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QUINCE

Las cosas afuera en el campo estaban demasiado revueltas. 

Muchas personas gritando por la gran victoria que obtuvo el equipo del instituto. Algunos discutiendo en voz alta con los estudiantes de los contricantes. Los concerjes haciendo todo lo posible para limpiar rápidamente las bancas para luego bajar a la grama falsa. Una locura.

Y ninguna de las tantas personas que veía lograba identificar a Felicité.

— Disculpa — detuvo a un chico bastante alto cuando pasó delante suya. El desconocido paró y esperó a que hablara. No ignoró la manera en la que se le quedó viendo, pero trató de no tomarle tanta relevancia cuando tenía cosas más importantes en que pensar — ¿Conoces a Felicité? ¿Felicité Tomlinson?

— Sí. — respondió al mismo tiempo que recorría con su mirada toda la anatomía de Harry. Aún llevaba el uniforme de porrista, por alguna razón, eso no le sorprendió en absoluto, los chicos podían ser absolutamente asquerosos en el instituto, el que sea muy liberal en muchos temas lo aprovechaban demasiado.

— ¿La has visto? — preguntó, tratando de controlar las ganas de golpearlo. Él chico tenía su mirada fija en sus muslos, y lo estaba poniendo muy incómodo, y él en ese modo era peligroso.

— Creo que la vi llorando después del partido. — le informó mirando hacia ningun lugar en específico, tal vez recordando la escena que relataba.

— ¿¡Llorando!? — gritó sorprendido mirando a todos lados, queriendo encontrarla entre toda la gente y comprobar que estuviese bien. — ¿Estas completamente seguro de lo que viste?

— Sí, de hecho, se veía bastante mal.

— ¿Hacía donde se dirigió? ¿Vistes? — el seguía preguntando y preguntando y no recibía buenas respuestas. Estaba desesperado, Felicité se había vuelto una persona importante para él, podría decir que era como la hermana menor que nunca tuvo pero que siempre deseo.

— Si más lo recuerdo, la vi dirigirse al estacionamiento. — respondió.

Harry no esperó nada más y salió corriendo hacía allá, sin siquiera decirle gracias al desconocido. Corrió lo más rápido que sus piernas podían hasta el estacionamiento. Había pocos autos ya, algunos cuantos estaban saliendo también.

Pero ninguno era el Bentley Continental GT azul de Felicité.

Comenzó a sentir la frustración y la preocupación funcionarse. Así que llamó a su celular, mientras caminaba de un lado a otro, sin rendirse a seguir buscándola. La llamada sólo pitaba, pero nadie respondía, hasta que al final en el sexto tono, lo mandó al buzón de voz.

"Hola, soy Fizzy. En estos momentos no puedo contestar, pero si dejas un mensaje, te llamaré" ese era la grabadora de voz. Y Harry no dudó en dejar un mensaje.

— Hola, Fizzy. Soy Harry, un chico me dijo que te ha visto llorando después del partido, por favor llámame, o envíame un mensaje, estoy preocupado. Al menos dime que estas viva, dame una señal.

Colgó.

Se pasó al menos unos diez minutos por el lugar, viendo como todos los que habían ido a ver el partido, tomaban sus coches y se iban. ¿Cómo iba a irse él? Felicité lo había traído, y ella se había ido, a quien sabe dónde.

Al parecer, Louis también se había ido, hace mucho. Tampoco miraba su coche, y era seguro que se habría se fue siguiendo a su hermana menor.

No llevaba dinero encima, y conocía que Jared no podría ir a traerlo, pues él no se encontraba en el país. Volvió a revisar su teléfono por quinta vez, esperanzado de tener algo. Nada. Ningún mensaje, ninguna llamada. Felicité se había olvidado de él.

Rendido, empezó a caminar hacia la salida. Tendría que ir caminando quiera o no.

Pero de pronto, un bocinazo detrás suyo lo sobresaltó.

— ¿Te llevo? — le había preguntado un petulante Sam desde su Audi gris. Tenía una sonrisa coqueta en sus labios, y guiñó su ojo derecho cuando Harry lo observó.

— No, gracias. — respondió, con una sonrisa sarcástica mientras seguía avanzando, ignorando el auto al lado suyo.

