Capítulo #6
(LARA)
Lo vi alejarse de mí con lentitud, me percaté de que se giró a mirarme antes de salir del parque. No me había llegado a molestar su presencia, pero sí necesitaba un momento a solas, sin nadie que se fijara en las lágrimas que se me escapaban. Sentía tanta impotencia, tanta rabia, que, si hubiera tenido la posibilidad, habría matado a golpes a las bestias que le hicieron daño a mi mejor amiga.
Aún me encontraba en un estado de parálisis, tanto física como emocional. Todo había ocurrido demasiado rápido y mi cerebro todavía no lo lograba canalizar del todo. El pecho me dolía y el aire me faltaba. Quería gritar.
Hacía menos de ocho horas que había escuchado su voz, su risa, sus gritos, y eso era todo lo que necesitaba en estos momentos, la necesitaba a ella. Mi ser se rehusaba a creerse lo que había sucedido, prefería mentirse a sí mismo, teniendo la absoluta certeza de que todo saldría bien.
Quizá la culpa que comenzaba a surgir en mi interior me tenía desolada. Solo podía recordar la forma en que la había mandado a la mierda, negándome a acompañarla. Sabía que, si mi respuesta hubiera sido la contraria, si hubiera ido a ese club junto a ella, las cosas hubieran sido diferentes. Le habría impedido atravesar el bosque, y no habría estado ahora en una cama de hospital.
Entonces recordé a Brittany y caía en cuenta de que no la había visto en el hospital. «¿Acaso no fue con ella?». Tendría que llamarla al otro día para preguntarle.
¿Qué significaba Miley en mi vida? Todo. Así sin más. Había sido mi mejor amiga desde los ocho años, ya casi se cumplirían diez desde que nos conocimos en aquella fiesta de cumpleaños. Ambas odiábamos a los payasos, por lo que nos escondimos debajo de una mesa a comer dulces mientras los demás niños jugaban alegres. Solo de pensar en una vida sin ella, me anulaba las ganas de continuar respirando, por más desmedido que pareciera.
«Dios, sé que no acostumbro a acudir a ti frecuentemente, quizá solo lo hago cuando siento que me ahogo aquí abajo, pero esta vez te necesito más que nunca. Sabes bien lo importante que es Miley para mí, y lo poco que me quedaría si no tuviera a esa loca a mi lado. ¿Qué sería de mí sin que estuviera ella para levantarme el ánimo cuando no quiero continuar? ¿Sin su forma de hacerme aprovechar un poco más cada día vivido? ¿Sin sus idioteces que me hacen reír a carcajadas llegando a dolerme el estómago? Dios, tú que la conoces bien, que sabes que, aunque haya acabado de cumplir sus dieciochos sigue siendo solo una niña por dentro, una pequeña que sueña con encontrar a su príncipe azul. Una chica que a pesar de tener a tantas personas buscándole hasta el más mínimo defecto, jamás ha tenido en mente cambiar nada de ella para agradarles. Por favor, Dios, si me estás escuchando en estos momentos, te pido que no te la lleves, y si es necesario, yo doy mi vida por ella».
Las lágrimas descendían por mi rostro precipitadamente mientras en mi mente se reproducía la plática de la tarde. Pensar en sus palabras, en su forma de asegurarme que sería capaz de dar su vida por mí, era como si recibiera una puñalada directamente al corazón. Qué ironía de la vida que luego ocurriera esto. «¡Joder, nunca desconfié de lo que decía!». Le creía, siempre le había creído, pero nunca tuve las putas palabras para aceptarlo. Y ahora estaba aquí, queriendo echar el tiempo atrás para arreglarlo todo, y con la angustia de saber que era imposible.
Pero a pesar de sentir que todo se volvía gris, una parte de mí me recordaba la fuerza que siempre había caracterizado a mi mejor amiga, y con ella saldría adelante.
