DIECIOCHO.
Dobló por un pasillo con total tranquilidad, pasando por los tantos casilleros que había en el lugar, yendo hacia su siguiente clase. Ya había pasado algo de tiempo desde que la campana anunció el desayuno, y no tardaba en tocar de nuevo, finalizando el receso. Tampoco le daba tiempo para pasar por su casillero a por un frasco de cerezas que tenía guardado ahí. Tenía algo de hambre pero si iba a buscarlo seguramente llegaría tarde.
Dio la vuelta en la esquina trotando, casi corriendo para llegar a la clase, que se encontraba al otro lado de las instalaciones. Tenía tiempo de sobra pero le gustaba ser puntal.
O al menos esa era su misión hasta que chocó con algo...alguien.
Su bolso, el cual llevaba colgado en su antebrazo, cayó al suelo, pero las cosas de adentro no. En los lentos segundos del choque, tuvo su mirada fija al suelo, porque sabía perfectamente con quien había chocado.
Su característico olor, su forma, sus pantalones, sus zapatos y camisa. Con ver, cualquiera de esas cosas, podía perfectamente diferenciarlo, incluso estando en medio de mil personas, sabría decir quién era. Su estilo era tan único. Al levantar la vista lentamente, y al llegar hasta arriba, todo lo que vio fueron esos ojos color azul.
Pero algo no andaba bien.
La luz, o la vida, que siempre lo caracterizaba, ya no estaba. Sólo eran un par de ojo color azul cielo opacos, no había brillo, se miraba dolor y sufrimiento dentro de ellos.
—Louis...— dijo en un murmuro.
El chico también le miraba justo a sus ojos, examinando todo su rostro. Cerró sus ojos lentamente, a la vez que negaba con su cabeza. No había esa linda sonrisa con la que siempre lo recibía, ni un cumplido que le animaba el día. Louis solamente miró el bolso en el suelo, para después dirigir su vista a Harry otra vez.
— Perdón.
Se disculpó secamente, como si se estuviera disculpando con un extraño en la calle con el que ha chocado. Dio un paso hacia al frente, pasó de un lado suyo, y siguió su camino a un ritmo más rápido que el de antes.
Harry se dio media vuelta solamente para encontrarse como el chico doblaba la esquina a paso firme.
Tragó saliva, tratando de apaciguar el nudo que se había instalado en su garganta. No era el mismo Louis que había conocido el primer día de clases. Y era su culpa.
Toda su culpa.
Después de dos largas horas y aburridas de Física Elemental, lo primero que sus ojos vieron apenas salió de la clase, fue a Sam apoyado holgadamente en los casilleros que había a la par, dándole su toque único y especial. Ese que lo hacía verse como un rebelde, peligroso.
— Hola, Cariño. — saludó bajo Samuel.
Harry no respondió al saludo, siguió caminando como si no lo escuchó. El rubio rápidamente lo siguió.
— ¿No vas a darle un beso al mejor novio del mundo? — preguntó petulante. Y de nuevo, no recibió ninguna respuesta del menor. El seguía caminando, con cara seria, entrecejo levemente fruncido, y con porte firme. Se notaba de lejos que no estaba de humor como para aguantar a Sam. — Hey, ¿qué pasa?
Detuvo a Harry agarrándolo de un brazo, el rizado rápidamente lo giró su cara, la cual demostraba no estar nada alegre. Incluso Sam, siendo alguien de carácter relajado y despreocupado de la vida, tuvo miedo de él por un momento.
— Nada.
Su voz salió totalmente fría, cortante.
— Sí, pasa algo. — Sam afirmó de nuevo, como si le importara tanto.
— No. Pasa. Nada. — repitió duramente entre silabas. Jaloneó su brazo para liberarlo pero Sam no lo soltó, en su lugar afirmó más el agarre.
— Vale, está bien. — se defendió, no queriéndolo enojar más de lo que se le notaba. No obstante, trasladó su mano lentamente del brazo hasta la mano contraria, la cual tomó. — si tú lo dices...— susurró y le arrastró hacia al frente.