— Oh, vamos. Es la segunda vez que me rechazas el honor de llevarte. — torció su rostro indignado.— ¿Tienes idea de cuántas personas quieren tener el privilegio de entrar a este auto? por qué déjame informarte que son muchas.

— Bueno, no me interesaba esa información, y seguirás sin conseguirlo. — Harry se cruzó de brazos, y continuó su camino.

— Una vez, sólo una vez. — pidió mientras se apresuraba a seguirlo en su coche con baja velocidad. — hace un frío de cojones, te congelaras.

— Pues preferiría congelarme o pescar un resfriado a que me lleves.

Vamoos, no le hagas esto a tu novio. — le dijo mientras sonreía y hacía un mini puchero. Harry lo miró por un segundo, llevando su atención a los labios, esa acción le recordaba a Louis un poco.

— ¿Novio? Tu no...— y recordó lo que le había comentado en el vestidor, y la ansiedad volvió a consumirlo. — Agh, eres insoportable. — se rindió y frunció su entrecejo.

Caminó hacía el coche con irritación. Estaba un poco enojado, por Felicité por haberlo dejado. Con la agencia, por ponerle un cambio y no haberle avisado de antes. Y por supuesto, con Sam, por creerse que todo lo puede tener.

Extrañado, vio como Sam salía del Audi, y casi corriendo llegó hacia el copiloto, en donde abrió la puerta y la mantuvo abierta para que él entrara. Harry lo miró con odio, pero caminó hacia la adentro, para poder sentarse en ese tentador asiento, y dormir un poco. Pero antes de que pudiera siquiera poner un pie en el auto, Sam lo tomó de su brazo izquierdo, impidiéndole a seguir caminando.

— ¿Qué quieres? — Harry pregunta demasiado cansado como para discutir.

— ¿No le vas a dar un beso a tu nuevo novio? — le refregó eso en la cara, y estiró sus rosados labios, para que se vieran más apetecibles, según él.

— No estoy para que me estes molestando, Samuel. — respondió enojado, con su ceño profundamente fruncido.

— Oh, vamos. — el chico deslizó su mano por el brazo derecho de Harry, haciendo que este último se estremeciera un poco ante el toque que se sintió helado. — No tiene caso luchar, y lo sabes muy bien. — dijo mientras en un rápido movimiento, tomaba de su cintura y lo apretaba con él. Harry arrugó su nariz, molestó. Sam estaba colmando con la poca paciencia que tenía. Se estaba pasando del límite, y si seguía, sólo recurriría a golpes. Él no era tan fácil como antes. No era provocador, buscador de problemas, mucho menos el sin vergüenza.

Con tanto esfuerzo, logró ser de esa forma, pacifico, tranquilo, paciente pero desinteresado. Y Sam estaba queriendo destruir esas barreras con sus estúpidos comentarios. ¿Acaso tenía cara de ser tonto para no saber identificar que había intenciones ocultas en como le hablaba?

— No...no creo que deberíamos. — dice, tratando de no tartamudear ante el agarre que cada vez se iba incrementando. Sintió como lentamente, con su otra mano, se deslizaba por su cintura, hasta llegar a su trasero. Donde dio un pequeño apretón en la mejilla derecha. Harry, sobresaltado, lo primero que hizo fue darle una buen puñetazo en la mejilla, que hizo girar la cabeza del rubio. Sam, sorprendido, lo soltó, y Harry pudo respirar bien de nuevo, pero se puso en guardia. — No te pases conmigo, imbécil de mierda. — lo amenazó.

— Tienes actitud, eso me gusta. — Sam se acarició la mejilla en donde había una gran marca roja de la forma de su puño.

— Entre nosotros, no pasará nada, y más te vale saberlo. — es lo último que le dijo para luego subirse al auto, cerrar la puerta con fuerza, estaba del todo dispuesto a dormirse.

Pudo escuchar como el chico se empezó a reír.

«Imbécil.» Eso lo último en que piensa antes de que todo se volviera negro y entrara a los brazos del Morfeo.

"

Está en su mesa, hablando con las personas de la empresa, cambio.se comunica Jared a través del auricular, cubierto perfectamente por un rizo que caía sobre su oreja derecha.

