El asesinato
El viento sonaba fuerte fuera de la habitación y provocaba que las ramas de los árboles golpearan con fuerza la única ventana de aquel cuarto, el frío se colaba por las grietas de las paredes, la lluvia no desistía y a través de unas goteras se estaba empezando a formar un charco de agua en el suelo.
Olivia se despertó al notar sobre su cabeza gotas de agua que cada vez eran más abundantes. Abrió los ojos lentamente, tenía que hacer demasiado esfuerzo, era como si se le hubieran pegado los párpados, estaba mareada y algo confusa, tenía la boca seca y sentía que las extremidades le pesaban. Al principio le costó enfocar los ojos, veía todo borroso y no lograba identificar aquellas cuatro paredes y le llegaba un olor repugnante que era incapaz de identificar.
Le llevó unos cuantos minutos recuperar del todo la visión, hecho que la aterrorizó más que la alegró, no podía creerse la imagen que tenía ante sus ojos, se quedó paralizada con una expresión de susto en la cara, los ojos se le empezaron a inundar de lágrimas y la respiración se le aceleró, era incapaz de moverse y sus emociones se desconectaron, haciendo así, que fuera incapaz de sentir nada, solo estaba confusa y en shock. Bajó la mirada hacia sus manos, las cuales notaba desde hace rato mojadas, lo que ella pensaba que era lluvia resultó ser sangre, sus manos eran completamente rojas y su ropa también estaba manchada del mismo color.
Se frotó los ojos con fuerza, se pellizcó unas cuantas veces desando que todo aquello fuera una pesadilla, no podía ser real, ¿cómo iba a ser todo aquello real?, ¿cómo había ocurrido?, ¿por qué no recordaba nada?, ¿cómo no iba a recordar porque toda su familia se encontraba muerta frente a ella? Estaba tumbada y junto a ella yacía el cadáver ensangrentado y deformado de su padre, al otro lado de la habitación había el cuerpo quemado de su madre, que aún era reconocible, y justo en medio de la sala se encontraba su hermana pequeña colgando de una soga. Olivia seguía en shock, sin sentir absolutamente nada, no estaba triste, no estaba apenada, estaba en un estado de perplejidad absoluto.
Se levantó cautelosamente, las piernas le temblaban en su intento de dirigirse hacia su madre, quería verla más de cerca, aún tenía la pequeña posibilidad de que aquel cuerpo quemado no fuera el de su madre, pero no tuvo esa suerte, reconoció en seguida su rostro. Retrocedió asustada, temblorosa, hasta llegar a su padre, se arrodilló junto a él, y en un intento fallido trató de reanimarlo, era evidente que su padre estaba muerto, pero ella se negaba a creerlo, le abrazó y cerró los ojos.
Minutos más tarde, y sin que le diera tiempo a reaccionar, derribaron la puerta y se la llevaron a la fuerza, sus intentos de escaparse fueron en vano, ni las patadas ni los gritos sirvieron para deshacerse de todas aquellas manos que la rodeaban y la sacaban a rastras de aquella siniestra habitación.
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