CINCO
Harry sabía que había la mínima posibilidad de que Louis tuviese novia, pero en el fondo, no quería creerlo. Sin embargo eso no le importa, porque no tenía planeado conquistarlo. Pero su novia, no era la personas que menos esperaba. ¿Triste no? Esa cabellera castaño-claro solo le recordaba una frase: “¡Por supuesto que no me viste, o si no, tendría mi batido en mi mano en vez de mi ropa. No vez que acabas de arruinar un ejemplar de Channel! ” Claro, tenía que ser la reina de las tontas. Muy cliché. “Mira, nuevo, nadie se ríe de mí, te acabas de ganar una enemiga” de tantas personas en el instituto, ¿enserio tenía que ser ella? No podía tener más mala suerte. Aunque no sabía su nombre, ya sabía que le traería muchos problemas en el futuro.
— Hola, Danielle. — le saluda Louis, mientras le da un beso en la mejilla de la chica.
— Hola, tonta. — masculló Felicité entre dientes, haciendo que Harry riera.
— ¿Disculpa, dijiste algo? — le pregunta Danielle a Felicité, pues estaba más distraída en darle besos a Louis que escuchando.
— Mmm-no, nada. — la chica mira hacia otro lado, actuando de una manera que -al menos para Harry- era muy ridícula.
Y Danielle posó su mirada en Harry, quien seguía de pie frente a Louis. Lo recorrió de arriba abajo, como queriendo encontrar algo malo, o lo demasiado tonto como para burlarse.
— Mi amor, ¿pero qué haces tu con...él? — en su voz era notorio desagrado, casi con asco.
— Me llamó Harry— sonrío falsamente mientras se resistía las ganas de estrangularla. — ¿Y tú?
— ¿No sabes cómo me llamo? — pregunta la castaña, ofendida. Y Harry negó la cabeza por dos cosas: Molestarla y porque de verdad quería saber quien era para después buscar información sobre ella. — bueno, creo que aquí tenemos a un ñoño. — susurró fuerte para que él escuchara. Harry resistió las ganas de rodar los ojos.— Danielle, Danielle Campbell. La chica más hermosa, talentosa, adinerada, incre...
— No tenemos todo el día— interrumpió Felicité.
— Molestia. — susurró Danielle hacía ella. Felicité sólo rodó los ojos con fastidio. — además ¿por qué te digo esto a...ti? — volvió a hablar con Harry, haciendo un gesto despectivo. — ven, amor. — tomó de la mano de Louis, quien no tuvo tiempo ni de despedirse. Lo guio hacia un despampanante deportivo blanco. — Mis padres no están en casa, y no quiero estar sola. — casi gritó.
«Adiosito»
Técnicamente le escupió en la cara diciendo eso. Como si a Harry le importara lo que fueran hacer en su casa.
— Ignora a Danielle, esta celosa. — le dice Felicité cuando ven marchar el deportivo blanco.
— ¿Celosa?
— Sí, esta muy a la defensiva desde que mi hermano salió del clóset diciendo que es bisexual. — eso si no lo sabía Harry. Pero es una información que le conviene. — cree que él le gustara cualquier persona con la que habla. Es una idiota.
— Vaya que si lo es. No sólo por ser bisexual significa que se ligara con cualquiera. — lo defendió.
Aunque Louis era sólo un conducto para llegar a su objetivo, no evitó sentirse ofendido de cierta manera. Él era gay, pero eso no significaba que se tiraba a cualquier tipo que se le atravesara.
— Una de las miles de razones por la cual la odio. — la chica se cruzó de brazos. — no entiendo porque mi hermano sigue con ella cuando ha demostrado ser una estúpida, en todo el sentido de la palabra.
— Bueno...— apenas estaba a punto de decir alguna teoría cuando se escuchó el fuerte rugido proveniente de la deslumbrante motocicleta negra que llevaba Jared. — Oh, ahí esta mi padre. — sonrío viéndolo. — Adiós Felicité.
— Adiós Harry. Puedes decirme Fizzy.
— Vale. Entonces Fizzy ¿No te molestaría pasarme tú número de teléfono?