— ¿A dónde...?
— ... a clase. — le respondió antes de que terminara la pregunta. Se dejó guiar al no querer discutir más con el rubio.
Pasaron a muchas personas conocidas en el camino al salón. Una de ellas, fue Danielle. Quien los miraba satisfecha, pero con un toque de celos, posiblemente por la nueva "adquisición" de Harry. Ese pensamiento casi le hizo sonreír de burla durante solo un segundo. Le causaba tanta gracia como muchas personas, tanto hombres, como mujeres, podían ver a las otras como si fueran simples objetos, juguetes; con los cuales podían jugar tanto como ellos querían.
La segunda persona que pasaron fue a Felicité, quien les sonrió, pero Harry notó algo en su mejor amiga, algo diferente en su sonrisa y en ella misma. Esa sonrisa parecía... forzada y no tenía la misma actitud de siempre. Al igual que su hermano mayor, sus ojos también estaban opacados, sus mejillas algo pálidas y sus ojeras se notaban a kilómetros. Debía de seguir molesta con Harry por ocultarle lo de Sam.
«Se le pasará», pensó él, «no fue tan malo».
Luego de que Harry le sonriera de vuelta con una totalmente sincera, ella se fue lo más velóz que podía por el pasillo contrario al que Sam y él iban.
Y la tercera persona a la que pasaron, fue a Louis. El chico les miró con una mezcla de entre furia, tristeza y decepción. Solamente fueron tres segundo, y se devolvió caminando por donde venía, posiblemente en dirección contraria a su destino.
Harry sólo quería terminar ya con esa misión, porque su corazón ya no podría de más viendo la gente que quería sufría en silencio.
La profesora de italiano, hablaba y habla, explicando los distintos usos del 'Raccogliere'
Harry se encontraba aburrido, como siempre, por saber todo lo que explicaban en el instituto. Miró a Sam por unos segundos. El rubio estaba sentado a su lado en esa clase, y en las todas las demás posibles. Miraba a la profesora, pareciendo estar atento a la clase, como todos.
Su personaje venía de San Diego, Estados Unidos y no de Italia como el suyo. Bueno, Nashville, pero Italia se encontraba en su mapa también. Y debajo de esa expresión de atención, si mirabas atentamente y lo conocías tan poco como Harry, se podría ver claramente su aburrimiento.
Al igual que él, Sam sabía los ocho idiomas que básicamente todos los agentes de la A. S. I. debían de aprenderse para poder cumplir misiones. Y en esos tantos idiomas, el italiano estaba.
El rubio debió haberse sentido observado, porque giró su cabeza a su dirección, y le lanzó una mirada un tanto penetrante, y gesticuló con los labios, pero sin emitir ningún sonido: "¿Qué?"
"Nada" le respondió Harry de la misma manera, y miró hacia adelante, tratando también de verse atento a lo que la profesora decía. Hasta volver a ser molestado por una bola de papel que cayó en su mesa.
"Sé que te pasa algo. Vamos, dímelo, ¿te molesto demasiado con mi comportamiento? Si es así, lo siento." Eso decía en el papel.
Harry negó con su cabeza aguantándose la risa que quería salir de él, no obstante, escribió una respuesta.
"Wow, nada más y nada menos que Samuel Fender aceptando sus errores y disculpándose. No lo puedo creer." Antes de lanzar el papel en forma de bolita,antes se aseguró de que la profesora se encontrara viendo hacia otro lugar.
Su repuesta no tardó en llegar.
"No trates de cambiar de tema. Se sincero, ¿te molesto?
"No tiene nada que ver contigo..." estaba escribiendo, hasta que se dio cuenta de lo que hacía, y rápidamente borró las palabras anteriores, y escribiendo un simple 'Acepto tus disculpas'.