Entendido.respondió él en un susurro para no llamar la atención. Caminó hacia el piso superior, hacia donde estaba el evento.en el segundo piso, hay una zona llena de arbustos y plantas. ¿Ves a alguien? Cambio.pregunta mientras sonreía a todas las personas que pasaban a su lado. Todos conocían a Jeremy y lo amaban por ser tan dulce y tierno. Además de que tenía que tener una coartada cuando ocurra todo, aunque era muy imposible que sospecharan de él.

Déjame confirmar.esperó solamente siete segundos, cuando Jared volvió a contestar.Zona totalmente despejada, cambio.

Voy para allá.

En la entrada de las escaleras, al segundo piso, se encontró con Mitch. Un chico de un año mayor que él. Cabello lizo-que le llegaba hasta los hombros- y ojos color negro, estatura casi igual a la de él. Era muy lindo, algo serio, y se podía ver desde muy lejos que estaba interesado en su persona, osea, en Jeremy.

El hermano mayor del chico, le había dicho que Mitch estaba enamorado de él.

El agente le sonrió, y Mitch respondió, sólo que con una sonrisa algo tímida. Qué lástima que no podría darle aunque sea un beso en la mejilla antes de irse en dos horas. Era un chico tierno, callado y sobre todo listo.

Hola, Mitch.lo saluda, acercándose a él.

Ho-hola, Jem.devuelve el saludo con su apodo. Casi con vergüenza, toma su mano derecha, y la besa, con caballerosidad. Claro, era un hijo del ministro de Irlanda, debía de ser todo un caballero con muy buenos modales.Supe por ahí que te ibas hoy por asuntos de tu hermano en Rusia.

Sí, lo llamaron a una reunión de urgencia.hizo un puchero falso, con lastima fingida. ¿Jared siendo empresario de Rusia? Quería reír cada vez que pensaba en eso.

Tu... ¿Tú crees que volverán?los ojos negros de Mitch brillaban, como si estuviese a punto de llorar.

Creo que sabes la respuesta.sonrió con tristeza fingida.Por aquí también pasábamos temporalmente, tarde o temprano, nos iríamos.

Que lástima, no podré admirar tu belleza nunca más.el rizado lo miró un momento, un poco sorprendido. Parecía que el chico de pronto quiere aprovechar la oportunidad solo porque se iría. Sonrió, y se acercó un poco más a el mayor lentamente. Vio como la manzana de Adán de Mitch bajó y subíó, señal de que tragó saliva con nerviosismo.

¿Me darías un regalo de despedida?pasó su mano derecha en el hombro izquierdo del chico, apretándolo tan solo un poco.

El objetivo está en posición.le comunicó de repente Jared por el auricular. El agente estuvo tentado en rodar los ojos, pero lo que hizo fue, acercarse más a Mitch, y darle un pequeño pico en la mejilla. Dejando sus labios tan solo unos segundos para que el chico pudiera disfrutarlo.

Se separó, y se fue casi corriendo por las escaleras.

Cuando llegó a su posición establecida, se metió entre los arbustos, y sacó el arma que tenía en su espalda, tapada por la americana. Miró hacía la mesa del presidente de la empresa.

Dankanich, Bernard Dankanich.

Listo, cambio.apuntó su arma hacia el objetivo mientras esperaba su orden.

Dispara dentro de treinta segundos, cambio y fuera.respondió Jared.

Bernard Dankanich, bienvenido a la larga lista de víctimas del agente cuatrocientos cinco. Un saludo al infierno de su parte, y diles que no lo esperen tarde, que llegará algún día.

Esperó con calma.

Veinte segundos... quince segundos... diez segundos... cinco segundos...tres segundos...y un segundo.

No lo pensó dos veces, y disparó hacía el empresario. Observó en como Dankanich se inmutó en segundos. La camisa blanca que llevaba, empezó a mancharse de rojo, rojo de su sangre. El disparo había caído justamente arriba de donde estaba el corazón. No tardaría en caer al suelo...y ahí, justo en ese momento vio como el empresario caía de espaldas. Todas las personas alrededor empezaron a gritar, asustados, las mujeres que estaban presentes corrieron hacia la salida lo más rápido que sus tacones les permitían. Algunos hombres corrieron hacia él, creyendo que podrían salvarlo, auxiliarlo... pero era demasiado tarde, ya había muerto.

