DIECISIETE
PI. PI. PI.
Con su mano derecha, trató a ciegas de golpear el despertador para que dejara de sonar. Golpeó el mueble, y escuchó como algunos libros, que había dejado ahí, caían al suelo. Sacó la cabeza por debajo de las sábanas, y entrecerró los ojos, debido a la poca luz gris que golpeaba su cara, por la ventana, que la noche anterior se le había olvidado cerrar por completo.
PI. PI. PI.
El despertador seguía sonando, y Harry aun no sabía dónde carajo se encontraba. Hasta que por fin lo hizo, debajo de una camisa, y su mano dio directo a él, apagando el sonido infernal que este producía.
Somnoliento, tomó el despertador y lo acercó a su cara para poder ver la hora.
Casi se le baja la presión al ver la hora que era. Faltaban al menos treinta minutos para que Sam lo pasara buscar.
Se levantó con prisa, dejando caer al suelo el despertador. Pero no le prestó atención a ello, puesto que estaba más concentrado en tomar su cabeza con ambas manos por el fuerte mareo que le produjo levantarse de un salto. Cuando por fin el mareo pasó, pudo sentir el olor fuerte, de él. El olor a menta y perfume masculino impregnaba toda la habitación como una peste.
Así que con un poco de dolor de cabeza, abre la ventanas, para poder pensar con claridad, y sacar el olor de Sam de su habitación. La chaqueta, la cual había tirado en la noche anterior, seguía en el mismo lugar.
Una vez en el baño, se desnudó con movimientos rápidos, y se metió a la ducha, dejando que el agua caliente se llevara todas sus preocupaciones.
Al salir envolvió su cintura con al toalla amarilla que ocupaba todas las mañanas. Se acercó al espejo del baño, y trato lo más rápido posible, con cremas y un poco de maquillaje, cubrir sus ojeras y su rostro adormilado. Luego de que terminara y quedara satisfecho con su trabajo, se sonrió a través de su reflejo, su cara se veía igual que todos los días, donde era relativamente feliz. Salió del baño, y buscó en su armario algo abrigado para esos días a mediados de octubre, en donde le clima se ponía algo más frío y húmedo. Aunque, Londres era así todo el tiempo, en comienzos de otoño era como una advertencia de como sería en invierno. Deshizo un poco los nudos de sus rizos, y los peinó colocándose un poco de crema para su tipo de cabello, y así darle forma natural.
Al final optó por ponerse unos pantalones con cordón ajustable, de color negro, una sudadera de color rojo vino, y unas vans negras.
Corriendo con su bolso en mano, y la chaqueta de Samuel en la otra, bajó las escaleras. Estando en el piso inferior, empujó las dobles puertas de la cocina, y tomó de la encimera una manzana verde.
Se dio media vuelta, y saltó del susto al ver a Jared, quien sentando desde un banco del fondo de la cocina, lo miraba divertido.
— Linda chaqueta tiene Samuel. — comentó mirando la prenda en sus manos.
— Tú... — entrecerró los ojos. Su mirada era el verdadero dicho: "Si las miradas mataran, estarías enterrado a trecientos metros en la tierra." —... tú lo sabías. — afirmó, aún incrédulo.
— Claro que sí, yo sé todas las cosas acerca de tu misión. — mordió de su sándwich, Harry de la cólera que traía ni siquiera se había dado cuenta que el hombre frente suyo estaba desayunando.
— ¿Y por qué mierdas no me lo dijiste? — le preguntó Harry, empezando a enojarse, apretó sus manos en puños, tratando de controlarse.
— Pensé que sería más... emocionante. — respondió como si nada.
Harry se dio media vuelta, dándole la espalda. Y empezó a caminar hacia la entrada de la casa.
— ¿Ningún adiós? — escuchó el grito de Jared desde la cocina, pero no respondió. De hecho, abrió la puerta, y la cerró con fuerza, para demostrar lo molesto que estaba.
Estando afuera, se fijó en el cielo. Observó las nubes, las cuales, claramente, decían que no sería un día lindo. Probablemente llovería fuerte. Y sólo lo pensó unos segundos para colocarse la chaqueta de Samuel sobre sus hombros. Si llegara a llover, mejor que se mojara la prenda, y no él.
Re acomodó su bolso, y mordió de su manaza, mientras esperaba, de pie en la acera, la llegada de Samuel.
Sólo bastaron cinco minutos para que el Audi del rubio apareciera a la vuelta de la esquina. Venía a toda velocidad, y para verse más cool, frenó en seco frente del rizado. Harry levantó una de sus cejas, mirándolo aburrido. No le impresionaba para nada.
