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SEÍS

¿Recuerdan que Harry tenía que hacerse porrista en la primera semana?

Pues bueno, él casi le rogó a Taylor para que le quitarán ese objetivo, haría cualquier cosa, hasta volverse jugador de fútbol americano. Pero como ella era tan buena, sólo le dejó retrasarlo un poco. Tan sólo un poco.

En ese momento, iba conduciendo su lindo Mercedes Benz nuevo, hacia su no tan linda audición para ser parte del ejército de idiotas que se hacen llamar porristas.

Y más vale que quedes Harry, porque o si no te quitaré el cargo de esta misión”.

Y así la más bella Taylor le había amenazado para que prácticamente firmara su suicidio, pero mejor para ellos ¿no? Una lenta y larga humillación pública. Así que tenía que parecer lo más entusiasmado posible por la idea de ser parte de la familia de idiotas.

Llega al instituto, y tuvo que poner su mejor cara de nerviosa y entusiasmado que se le pudo ocurrir cuando observó como Fizzy se acercaba a él con rapidez.

— ¡Harry! — le saluda un poco lejos todavía.

— ¡Hey! — devolvió el saludo mientras se acercaba a ella corriendo.

— ¿Estas seguro que quieres hacer esto? — la cara que tenía Fizzy era demasiado graciosa, era entre asustada y burlista.

— Si, muy seguro. — Harry sonrió con autosuficiencia.

— Esta bien. — se rindió de hacerlo desistir, cosa que paso haciendo casi toda la semana. — si tú quieres unirte a ellas, no puedo detenerte ¿no?

— Así es.

— Bueno, futuro porrista. — dijo con cara de asco y Harry no pudo evitar reír. — vamos o si no llegaremos tarde a clases.

Harry asintió y comenzaron a caminar.

Llegaron al salón donde ambos tenían clase de Física Elemental. Por suerte, Fizzy estaba en muchas clases avanzadas, y esas era una de tantas. Se sentaron en los mismos asientos de siempre: los del final. Ya pasados unos diez minutos, hizo acto de aparición el profesor, un señor algo bajo con lentes, los pantalones hasta la cadera con toda la camisa, de botones, por dentro. Todo un ñoño.

Rápidamente se puso a escribir lo que el maestro les decía, aunque no era nada que él no sabía. El profesor comenzó a hablar sobre las fuerzas de gravedad y la materia. Era aburrido, como siempre, al menos para Harry que ya sabía toda la materia, igualmente ¡era frustrante! Era como si te contaran una película que ya viste, y sabes los protagonistas se quedan juntos y el antagonista muere. Muy predecible, exactamente lo que le pasaba en física elemental y con otras materias en general.

Pasados al menos unos cuarenta minutos, no tenía nada mejor que hacer que rayar la última hoja de su cuaderno con diferentes bolígrafos de colores. Una bola de papel arrugado cae sobre el bolígrafo con el que estaba escribiendo. Levantó su vista para ver que hacia el profesor, que, para suerte, éste estaba ayudando a uno de sus compañeros.

¿Seguro que quieres unirte al grupito de porristas?¡No puedes estar hablando enserio! Porfa dime que es el día de los inocentes y no es más que una de tus bromas.

Harry río lo más bajo que pudo para no llamar la atención de nadie. Al parecer, Fizzy, no ha terminado de desistir del todo. Y bueno, Harry no puede culparla, ni él mismo cree que va a caer ante semejante humillación. Toma su bolígrafo negro y escribe:

No seas exagerada y cálmate. Sí, me uniré junto a las porrista. Tal vez nunca te lo dije, pero antes de mudarme solía ser chico porrista. Esta en mi sangre, Fizzy, en mis principios. No lo dejaré porque sólo sean un grupo de tontas. Yo les pondré un poco de clase.

Antes de lanzarla de vuelta, vuelve a ver en donde estaba el profesor, y esta vez lo encontró discutiendo algo con la que parecía ser la inteligente del salón. Aprovechando la distracción, lanzó la bola. Observó como Fizzy leía la nota para luego reír bajo. Volvió a escribir algo en ella y la lanzó de vuelta.

Harry vio hacia ambos lados para ver si alguien los veía, y al confirma que nadie les estaba prestando atención más que a la disputa entre la chica y el profesor, abrió la nota.