— Claro que no. — sonrió. Y Harry pudo notar cierto orgullo. Orgullo de ella misma por haber hecho un nuevo amigo.
La chica le da su número de teléfono y viceversa. Se despiden por última vez, y Harry camina hacia donde Jared le esperaba. Se subió a la moto y justo en ese momento llegó una hermosa limusina, haciendo que todo los adolescentes presentes en la salida miraran hacia ella.
Como siempre, tal vez.
Jared arrancó la moto después de unos segundos, y rápidamente se fueron alejando del instituto.
— ¿Qué tal tu primer día? — preguntó casi gritando para que Harry oyese.
— No tan mal. — respondió en el mismo tono. Se aferró fuerte de los laterales de la moto cuando Jared aceleró de más para rebasar un camión. — sólo hice una nueva mejor amiga, la hermana de Louis.
— Bien.
Se detuvieron frente a lo que era su nueva casa, y ambos bajaron de la moto para luego dirigirse adentro.
Harry tronó su cuello, y se quitó su mochila de sus hombros, dejándola tirada cerca de la puerta de entrada. Jared lo imita, sólo que dejando su casco en un mueble, donde se encontraban algunas decoraciones para volver una casa “normal y familiar”.
— Sabía que encontrarías una forma de acercarte. Y juntarse con su hermana servirá.
— ...de hecho, lo conocí.
— ¿Enserio? Así se hace monstruito. — lo felicitó dándole una palmada en la espalda.
— Déjame terminar, carajo. — dijo algo enfadado. Jared se calló en seguida, esperando que Harry hablara. — pero también me acabó de ganar a una enemiga: la novia de Louis. — Jared frunció el ceño.
— No sabía que tenía novia. — admitió.
— Tampoco yo. No sale en la carpeta.
— Su relación debe ser reciente. La última actualización de la carpeta fue de hace un mes. — se cruzó de brazos, haciendo que los músculos de sus brazos se pronunciaran de más bajo las mangas de su suéter. — ¿Y cómo fue?
— ¿Cómo me fue en qué?
— En romperle el cuello a la novia de Louis. Dijiste que es tu enemiga ¿no? — Harry río con gracia mientras negaba con su cabeza. Comenzó a caminar, dándole la espalda a Jared.
— Si es mi enemiga, pero recuerda que, en esta historia, yo soy el débil. — se señaló. Y subió las escaleras para dejar a Jared riendo a carcajadas altas en la entrada.
Las semanas había pasaran tan rápido en tan sólo un parpadeo. Había pasado ya un mes desde que entro a la escuela particular de Londres. Sus relaciones con la gente, si bien mejoraron en algunos casos, empeoraron en otros. Felicité y él eran casi inseparables. La verdad es que ella es una chica muy buena en todos sus lados.
Louis y él apenas se dirigían palabras, eran pocas y cortas, pero peor era nada.
Y Harry tenía más que en claro que Danielle, la super novia, lo odiaba. “Te acabas de ganar a una enemiga” esa maldita frase rodaba por su cabeza cada vez que se cruzaba con ella. Esa chica iba a ser un definitivo problema en su camino para volverse novio de Louis.
Y sí, novio.
Hacia algunas días atrás había recibido una llamada de Jones, Taylor Jones. Taylor para él y Jared. Le tenían una especie de cariño. Un extraño tipo de cariño, de hecho.
Cinco días atrás...
— ¿Monstruito? — es lo primero que escucha en su teléfono especial que la organización le dio.
— Acá monstruito, ¿allá quién? — preguntó Harry en el estúpido leguaje de soldados que le habían enseñado.
— Acá Jared, en el teléfono Taylor.
Harry se levantó de un salto de su cama. Estaba solo en casa, pues Jared tuvo que ir a una reunión de la A. S. I.
Su preocupación se elevó cuando escuchó que Taylor lo llamaba. Pocas veces llamaba an sus misiones, y cuando lo hacía, era para algo importante.
Corrió hacia abajo, hacia su “salón oculto”. Era el sótano, no tenía nada de secreto.