Samuel bajó el vidrio de su asiento, y le sonrió, mostrando su dentadura perfectamente blanca.
— Te queda bien mi chaqueta, cariño. — presumió con una sonrisa arrogante.
Harry solamente bufó, para luego rodear el auto y subirse al asiento de copiloto. Cuando esta adentro, se quita la chaqueta, y si no fuera porque Sam tiene reflejos rápidos, le caería justo en esa cara estúpida que poseía, lugar en donde Harry quería apuntó la prenda apenas se la quito.
— Hola. — saludó seco. Podría odiarlo, pero no era un maleducado.
— Hola. — le respondió el rubio con una sonrisa. A diferencia de Harry, Sam parecía completamente feliz de verlo. Lanzó la chaqueta hacia los asiento traseros. — ¿Café? — ofreció mostrando dos vasos de café en el portavasos de su auto.
— Gracias...— tomó el más cercano a él. No podía negarse, apenas había desayunado.
Samuel arrancó el auto de inmediato, yendo muy rápido.
Mientras conducía, volteaba a ver de reojo a Harry, e hizo extraño movimientos con sus propios labios. El oji-verde lo vio también de reojo, poniendo sus ojos en blanco cuando sus ojos se encontraron con la mirada azulada de Sam.
— Mmm...— se relamió los labios, y él lo miró confundido, enarcando una de sus cejas. Se preparó mentalmente para lo que sea que al rubio se le ocurriera decir — ¿Te has puesto brillo labial? — lo miró un momento, para luego, volver su vista a la carretera.
— No. — mintió. Sí, se había puesto algo de brillo labial, pero era porque no quería que se resecaran por el nivel bajo de temperatura que había ese día. De hecho era un bálsamo. Pero no creía que fuera tan...notorio. Se relamió los labios por instinto.
— Mmm. — Sam vuelve a relamer sus labios de nuevo, y distraídamente, toma de su café con una mano libre. — ¿Si adivino de que sabor es tu brillo, me das un beso?
— Que no me puse brillo. — repitió, viendo hacia al frente y tomaba de su propio café. Técnicamente, no mentía, no era un brillo labial, era un bálsamo.
— Uh, ya sé. — volvió a tomar de su vaso. — ¿Cereza? — llevó su vista a Harry un segundo, para luego concentrarse en el camino de nuevo.
— Que no. — continuó mintiendo. Se sorprendió un poco por el hecho de que lo adivinó, y a la primera. Era imposible con solo verlo. Tal vez, sólo lo dijo al azar, y como es tonto, tuvo suerte.
Harry bufó, mientras tomaba más de su café.
Pasaron unos minutos en el que iban en total silencio. Sam concentrándose solamente en manejar de manera correcta pero rápida, mientras que Harry iba viendo por la ventana del copiloto. Mientras miraba hacia fuera, y observaba como los edificios pasaban a sus lados, se le vinieron preguntas, y con ellas, preocupaciones, que lo habían atormentado desde que se había enterado de que Samuel era su nuevo novio falso.
— Sam.
— ¿Hmm? — respondió distraídamente.
— ¿Qué le voy a decir a Fizzy? — Eso. Esa pregunta le había generado ansiedad ¿Qué le diría a esa chica? — Hace unos días le dije que no teníamos nada... lo cual es verdad, pero me entiendes. — Samuel rodó sus ojos, pero su sonrisa arrogante no desapareció.
— Bueno, puedes decirle que...no creías que iba enserio. Pero que ahora estas más que seguro. — lo vio un segundo. — ¿Qué te parece?
— Está bien. — suspiró y no refutó nada más a la idea porque no se le ocurría algo. — ahora... ¿hace cuanto estamos "saliendo"? — hizo comillas con sus dedos.
— Hace una semana más o menos. Dile que si se acuerda de la vez que nos encontramos aquella vez en el estacionamiento cuando tú te fuiste con ella. Que ahí yo te había invitado a una cita, y que cuando nos vio hablando juntos en la otra vez ya éramos novios.
Harry asintió a todo lo que le decía el rubio. No le parecía tan descabellado ese plan, era lo suficiente que podría querer saber Felicité.
— Entendido.
— Harry. — ahora lo llama Sam a él.
— ¿Qué pasa?
— Fizzy es... ¿Felicité Tomlinson? ¿La hermana de Louis, cierto? — preguntó, viendo fijamente la carretera, desacelerando tan sólo un poco en giro.
— Sí.
— ¿Me podrías mostrarme una foto de ella? Es que no estoy del todo seguro de saber quien es. — volvió a tomar de su café. Harry lo observó curioso por un momento, pero hizo caso. De todos modos debía de saber quién era la hermana del objetivo.