Busqué mi celular y los auriculares en el bolsillo. Solo necesitaba escuchar nuestra canción: "Count on me" de Bruno Mars. Los recuerdos me invadieron al perderme en la melodía: algunos buenos, otros difíciles. Cada frase que escuchaba me afectaba de una forma inexplicable, pero fue en este momento en el que me sentí demasiado identificada con dos versos en particular, con dos versos que me llegaron de una forma especial. Se me inundó el corazón de tristeza, de decepción de mí misma, de impotencia por no poder cambiar el pasado. Fueron esos dos los que me hicieron sacar a flote todas las lágrimas que intentaba contener. Rompí en llanto sin poderlo evitar, dado que esos dos versos expresaban mi cruda realidad.
“Y si alguna vez olvidas lo mucho que significas para mí. Todos los días te lo recordaré”.
Bruno Mars
***
Ya había transcurrido una hora cuando miré el reloj, marcaba las dos y media de la mañana. Intenté localizar a la luna entre las ramas de los árboles mientras secaba las lágrimas de mi rostro. Los ojos me ardían y el llanto por fin había cesado, ahora solo quedaba el dolor. Pero me juré que mantendría en alto las esperanzas, Miley no se había ido, aún estaba allí.
—¿Estás mejor? —me preguntó mi hermano apareciendo en la oscuridad.
Me había olvidado por completo de él. Estaba agradecida por haber sabido darme el espacio y el tiempo que necesitaba.
—¿Será eso posible en estos momentos?
Ambos nos quedamos en silencio durante unos segundos hasta que él habló.
—Mamá llamó para saber noticias, dice que no has comido. Así no puedes estar, Lara, sé que por lo que estás pasando no debe ser nada fácil, pero debes pensar en ti también.
—No tengo apetito —musité.
—Debes hacer un esfuerzo, si te debilitas solo empeorarás las cosas —Suspiré—. Creo que estoy sonando como mamá.
—Sí, la verdad es que un poco.
Se echó a reír.—Busquemos algo de comer y volvamos.
***
Terminamos demorándonos más tiempo del que pensábamos, esto a pesar de mi insistencia para que Max hiciera las cosas rápido. Pasamos por la casa para comer y darnos una ducha. Cuando regresamos al hospital, ya había amanecido y se encontraba el triple de lleno que la noche anterior.
La familia de Miley estaba sentada donde mismo, los tres tenían unas ojeras inmensas. Me dio un poco de cargo de conciencia haberme ido sin más y haber regresado a estas horas.
—¿Hay noticias? —pregunté, captando la mirada de todos.
—Nada, sigue en el mismo estado —respondió Sara con una voz muy débil.
Me dolía el corazón escucharla hablar, pues cada vez salía algo más desgarrador de su boca.
Me senté en un sofá al frente de ellos y mi hermano hizo lo mismo a mi lado. Me alegraba saber que lo tenía a él junto a mí, aunque no cambiara el hecho de que mi mejor amiga estuviera en peligro, pero su compañía me brindaba algo de fuerzas.
Me enganché los audífonos y puse música en aleatorio. Pero como si no estuviera destrozada lo suficiente, la tercera canción que se reprodujo fue “Say something” de A Great Big World y Christina Aguilera, una canción que concordaba demasiado para mi gusto con lo que estaba viviendo en esos momentos. No logré escuchar ni la mitad de la misma, tuve que detenerla para no comenzar a llorar una vez más.
Después de unas dos horas ahí sentados, pensando en todo, se acercó el doctor, estacionándose delante de Rebeca, y quedando de espaldas a mí. Lo escuchaba hablarle, pero no lograba entender lo que decía. Los dos terminaron marchándose por la puerta, por la misma puerta que esperaba con todo mi corazón saliera Miley pronto con una sonrisa en el rostro. Rodé la vista a Sara y noté su expresión un poco más entristecida que antes.
—¿Qué dijo el doctor? ¿Por qué se marchó Rebeca con él? —le pregunté.
—Continúa igual, nada ha cambiado. Solo vino para preguntarle a mi mamá si quería pasar a verla. Dice que eso muchas veces ayuda.
—¿Y luego irás tú?
—A mí no me interesa en lo más mínimo entrar, no quiero verla en esa condición. Lara, yo no lo aguantaría —me dijo con ojos llorosos.
Y la entendía, tenía razón. Yo tampoco sería capaz de soportar algo así. La extrañaba, y mucho, pero prefería esperar a que se pusiera bien. Ella saldría de esta, al menos de eso creía yo estar segura.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro