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DIEZ

¿Alguna vez han pensado en cómo van a morir?

Muchas personas creen que la Tierra se destruirá con fuego. Otros dicen que con hielo. Si se lo preguntan a Harry, el diría que esta a favor del...

«¡Harry! ¡Concéntrate en lo que está pasando por un minuto!» le recordó su conciencia.

Cierto, volviendo a la realidad.

Unas manos le tenían tapada la boca para que no gritara, aunque él no haría eso. Otras manos tenían afirmadas sus muñecas. Y una voz les gritaba a sus agresores que lo llevaran a un callejón que se encontraba cerca de ahí. Por la oscuridad de la hora, no podía ver nada, pero no se quedaría de brazos cruzados, nunca.

Balanceó su pierna derecha hacia atrás, y con su tobillo le pudo dar una patada en su parte intima al que tenía agarrado los brazos. Rápidamente escuchó como un quejido ronco salió de su agresor, cayendo al suelo, y con sus manos tapando ahí abajo, tratando de algún modo proteger sus ya dañadas partes.

Con sus codos, golpeó en las costillas al que tenía tapado su boca, y este preso del dolor lo soltó para tratar de sobarse y tranquilizar el dolor. Pero el dolor podía más con él, y cayó al suelo junto a su compañero.

Harry giró rápidamente, en guardia, pero solamente se encontró como dos siluetas negras se encontraban en el suelo, quejándose del dolor.

— Son unos estúpidos. — murmuró una voz a sus espaldas. Se volvió a girar, con sus puños en altos, a la espera de otro ataque. — tranquilo, no te haremos nada.

— ¿Esperas a que me lo crea? — cuestionó con una de sus cejas levantadas.

— No, pero no te haremos nada que tu no quieras. — el perteneciente de esa voz poco a poco se fue acercando, y Harry apretó sus puños. — sólo queremos proponerte algo, porrista.

Mierda. ¿Cómo sabía eso él? ¿Acaso era algún tipo de psicópata?

— ¿Cómo sabes eso? — preguntó, aun firme, lo último que necesitaba era que lo viera asustado.

— Parece que aún no me reconoces. — ¿De qué estaba hablando?

— No te conozco.

— Claro que sí...de hecho, nos conoces a los tres. — indico detrás suyo, donde los desconocidos que había golpeado con anterioridad, se encontraban ya de pie, y viéndolo con resentimiento. Harry retrocedió lo más que pudo. Pero el que parecía ser el jefe, se fue acercando a él, justo donde un faro de luz estaba arriba de Harry, dejándolo ver su cara.

«No puede ser cierto...»

— ¿Mitchell? — preguntó totalmente impresionado. ¿Por qué el mariscal de campo lo secuestro? Miró por detrás de su hombro derecho, y pudo observar a Johnson y otro chico pelirrojo cuyo nombre desconocía. Mitchell, Johnson y... ese chico ¿por qué lo secuestraron...o al menos intentarlo?

— Así es, precioso. — se acercó más, y Harry, quien había bajado sus puños por la impresión, volvió a subirlos, a la altura de su pecho. — Y cómo te iba diciendo...queríamos proponerte algo. — el rizado tragó saliva, no le estaba gustando nada lo que estaba pasando. — Mira cariño, tú eres un chico porrista, no nos importa tu género, pero para serte franco, nos hemos acostado con casi todas y lo seguiremos haciendo. Somos el equipo de fútbol es una...tradición. — no podía creer que le estaba diciendo eso tan serio y tranquilo, como si fuera lo más normal en el mundo. — ¿Qué opinas?

— Opino que eres, mejor dicho, son unos asquerosos. — admitió, viéndolo fijamente, con desafío.

— Es sólo una propuesta, sin embargo, no estamos acostumbrados a un no. Si no es por las buenas. — su voz cambió radicalmente a una maliciosa. — será por las malas.

— Quiero ver que lo intenten. — los retó, levantando su barbilla.

— Oh, no precioso, no quieres verlo. — y de un momento a otro, se acercaron a él tal cual un león ve a su presa.