Objetivo. Dios, sonaba bastante mal referirse a Louis como una cosa más y no una persona.
Tomó su bolso, lo abrió, buscó en el fondo falso, y sacó la carpeta, la cual no había revisado desde hacía un tiempo. Todo lo que debía saber ya lo sabía, y la nueva información se la daba Felicité cada día. Abrió el objeto de color negro y empezó a buscar a la chica en la sección de las familiares cercanos.
— Ella es. — indicó la foto cuando la encontró. Una sonriente Felicité se encontraba ahí, tomada hace menos de cinco meses.
Sam miró de reojo tan sólo un segundo y escupió el café de repente, manchando todo el vidrio delante suya.
El auto se detuvo abruptamente, debido al brusco momento en el que Sam posó su pie con mucha fuerza sobre el freno, haciendo que ambos cuerpos se fueran hacia delante y retrocediendo fuertemente hacia tras de nuevo. Si no fuese por los cinturones de seguridad, hubiesen salido volando.
Harry abrió sus ojos y boca, sorprendido por el momento. Casi ve su vida pasar por frente suyo.
— Pero ...¿qué mierda fue eso? — tragó saliva y trato de calmar su cuerpo, el cual estaba temblando. Estaba seguro de que también se había puesto pálido. En busca de distraerse, miró el vidrio manchado de cafeína, por suerte sólo fue en ese lado de Sam. — Ahora apenas verás. — dijo burlista. De hecho se reía, pero no sabía si así era su forma de ocultar el susto que le sacó, o de verdad encontraba divertida la situación.
— Lo siento... es que... — tartamudeó. Raro. — ...bueno... ella es... sexy supongo. — sus hombros se elevaron para luego volver a su lugar, como restándole importancia al asunto.
— ¿Ah sí? — preguntó distraído Harry, en otra forma para calmarse, buscaba entre sus cosas, unas servilletas que siempre llevaba consigo a todas partes. — No te metas con ella. — advirtió.
— ¿Por qué? — sintió la mirada del chico sobre suyo, pero seguía buscando. — ¿Celoso, cariño? — rio mientras negaba el rizado. Sam era tan egocéntrico.
— Nada de eso. Me importa una mierda con quien puedas salir. Pero ella es mi amiga, y tú sólo la harás sufrir. — y justo en ese momento encontró las servilletas que buscaba.
Sacó unas cuantas y se las pasó a Sam, quien las agarró y empezó a limpiar el vidrio.
— Ajá. — fue lo único que respondió el rubio.
Y cuando terminó de limpiar el vidrio, siguió andando, sólo que esta vez un poco más lento para no tener que frenar de golpe por si se le atravesaba otra sorpresa. Por suerte, en el momento de ese susto, aun sin estar en todos sus cinco sentidos, se detuvo en una zona donde apenas pasaban autos.
Llegaron al instituto cinco minutos después. Sam se estacionó hábilmente entre dos autos, y apagó el coche. Harry salió, y el rubio se apresuró a seguirlo. Iba caminando a paso rápido.
— Lindo. — llamó Samuel para llamar su atención.
Harry lo veo de reojo, con su ceño fruncido.
— ¿Lindo? — preguntó el oji-verde incrédulo.
— ¿O prefieres, "novio mío"? — preguntó burlón. Se atrevió a tomar la mano izquierda de Harry. Quien al principio se tensó ante el contacto frio de la mano de Sam, pero resistiéndose a bufar de molestia, aceptó el agarre, y entrelazó sus manos. Tenía que verse como una pareja amorosa ¿no?
— Mmm... suena tentador. — sonrió hipócritamente. — pero me gusta más que me digas Harry.
— Te diré lindo, amor, cariño. — enumeró los apodos, sonriendo. Harry lo miro totalmente serio, resistiéndose a poner sus ojos en blanco. — oh, vamos, debes parecer feliz.
Harry suspiró.
— Lo intento. — hizo una mueca, pero rápidamente la deshizo y sonrió con mucho esfuerzo. — ¿así?
— Así. — Sam bajó un poco su cabeza, y le dio un pequeño beso en su mejilla, e inevitablemente, eso hizo sacarle una sonrisa a Harry.
Feliz, feliz, feliz. Se repetía.
Siguieron caminando por el estacionamiento, atrayendo las miradas de algunos chicos. En su mayoría chicas, y por sus caras se les veía los celos a lo lejos. Sin embargo, Danielle era la excepción. La chica estaba sentada sobre el capo de su deportivo blanco, hablando con sus amigas, pero su mirada iba directamente a Sam, luego a él, de nuevo a Sam, y de nuevo a él. Pasaba su mirada al uno y al otro, hasta que por fin, sonrió, como si algo le diera muchísima gracia. Y Harry sabía porque, y eso le hizo sentirse mal.
