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Capitulo 3

La desesperación y el cansancio.

Esto era incómodo, aunque ya lo han hecho tantas veces su cuerpo aún no estaba acostumbrado a esto, le apretaba demasiado... Además no podía mover del todo sus piernas, por no decir que lo sentía pesado, el calzado siente que no ayudo.

Pero justo ahora se ve en el espejo, con un kimono morado oscuro, mientras las mellizas le arreglan un poco para que no haya arrugas, ellas prefirieron usar uniformes escolares, y Momoka realmente no tuvo opción fue lo que le dió Suguru, que debía ser una clase de escolta que le daría buena imagen.

Suguru estaba en el marco de la puerta con una sonrisa. —Muy buen trabajo niñas, dejaron destellante a Momoka otra vez. —Comento Suguru dando un aplauso.

—Momoka-San siempre es linda. —Comento la pequeña castaña.

—Gracias Mimiko...

—¡Hay que maquillarla!... ¡Como una geisha!.—Propuso Nanako, dando brincos alegres, Suguru se acercó a ella para después reír.

—Me encantaría ver eso... Pero, por ahora eso debe esperar, no se preocupen podemos ir más tarde por maquillaje. —Las niñas asintieron bastante felices. —Vayan a sus clases con el maestro por favor, nos vemos en un rato. —Se fueron, mientras Momoka las vio irse, quedarse sola con Suguru no le provoca esa sensación que se imagino la primera vez que lo vio.

Aunque se siente estúpida al sonrojarse por qué la vea vestida de esa manera... Suspira, está demente al creer aún tener oportunidad con Suguru, el dejo en claro como la considera.

Una mona que viste de seda... Una herramienta, lo único que considera lindo que ha dicho es que también es la felicidad de las mellizas.

Tal vez es lo único que tienen en común, su cariño por las mellizas... De lo único que están de acuerdo es en ver a Nanako y Himiko felices, con un futuro donde no sufran.

—Aun pienso que asistir a una escuela es mejor para ellas. —Comento Momoka.

—Yo se lo que es mejor para ellas. —Le respondió Suguru. —Momoka, parece que aún no entiendes tu papel aquí.

—Si lo entiendo, pero Nanako y Mimiko las quiero como si fueran mis hijas, también quiero lo mejor para ellas, por eso he dicho eso.

Suguru solo ladeo la cabeza, la mira con poco interés. —De nuevo escucha bien, entiende tu papel... Aún eres una simple mona ante mis ojos, solo eres la excepción porque has demostrado valer algo, y porque las niñas te adoran. —De nuevo siente demasiado la presencia de Suguru sobre ella, baja la cabeza, recordando como murió aquella noche. —Es lo único bueno que tienes. —Momoka quería responder pero no podía.

No recuerda cuánto tiempo ha pasado, tal vez más del año debido a que las niñas han crecido... Aún así no puede contra Suguru, quiere ser valiente como las protagonistas de manga y anime que ha leído, pero solo empieza a temblar disculpándose dándole satisfacción y poder a Suguru sobre ella.

Su aura es imponente, y ella no puede contra esta, por si fuera poco también siente como los demás hechiceros la menosprecian, por supuesto siempre tiene cuidado que Nanako y Mimiko no noten aquello... Aunque Miguel si ha Sido amable con ella, diciendo que entiende la discriminación que puede sentir.

El único momento de paz de Momoka es cuando va y duerme en el calabozo que tiene por habitación... Pues aún Suguru no confía en ella, la tiene encerrada allí, con maldiciones delante de la celda, además una extra alrededor de su cuello por si intenta huir o hacer algo imprudente, por supuesto hará que parezca una accidente para que las mellizas no sufran.

Pero Momoka sigue y soporta, pues cuando ocurra todo ella con la riqueza que ha hecho Suguru se irá al extranjero, así las mellizas no sabrán que le pasó al cuerpo de Suguru, por lo tanto no serán asesinadas por Sukuna.

Tal vez sus decisiones no influyen en personajes principales, pero Nanako y Mimiko son diferentes, ademas precisamente tomara la precaución de irse de Japón para asegurar más la supervivencia de las mellizas.

De verdad quería salvar a Suguru... Y aunque siempre permanecía al lado suyo, que ante las cámaras parecían los más cercanos, incluso algunos hechiceros que no son tan cercanos a la secta diciendo que parecen una familia feliz. —Entiendo. —Bajo la cabeza, su mirada se fue a esa foto que está en el escritorio de Suguru, son las mellizas, Suguru y ella, posando para una foto donde todos se ven felices, no es del todo una mentira, pero tampoco es del todo real... fue más promocional que nada, entiende que conserve esta en su escritorio para cuando vienen nuevos patrocinadores, más bien víctimas y seguir con su fachada de buen hombre.

Ella suspiro, quiere salvarlo. —Me retiro. —Momoka dió otra reverencia para salir de la habitación presurosa.

No puede salvarlo.