Aunque Jared había dicho teléfono, si Taylor llamaba, significaba que era el comunicador especial. Éste estaba en una pequeña habitación que contenía armas, bombas, chalecos antibalas y toda clase de cosas para su protección, y que, por cierto, aún no dejaban llevar algo con él. La habitación además tenía un pequeño pasadizo que daba a parar a un callejón cerca del centro de Londres. Sólo por si se llegaba a necesitar.
Cuando llegó, le fue inevitable voltear el cuadro que se encontraba colgado cerca de la puerta. En ella se mostraba a Jared y Harry de “vacaciones”. Claro, todo era montaje. Esa foto en realidad fue sacada en su primer día en la A. S. I. cuando Jared lo acogió como su estudiante aprendiz. Tenía tan sólo 5 años. Poco recuerda su vida antes de Jared, antes de la A. S. I.
Caminó hacia donde estaba otra puerta, esta se abría con un código de diez números. Presiona los botones correspondientes, y cuando escucha el pitido que dicta correcto pasa por la puerta y contesta el comunicador.
— ¿Cuatrocientos cinco? — preguntaron del otro lado de la línea.
— Él habla. — contestó seguro. — ¿Taylor?
— Ella habla. — contesta igual que él. — bueno, creo que pensaras que es algo extraño esta llamada.
— En teoría.
— Llamaba para comunicarte que hubo un ligero...cambio de planes.
— ¿Cambios de planes? ¿Qué tipo de...? ¿De qué hablas?... — comenzó a decir nervioso. Todo estaba saliendo como lo acordado. Sí, tal vez estaba siendo algo lento, pero seguro. — Porque si me quitan mi objetivo les juro que...
— Cálmate, cálmate, cálmate. — le dijo Taylor repetidamente, pero con total naturalidad— no es ese tipo de cambios. Seguirás siendo la agente que se encargue de esta misión. — le aseguró. — sólo tú puedes hacerlo. — murmuró bajo, pero que Harry escuchó claramente.
— Oh. — respondió más tranquilo, ignorando eso último porque de verdad no lo entendió. — ¿De qué cambios hablas?
— Te diré esto lo más lento posible y puedas analizarlo con calma. — había algo de duda en su tono de voz, y eso desesperaba a Harry. — ¿recuerdas cuando te dije que no me importaba como te acercaras a Louis?
— Sí...
— El director de la A. S. I. cree que sería más...apropiado que te acercarás a Louis, con la intención de ser su...
— ¿Su...?
— Su novio. — Taylor suspiró.
Rabia, enojo, desesperación y angustia. Por alguna razón mucho más angustia. Todos esos sentimientos pasaron por todo su ser en menos de cinco segundos, cosa que hasta una terrible jaqueca le dio.
— ¿Qué? — pregunto con un hilo de voz. — pero si hubo un cambio es porque algo malo pasó. — y por primera vez en el mes, se puso a pensar en que habría hecho Mark Tomlinson. Cada vez que le daban un objetivo, él iba y cumplía con su trabajo. Nunca, hasta ese momento, se le pasó por la cabeza lo que esas personas habían hecho. Solamente sabía que no eran inocentes, que algo malo habían hecho. Pero ¿a quién? ¿por qué? — ¿Taylor? — llamó.
— ¿Sí?
— ¿Cuáles son exactamente las cuentas pendientes que tiene Mark Tomlinson con el director de la A. S. I?
— No cuento con esa información. — respondió tan rápido Taylor que por poco no entendió. — sólo haz tu trabajo.
Y dicho eso último, colgó. Dejándolo con las palabras en la boca.
«¿Qué hiciste Mark Tomlinson? ¿Qué hiciste?»
Pensó antes de salir del salón oculto para seguir con sus deberes escolares.
Cuartel de Londres de la A. S. I.
— ¿Cómo van las cosas con nuestro peón? — preguntó él. Estaba sentado en su sillón de cuero negro, viendo directamente hacia una pantalla, donde se miraba un vídeo antiguo. Todas las luces estaban apagadas, a excepción del televisor, creando un ambiente tenso, misterioso y tétrico.