Siguieron caminado, entraron dentro del instituto, y solamente se detuvieron en una de las esquinas, en donde se encontraba el casillero de Sam. Ambos pararon para que el rubio pudiera sacar sus libros de sus próximas clases. Harry analizó el pasillo, encontrándose a Felicité en una esquina, en su casillero, sacando algunos libros. Suspiró y llevó su mirada a Sam.
— Debo ir a hablar con ella. — señaló hacia Felicité.
— Te espero aquí. — medio lo miró mientras metía en su casillero un cuaderno de pasta amarilla. — recuerda que salimos hace casi una semana.
— Si, ya lo sé. — Harry se dio media vuelta, y caminó hacía donde estaba su mejor amiga.
Justo en ese momento, la chica sacaba un libro de química junto a su cuaderno de apuntes. Todo eso mientras tarareaba una canción.
— Fizzy...— llamó Harry cuando está cerca de la ojiazul.
Tocó el hombro de la chica, y ella se dio media vuelta, viéndolo fijamente, con una mirada seria. Harry notó las grandes ojeras que su amiga no se molestó en ocultar, pero no quiso indagar en el tema para no incomodarla.
— Sé que puedes estar enojada, por ya sabes, no decirte de lo mío con Sam. — tragó saliva. Nunca tuvo la necesidad de disculparse con nadie, incluso si sabía que tenía la culpa de lo que sucedía, pero con esta chica... todo era diferente — Pero es que yo no estaba seguro si contártelo o no. — comenzó a excusarse de verdad, aunque lo que le decía era mentira, sentía que le debía una gran explicación a su mejor amiga... ¿era su mejor amiga de verdad? — no sabía si iba a resultar y no me quería hacer falsas esperanzas contándotelo como si todo iba bien. Y yo...— de nuevo, tragó saliva algo nervioso. —... lo siento mucho, sé que fui un tonto por no decírtelo antes, y de verdad lo siento, lo siento, lo siento mucho. — Felicité lo miraba fijo, neutra, como si no tuviera ninguna emoción, y eso le estaba preocupando un poco. — enserio, no he podido dormir sabiendo de que tu puedas estar enojada conmigo, y eso me hace sentirme muy...— enfermo quiso decir, pero la chica lo interrumpió.
— ...Harry. — comenzó con su dulce voz, habitual de ella. — está bien, te entiendo, y no estoy enojada contigo. No estabas seguro, pero ahora lo estas. — le dedicó una sonrisa de boca cerrada. Buscó en su rostro alguna señal de que le estaba mintiendo, pero no encontró nada.
— ¿Enserio no estas enojada conmigo? — preguntó esperanzado. La idea de que Felicité estuviese enojado con él, era doloroso. De alguna forma, había creado un lazo de amistad con ella, y no le gustaría terminarlo tan pronto. Preferiría nunca, pero sabe que por más que quiera, no puede.
— Sí, es enserio. — se dio media vuelta, y cerró su casillero. — y veo que... Samuel te ha encontrado. — dijo en voz baja, señalando hacia atrás de Harry. Éste último se dio media vuelta, y observó como Sam venía caminando con una sonrisa en el rostro, hacia ellos.
«Estúpido.» pensó Harry viéndolo llegar. Se suponía que debía quedarse al otro lado del pasillo.
Se resistió mucho el hacer una mueca.
— Lindo. — se obligó a decirle Harry. — Hola.
— Hola. — Sam sonrió mostrando sus dientes. Para Felicité, esa sonrisa podría significar que estaba feliz. Pero para Harry, oh vamos, era una muy buena actuación. Sam cogió la mano derecha del menor y la entrelazócon su propia mano, para luego, dirigir su vista a Felicité, y sonreírle. — Cariño, ¿me presentas a tu amiga? — volvió su vista a Harry, y este último soltó aire por la nariz. Estaba haciendo un excelente trabajo resistiéndose en golpearlo.
— Fizzy, él es Samuel... mi novio. — no podía creer que estaba haciendo eso. — Sam, ella es Felicité Tomlinson, pero le decimos Fizzy. Es mi mejor amiga.
— Hola. — estiró su mano libre hasta la chica. — un gusto conocerte.
— Igualmente. — Felicité estrechó su mano con la de él, pero la soltó rápidamente. — Dime Fizzy, por favor.
— Así lo haré. — le sonrió a la chica. Ella pareció observarlo fijo durante unos segundos, pero luego negó con la cabeza y observó a su mejor amigo.