Suguru no volteo hacia atrás, simplemente camino hacia su escritorio, sosteniendo el marco y viendo la foto, Suguru cargaba a las mellizas mientras ellas sonreían a la cámara, él estaba con los ojos cerrados sonriendo alegremente... Y Momoka estaba a su lado con sus manos apoyadas sobre su vientre, sonriendo, veía como mira a las niñas con cariño.

—Debería hacer otra sesión fotográfica. —Dijo eso, para después escuchar a uno de sus asistentes diciendo que han venido almas atormentadas, el dió un suspiro bastante pesado. —En un momento voy.

Así que como siempre una sonrisa falsa adorna su rostro, debe ser amable con estos monos, fingir que les importa, seguir con esta actuación.

Basta.

No, aún no acaba esto, debe reunir Maldiciones, debe seguir consumiendo estas, no importa que tan asqueroso sea tragar, como probar comida normal le da asco.

Basta.

No, aún no debe rendirse, debe seguir con este culto, debe acabar con los no-hechiceros.

Basta.

No, aún no puede descansar... No hasta saber que ningun camarada suyo se volverá a sacrificar en vano.

Basta.

No, aún no... Basta por favor.

—¿Suguru?.—La voz de Momoka lo saco de aquella desdicha en su cabeza, la volteo a ver, estaban en la sala principal pero no había nadie. —Traje un batido, no has comido ¿Verdad?.—Ella le entrego el vaso, junto con un popote.

Abrió sus labios un poco, sorbiendo de la bebida fría y suave.

Debe admitir que Momoka tiene atención a los detalles, cuando traga las maldiciones debe abrir su boca en grande, pasar de manera lenta y larga... Se siente asqueroso hasta que llega a la garganta y pasa.

Pero el batido que siempre le prepara es diferente, no es espeso, no es difícil de pasar, le da un popote para no tener que forzar a abrir su boca ya.

Esto es lo poco que le gusta comer.

—Las niñas se quedaron dormidas. —Le comenta.

—Si, no pude comprarles el maquillaje, mañana pediré que liberen agenda para dedicarles dos horas o más. —Le respondió Suguru.

—Eso me parece muy bien, sugiero que vayamos a un parque cercano de aquí... Hay muchos juegos y...

—No pedí tu opinión. —La callo al instante, Momoka se encogió de hombros. —Ese parque esta cercano a una escuela ¿Verdad?...—La mira. —Dejame adivinar vas a causar curiosidad para ellas, sabes que no les puedo decir que no, si ellas me dicen Geto-Sama queremos ir a la escuela... Bueno sin duda voy a ceder. —Sonrio, aunque Momoka sabe que no está para nada feliz, ella ya no dijo nada. —No las quiero cerca de sucios monos, por eso sus clases privadas, se merecen lo mejor.

—Merecen una infancia normal. —Suguru se levantó ante Momoka y fue hacia ella, la mujer no retrocedió solo se quedó observando cada movimiento de él.

Claro que quería que las mellizas tuvieran una infancia feliz y normal, pero... No quiere arriesgar a que de nuevo alguien les haga daño, que las juzguen y de nuevo se sientan mal, prefiere protegerlas, pero hacerlas fuertes, que eleven su potencial con sus técnicas, tristemente aún no pueden tener esa vida normal, no hasta que se deshaga de los monos.

En el fondo estaba algo de acuerdo con Momoka, por eso no pudo responder nada, salvó mirarla con seriedad para que deje decir eso, más de repente se sintió mareado, antes de que fuera a caer Momoka se las arreglo para sostenerlo, Suguru debió pasar su brazo sobre el hombro de ella.

Suspiro.

Hace mucho esta sensación no aparecía, seguramente regreso después de pensar en tantas cosas, es solo una recaída se repite... Puede con esto.

—Tienes fiebre...—Momoka dice, alcanzado a tocar su rostro. —Voy a llamar...—La mano del Geto fue al rostro de ella, sujetando sus mejillas con fuerza.

—No...—Repitio con cansancio. —No llevo ni dos años, si ven que estoy así de débil no dudes que peces gordos pueden venir a querer derrocar, menos mal son monos o se darían cuenta que las maldiciones ya no los acechan. —Ella tenía oportunidad de escapar en ese caso, lo podía dejar, irse con las mellizas e ir con Satoru, pero... Ya era tarde, las niñas ya formaron su lazo con él, lo único que ganaría es hacerles daño al separarlas de Suguru, además ella ya tampoco quiere irse... Ya pasó mucho tiempo, esta segura que por lo promocionales y los hechiceros que la han visto la creen una hechicera maligna una aliada de Suguru.

El Geto seguia pensando como se reside la jerarquía, aún debe probar que es digno de este culto, el caer por una simple enfermedad y que demás sepan es patético, significa que no tiene la madera de ser líder.

—Llevame a mi cuarto... No es resfriado es cansancio solamente. —Dijo con seguridad.

Momoka asintió, pronto llegaron a la habitación de Suguru, era bastante grande, aunque sencilla a la vez, la cama era grande en cuanto llegó lo recostó, quitando así el calzado y calcetas, también la túnica pesada, Suguru acepto su ayuda. —Te pondré algo más ligero. —Ella fue al armario de él, trayendo consigo una camisa con mangas cortas y un pants de tela ligera.