Tiro perfecto como siempre, monstruito.le felicitó Jared.Ahora corre.

Guardo el arma detrás de su espalda, asegurándose de que la americana lo topara bien. No volvió a mirar al muerto, y se dio media vuelta para comenzar a correr. Pero no pudo.

Casi pudo sentir como su piel se convertía en pálida en cuestión de segundos, y todo el cuerpo se tensaba.

Delante suya se encontraba nada más ni nada menos que Mitch, quien lo miraba con sus ojos casi fuera de orbita, mientras que trataba de retroceder muy torpemente. El chico tuvo que haberlo seguido luego de que le diera aquel beso en la mejilla. Tal vez buscándolo por más.

Sígueme.le dijo el agente, preocupado mientras maquinaba en su mente un plan perfecto  creíble. Tragó saliva mientras tomaba de su mano bruscamente, corrió hacia un baño, que para su suerte, estaba en ese piso. Casi le da gracias a dios cuando vio que nadie estaba ahí arriba, debido al disparo, así que fácilmente pudo llegar al sitio, empujando con algo de dificultad a Mitch, y cerrarando la puerta con seguro.

Tu-tu-tu-trataba de hablar Mitch, pero nada coherente salía de ella.

Es un secreto.tratando de lucir lo más inocente que podía, mientras lo abrazaba fuertemente de la cintura, con su cara escondida en su pecho.no se lo puedes contar a nadie.

Pero-pero tú le dis-dis- no podía hablar, cada palabra que quería decir, no salía. Estaba asustado. Lo entendía...sólo un poco. Tendría que poner todas las cartas en la mesa.

Me-me obligaron...lágrimas falsas se acumularon en sus ojos, para que se viera más creíble. Hizo un puchero, y levantó su cabeza del pecho de Mitch. También se hizo el que tenía miedo, simulando un pequeño temblequeo.Debes pro-prometerme que no-no se lo contarás a-a nadie.fingir que tartamudeaba era demasiado fácil.

Le disparaste...logró decir al final. El agente ahogó las ganas de querer rodar los ojos. Al parecer, fingir ser inocente no estaba funcionando nada bien. Tenía que recurrir a otros métodos...

Mira, Mitch...susurró, tratando de sonar sensual. Tenía la ventaja de que sabía que el chico  gusta de su persona, así que podría jugar con eso...—...prometo que te recompensaré...pasó sus manos por los hombros anchos del mayor, hasta llegar al cuello, donde empezó a masajear el cuero cabelludo. Sintió como Mitch se estremecía bajo su tacto.... lo que siempre deseaste ¿no? Ahora lo tienes, aprovéchalo.susurró contra los labios contrarios. Y como Mitch era un chico listo, lo besó con desesperación, olvidandose por completo la sutuación anterior.

Mitch llevó sus manos a la cintura del agente, apretando el agarre para pegarlo más a él. El agente lo empujó con algo de fuerza, dejándolo caer sentado en el váter. El pelinegro no le quitaba la mirada de encima, de hecho lo recorría con la mirada, relamiendo sus labios en el proceso.

El rizado se subió al regazo del mayor, colocando sus piernas abiertas. Volvió a pegar sus labios, delineando el inferior con la punta de su lengua. Mientras el pelinegro lo besaba con desesperación pero con algo de miedo, El agente comenzó un movimiento de caderas, haciendo fricción con sus miembros. Mitch jadeó bajo suyo, y con las ganas de más, lo agarró fuertemente de la cintura, y guio sus movimientos. Pasó sus besos por el cuello del rizado, y aunque este último le estaba gustando un poco, no podía llegar tarde.

Entonces sin que Mitch se diera cuenta, el agente con su mano derecha, se dirigió a su espalda, levantando la americana, y sacó el arma. Aprovechando que el chico aún seguía besándole el cuello, pasó delicadamente el revólver por el estómago. Y cuando el pelinegro sintió algo helado en su parte baja, se detuvo, tenso.

