Miraba el lugar en el que estaba, el  intenso dolor de cabeza le impedía recordar que había hecho la noche anterior.

Cuando estaba por ponerse de pie escuchó como la puerta era abierta, la figura de aquel desconocido entró con una bandeja en la mano.

- Despertaste.

Eren: ¿Qué hago aquí?

- Te dije que no debías beber de esa manera, te pusiste tan mal que no tuve de otra que traerte a mi departamento.

Eren miro al chico, la pequeña sonrisa en los labios de al azabache lo hicieron preguntarse si algo había pasado la noche anterior.

Eren: Tú y yo, ¿hicimos algo?

- No quería hablar de eso pero, deberás ser responsable de mi.

Eren: ¿Qué?

- Ayer fue imposible sacarte de encima mío, abusate de mi.

Eren: ¿Qué?, ¿yo hice eso?

- Sí, ¿qué pasará ahora?

Eren miro al chico, cierto sentimiento de culpabilidad se instaló en su pecho al pensar en que había hecho algo.

- De saber que te pondrías así con una broma no la hubiera hecho, tranquilo, estaba bromeando.

Eren: Idota.

El castaño comenzó a llorar, el chico asustado dejo la bandeja en el pequeño mueble junto a la cama,  de manera cautelosa se acercó al castaño, lo abrazó al escuchar como el llanto aumentaba.

- Lo siento, no llores.

Eren: Idiota.

- Soy el idiota más grande de el mundo, pero ya no llores.

De manera delicada el azabache abrazó al castaño, cuando Eren dejo de llorar, el desconocido limpio las lágrimas.

- Lo siento.

Eren: Esta bien.

- No lo está, te hice sentir mal.

Eren: De verdad está bien.

- Eren, Eren, Eren, ¿qué haré contigo?

Eren: Nada.

- Ya veremos, ahora desayuna, tu cabeza debe doler, toma la pastilla para el malestar, cuando estés listo te llevo a tu casa.

Eren asintió,  viendo como el desconocido salía de la habitación se dio el tiempo de suspirar.