Sin embargo, no contaron con que la presa es incluso más veloz e inteligente. De una patada, que no se esperaba ninguno de ellos, le dio justo en el pecho del chico que desconocía, y este se cayó de espaldas al suelo.

Los tres chicos se miraron entre ellos, sorprendidos y atónitos. Harry sonrió de lado, y aprovechando la distracción, le dio una patada en la espalda a Johnson, derribándolo al instante. Sintió como Mitchell estaba detrás suyo, queriéndolo sujetar de su cintura, pero el peli marrón no se dio cuenta cuando Harry se deslizo por debajo suyo, casi rodando, y no tuvo la oportunidad de voltear cuando el rizado le pegó en su hombría con su puño.

Debilidad número uno de cualquier hombre: sus partes íntimas.

Mitchell calló al suelo, quejándose de dolor. Harry volvió a sentir como lo agarraban de su cintura, y pudo ver por el rabillo del ojo que se trataba del pelirrojo. Inesperadamente para el chico, Harry dio un salto mortal hacia delante, llevándoselo y haciendo que cayeran por sobre su espalda. Un quejido salió de su boca, así como un poco de sangre por el impacto en el asfalto morroñoso y dañado del callejón, contra su espalda.

Justo cuando Harry se levantaba, Johnson se quiso acercar a él, a rastras. El rizado lo miró entre aburrido y divertido a la vez. Y con otra patada, le dio justo en las costillas, sacándole el aire en segundos.

Y los tres chicos estaban en el suelo, quejándose y gimiendo del dolor.

— Para que vean, que no se puede meter conmigo.

— Maldita perra. — insultó Mitchell entre dientes.

«Oh mierda, ¿qué hice?»

Ellos iban en su mismo instituto, compartían clases. Y sabía bien que ellos tenían todas las agallas de esparcir el rumor de que no es "un chico indefenso e inocente" que supuestamente era.

— Si me entero, que ustedes han dicho alguna palabra sobre lo ocurrido, o que me acosté con algunos de ustedes, básicamente cualquier mentira en mi contra. — cambió su voz a más grave, amenazador para que se vea más intimidante. — se las verán conmigo. Saben de lo que soy capaz, y será tres veces peor que esto. — y dicho eso, salió casi corriendo de ese callejón. Dejando a esos tres chicos en el suelo, aun quejándose del dolor.

— ¿¡Qué hiciste que cosa!? — gritó Jared con sus ojos abiertos de par en par, pero en su mirada se notaba el reproche, el regaño, la furia. Todo eso junto cuando Harry le contó lo sucedido.

— ¿¡Qué esperabas!? ¿¡Qué me violaran!? — gritó Harry enojado. Se cruzó de brazos y miró a Jared totalmente indignado.

— No, pero pudiste...no lo sé... ¡correr! — llevó su mano derecha a su cara, y con sus dedos masajeó sus cienes.

— Tú sabes más que nadie, que yo no soy de escapar de los problemas, yo los enfrento. Además, donde estaba no podía escapar. Era tres contra mí, y estaba rodeado en todos los ángulos.

— Sí, sé que no dejas que nadie te lastime físicamente. ¡Pero Harry no es rudo o fuerte! ¡Ese no era tu personaje! Si Taylor se llega a enterar de esto ¡puede quitarte la misión sin pensarlo dos veces!

— Ella lo entenderá. — dijo pero ni siquiera él estaba seguro de eso. — no podía escapar, y Taylor no hubiera que a Harry se le hubiese violado para luego decir que es fácil. Los amenace, y me aseguraré de que no digan nada.

— Está bien. — cedió al fin. — pero que no vuelva a pasar.

— No volverá a pasar. — prometió. Pero en su interior aún su sangre hervía de enojo. Por él, los hubiese matado con un tiro en la cabeza a cada uno, pero tampoco quería que creyeran que Harry era un matón. Además de que no tenía permiso de tener armas...aún.

Y así fue como otra semana pasó.

Harry evitando a Louis. Louis evitando a Harry.

Sí Harry estaba como Felicité, y llegaba Louis, el rizado se iba con la excusa de que tenía que ir al baño. Si Louis estaba como Felicité, y él veía llegar a Harry, se iba con la excusa de que tenía que reunirse con sus amigos.

Felicité sospechaba que algo pasaba entre ellos, pero Louis y Harry, misteriosamente sincronizados, sólo le decían que no pasaba nada. Y la chica dejaba de interrogarles. Felicité era una chica tan listan que ya debió darse cuenta de que algo ocurría. Harry no creía que deducía sobre un beso entre él y su hermano, pero deber tener sus teorías.

Y como siempre, Danielle odiándolo cada días más. Louis ya no se comportaba con ella como antes, hasta Harry se daba cuenta de eso. Según los cotilleos de las porristas también. Aunque sabía que la reina de las huecas, tan tonta, no era.

Ese día era viernes por la noche y después de unas largas dos horas, había podido encontrar un espacio de visita en el Centro de Recuperación de la Visión. Sería el Martes que venía, a las siete de la tarde.

Según un mensaje de Louis confirmando que ese día podía ir con él. Tenían una hora para entrevistar a un ciego y terminar con la maldita tarea que se entregaba en tan sólo una semana.

Apoyado en su lindo Mercedes Benz, estaba Harry, esperando al Señor Atrasos. -Nótese el sarcasmo-.

Estaba vestido con un simple skinny jeans negros, una polera roja, encima de esta una chaqueta de cuero negra, y sus converse negras que nunca le faltaban. A pesar de llevar puesta una chaqueta, se estaba muriendo de frío, y el retraso de Louis no le ayudaba en su humor.

Eran las seis con cincuenta minutos de la tarde, y la hora citada a su entrevista era a las siete. Y el CRV [Centro de Recuperación de la Visión] no quedaba muy cerca que se diga.

— ¡Hola! — le saludó de lejos Louis, quien venía caminando de lo más relajo y lento posible.

— ¿Hola? — preguntó con ironía. — ¡¿Sabes qué hora es acaso?! — le reclamó en un grito. — ¡Apúrate no podemos llegar tarde!

— Pero... vengo llegando cinco minutos antes de lo acordado. — la cara de Louis se mostraba su confusión. Era muy expresivo sin querer serlo de verdad. Se acercó a Harry y levantó su muñeca, donde posaba su reloj de plata. — Mira. — Harry dirigió su mirada fulminante hacia el aparato, y efectivamente esté tenía mala la hora.

— Faltan diez minutos para las siete, no son las seis con veinticinco. — casi le grita. Pero su ceño estaba fruncido y su mandíbula apretada fuertemente. Se notaba de lejos que estaba enojado.— ¿Quién estuvo jugando con tu reloj?

— Danielle...— respondió en un susurro, como si le diera pena y vergüenza.

— ¿¡Le contaste lo que haríamos hoy!? — no pudo evitar reclamarle.

— Es mi novia, tiene derecho de saberlo. Y no veo que hay de malo en que lo sepa.

— Louis, te lo diré lo menos complicado posible para que te entre en la cabeza. — se acercó más a él. Estaba enojado, era claro. Quería estrangular a Danielle, a Louis, hasta a él mismo. — e-lla me o-di-a. — separó cada silaba. — Obviamente cambió la hora de tu reloj para que no alcanzáramos la hora en el CRV y así te enojaras conmigo. Porque yo puse la hora de encuentro, sería mi culpa.

Louis miraba el suelo, su ceño estaba fruncido y su labio inferior se encontraba atrapado entre sus dientes. ¿Enserio Danielle llegaría a ese extremo? ¿A un sabiendo que ese trabajo no sólo le costaría a Harry, si no que a él también? ¿Su supuesto novio? — Ya, tranquilo, no es para tanto. — trató de aligerar las cosas. Dio un paso más adelante, y así poner una mano sobre el hombro de Harry y masajearlo. Pero el chico fue más rápido y se movió.

— Sube. — ordenó con voz gruesa, yendo hacia el asiento de piloto.