— Bueno, yo debo ir a... clases. — y sólo diciendo eso, se dio la vuelta, y comenzó a caminar rápidamente por el pasillo, hasta doblar en una esquina y desaparecer de sus vistas. No se despidió de Harry como usualmente lo hacía, pero el menor no le tomó tanto importancia en el momento.
Inesperadamente, Harry le dio un golpe en el brazo a Sam, el que seguía junto con su mano.
— ¿¡Por qué te acercaste!? ¡Te dije que te quedaras allá! — le gritó bajo, por supuesto. Sam rodó los ojos.
— Tranquilo. — comenzó a caminar hacia al frente, en el mismo pasillo en donde Felicité se había ido, trayéndose a Harry con él. — tenía que hablarle, bueno, conocerla.
— Pero...— paró, enojado, no quería alterarse en medio pasillo.
No sabía la razón por la que tanto le molestaba fingir ser su pareja. Puede ser porque nunca necesito fingir tener una pareja con otro agente; puede ser por la persona que le tocó.
Sam no era feo, pero vamos, era muy irritante y lo sacaba de sus casillas cada vez que podía; o también podía ser por el hecho que le gustaba su objetivo, muy cliché si se lo pone a pensar bien, pero Louis era simplemente...era lindo con su persona, siempre haciéndolo reír, dándole halagos pero siendo respetuoso a la vez... ¿cómo no caería por ese chico? Era el ser más perfecto que conoció en toda su existencia.
Así que Harry siguió a Sam un rato, hasta que llegaron a las puertas que daban directo al gimnasio.
— Bueno. — dijo el rubio, colocándose al frente suyo. — tienes entrenamiento ahora, llegamos. — sonrió con arrogancia. Harry observó el pasillo, totalmente vacío, pues ya habían tocado la campana para ingresar a las clases.
— No llegarás tarde, ¿o sí? — preguntó mirando el cabello rubio del chico, delicadamente peinado hacia un lado, dándole un toque despreocupado, pero a que a la vez lo hacía verse lindo.
— ¿Preocupado, cariño? — volvió a sonreírle, mientras que con su pulgar, acariciaba la palma de la mano de Harry.
— Claro que no. — bufó, volvió a mirar el pasillo. — no es necesario que hagas eso. — informó, refiriéndose a las caricias que hacía en su mano. — el pasillo esta solo a excepción de nosotros. No hay nadie que nos pueda ver. — quiso alejarse del toque, pero Sam cogió su mano con algo de fuerza, viendo sus intenciones.
— Lo sé...— aceptó. —... pero, se siente bien. — siguió acariciando la mano del chico, provocando que a este se le erizara un poco los pelos de sus brazos.
— Vas a llegar tarde. — le recordó, quería que dejara de hacerlo, lo estaba relajando y no quería que lo viese tan vulnerable.
— Tengo Historia Universal. — le observó fijamente a los ojos. — la profesora no se molesta en aparecer a las clases, entonces no creo que la de hoy tampoco. — antes de terminar, con su mano desocupada, lo tomó de la cintura, y lo atrajo hacia él.
— ¿Qué...? — ¿Qué haces?, iba a preguntarle, pero, sin haberlo previsto, lo acercó más a él, y lo beso, con total ternura. Desconcertado, siguió el beso por inercia, pero entre más segundos pasaban, lo comenzó a disfrutar. Entonces pasa sus brazos por el cuello de Sam, entrelazando sus manos atrás del chico.
Lo siguió besando por unos largos minutos, frente a esa puerta de color rojo del gimnasio. Pero se separaron, pues el aire les estaba faltando.
Harry tomó una pequeña respiración.
— ¿Por qué ese beso? — preguntó el menor con sus ojos entrecerrados.
— Tomlinson acababa de doblar la esquina. — llevó su mirada por detrás de Harry. El de cabellos rizados no evitó tensarse al escuchar el apellido de Louis. Se aleja de Sam impulsivamente, haciendo que el mayor le mirara con algo de confusión, pero no indagó, y Harry agradeció eso. — se fue a penas nos vio besarnos. — informó.
¿Qué? Oh, mierda. Tendrá que instalarse ojos en la espalda de ahora en adelante.
— Vale. — suspiró, y caminó hacia atrás, alejándose más de Sam. — debo entrar. — abrió la puerta del gimnasio.
— Esta bien. — se despidió con un pequeño "adiós" y se fue caminando hacia su clase.
