— ¡Sanguijuela, ven aquí!

— ¡No le grites, solo lo asustas!

Cierto rubio estaba corriendo detrás del cachorro color miel. Uraraka soltar un pequeño bufido al ver qué el tranquilo día de picnic había planeado, quedaba de cabeza, sin embargo una dulce sonrisa adorno sus labios. La felicidad en el desastre era una contradicción algo singular.

El cachorro de cocker corría feliz de un lado a otro en el parque, disfrutando de la sensación del césped en sus patas, quién no parecía disfrutarlo era Katsuki, al cuál las marcas de las venas en su cuello delataban su humor.
Katsuki decidió dejar al cachorro en paz, un cachorro fue una pésima idea y ahora le pasaba la factura. Ya cansado, regresó a su lugar junto a su esposa, quién dulcemente le entrego un sándwich en triángulo, que no tardó en desaparecer en la boca del rubio.

La brisa movía las copas de los cerezos, haciendo que pétalos revolotean por todas partes, cayendo donde se les diera la gana. Se encontraban debajo de un cerezo, con la clásica tela cuadriculada, una canasta con varias cajas de bento con distintos guisos, desde sushi a rebanadas de pastel de crema y frutas.

Estaban en la clásica cita para ver cerezos, en donde las copas de los árboles rebosaban de color rosa y la temperatura era disfrutable aunque aún saliendo del invierno.

— ¡Achiiis! — Uraraka soltó un estornudo y llevo un pañuelo a su nariz para limpiarse.

— Aún está un poco fresco, debimos quedarnos en casa. —Soltó Katsuki mientras fruncía el ceño.

— Jejeje, es temporada de cerezos y sería pecado no verlos. —Refuto Uraraka con una sonrisa, mientras sus mejillas sonrojadas relucian.
Katsuki no dijo más, se quitó la sudadera sencilla que traía y se la puso a la castaña, esto hizo que las mejillas de Uraraka cobrarán un color más brillante.
Tal vez Katsuki no era el mejor en demostrar afecto, pero esos detalles eran por los que cada día se enamoraba más de su esposo.

— ¡WOOF!

— ¿Te dignas a regresar?

— ¡Woof!

El cachorro se tiro hacia Katsuki para lamerle la cara y de paso dejarle húmeda baba, haciendo que nuevamente las venas se marcarán en su frente.

— ¡Maldito! ¡Te mataré!

— ¡Sólo le causaras traumas al niño!

Uraraka le gritó entre risas a la espalda de su esposo que nuevamente se paraba para ir detrás del cachorro, quién volvía a dar la carrera de su vida entre los árboles para evitar que lo atrapen.

Tal vez eran algo entusiastas, pero esa era la pequeña familia de Ochako y no la cambiaría por nada.

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Cortito pero es que son drabbles(?
Aaahh que ha pasado tanto tiempo, gomeneeee xd
He recibido tantos regaños, gracias por hacerme saber que les gusta, los ailoveo ;w;
Prometo terminarlo(? Sólo le quedan 5 situaciones más;;