— Ya voy, ya voy. — subió sin objetar nada más. Se sentía mal por lo que acababa de pasar, y el ambiente tenso que ya había entre ambos luego del beso, no ayudaba en nada. Parecía que iba incrementando cada vez más con el pasar de los días.

Harry apenas se fijo que se subieron ambos, arrancó el auto, y aceleró lo más rápido que pudo. Entraron a la carretera principal en menos de un minuto, y solo faltaba poco para que pasara de la velocidad límite.

— Ehmm... ¿Harry? ¿Podrías bajarle a la velocidad? — Louis preguntó. El venía casi pegado al asiento, sus dedos se apretaban fuertemente en el cuero y su cara estaba pálida. Miraba al frente con miedo, y su pie izquierdo venía apretando el suelo fuertemente, como si el tuviese el pedal ahí.

— Fue la culpa de tu novia que lleguemos tarde. Ahora, aguántate.



El CRV constaba de una estructura de tres edificios de color blanco, gigantes, con grandes ventanales y traga luces. Estaba rodeado por unos grandes jardines con flores, arbustos y árboles de todos los tipos. Un lugar muy bello para un lugar que contenía a gente que lamentablemente no podía apreciarlo.

Louis y Harry, ambos, entraron por una gran puerta doble en el segundo edificio que tenía un cartel de madera, en donde se podía leer perfectamente: "RECEPCIÓN". Harry avanzó hacia el lugar de la secretaria.

— Bienvenidos al Centro de Recuperación de la Visión. ¿En qué les puedo ayudar jóvenes? — preguntó amablemente la secretaria.

— Tenemos una cita en la hora de visita de las siete. — respondió Harry seriamente. Aún seguía algo enojado con Danielle, pero más con Louis. El chico sabía perfectamente que su novia lo odiaba, más que se notaba lo capaz que era para arruinarles sus planes para la investigación.

— ¿A nombre de quién? — preguntó la secretaria mientras tecleaba algo en su computadora.

— Harry Ferretti.

— ¿Para quién? — volvió a teclear. Harry sacó el papelito donde había anotado el nombre a quien entrevistarían.

— Andrew Garfield.

La señora, que parecía de la tercera edad, buscó algo en su computadora. Harry, mientras esperaba, volteó a ver a donde esta Louis. Lo encontró conversando con una anciana. Ella tenía puestos unas gafas de sol, a pesar de estar de noche y bajo techo. Pero se dio cuenta rápido de su función cuando se fijó que ella miraba hacia al frente, no miraba a Louis en ningún momento. Harry sonrió triste, queriendo acercarse a ellos para unirse, pero el sonido de una impresora lo trajo a la realidad.

Volvió su vista a la secretaria, quien tomaba el papel que se había impreso, y lo guardaba en un cajón. Abrió el cajón que estaba al lado del otro, lo abrió y sacó de éste una tarjeta, que colocó en el mostrador. La señora le hizo un gesto a Harry que el entendió como un: "tómala".

— Por el pasillo a la derecha, busquen la habitación que sale en la tarjeta. La tarjeta es la llave, no la pierdan. Pueden dar vueltas por el recinto.

— Muchas gracias. — agradeció Harry, y se dispuso a caminar hasta llegar algo cerca de Louis.

El castaño levantó su vista justo a tiempo cuando Harry le hizo una seña que debían irse. Harry observó como Louis le decía algo a la señora, para después el levantarse y darle un pequeño beso en una de las manos arrugadas.

— ¿Y cómo haremos esto? — le preguntó Louis a Harry cuando esta frente a él. Comenzaron a caminar, uno al lado del otro despacio. Louis metió sus manos en sus bolsillos delanteros, mientras que Harry ordenaba un poco su cabello rizado.

— Traje una carpeta donde podemos anotar todas las preguntas que necesitamos saber.

Louis asintió con la cabeza y siguieron el camino en total silencio.

Harry se preguntó cómo sería Andrew Garfield.

La persona que le había contestado cuando llamó para reservar un cupo, le había recomendado a él para su trabajo de colegio. Le aseguró que sería fácil hacerle preguntas.

¿Cuántos años tendrá? ¿Cuarenta? ¿Cincuenta?

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