritó hacia la chica, quien no volteó, de hecho, aceleró el paso. Harry corrió hacia ella para alcanzar, y cuando estuvo junto a ella habló: — pero es que Fizzy es muy...— la chica lo miro con cara acusadora. Eso era como un "trágate tus palabras" que prefirió escuchar. — bueno, vale, no me río, no lo hago. — sus manos se levantaron en forma de rendición. Sin embargo contuvo sus ganas de reír con fuerza, ya que si lo hacía sería peor. Felicité era algo dramática. La chica se le quedó mirando al menos un minuto, como analizándolo.
— Bien. — lo mira con cara de lastima. — no...no te...— no le salían las palabras, más bien cerraba sus labios de golpe como si le doliera.
— ¿Sí? — alargó el ‘sí’ como haciéndose el que no sabía nada.
— Yo...no volveré a...— se estaba volviendo algo frustrante como su amiga no dejaba de cuidar su ego.
— ¿Tú no volverás a...? — dijo ahorrándole y de cierta forma, ahorrándose la primera parte de lo que iba a decir.
— Insistir con que dejas a esas... — antes de que continuara, Harry la observó feo. — animadoras muy delicadas. — dijo al fin. Haciendo que Harry riera.
— Así me gusta. Ahora, es mejor que te apures, o llegaras tarde a Química. — y desgraciadamente, esa era una de las clases que no comporten.
— De acuerdo, señor psicólogo. — y se fue, dejando con las palabras sarcásticas que tenía Harry por decir.
Se preguntarán, ¿Por qué su título de psicólogo? Bueno, era simple, su siguiente clase era la que más odiaba en su lista de sus clases odiadas: Psicología.
Entró a la clase con molestia y aburrimiento, tratando de sentarse en los primeros asientos. Generalmente, siempre se sienta en los últimos, pero para su desgracia, compartía esa clase con Danielle y Louis, y esos dos se sentaban hasta atrás, donde se besuqueaban o Danielle lo molestaba por simplemente existir.
Tuvo la suerte que cuando se sentó, justo la maestra de psicología entró, con su maletín, el cual dejó en el escritorio.
— Buenos días, alumnos. les tengo una tarea que contara con el cincuenta por ciento de su calificación final en este ramo. — todos, literalmente todos dejaron de hacer lo que hacía al escuchar a su maestra decir: cincuenta por ciento. — pero no lo tomen como una tarea, más bien es un deber. El deber de instruir sus mentes, aprendiendo lo difícil de las vidas de las personas que sufren de ceguera. Un deber tan grande, que estoy segura de que cambiara sus vidas, su forma de ver el mundo y darán un paso importante en su evolución como personas. Será un deber tan grande y hermoso que me agradecerán el resto de sus vidas. Un deber que llega el cincuenta por ciento de sus logros para ser mejores personas.
Sí, ahora deben ya de entender porque la profesora Moore, es la que enseña Psicología. Porque simplemente no puede decir: “Alumnos, les traigo una estúpida y gigante tarea que arruinara sus existencias por todo un mes, y para su mala suerte tiene el cincuenta por ciento de su calificación final.” No era una maestra normal.
— Pero, como soy tan buena, y se lo difícil que son este tipo de trabajos, tampoco quiero complicarles la vida por un mes. — ella río, divertida con su broma que a nadie más le causo gracia. — Lo harán en parejas. — Harry abrió sus ojos de par en par, definitivamente no se esperaba eso. — sólo que, yo los formaré. — anunció rápido cuando vio que muchos empezaban a buscar a sus amigos. Dio una mini vuelta, y abrió su maletín, sacando una carpeta de color amarillo pálido. — bien, las parejas serán... Holloway con Smith. — empezó— Clark con Wright; Mitchell con Johnson; Santiago con Peralta; Green con Ferretti...— los ojos de Harry se cerraron fuertemente al escuchar su nombre con Green. Era una de esas chicas que eran de sus admiradoras, lo sabe porque ella misma se lo dijo en la cara hacia unos días atrás. —...Thomas con Williams; Campbell con Tomlinson. — esta vez, el ceño de Harry se frunció al escuchar como emparejaban a Danielle y Louis juntos.
— ¡Sí, con mi amor! — exclamó Danielle con su voz más chillona de lo normal. Todos se le quedaron viendo, hasta Harry. Quien casi pudo ver en cámara lenta como la profesora Moore levantaba la mirada hacia la pareja, justo cuando Danielle le plantaba un beso a la fuerza a Louis, el cuál parpadeó varías veces, sorprendido. También pudo ver como la profesora negaba con su cabeza.
— Mmm... veo que será difícil que tengan un lugar de trabajo...tranquilo. — murmuró y dudó unos segundos, para luego, ver de nuevo su carpeta y decir: — Campbell con Green.
— ¿¡Qué!? — gritó Danielle.
— Y... Tomlinson con Ferreti.
— ¡Pero...! ¡Profesora, no puede hacer eso! — volvió a gritar Danielle, levantándose de su asiento con notable enojo.