No podía simplemente decirle que Louis había dejado de dirigirle la palabra, comportándose distante, indiferente, -y la más dolorosa-, fingiendo que no existía, dejándolo como un completo extraño. Y que básicamente todo eso lo tenía mal, sintiéndose como una basura conforme pasaba los segundos, y que solo aumentaba cuando se lo encontraba en los pasillos o en las clases.
Sam no era de confianza aún.
— ¿Qué tiene ahí, señor Fender? — preguntó la profesora Daysi.
Ella era una mujer esbelta y alta, que no pasaba más allá de los treinta y cinco años. Rubia, maquillada algo fuerte, con un delineado algo grueso que abarcaba todo su parpado, y un labial mate de color rojo fuerte. Ella, con sus tacones de aguja negros, se acercó lentamente a Sam.
Harry se agradeció a si mismo en su mente, por no haber lanzado de la bolita de papel. Por las dudas, la ocultó debajo de su muslo derecho antes de la viera.
— Los apuntes de la clase, profesora. — respondió casi al instante Sam y con mucha tranquilidad.
— A ver...— se acercó más a él, comprobando de que la mayoría de las cosas que Sam tenía escrito en las páginas, con su perfecta caligrafía, era de la lección de ese día. — ¿Estaba hablando con el Señor Ferreti? — volvió a preguntar petulante.
Desde el primer momento en que Sam había pisado el aula de Italiano, la profesora parecía tener alguna especie de riña inexistente con el chico de cabellos rubios. Se le notaba que no le agradaba, y busca la mínima excusa para poder sacarlo de las clases.
— Sí, profesora. — admitió Sam después de todo.
«¿A dónde quiere llegar?» se preguntó Harry en su mente. ¿Acaso no sabía que admitir eso podría perjudicarle a él también? Era un egoísta egocéntrico. Lo miró con cara asesina, se las pagaría si los sacaban de la clase.
— Ya veo...— la sonrisa en la cara de la señora Daysi fue gigantesca, casi abarcando toda su cara. Parecía complacida de al fin encontrar un defecto en Samuel.
— Estaba preguntándole sobre como se dice 'Raccogliere' — pronunció la palabra perfectamente. — es que su acento es tan experto que no puedo captarlo. — halaga a la profesora, sonriente y con sus ojos azules brillando.
Harry rio bajo. Sam siempre se llevaba la victoria con esa cara que demostraba inocencia.
— Oh, bueno...— la cara pálida, aun pintada de un colorete rosa, se pudo distinguir, un sonrojo. —... ahora que al parecer el señor Ferreti ya cumplió su cometido, no quiero que hablen más en la clase. — pasó su mirada entre ambos tan sólo unos segundos. — las preguntas se me hacen a mí, por algo soy la profesora.
— Prometo no volver a hacerlo, y preguntarle a usted a la próxima. — lo dijo tan inocente que por poco Harry y se lo cree.
— Está bien. — y se dio media vuelta para seguir dando la clase.
La clase continuó durante unos minutos en donde la profesora Daysi explicaba el tema, pero tenía su mirada fija en Sam, vigilando cada movimiento que el chico hacía. Hasta que después de un rato, se cansó de no encontrar nada malo, y se concentró en sus otros alumnos.
"Dios, que molesta es" decía otro nota de papel que Sam volvió a lanzar cuando se aseguró que la profesora ya no lo tenía en vista.
Sin embargo, Harry no le respondió a cambio, sólo trato de concentrarse en como la profesora explicaba algunas cosas que no le importaban. Sam tomó su silencio significaba que seguía enojado. Entonces escribió otra vez en otro papel que rasgó de la última página de su cuaderno, y se lo lanzó.
Harry resistió las ganas de bufar mientras abría el papelito.
"Prometo portarme mejor, y no ser irritante"
El menor rodó los ojos y escribió: "Te faltó creído, antipático, ególatra... ¿te suenan esas palabras? Porque a mi sí, y mucho." Le lanzó el papelito de vuelta y esperó a su respuesta, que para suerte de su paciencia, llegó rápido.
"Está bien, lo prometo." Decía en el papel.