No estoy seguro de dejarte ir...sintió como Mitch temblaba, ya sea por excitación o por el miedo.... si quieres vivir, vas a tener que convencerme.susurró.

Mitch tomándolo como un reto, lo tomó por el cuello, y lo besó delicadamente y fue bajándolos, por las mejillas, por el mentón, en el cuello donde dejó una mordida pequeña, hasta llegar a su hombro derecho, el cual se veía un poco gracias a la camisa desabotonada. Volvió a los labios del menor con lentitud. Y aunque a Jeremy estaba casi estremeciéndose, sólo estaba jugando. Por nada en el mundo lo dejaría vivir. Nunca deja cabo sueltos que pueden ser solamente un dolor en el culo en un futuro.

... ¿Por qué será que no me convences?...preguntó. Y para último, besó sus labios por última vez, para rápidamente quitar el seguro del arma, y dispararle en la sien derecha. Por suerte la sangre del chico no lo salpicó, de verdad le gustaba ese traje como para arruinarlo. Poco a poco observó como los ojos del chico fueron apagándose, para después, cerrarse, dejando caer su cabeza hacía adelante. Al menos has muerto feliz.

Se levantó del chico -ya sin vida- y se fue de ahí. Corriendo.

"

Harry...— escuchaba como alguien lo llamaba a lo largo, pero no quería abrir sus ojos. — Harry, despierta — pudo identificar la voz de Sam, quien le movía el brazo izquierdo para despertarlo más rápido. Abrió los ojos con dificultad, sintiendo como sus parpados pesaban, pero los cerró rápidamente, por la intensidad de una luz apuntándolo directamente.

Apaga eso. — reclamó, cubriendo sus ojos con una mano. Sam rio, y pudo escuchar el 'clic' del botón de la luz de la guantera.

Listo. — Harry abrió los ojos de nuevo, esta vez ya con más facilidad. Observó los alrededores, ya estaban frente a su casa. Con somnolencia, volteó a ver a Sam, quien lo miraba sonriente. — Arriba, bello durmiente. Llegamos a su humilde morada. — bromeó.

Déjame. — se quejó, haciendo que Sam riera más. — ¿De qué te...? — se calló cuando sintió una mano en su cabello, sacudiéndolo y desordenándolo. — ¡Hey! Déjame. — frunció su ceño, y apartó como pudo las manos del chico. Peinó un poco su cabello, aunque era inútil, sus rizos eran imposibles de peinarlos si no estaban mojados.

— Eres lindo...— dijo de la nada Sam. Harry levantó una de sus cejas, viéndolo extrañado.

Debo irme. — se quitó el cinturón de seguridad, y tomó la palanca de la puerta, dispuesto a irse rápido. Pero cuando lo jaló, no abrió. Sam le había puesto seguro.

¿Y mi beso? — preguntó. Harry lo miró mal. Estaba volviéndose a irritar. — No me mires así. Tenemos que acostumbrarnos.

Me vas a dejar salir. — ordenó, cruzándose se brazos.

— Mmm...— se tomó la barbilla, pensativo. —... Sabes, creo que no...— rio de nuevo, casi sacando de quicio a Harry. — Quiero mi beso. — estiró los labios haciendo una trompita estúpidamente ridícula.

Hagamos un trato. — Sam le prestó atención de inmediato. — Yo te beso, y tú me respondes una pregunta. — A simple vista, parecía un muy buen trato para ambos, y sabía que para esa razón lo iba a aceptar.

— Me parece bien. — respondió después de unos segundos. Harry abrió su boca, listo para articular su pregunta. — Pero...— puso un dedo sobre su labios, deteniéndolo de hablar. — primero quiero mi beso. — y diciendo eso, levantó una ceja con autosuficiencia.

Harry bufó, pero se acercó al chico, viendo como él iba cerrando sus ojos azules. Rodó los ojos con fastidio, y dio un pequeño beso, aunque de hecho fue un toque en los labios. Un piquito.

— Listo. — se alejó rápidamente, volviendo a su asiento. — ahora mi pregunta.

— Eso no vale...— se quejó Sam, viéndolo mal. — quiero un beso de verdad. Eso fue...algo. Un beso de verdad es ... abrazados. Yo te tomo de tu cintura, tú de mi cuello... como el que te di en el campo.

