el descanso acabo y todos tuvieron que regresar a sus aulas. El chico de cabellos azules, trato a toda costa, de evitar caer en el episodio de comportamiento anterior, por lo cual trato de eliminar cada pensamiento de aquella noche y concentrarse por completo en el libro del cual debían hacer una reseña, en el problema matemático de la pizarra y en la pelota mientras trancaría la clase de educación física. Por lo cual al termino de el tiempo laboral, había olvidado casi por completo, la situación en la que se encontraba. 

En cuanto puso un pie fuera de la escuela, sonrió con algo de nerviosismo, y se dirigió a un centro de copiado, para así poderle entregar los apuntes requeridos a su amiga. Siendo los apunte de matemáticas los mas importantes, algo difícil, pero estaba seguro de que su amiga podría con ellos, después de todo las matemáticas se le facilitaban bastante a ella. Nagisa sonrió un poco con tan solo recordar las formas tan ingeniosas en las que su amiga te podía explicar el como sacar los resultado y el proceso...

No podía creerlo, simplemente no podía ¿Cómo es que esto podía ser posible? Sentía como su estomago estaba revuelto. Su amiga, Shimisu estaba postrada en una cama, con las manos llenas de cicatrices y una venda cubriendo sus ojos, esta misma estaba teñida de sangre, al rojo vivo que posaban donde debían de estar sus ojos . Nagisa dio un paso dudoso y su amiga hizo su rostro hacia barias direcciones. 

-¿Quien es?¿Donde estas? - Pregunto la joven de cabellos negros y piel pálida. 

-Shimisu ...- fue lo único que alcanzo a pronunciar, mientras sentía que un nudo, se formaba en su garganta. 

-¿A? - dijo a modo de pregunta, mientras se quedaba estática, en silencio, para así poder captar mejor los sonidos y averiguar de donde provenían. Nagisa suspiro y toma aire para calmarse mientras se seguía aproximando a la cama donde su amiga reposaba.  -S,s, soy nagisa, tu amigo - contesto tartamudeando llegando al fin al borde de la gran cama. 

-¿Nagisa?- Pregunto la chica frunciendo sus labios en una sonrisa melancólica. -Si, soy yo - contesto con una voz tristona, no podía dejar de pensar una y otra vez en las mismas palabras - Traje todos los trabajos que hicimos hoy, mientras te ausentaste- exclo y dejo las copias al lado de el cuerpo de su amiga, para después sentarse en el borde de el colchón y tomar la mano de su amiga.  

-Nagisa- pronuncio el nombre de su amiga y torciendo sus labios en una mueca en un esfuerzo de contener las lagrimas, - yo, yo ya no puedo, el el - sus palabras son interrumpidas por su llanto que se mesclaba con la sangre , mientras el chico de coletas acariciaba su espalda, también a punto de las lagrimas. 

-Nagisa, el demonio - exclamo entre las lagrimas - yo, yo lo hice, me quede en, en frente de ese maldito espejo - maldijo con su voz quebrada. - pero abrí los ojos después de el tiempo debido y el se quedo con ellos después de cerrar el trato - explico, al tiempo que pasaba sus dedos por la lastimada palma de sus manos. 

-Nagisa, ya no tengo escapatoria- Afirmo derrotada, al tiempo en el que sacaba de su bolsillo una gargantilla, de coloración negra y una pequeña pirámide colgando de este.