"¿Por qué prometes algo que sabes muy bien que no cumplirás?" le escribió de vuelta. Conocía muy poco a Sam, era algo predecible.
"Porque si estas enojado, conmigo, no consigo besos ;)".
Harry frustrado rodó los ojos y volvió a prestar atención a la clase.
— Vamos, tu puedes. — animó Harry a Andrew.
— Esta fría. — se quejó y se afirmó con más fuerza de las manos del rizado.
— Vamos. — se burla riendo. — tu querías saber que se siente, pequeño.
— Ya...— suspiró el infante y se hundió en el agua, obviamente con la ayuda de Harry. Fue sólo dos segundos, que en cuanto acabaron, Andrew salió del agua con sus ojos abiertos de par en par, e inhalando aire por la nariz y la boca con fuerza.
Harry sonrió verlo con una sonrisa de oreja a oreja.
Como había prometido, regresó al CRV a visitar a Andrew. Al pequeño apenas le avisaron que su amigo Harry lo iría a ver, se emocionó a tal modo que no lo pudieron callar durante una hora, hablando sobre como tenía planeado pasar el tiempo con el oji-verde.
Justo en ese momento, estaban haciendo lo que siempre quiso Andrew, nadar en la piscina que estaba instalada en el centro. Nunca había ido porque las enfermeras no tenían el suficiente tiempo como para vigilarlo, y sus familiares...bueno, sólo iban dos veces al mes, los domingos, y lo sacaban del centro.
Harry por supuesto aceptó la propuesta del niño cuando le pidió, o más bien, rogó, para que lo llevara a la piscina. Obviamente ésta estaba especializada para ellos, era muy pequeña, pacha, y el joven estaba vigilando cada uno de sus movimientos para que no se cayera. Por suerte, Andrew supo adaptarse al lugar rápido y pudo controlar sus movimientos en el agua para no terminar ahogado.
— ¿Y bien? — le pregunta Harry cuando el chico estaba con su cabeza fuera del agua.
— Se siente... genial. — rio feliz y avanzó unos pasos en la piscina, llegando a una orilla. Harry en todo momento sostuvo sus manos firmemente, siguiéndolo a donde iba.
— Sólo un rato más. — advirtió después de unos minutos. Ya llevaban al menos una hora y media adentro del agua. Podía sentir sus manos y pies muy arrugados y eso le estaba molestando en cierto aspecto, pero se aguantaba, todo por Andrew.
— Ay, ¿pero por qué? — preguntó renegando, borrando su deslumbrante sonrisa de su precioso rostro.
— Hace frío, no queremos que pesques un resfriado, ¿o sí?
— Nooo, pero, salte tú, luego yo. — hizo un tierno puchero que casi hace que Harry acceda.
— No, no, nos saldremos los dos. No puedo dejarte aquí solo. — acarició su lacio cabello para reconfortarlo.
— ¿Por qué?
— Eres un niño, y si no lo recuerdas, no puedes ver, lindo. — sonrió ahora apretando delicadamente y en forme de broma, su mejilla derecha. A lo que el infante se cubrió la cara con ambas manos para ocultarse.
— Por favoooor. — suplicó. Y Harry reconoció ahí mismo que podía ser muy débil cuando se trataba de niños.
— Está bien. — aceptó. — pero sólo nada en la orilla, te veré desde afuera, no trates de hacer trampa.
— ¡Acepto! — gritó emocionado. — ¡Prometo que no me alejaré de la orilla! — levantó su dedo meñique de la mano derecha, y la posó frente su cara. Harry rio complacido y junto su propio dedo meñique con el contrario.
Dejó al pequeño dentro de la piscina, y sólo se alejó unos metros, en donde estaba aquel árbol en el que había estado sentados junto a Louis y Andrew la primera vez que llegaron al lugar. Ese gran árbol que se apoderaba de gran parte del pequeño parque donde estaba la piscina del CRV.