Él Geto realmente no quería que nadie lo viera así, menos una mona como ella, pero confiaba en que lo cuidaría por qué quiere que esté bien para Hanako y Mimiko.

Momoka actuó rápido al cambiarlo, no porque sintiera pudor al verlo en poca ropa, en cambio su cabeza no estaba para pensar en eso, aunque sus manos tocaron la piel desnuda de él, de hecho Suguru se sorprendió bastante con la confianza y poca vergüenza que sentía ella, como acomodaba los pantalones y la camisa, él solo río para sus adentros, sintiéndose estúpido por pensar en eso, seguramente la fiebre lo hace delirar. —Iré a por medicamento.

La vio retirarse y se recostó tranquilo, viendo al techo, sabía que esto de convertirse en el villano sería algo cansado, pero vaya que esto lo alcanzó rápido, aunque consumir maldiciones es su técnica sabe que debe tener cuidado con esta, pero por un momento se desespero un poco al pensar que estaba tardando en dar frutos su plan, no saber cuánto tiempo Satoru va a ignorar lo que hace, debe volverse igual de fuerte que él, o más bien más. —Es estrés. —Dijo con seguridad, suspirando tranquilo. —Estoy feliz que no se trate de la tristeza. —Sonrio, por un momento pensó que decayó ante esos pensamientos.

La mujer volvió con lo dicho, dándole las pastillas al Geto y agua, también traía te y algo de comida suave para que pueda pasarse y tenga energías, por un momento Suguru se sintió saturado con sus cuidados y eso que solo ha pasado una hora desde esto, tuvo que sostenerle la mano para que ya no intentará cambiarle los paños de la frente. —Es solo estrés... Realmente no he descansado como es debido y he pensado demasiadas cosas.

—Ya veo... Te dije en el pasado que me puedes decir lo que sea, te puedes desahogar conmigo si así lo quieres.

—Simplemente temo a que ese mundo ideal este lejos de crearse... Pero tengo fe en mi mismo, no me voy a rendir, seguiré incluso muerto.

Momoka agachó la cabeza, apretando sus manos con fuerza, era demasiado doloroso saber la verdad, su esfuerzo, su dolor... Todo eso, fue en vano, saber que su propio cuerpo no tendrá descanso después de todo eso.

—Ya veo... Yo voy a rezar para que ese mundo sea realidad. —Le sonrió.

—Estas llorando. —Suguru le dijo y Momoka se apresuró en limpiar sus lágrimas, mierda se puso demasiado sentimental.

—Solo estoy conmovida, por tu esfuerzo... Se que tienes mucho guardado y eso también me conmueve, si no vas a llorar puedo llorar por ti.

—No gracias, mis lágrimas no son de mono. —Dijo desviando la mirada, Momoka río ante esa respuesta.

—Tienes razón, entonces puedes llorar por ti mismo.

Cierto, jamás derramó ni una lágrima, solo se quedó procesando todo lo que le pasó... No pudo sentir esas emociones en el momento, y cuando lo hizo pensaba que era demasiado tarde para reaccionar. —Lo haré el día que se haya hecho el mundo ideal, voy a llorar de felicidad. —El sonrió un poco, con nostalgia.

Momoka no dijo nada más.

La noche fue larga para ella, Suguru dormía tranquilamente pero acercó una silla para vigilar de cerca que la fiebre no regresará, aún cambiaba el paño cada cierto tiempo, además resultó que se movía mucho al dormir así que debía cubrirlo a cada rato con la cobija, se había levantado para de nuevo acomodar esta, el Geto abrió sus ojos lentamente, tan solo veía una sombra, pero la calidez de sus manos le era reconfortarte. —Satoru...—Murmuro el nombre de su único mejor amigo, Momoka le miro con sorpresa pero después sonrió le dió ternura aquello, él se volvió a dormir.

Al final el sueño y cansancio también le ganó a ella, siendo las cuatro de la mañana se terminó por quedar dormida en la silla, aunque apoyo parte de su cuerpo en la gran cama, el Geto se levantó se sentía ya mejor, se dió cuenta que estuvo llorando, limpio rápido ese rastro de lágrimas, para así sentir en su mano esa calidez que lo reconfortó, era Momoka quien lo sujeto de la mano, fue para estar al pendiente de él por si se volvía a mover o si su fiebre volvía, Suguru retiro su mano lentamente teniendo cuidado de no despertarla. —Tuviste la oportunidad. —Se refería al hecho de que sus Maldiciones se apaciguaron debido a que el estuvo mal, pudo huir, no lo hizo se quedó a cuidarlo. —Pero te quedaste a mi lado...—Murmuro para no despertarla.

No la odiaba, pero tampoco sentía algo especial por ella, ahora la ve más allá que la figura maternal de Nanako y Mimiko... Tal vez como su tonta leal, o tonta enamorada, después de todo eso dió a entender al principio, tal vez podía usar eso a su favor en vez de seguir atormentado con las maldiciones.

Es mejor eso a tenerla amenazada, puede manipular mejor, más en su mirada hay duda.

Porque cansarse y caer esta bien... Después te levantarás.
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