Confió en ti para que las pongas no solo un poco de clase. Algunas se comportan demasiado idiotas, ¿sabes que pensaran eso de ti?

Si llegan a hablar mal de mí, ya lo verán...— murmuró, intentando que nadie lo escuchara. Negó con su cabeza, recordando que estaba en una misión especial. Trabajando. No podía hacer simplemente una estupidez aunque le diera en su ego y orgullo.

Volvió a escribir en la bola de papel: “Lo sé, pero ya se darán cuenta de que no como ellas. Ni en lo más mínimo, solo... ¡deja de quejarte y deséame suerte!”

Lanzó la bola, y observó como Fizzy reía, escribía algo y lanzaba la bola justo en sus manos. Todos los demás estudiantes estaban concentrados en la caliente discusión entre el profesor de física y la alumna estrella, que no se daban cuenta que él y Felicité estaban en su propio mundo.

Buena suerte, y que no te traten de idiota queridísimo amigo.

— ¿Estás seguro de lo que estás haciendo? — y ahí estaba Felicité, preguntando, tal vez por, décima vez en el día. Parecía que estaba decidida a hacer que Harry no cumpliera con su propósito.

— Que sí, completamente seguro. — le respondió Harry nuevamente.

Estaban al frente de las puertas que daban directamente al gimnasio. Era última hora, y Harry estaba a punto de dar su presentación.

— ¿No te das cuenta de que estás firmando tu suicidio? ¡Oh, Dios! ¡Estás dispuesto a suicidarte!

— Estoy completamente dispuesto, y ¡no estoy firmando mi suicidio! — dijo con una indignación totalmente creíble. Sin embargo, por dentro suyo sabía que Fizzy tenía razón. Para él, que no le interesaba nada como el baile, las celebraciones escolares, ni lo clubes, era un total suicidio. Pero para su personaje, es parte de su vida, y no le quedaba otra opción que solamente cumplirla.

— No puede estar pasando... ¡el amigo que siempre quise quiere ser porrista! — gritó eso último apuntándolo para la gente que pasaba junto a ellos. Verdaderamente parecía un loca.

— ¡Felicité Tomlinson, detente ahora mismo o iré a hablar con el director y le diré que me haces bullying! — le amenazó, pero en su cara había una sonrisa.

— Vale, vale, me calló, me calló. — levantó ambas manos, en señal de rendición. — Señorito Ferretti, estamos frente a su destino...el infierno. — apunto hacia la puertas. No obstante pensó que tal vez Felicité no se equivocaba en donde iría a parar.

— Eres tan dramática. — se cruzó de brazos, riendo. La mayoría de las cosas que hacía son Fizzy, era lo que haría si no tuviera esa misión, era como una vida normal que muy por dentro envidiaba. Una vida normal, sin armas...por ahora.

— Harry, eres mi amigo, pero aun así...

— No toleras quedarte ahí. — le interrumpió, señalando al gimnasio.

— Eres muy inteligente. — alagó sonriendo. — que bueno que lo entiendas. — se acercó a Harry, y pasó sus brazos por los hombros del chico, abrazándolo. Y sí, era algo a lo que Harry no estaba acostumbrado, pero raramente no le desagradaba...— ¡Que te vaya super bien! — anima mientras se separa. — ¡Nos vemos más tarde! — gritó, alejándose por el pasillo para recibir su última clase; biología. Una de las tantas clases con la cual compartía con la chica.

Respiró hondo, aún viendo las puertas roja pero con una leve capa de oxidación que se notaba a la hora de abrirla.

— ¡Vamos chicas y chicos, mostrémosles a las nuevas y nuevo candidatos como se hace! — gritó la capitana de porristas de la escuela particular de Londres. Una chica alta, delgada, cabellos pelirrojos rizados que le llegaban hasta los hombros, y que lo tenía amarrados en los coletas. Vestía el lindo uniforme de porristas. Consistía en una falda azul con tablas amarillas que tapaba menos que un estuche. Y una ramera sin mangas azul con las iniciales de la escuela en blanco y toques amarillos.

Había al menos cinco chicas que querían entrar al equipo, porque sí, él era el único chico nuevo que quería entrar. Muy absurdo.