Agarró su toalla y se secó el cuerpo con ella, mientras se sentaba debajo del árbol y se recargó en el tronco de éste. Cerró los ojos durante unos segunditos, sintiendo el calor proporcionado por el sol. También podía sentir como su cuerpo y cabello se secaban tan sólo un poco.
Abrió los ojos de golpe cuando escuchó como Andrew chapoteaba agua desde la piscina, pero sólo se encontró como el niño estaba sentado dentro del agua, pegándole al agua con ambas manos mientras reía a carcajadas.
Un beso en su hombro izquierdo lo sacó de su burbuja, incluso se sorprendió a la vez que se asustó pensando como alguien pudiera venir y ser tan descarado como para hacer... eso. Hasta que recordó que Sam trabajaba ahí, y definitivamente era él, podía sentir su olor a menta, y su tan egocéntrica vibra.
No le dio tanta importancia y no le reclamó nada. No lo ha estado haciendo últimamente porque se ha estado cansando de que el chico fuera tan persistente, así que se estaba acostumbrando a su presencia, la cual no era tan irritante como al principio.
El rubio siguió besando su hombro, pero pronto fue subiendo, hasta llegar a la parte trasera de su cuello. corrió a un lado algunos rizos, que seguramente le molestaban, y prosiguió a besar con delicadeza esa zona, haciendo que Harry se estremeciera por completo.
— Sam...— dijo con algo de dificultad. — Andrew está en la piscina, detente. — advirtió como pudo.
— Que importa. — siguió besando el cuello del más bajo. — él no puede vernos. — susurró en su oreja derecha. El rizado estaba a punto de protestar y regañarlo por ser un antipático insensible, cuando él habló: — Podemos hacer lo que queramos. — dijo sensualmente, al mismo tiempo que besaba ahora debajo de su oreja.
— No pode...— detuvo su habla cuando el mayor lamió cierta parte de su cuello, perdiendo la fina línea de su cordura, y sobre lo que iba a decir. No recordaba por qué debían de parar, o siquiera el nombre de Louis, había desaparecido para no volver en un buen rato.
Dio medio vuelta para besar mejor a Sam; en lo único que podía pensar en ese momento era en besarlo. El rubio ya no llevaba puesto el uniforme blanco del CRV, ahora vestía con una camiseta negra, y sobre ella una camisa de botones abierta, de cuadrados azules oscuros; arremangada hasta los codos, y en la parte inferior unos jeans negros.
El chico lo miro con una sonrisa llena de picardía y deseo, recorriendo su cuerpo. Sólo eso le basto para recordarse que aún estaba con su traje de baño. Era simple, unos shorts cortos que le llegaban a los muslos, y su torso al descubierto. Por primera vez sintió vergüenza, que lo provocara Sam lo asustaba más. El susodicho rio mientras veía como Harry trataba de taparse el torso como podía, así que mientras lo veía luchar contra la timidez se deshizo de su camisa a cuadros, y se la pasó a Harry.
— Toma. — le pasó la camisa, y Harry la tomó sin pensarlo dos veces—. Cúbrete.
— Gracias. — pasó las mangas por sus brazos y abotonó la camisa, que le llegaba hasta los muslos. Hubo rato de silencio en los que ambos jóvenes estaban ya cómodos en el suelo. Harry miraba a Andrew, pero Sam lo miraba a él.
— Sexy. — dijo de repente el rubio. El rizado lo volteó a ver al escucharlo.
— ¿Por qué sexy? — preguntó.
— Porque cuando tu pareja usa la camisa de su chico, sin nada más debajo, significa que se han acostado...— antes de que pudiera terminar la oración, recibió un golpe de parte de Harry, justo en su brazo. — ¡Hey! ¿Por qué ese golpe? — preguntó sin inmutarse en absoluto, su brazo era tan musculoso que apenas lo debió de haber sentido.
— Por haber dicho eso. — respondió algo enojado. — En primera, Andrew esta como a cincuenta metros de nosotros, es ciego pero puede escuchar; en segunda, no nos hemos acostado.