— Muy bien. — informó Taylor con una sonrisa. Ella se encontraba sentada detrás del escritorio, en una sillón de cuero blanco. En sus manos traía los informes que Harry enviaba vía fax y correo. — Sólo cree que es una misión más, como siempre.
— Excelente. — respondió con su voz gruesa. No despegaba su vista en ningún momento de la pantalla. Sus manos estaban juntas por debajo de su mentón y sus ojos entrecerrados, analizando lo que veía.
Taylor tras suyo, trago grueso.
— ¿Señor? — llamó. Y aunque no se escuchó ningún sonido de parte de su jefe, prosiguió. — ¿Cree qué esta bien lo que hacemos?
— Por supuesto que sí. — contestó en seguida. Sin embargo no volteó a verla. — ¿No lo crees tú?
— La mayoría de las veces. — admitió en voz baja. Pero, para su mala suerte, fue escuchada. Su jefe giró su silla despacio, tensándola en tan sólo unos microsegundos, tragó grueso y un sudor frío empezó a descender por su cuello.
— ¿La mayoría...? — preguntó cuando al fin la ve, por detrás del escritorio, aún sentando en su silla.
— Bueno, es que no podemos...
— ¡Ni una mierda, Jones! — gritó mientras le daba un puñetazo al escritorio. — ¡Hemos trabajado duro diecisiete años para que esta misión sea procesada! ¡No vamos a pararla ahora cuando esta a unos meses de terminar!
— Lo-lo entiendo señor. — tartamudeó, viendo hacia el suelo. Su cuerpo temblaba del miedo, no quería que su jefe la matara por hacerlo enojar.
— ¿Ves? Lo entiendes. Entiendes que vamos a ganar. Entiendes que Mark Tomlinson no me quitara más agentes. Entiendes que este peón quien se llama cuatrocientos cinco, Frank, Gabriel, George, Howard, Ian, Isaac, Heaven, Godric, Harrison, Harvey, Freddie, Graham, Henry, Hugh, Finn, Franklin, Frederic, Josh, Jeremy, Hunter, Aaron, y ahora, claro, Harry. Cumplirá su cometido, su objetivo después de mucho tiempo. — Taylor lo miró con los ojos abiertos de par en par. Todos esos nombres eran falsos, nombres que Harry había utilizado a lo largo de su vida...— Entiendes que es la primera misión que en verdad cuenta. La primera importante. La primera en donde morirá alguien que no es inocente. Claro que para mí ¡todos esos malditos bastardos eran culpables!
— ¡Ellos no son culpables de estar en la S. I. S! — le gritó por primera vez Taylor a su jefe, levantándose de su asiento para encararlo. — ¡No son culpables de hacer el bien! ¡No son culpables de trabajar para Estados Unidos! ¡Son el servicio secreto! ¡Son la CIA! ¡Mierda! ¡No tienen la culpa de que estés jodido de la mente por una antigua promesa rota!
— ¡Tú no sabes ni una mierda maldita puta! — le gritó de vuelta el director. Se levantó de su cómodo sillón y se acercó peligrosamente a Taylor. — ¡Tú no sabes ni la más jodida idea de lo que significa! — sacó una navaja de su bolsillo y apunto a la mujer frente suyo. Ésta temblaba, pálida y sudaba en exceso. Eso le pasaba por ser tan malditamente impulsiva. — Pero puedes aprender ¿no? — preguntó, acercándose más a ella. Llevó la punta de la navaja hasta una de las redondas mejillas de Taylor. Y lentamente, lo incrusta sobre la piel blanquecina. La chica jadea, pero no hace nada más que dejarlo. — ¿Estás conmigo?
— Sí...— murmuró, una ensangrentada Taylor.
Su jefe asintió. Retiró la navaja, y no se molestó en quitarle la sangre de Taylor que quedó en ella, tan sólo lo volvió aguardar en su bolsillo. Caminó hacia su sillón de nuevo, en donde se sentó y giró, volviendo a ver la pantalla, la cual el vídeo seguía en curso.
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