Salió por la puerta que dirigía hacia las duchas, regresando de nuevo al gimnasio. Estaba vestido con la ropa con la que se había vestido esa mañana, y listo para disfrutar un poco del receso. Pero antes de dar un paso, recordó que había dejado su mochila en los casilleros que tenían dentro de los vestidores.
Renegando, se dirigió hacia ese pequeño cuarto donde se encontraban los casilleros. Por suerte, la puerta estaba abierta aún.
Apenas entró, un pequeño sollozo se escuchó. Se detuvo de golpe, y caminó con sigilo más adentro. En el cuarto donde estaban los casilleros, había otra habitación, mucho más pequeñita, en donde guardaban los utensilios de limpieza. Suspiró antes de abrirla. Había oscuridad dentro, tanto que tuvo que entrecerrar sus ojos para poder fijarse bien, entonces sólo pudo ver a alguien arrodillado en el suelo, pegado a la pared. Sin embargo, el llanto, extrañamente le sonó conocido.
— ¿Beverly? — se atrevió a preguntar a la suerte. Y para su sorpresa, ella rápidamente levantó la cabeza, y lo observó de pie junto a la puerta. Su cara estaba algo roja e hinchada debido al llanto, el delineador que se había hecho esa mañana estaba corrido por sus mejillas, y el labial rojo había desaparecido debidos a mordidas fuertes que se daba para no llorar fuerte.
Harry se apresuró a arrodillarse junto a ella, apenas la analizó con ayuda de la luz que provenía de la habitación de los casilleros.
— ¿Harry? — preguntó la chica, sorprendida de igual forma.
— Hey...— le saludó, mientras le sonreía con amabilidad. — ¿estás bien? ¿alguien te lastimó?
— Estoy bien. — sorbió su nariz. — y nadie me lastimó, no te preocupes. — le devolvió la sonrisa, sólo que algo triste.
— ¿Segura? — Beverly era una chica muy alegra, optimista, irradiaba luz en donde sea que iba. Verla así era muy extraño, y eso le preocupaba demasiado. No obstante, si ella no quería decirle, estaba bien.
— Sí. — limpió sus lágrimas con su mano derecha, y bajó su vista, sonriendo.
Harry también bajó su mirada, notando que la chica llevaba una fotografía en su mano izquierda.
En ella se podía apreciar a una joven pareja, aproximadamente de unos treinta años. Dos niñas muy pequeñas, tal vez de unos dos años, quizás menos, estaban tomadas de sus manitas, junto a la pareja. Los cuatro sonreían felices, hasta las niñas, que mostraban sus pequeños dientitos. Detrás de ellos, se apreciaba una playa, y un hermoso atardecer de fondo.
— ¿Quiénes son? — preguntó inconscientemente, señalando la fotografía. Sin embargo, su voz no sonó dura, sino algo suave, tranquila... Beverly lo observó por unos segundos, para luego sonreír con tristeza hacia la foto.
— Mi familia. — contestó.
— ¿Ellos son tus papás? — miró a los jóvenes adultos de la fotografía. — se ven muy jóvenes.
— Sí, son ellos. — Tragó saliva audiblemente. — es que... es una fotografía de hace quince años... — notó el esfuerzo que la chica estaba haciendo para que su voz sonará bien.
— ¿Y por qué no tienes una más actual? Digo, ahí tienes unos ¿dos años? — apuntó hacia la niña que se encontraba en la derecha, la cual parecía tener los mismos rasgos de Beverly.
— Soy esa. — tomó su mano y la llevó hacia la niña que estaba a la izquierda. — él es niño.
— Wow...— dijo sorprendido. Analizó más la foto, el niño tenía el cabello llenó de rulos, tapaban levemente su frente y ojos, por eso juró que era Beverly, se parecía mucho a ella. — podía jurar que eras la de derecha, es muy parecido a ti.
— Era mi hermano. Le encantaba tener su cabello largo, nunca dejaba que mamá o papá se lo tocara.
Oh. Habló en pasado en todo momento, eso no significaba nada bueno.
— ¿Era? — se atrevió a preguntar, tragando saliva. Esperaba no estar entrometiéndose mucho y que la chica empezara a incomodarse.
— Sí. — suspiró con tristeza. — él murió. — Harry quitó su vista de la foto, y dirigirla hacia la chica. Llevó su mano al hombre contrario, y masajeó el lugar.
— Lo siento.
— No lo recuerdo. Todo lo que sé es gracias a algunos familiares sobre como él se comportaba, o que hacía. Era un buen chico, siempre se la pasaba pegado a mí, creyendo que era mi guardaespaldas, creía que tenía que cuidarme de todo y de todos. Decían que peleábamos porque a veces yo no quería jugar con él. — salió un sollozo recordando aquellas pequeñas anécdotas que le han contado a través de toda su vida. Harry hizo una mueca triste. — Éramos mellizos, muy parecidos, pero no idénticos. — más lágrimas salieron de sus ojos mientras hablaba. — me encantaría poder recordarlo y no sólo poder imaginármelo con historias que me han contado solo para hacerme sentir mejor.
