3. Amigos de infancia
5 años
- ¡No quiero recibir otra queja o te quitaré la televisión! -Una mujer gritaba desde la cocina hacía su pequeño hijo que se escabullia para salir jugar.
- ¡Pero má! No es mi culpa que los demás niños sean tan débiles -el pequeño de cabello rubio y puntiagudo se defendió. Bakugo llegó hasta la vista de su madre sujetando su pelota bajo el brazo.
La mujer solo soltó un suspiro por su imperativo hijo. Desde que el niño presento su particularidad se ha vuelto... Un poco sensible.
- Solo... portante bien, ¿si? -Casi suplico la mujer antes de escuchar pasos rápidos y la puerta principal cerrarse.
- ¿Puedo ir al parque? -Uraraka jaló la falta de su madre para pedir permiso para salir a jugar con sus amigas. Llevaba su muñeco de la serie de momento: la princesa Luna de My Little Pony.
- Sí, pero debes regresar antes de que caiga la noche -permitió la mujer y la niña salió con una sonrisa y dando brinquitos.
El dichoso parque solo se encontraba a la vuelta de la casa, además que era un suburbio tranquilo.
Tres niñas se juntaron y cada una tenía sus propias muñecas. La niña de cabello verde oscuro traía un sapo de tela y la otra, una pelirosa tenía un gatito igual rosado con dos colas, toda una extrañeza.
El trío de pequeñas jugaban en la arena cuando un grupo de niños se les acerco de forma amenazante.
- Sería una pena que este sapito se fuera saltando -Bakugo le arrebato el juguete a la peliverde y sus compinches se rieron al acto, después de todo él era el líder y maestro de la diversión.
- Devuélvemelo -dijo la niña de forma tranquila, sin importarle mucho pelear.
- Si, Bakugo. No vaya a ser que se ponga a llorar -uno de los niños dijo y los tres se rieron.
- ¡Se lo diré a tu madre, Kacchan! -Uraraka amenazó formando pequeños puños con sus manos, poniéndose a la defensiva.
- Iugh, ahora tengo miedo -se burlo Bakugo. Sostuvo con una mano el peluche y con la libre, creo pequeñas explosiones en su palma abierta, cada vez acercándolas más al juguete.
- ¡Eres malo, Kacchan! -La pequeña castaña apretaba cada vez más sus puños y en sus ojitos comenzaban a verse la acumulación de lágrimas.
El rubio lo notó y sentía que esta vez sí se pasó un poco.
- Da igual -dejó caer el peluche al suelo y se dio la vuelta para irse, guardando las manos en los bolsillos de su short de cuadros.
Uraraka limpió sus ojitos y recogió a la rana para entregársela a su dueña con una sonrisa.
Bakugo vi el intercambio de reojo, volviendo la mirada al frente.
Él no quería que Uraraka llorara, pero tampoco sabía como hacerla sonreír.
××××
Actualización temprano porque no estaré y tampoco quiero cumplir el castigo :v
Tal vez al siguiente le haga art... Taaaaaaal vez...
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