Estuvieron al menos unos treinta minutos tratando de copear la corografía que los viejos integrantes les había preparado para demostrar que tanto podían moverse. Sin embargo, cuando terminaron, Harry estaba totalmente tranquilo, tal vez un poco sudado gracias a su pantalón que utilizaba para hacer gimnasia, pero no exhausto. Ha tenido peores entrenamientos. Mientras que las demás chicas transpiraban.

— ¡Muy bien! — les felicitó una de las viejas integrantes. — ahora la entrenadora y yo analizaremos sus puntuaciones y escogeremos los tres mejores. — sonrió, pasando su mirada por cada persona. — ¡tómense un descanso!

Cada uno se movió hacia lugares diferentes para descansar. El gimnasio no estaba lleno, solamente los viejos integrantes a los cuales les permitieron ver las audiciones aunque no iban a escoger o dar puntuaciones.

Harry pasó por debajo de las gradas, donde nadie lo veía para poder estar solo. Era un escondite algo tétrico, pero nadie lo vería, ni molestaría. Podía ver todo por los espacios de las gradas. No obstante no vio cuando dos chicas porristas se sentaron justo debajo de él. Se iba a mover de ahí, pues sin querer una de las chicas había botado algo de tierra que cayó justo en su cara. Pero una de ellas sacó una conversación que le importaba bastante.

— ¿Has escuchado que Danielle y Louis discutieron? — preguntó ella.

— ¿De nuevo? ¿No habían discutido también la semana pasada?

— Parece que esa relación esta de mal en peor. — apareció otra voz, de otra chica.

— Yo escuché una conversación de Danielle con Louis por teléfono cuando fui al baño. — dijo la chica de la segunda voz.

— ¿En serio? ¿Qué decía? — preguntó la primera voz.

— Bueno, cuando Danielle entró al baño, estaba terminando la conversación, pero recuerdo que dijo: “No es mi culpa que a tu padre no le simpatice, él es el que no me trata como corresponde. Luego hubo una pausa y volvió a hablar: “No, no digas que pido demasiado, él me odia.” Louis contestó algo y Danielle le respondió: “Claro que sí.” Louis le respondió y ella dijo: “Eres un desconsiderado, ya no me tratas como antes.” Creo que Louis lo negó porque Danielle le respondió bien furiosa: “claro que así, ¿sabes de quien es la culpa? Del mosquito muerto de Harry.

Al escuchar eso último, Harry retrocedió unos pasos, totalmente sorprendido. No creía que la estúpida de Danielle sería tan lista como para darse cuenta.

— “¿Cómo? Y ahora lo defiendes, a él que nos trata de separar.” Danielle a todo eso ya empezaba a gritar y a moverse de un lado a otro: “Por su puesto que no lo dejo acercarse a nosotros, si le dejamos hacer lo que quiere nos separara mi amor” y al parecer, Louis le cortó luego de que Danielle dijera eso, porque gritó: “eres un... grandioso, ahora me cortas, ¡te odio Louis Tomlinson!Y arrojó el teléfono a la pared. — concluyó la segunda voz. — creo que fue una pelea muy fea.

— Que bien que discutieron, así tal vez Louis se aleje de Danielle de una vez. — habló la tercera voz.

— ¿Quién es Harry? ¿Será el amante? — pregunta sorprendida la primera voz. Esa pregunta le causo gracia a Harry. ¿El amante? Por dios, las cosas que se les ocurren.

— Harry es uno de lo nuevos, de hecho, esta aquí dando la prueba para ser porrista, él único chico, incluso.

La conversación de las chicas siguió, pero con un diferentes tema que realmente no le incumbía. Así que decidió salir debajo de las gradas lo más despacio y sigiloso que podía para que ninguna de las presentes se diera cuenta que llevaba todo ese tiempo escuchándolas.

Justo cuando sale de estas y se dirigía hacia los baños, Beverly, la capitana del equipo de porristas, les habla y les pide amablemente que se sienten en las gradas.

Harry un poco a regañadientes obedece y se sienta los más alejado posibles de las otras candidatas, pero no tan lejos para no parecer un antisocial. Su personaje era tímido y callado, tenía que hacerlo.