— Eso no quiere decir que no hay oportunidad...
— Ya, cállate.
Sam sonrió con autosuficiencia pero obedeció.
Aunque Harry no quisiera admitirlo, una fuerza más poderosa que su fuerza de voluntad, podía sentirse atraído físicamente por Sam. El chico estaba bien formado, pero su personalidad era un problema, que evitaba seguir avanzado. Porque aunque tampoco quiere admitirlo, preferiría enamorarse de Sam que de Louis.
¿Es posible amar a alguien bueno, con un amor correspondido? ¿Es camino fácil o desear a alguien malo y peligroso? ¿con lo que puede ser solo una aventura, el camino difícil? Había tratado de cambiar, eh intentaba tomar el camino fácil; pero no sabe si tampoco será el camino difícil, de uno u otra forma. ¿Cómo puede estar viviendo en esa situación? ¿será algún tipo de karma que estaba pagando? Era todo un enredo del cual quería salir.
De pronto unos labios se posaron en los suyos, fue durante un segundo, un pico que no correspondió por estar perdido en su mente.
— ¿Y eso qué? — preguntó cuando Sam se separó de él.
— Estabas como, no sé, ido. — respondió.
— ¿Y no pudiste sólo chasquear los dedos, aplaudir, o llamarme, genio? — enunció con algo de irritación. Sí, como decía anterior, se estaba acostumbrando a la presencia de Sam, pero tomaba su tiempo, uno muy lento y lleno de paciencia y resistencia.
— Podría haberlo hecho, sí.
— ¿Y no lo hiciste porque...?
— Me gustan tus besos. — completó la oración.
Harry le frunció el ceño, pero Sam lo miraba totalmente serio, tanto que el oji-verde estuvo a punto de creerle.
— ¡Harry! — un grito de Andrew resonó en su cabeza, rescatándolo de posiblemente hundirse en el barco llamado Samuel Fender. — ¡Harry!
El mencionado estuvo a punto de levantarse e ir a por él, pero Sam se ofreció.
— Yo voy. — le dijo.
Harry observó como el rubio se dirigía a la piscina, en donde se puso de cuclillas y empezó a hablar con Andrew, al parecer indicándole como salir. Pudo escuchar desde su posición como el infante le hablaba alegre a Sam sobre lo divertidas que eran las piscinas, y que quería nadar lo más pronto posible.
"¿Esto se podría llamar invasión a la privacidad?"
Le reprochó su conciencia por al menos octava vez en la hora.
«La misión implica vigilarlo» Se respondió a si mismo mientras movía su cabeza de izquierda a derecha, vigilando de que nadie lo viera.
"La misión, claro ¿puedes recordarme cuando Jones te dijo que lo vigilaras?"
¿Por qué estaba discutiendo con él mismo era la pregunta principal?
Ya era de noche, a dos semanas luego de que él y Sam hicieran oficialmente en la escuela su relación. Para todo el mundo, ellos han estado siendo pareja desde hace más de un mes, pero para Harry y Sam no significaba nada realmente. Se encontraba sentado en un árbol de la casa de Louis, razón por la cual su conciencia tanto le reprochaba.
«Me lo dice todo el maldito tiempo.» se defendió contra él mismo.
"¿Hoy?"
«Eh...» ¿También era posible balbucear por algo que su propia conciencia le exige? Que débil se estaba volviendo.
"¿Sabes que a esto se le llama obsesión? Dejando de lado que también que es muy tóxico."
«¿Qué? Definitivamente no estoy obsesionado con Louis.»
"Amigo, llevas sentado en este árbol a que llegue, hace dos horas".
De acuerdo, sabía que estaba siendo muy idiota. Y era cierto, llevaba dos horas sentado en el copete del árbol, pero no sólo por Louis. Primero había vigilado los pasos de Mark Tomlinson, pero el señor parecía sólo ver televisión, leer el periódico y tomar tazas de té cada cierto tiempo. Luego de no encontrar nada sospechoso, pensó en Louis, en como lo había estado evitando o huyendo de él como si fuese una mierda andante. Le dolía, algo que no quería admitir en voz alta. Incluso Felicité había estado algo distante con él.