No conocía mucho a Beverly, pero una muy buena persona. Era triste verla llorar con tanto pesar. Él había perdido a sus papás y no los recordaba. Sabía lo que se sentía, en parte. Así que, pasó la mano que estaba en el hombro de la chica, y la deslizó hacia el otro, dándole un medio abrazo, pegándola más hacia él. Quería hacerla entender que estaba ahí para apoyarla, aunque no se conocieran por completo, y sólo fueran compañeros de equipo.
La chica le correspondió el abrazo en seguida, envolviéndolo con sus brazos, su cintura. Harry no tuvo otra opción que abrazarla más y mantenerse callado mientras esperaba que la chica terminara de desahogarse.
— Está bien, está bien. — sobó la espalda, con delicadeza y despacio. — ¿crees que contándome lo que pasó, te sentirás mejor?
— Espero...— le escuchó responder. Se separó del chico y miró hacia otro lado. — ... fue hace quince años, él y mis padres estaban en un auto, iban de camino a la casa de mi tío, en donde yo me encontraba. — soltó un suspiro, y agarró aire. — se supone que debieron de haber llegado una hora después de la última vez que llamaron, pero...— cerró sus ojos, soltando algunas lágrimas al apretarlos. —... lo único que recibimos fue una llamada del hospital. Tuvieron un...— volvió a tragar saliva, mientras abría sus ojos. Se notaba el esfuerzo que hacía para no derrumbarse ahí mismo. — ... tuvieron un horrible accidente, y fallecieron al instante. — llevó su mirada a Harry, observándolo con sus ojos color caramelo, rodeados de negro por el maquillaje corrido. — los tres.
El corazón de Harry se hizo chiquito.
Había perdido a sus padres, y hermano mellizo el mismo día.
— Lo siento tanto. — sobó de nuevo la espalda de la chica.
— Daría lo que fuera, cualquier cosa, por volverlos a abrazar, hablar con ellos....
— Beverly, escucha. — tomó los hombros de la chica, para que se mantuviera firme y atenta a lo que le diría. — yo perdí a mi madre. — empezó a contar un poco de la historia de su personaje, pero a la vez, contando un poco de su verdadera historia.
— ¿En serio? — preguntó. Secó las lágrimas con ayuda de sus manos. Harry asintió con la cabeza.
— Pero ahora ella está en otro lugar, mucho mejor que en este mundo de mierda — sonrió tratando de darle algo de fuerzas, pero por dentro, se sintió flaquear.
— Tienes razón. — concordó. — no puedo seguir así.
— Exacto, tienes que seguir adelante, por tu madre, tu padre, y por tu hermano. Estoy seguro de que ellos están muy, muy orgullosos de lo que te has convertido, y de lo fuerte que eres, día con día. Vive una vida que ellos tres — le sonrió, mostrando sus hoyuelos. — ahora levántate. — Harry se puso de pie, y extendió sus mano hacia la chica.
Primero dudó un poco viendo la fotografía, pero luego la guardó en el bolsillo delantero de su pantalón, y decidida tomó la mano que le ofrecía ayuda, y se levantó.
— Gracias...— le sonrió. — creo no nos hemos presentado formalmente. — apretó la manos de Harry, con algo de cariño. — Soy Beverly Palafox.
— Soy Harry Ferreti. — sonrió de nuevo, tragando saliva.
— Estas en último año ¿no es así? — preguntó mientras soltaba la mano de Harry.
— Sí. — respondió. — es mi primer año en el instituto, también— agregó.
— Bienvenido, entonces. — le sonrió. — yo también estoy en último año. De hecho, creo que tenemos química juntos. — rio, contagiando a Harry, haciendo que riera.
— No me había dado cuenta. — miró la oscuridad que los envolvía. — deberíamos salir de aquí ¿no lo crees?
— Estaba pensando exactamente lo mismo. — la chica volvió a reír junto a Harry, y ambos salieron de aquella pequeña habitación y volviendo hacia donde estaban los casilleros.
Una vez estando ahí, caminaron en silencio hasta la puerta que daba al pasillo general del instituto. No sin antes, Harry tomar su bolso.
Beverly se giró hacía él de repente, deteniéndose frente a la puerta roja.