— Bueno, ya tenemos los resultados. — comenzó haciendo una pausa para darle más misterio y ansiedad para los nuevos. La que parece ser su cocapitana, le tendió una carpeta delgada de color azul. La abrió, despacio, creando un ambiente tenso por todo el lugar. — Y las futuras porristas son...— una de las piernas de Harry se movió de arriba abajo, estaba a punto de gritarle a la chica que dijera de una vez por todas el resultado. Como si el cielo lo escuchara, la pelirroja abrió la carpeta de golpe, y comenzó a leer:— Sophie Gilbert...— la chica se levantó, saltando y riendo de alegría. Las demás, incluso Harry, aplaudieron. —... Amy Fields...— se levantó la chica la cual era la que contó la pelea que tuvieron Danielle y Louis. Las demás y Harry aplaudieron. —... y por último, pero no menos importante... Harry Ferretti. — esta vez, muy pocas aplaudieron cuando lo vieron levantarse. Eso le dio justo en su ego.

— Las que quedaron, por favor, acérquense. — les pidió la cocapitana. — las demás, muchas gracias, dieron lo mejor de ustedes, pero nuestra elección han sido las escuchada. Por favor, retírense.

Todas dieron las gracias por su tiempo, y fueron saliendo una por una. El lugar fue quedando vacío poco a poco, a excepción de Beverly, la cocapitana, las dos chicas que quedaron y Harry.

— ¿Alguno de ustedes no quiere ser porrista? — pregunta Beverly, y al ver que nadie dice nada, toma de nuevo la carpeta azul, y un bolígrafo. Comienza a escribir algo en ella y luego levantó su vista. — ¿Tallas de rameras y faldas para su uniforme? Bueno, en el caso de Harry, no si te encantaría usar una falda o un pantalón.

— Puedo usar una falda, no me molesta. — habló Harry con algo de emoción. Algo gay que tenía, era que le encantaba usar faldas. Hasta el momento que llevaba en Londres, no había utilizado una pues su personaje solo utilizaba pantalones, chándales, joggers, básicamente ropa casuales. No es que se lo había prohibido, pero ahora que tiene la oportunidad de utilizar una, no la desaprovecharía. Jones pidió que se uniera a las porristas ¿no?

— Bien, me parece perfecto. — Beverly le sonrió, mostrando su perfecta dentadura blanca. Los ojos de Harry se dirigieron a los hoyuelos de la chica, se le remarcaban bien... como a él cuando reía. — luego del entrenamiento me pueden dar sus tallas, por ahora, queremos ver que tan atletas son. Las y lo elegimos por sus movimientos, pero necesitamos voladoras, o en este caso un volador. — señaló hacia un lado de ellos, donde en el suelo se encontraba unas colchonetas de gimnasia colocadas. — Amy, comienzas tu. — le pidió Beverly.

Amy asintió, caminando hacia unas de las colchonetas. La chica sabía abrirse de piernas, hacer una rueda y un salto mortal hacia atrás.

— ¿Cuánto pesas? — le preguntó Beverly de repente.

— Sesenta kilos. — le respondió Amy.

— Mmm...— pensó. — estás en tu peso ideal, pero necesitamos alguien más liviana para volar. —dice con algo de duda. — ¡No te pido que adelgaces o algo así! Simplemente harás piruetas, no volaras. Tu fuerte son las piruetas. — Amy asintió sonriendo. — Sophie, es tu turna chica.

Básicamente, Sophie terminó haciendo lo mismo que Amy, sólo que con un toque de baile en sus movimientos.

— Me parece que ti te va bien hacer ruedas. — Sophie asintió de acuerdo. — eres atlética, no te costara acostumbrarte a las ruedas que hacemos en nuestras rutinas. — la chica asintió, estaba contenta de su trabajo. — ahora, muéstranos lo que sabes hacer, Harry.

Harry, feliz, tomó un lugar en las colchonetas. Se puso en posición y comenzó haciendo una voltereta hacia atrás, otra voltereta girando, quedando en posición de rueda, realizó la rueda, caminó con sus manos y saltó hacia atrás, quedando abierto de piernas y manos en la cintura. Satisfecho con su trabajo, miro hacia donde estaban Beverly, la cocapitana, Amy y Sophie.

Sus caras no demostraban otra cosa además de sorpresa, con sus bocas abiertas.

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