Harry miró la palanca de cambios con una ceja levantada.

— Esta la palanca de cambios. No hay forma. Lo siento. — puso una cara triste, haciendo un pucherito para mofarse del chico delante suya. — ahora mi pregun...

Antes de que pudiera seguir articulando su pregunta, las manos fuertes de Sam se posaron en sus caderas. Lo levantó con total facilidad, como si el pesara menos que una pluma de gallina. Tampoco supo de que forma, llegó a estar en el asiento afelpado del coche, a estar sobre las piernas del rubio, en el asiento de piloto. Todo eso antes de poder exclamar...cualquier cosa.

— ¿No hay forma? ¿Estas seguro de eso? — preguntó petulante, con una sonrisa arrogante. Con su mano derecha, tomo una palanca al lado del asiento, haciendo que este avanzara hacia delante, haciendo que la espalda de Harry pegara con el manubrio. El rostros de ambos estaban más cerca de lo que gusta. — creo que te equivocaste, es evidente que si hay forma. Siempre lo hay.

Harry soltó un suspiro de redención.

— ¿Me prometes que responderás la pregunta? — pregunta con algo de desafío.

— Lo prometo. — juró, mirándolo justo a los ojos.

— ¿Con la verdad y nada nada más que la verdad? — Sam puso una mano en su corazón.

— Tu falta de confianza me duele, cariño. — el "cariño" lo había dicho en español. Suerte que Harry sabía muy bien ese idioma.

— Ya me has dicho "cariño" tres veces. — reclamó.

— ¿Entonces tenemos trato? — pregunta sin tomar en cuenta el regaño.

— ¿La verdad? — volvió a repetir.

— Y nada más que la verdad. — le volvió a jurar. Y así fue como Sam se acercó más, hasta que sus alientos se mezclaban.

Harry subió sus manos hacia el pecho de Sam, mirando su camiseta en el proceso, hasta llegar a su cuello, donde rodeó este con ambas manos, enredándolas en el cabello del chico. Era mejor asegurarse antes de que tener que repetirlo ¿verdad?

¿Verdad?

Las manos de Sam reposaban en los lados del chico arriba suyo, hasta que las hizo subir, por las piernas, prácticamente al descubierto por la diminuta falda de animador que aún seguía usando, hasta llegar a su cintura, donde ambas manos se unieron por detrás de la espalda de Harry.

El oji-verde levantó la mirada de la camiseta de Sam, y la dirigió a los labios rosado y provocativos... «Oh mierda, ¿Por qué me está pasando esto de nuevo?» pensó con algo de dramatismo. Pero finalmente, acercó más su cara.

Pareciera que cerraron sus ojos casi al mismo tiempo, y el como ambos empezaron a buscarse. Harry levantó un poco su barbilla, sintiendo como sus labios se juntaron con los de Sam, en un, algo, largo beso. Era un beso lento, para luego convertirse en uno tierno.

Ambos tuvieron que separase por falta de aire. Se miraron por un rato, en donde Harry de vez en cuando, bajaba sus vista a los labios rojos perfectos de Sam. Pero terminaba negándose mentalmente, debía saber controlarse.

Debe intentarlo, logró salir una vez de ese estado, pero no sabía si podrá hacerlo de nuevo. Justo en esos días que creía estar gustándole alguien por primera vez, debían de enviarle a Sam. ¿Y todo para irse al infierno? donde de seguro tiene el cupo guardado desde que tiene consciencia, osea desde los cinco años. 

Porque aunque más intente, no recuerda nada antes de tener cinco. Sin embargo, es mejor así, pasó la mayor parte de sus primeros años en un hospital, un maldito hospital. Solo, sin nadie más, huérfano, sin nadie para tener razones para seguir viviendo. A veces se cuestionaba del porque no lo mataron limpiamente, para que dejará de sufrir.

Le contaron que lloraba.

Lloraba todas las noches, gritando que lo sacaran de ahí, rogando por sus padres, y que odiaba a las personas que les hizo sufrir.

Aun las sigue odiando, sea quienes sean.

más de 4000 palabras💀 pero todo sea para ustedes❤️‍🩹

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