— Pues vera señorita Campbell, ya lo he hecho. — le dijo la profesora, viéndola con desafío y algo de irritabilidad. — Usted no se sabe comportar con el señor Tomlinson, entonces será con la señorita Green.
— ¡Pero...! — quiso contraatacar, pero la profesora le interrumpió.
— Nada de peros. — y satisfecha con su trabajo, volvió a ver su carpeta.
— Tú...maldito...— murmuró entre dientes Danielle, viendo fijamente a Harry. Quien frunció el ceño en signo de confusión.
— Jackson con Lewis...— y la profesora no terminó de decir esas palabras cuando Danielle rápidamente se lanza sobre Harry, jalándole los rizos con furia.
Lo malo de su personaje, es que era un ser totalmente inocente y algo débil, algo que le jodía con toda su alma, pues en casos como lo que estaba pasando en ese momento, no podía hacer nada más que dejarse golpear por esa chica. Odiaba eso.
Como pudo, pero sin hacer mucho esfuerzo, agarró firme las muñecas de Danielle, para que dejara de tirar de su cabello, y tratar de ponerse de pie. Pero para su suerte, alguien le agarró de la cintura, alejándolo de Danielle y poniéndolo detrás. Harry pasó sus manos por su cara, quitándolo los rizos que caían libremente por su frente, y al quitárselos, pudo observar la espalda de Louis, quien ponía ambos brazos hacia atrás, resguardándolo del peligro. Como pudo, se paro de puntas para ver por sobre el hombro del castaño, y vio como Mitchell y Johnson, el mariscal de campo y otro jugador, trataban de sostener a Danielle, quien ponía resistencia.
— ¿¡Por qué ahora lo defiendes a él!? — la chica apuntó a Harry cuando dejó de insultar, pero aún seguía forcejeando.
— Él no te ha hecho nada— le respondió sereno Louis.
— Eres una pu...— quiso insultar a Harry de nuevo, pero la profesora le interrumpió de nuevo.
— No permito ese tipo de palabras en mi salón. — le elevó la voz la profesora, sin llegar a gritar, claro. — Mitchell, Johnson, lleven a la señorita Campbell con el director, y ustedes expliquen lo que pasó. — enfatizó en la palabra ustedes.
— Entendido. — respondió Mitchell.
— ¡Uh! — bufó Danielle, antes de que Mitchell y Johnson se la llevaran.
— Louis, lleva a Harry a la enfermería.— demandó la profesora Moore, acariciando sus vienes con sus dedos. Para ser una profesora que enseñaba psicología no tenía mucha paciencia con adolescentes hormonales.
— Sí, profesora. — aceptó, y tomó de la muñeca de Harry, llevándolo hacia la salida del salón.
Una vez estando en la enfermería, lo hicieron sentarse en una camilla, donde pasaron una linterna pequeña, apuntando la luz hacia sus ojos, pidiéndole que siguiera la luz y preguntándole si recordaba todo. Harry asintió y dijo que solamente le dolía la cabeza, lo cual era verdad. Louis no se fue en ningún momento, se quedó ahí, esperando y observando todo.
La enfermera le colocó una bolsa de hielo en el golpe, que según ella era “muy fuerte para un chico como él” aunque era obviamente innecesario, había pasado por cosas peores, que un par de tirones de cabello por una chica desquiciada, y no había quedado con ninguna secuela. La enfermera salió, para traer más hielo, dejando a Louis y a Harry solos.
— ¿Estás bien? — le preguntó Louis después de estar callado todo el tiempo que estuvo ahí. Se sentó junto a Harry, en la camilla.
— Sí, no te preocupes, no me hizo nada. — Louis asintió, mirando directamente el suelo.
— Lo siento.
— ¿Por qué lo sientes? No has hecho nada malo. — después de todo, era verdad. A pesar de que no hablaban mucho, Louis se había comportado muy bien con él, todo el tiempo.
— Esto es mi culpa. — se lamentó, acostándose pesadamente en la pared tras suyo.
— No, no es tu culpa. — respondió Harry, viéndolo por primera vez muy bien. Louis era muy hermoso, comenzando con esos preciosos ojos azules que se miraban más brillantes de lo normal con esa camisa blanca que llevaba puesta ese día.
— Sí, sí lo es. Danielle esta obsesionada con la idea de que tú y yo tenemos algo. — «perfecto» pensó Harry, rodando sus ojos.
— No sabes como lo siento. — eso, técnicamente, no era una mentira. Él no sabía que estaba muy feliz con la idea de que Danielle le tenía celos, y no lo sentía para nada, pues no hacia nada malo. Por dios, ni siquiera le hablaba a Louis.
— No es tu culpa...— hubo un largo e incomodo silencio por unos minutos, donde Harry miraba hacia otro lado para no babear sobre la belleza de Louis. — sabes... — dijo de la nada, levantándose de la camilla, poniendo, de alguna forma, nervioso al rizado. No sabía cuál sería su próximo movimiento.—... Danielle ya no me gusta. — Harry llevo su vista a Louis, con total sorpresa. —estoy empezándome a preguntar, si en verdad me gusto alguna vez...— y dejando a Harry con ganas de saber más, en menos de dos segundos cruzó la puerta de la enfermería.
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