— Gracias, por todo. — le sonrió. — y lamento que hayas tenido que verme así. — miró hacia atrás de ellos, quería asegurarse que nadie más se encontraba, ya era lo bastante vergonzoso que Harry la encontrara en ese estado. Por suerte, todos estaban disfrutando del recreo, entonces deberían de estar en la cafetería o en el patio.
— Tranquila. — le devolvió la sonrisa. Llevaba su mochila en sus manos, así que como puede, abre la bolsita pequeña que tiene el bolso. Sacó de éste un espejo y una máscara de pestañas transparentes. — Ten. — tendió ambos objetos. — no tienes ninguna enfermedad ocular contagiosa, ¿cierto?
— No. — la chico rio ante el comentario mientras agarraba las cosas. — gracias, de nuevo. — abrió el espejo, y empezó a limpiarse lo que le había quedado de su antiguo delineado, el cual estaba regado por encima de sus mejillas y alrededor de sus ojos. Cuando quedó considerablemente limpia, empezó a pasar la máscara por sus pestañas, haciendo que éstas se vieran algo más largas, y así sus ojos caramelos se podían apreciar más. Cuando termina, se miraba mucho mejor, sin ningún rastro de llanto, solamente sus ojos se miraban algo rojos, al igual que su nariz lo demostraban. — enserio Harry, muchas gracias.
— No hay de que, linda. — abrió la puerta y salió al pasillo general. Ella salió detrás de él, atrayendo algunas miradas, de los pocos estudiantes que continuaban en ese pasillo, hacia ellos dos. Pero fácilmente pudieron ignorarlos.
Caminaron unos pasos más, uno al lado del otro, a pasos lentos y tranquilos.
— ¿Eres novio de Samuel, cierto? — preguntó Beverly a la vez que le entrega la máscara de pestañas y el espejo, de vuelta. Harry guarda ambas cosas en su bolso mientras continúa caminando. Suelta un suspiro por la nariz.
— Sí. — sonrió con mucho esfuerzo. — los rumores corren rápido por aquí. — dijo lo más normal que pudo, pues estaba frustrado. Estaba cansado de esa mierda de fingir, y apenas iban empezando.
— De hecho. — afirmó la chico riendo adorablemente. — tienes suerte, hay muchas chicas y chicos que te envidian.
— Tanta suerte. — murmuró con un toque de sarcasmo que Beverly no supo diferenciar, por suerte.
— ¿Cuánto llevan? ¿dos semanas? — volvió a pregunta mientras pasaban por algunos casilleros. Ambos estaban tan cómodos con ellos mismos a pesar de nunca haber hablado directamente como en ese día.
— Aproximadamente.
— Bueno, espero que lo disfrutes. — le sonrió por ¿mil vez? en el día. Beverly era una chica alegre, y un poco de ella lo contagiaba, no sabía si era porque ella se miraba muy tierna, o de verdad estaba feliz. — y que no te lo roben esas chicas que se hacen llamar amigas que tenemos como compañeras animadoras.
— Pensé que eras la capitana. — Harry la miró durante unos segundos con algo de incredulidad. Le causaba también algo de gracia, pero supo mantenerse neutro.
— Si, lo soy. — afirmó la chica con una pequeña sonrisa instalada en sus cara.
— Hablar así de tu equipo no es muy bien visto. — aclaró Harry también con una pequeña sonrisa.
— Oh, vamos. Sólo porque sea capitana significa que soy ciega. Además, sé que piensas igual, y no me digas que no. — el menor rio con gracia.
— Está bien, tu ganas. — la observó un momento. — pero no se lo digas a nadie. — la chica fingió pensarlo un segundo.
— No lo diré, si tú tampoco no lo dices. — ambos volvieron a reír.
— Beverly. — llamó, y la chica le prestó atención de inmediato. — ¿Ese es tu color natural? — preguntó refiriéndose a su cabello rojizo. Esperaba no sonar tan grosero.
— No. — negó sonriendo. — soy castaña oscura, como tú. — señaló su cabello rizado, viendo fijamente los rizos. — creo que tu mismo color, no lo sé. — se encogió de hombros. — llevo con este color unos tres o cuatro años. — tomó un mechón de su propio cabello que reposaba sobre su hombro derecho. — me gusta este color.
— A mi igual. Se te ve precioso. — la halagó, haciendo que la chica sonriera algo sonrojada. — debo irme por aquí. — informó parándose frente a una esquina de un pasillo. — nos vemos mañana.
— Adiós. — se despidió con su mano, y se fue caminando por el pasillo contrario.
Harry sonrió de nuevo, viéndola caminar por el pasillo para luego doblar en una esquina.
Sintió que hizo algo bien por primera vez.
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