«No han pasado dos horas.»
Sí, ni su conciencia ni él se creía esa mentira.
"Incluso te has vestido de camuflaje".
Bajó su mirada viendo su vestuario. Pantalones y camisa manga larga negras, un gorrito de lana -también negra, vaya sorpresa-, y sus converse negras con blanco.
No quiso seguir escuchando más reproches hacia su persona, y se concentró en tomar sus binoculares, de alto alcance y máxima definición, y apuntar a observar la ventana de su habitación, a espera que algo pasase o se moviese.
Baja el objeto, y observa su reloj de mano. Si, su conciencia tenía la razón, había pasado dos horas, incluso más, desde que se había subido a ese árbol, esperando a que Louis diera señales de vida.
Después de que Sam lo llevara a casa, luego de haber ido a visitar al pequeño Andrew, se dio una ducha rápida, y salió con la excusa de que iba a pasar el resto de la tarde con el rubio. Otra mentira, obviamente, por una u otra razón que él desconocía, lo había hecho.
Estaba cansado de estar siempre acompañado por Sam. Aunque claro, tenía su lado divertido, pero algunas veces podía sobrepasar los límites de irritación. El chico tenía su lado tranquilo y despreocupado. Ambos en sus ratos se contaban diversas anécdotas de misiones anteriores. Sin embargo, algo que definitivamente lo tenía muy cansado, era que tomara cualquier estúpida y mínima excusa para besarlo.
"Creo que ese chico es amigo de Louis, que nos vea." Le decía, y lo besaba.
"Mira, ese es el auto de Louis." Y lo besaba.
"Ahí esta Louis." Y lo besaba de nuevo.
Algunas resultaban ser verdad, generalmente Louis si estaba cerca cuando se besaban. Pero otras eran mentiras. El ojiazul tenía un círculo pequeño de amigos, y, podría apostar su arma a que él no les ha contado nada de sus sentimientos hacía su persona.
Aunque tenía que admitir, que Sam era muy buen besador, y a diferencia de Louis, quien besaba de manera tierna, cariñosa, con amor. Sam era distinto, era agresiva, posesiva. ¿Se podría estar confundido cuando ambos 'romances' son mentira?
— Es oficial, Louis no esta en casa. — murmuró algo enojado. Así que se dispuso a guardar los binoculares en su mochila, bajar del árbol e ir a su casa. Pero su suerte no es esta de su lado, uno de los guardias de la casa estaba rondando justo del árbol en donde se escondía. — Oh, mierda...
Analizó su alrededor, tal vez debía de agradecer del que lugar estuviese rodeado de árbol, entonces se le hizo algo fácil saltar a la rama próxima del siguiente árbol; un abeto. Estuvo al menos cinco minutos pasando de rama en rama, con el máximo silencio y sigilo para no levantar sospechas.
Estaba en la punta de una rama, pero aun así faltaban unos dos metros para la rama más cercana del siguiente árbol, era muy peligroso saltarlo gracias a la reciente lluvia, nada nuevo viniendo de Londres. Gracias a eso era muy seguro que estuviese húmeda. Tendría la bendición de los dioses si no se caía.
Aun así lo intentaría de todos modos. El guardia de seguridad ya estaba lejos y no puede verle, pero necesitaba bajarse en el siguiente árbol, ya que éste no tenía ramas bajas, la última rama estaba a unos cuatros metros de altura, no había otra forma.
Se impulsó y saltó, para su alivio quedó colgado de la rama y al parecer no iba a caerse. Sin embargo, siempre algo tenía que salir mal, pues debajo de sus pies estaba completamente oscuro, no sabía si había otra rama en la que podría dejarse caer, o no había nada y caería directamente al suelo. Sus manos comenzaron a resbalarse y sus brazos a temblar de todo el esfuerzo que hacía.
Iba a caer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro