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ÚNICO.

Lo vi una mañana de invierno, choqué con él mientras me dirigía al trabajo, el día estaba frío y el fuerte viento congelaba mi rostro, pero su pecho caliente me protegió de la fuerte ventisca, su rostro masculino y su atildado lucir me hicieron pensar que un noble estaba ante mí, pero, ¿Qué haría un noble en los barrios bajos? Él me miró con escrutinio, yo estaba trémulo ante tal poderosa mirada, podía sentir esos obscuros ojos perforar mi alma, a los pocos segundos, una sonrisa apareció, suavizó su expresión y parecía infantil.

—Me he perdido— fue lo primero que salió de sus labios llenos. — ¿Podrías indicarme el camino al banco de la ciudad?

Mi garganta se sintió seca, relamí mis labios ante su preciosa mirada, desde ese momento supe que él sería mi perdición.

—Cla...Claro, yo soy cajero ahí— mi rostro siempre fue de naturaleza imperturbable, pero ese día una suave sonrisa lo adornó.

Después de haberlo dejado en la oficina del dueño del banco, toda esperanza de volverlo a ver desapareció, no me habia equivocado, mis compañeras cuchicheaban entre ellas, el gran príncipe de la región perdida JongIn estaba en el lugar.

Pero mis suposiciones fueron erróneas, un diecisiete de abril el príncipe regresó, pude apreciar la preciosa piel morena un poco más, pues esa vez había dejado el traje formal -digno de un príncipe de siglos pasados- por un atuendo casual, adecuado al tiempo en que ahora vivíamos, la camiseta negra se ceñía a su cuerpo, sus brazos musculosos hicieron suspirar a las señoritas, y tal vez un poco a mí, de nuevo entró a la oficina y uno por uno de los empleados fueron entrando, cuando llegó mi turno, pude sentir el pánico real, ¿El príncipe me correría?

—Buenas tardes— me dijo al entrar.

—Buenas tardes— le respondí.

Me dio un lacónico discurso sobre los pequeños cambios que abría en el banco, y preguntó sobre las condiciones del trabajo. Con su sonrisa infantil y la bonhomía que lo describía se despidió de mí.

Nuevamente cambió mis expectativas, pues regresó al siguiente día, esa vez no fue para arreglar asuntos de negocios, ni para supervisar el patrimonio monetario del reino, no, esa vez fue para invitarme a tomar un café, posiblemente el más caro de mi vida, porque la cafetería era demasiado preciosa.

—Soy Kim JongIn, pero estoy seguro de que ya lo sabes— pasó su mano sobre la mesa y la colocó sobre la mía. —Pero yo no conozco tu nombre, ¿Podrías decírmelo?

¿Cómo decir que no a esa preciosa sonrisa? —Do KyungSoo— respondí.

—Precioso— dijo, tomó mi mano entre la suya y la besó con delicadeza. —Tu apellido me suena, de alguna forma.

—No lo creo, nunca he conocido a ningún Do. — controlé mis emociones, pues aquella acción había logrado acelerar mi corazón.

Pareció pensar lo que dije, pues de pronto se volvió silente.

—Si recuerdo, te digo— de nuevo la sonrisa infantil suavizo sus sensuales facciones.

—Claro— esa fue una promesa para seguir viéndonos.

Aquella secreta promesa se realizó, nos vimos durante los siguientes meses, podía sentir la alegría del sentirse querido, por alguien sin relación sanguínea.

Sentía que JongIn me estaba acortejando, nuestra clase social no parecía un impedimento para lo que sea que tuviésemos, le gustaba que la gente me viese con él, las citas siempre eran diferentes, y en todas lograba que mi corazón retumbara en mi pecho.

Una tarde cálida de verano nos encontrábamos frente a un lago, él entrelazó nuestras manos en un suave agarre, que prometía un sentimiento puro, su rostro estaba relajado, parecía sereno, entonces me miró.

—Estoy en edad núbil— dijo, mi corazón latió tan fuerte, que tenía miedo que lo escuchase y supiera lo mucho que lo quería. Lo sentí como un aviso, como si él quisiera algo de mí, ¿Yo sería con quien contraería nupcias? Tal vez por eso me lo estaba diciendo.

—Genial— dije— Yo también.

El trató de sonreír, trató porque sólo formó una mueca temblorosa.

—Me gustas, KyungSoo— su mano libre acunó mi rostro y lo atrajo a él— Eres el ser más precioso del universo— sin poder decir nada, me besó, sus labios llenos sobre los míos delgados fueron una combinación hermosa. Fue un beso lento, lleno de amor.

Me sentó sobre sus piernas, y me pidió cerrar los ojos, su flirteo era el más lindo, hice caso y deje que hiciese lo que quisiera.

—Abre tus ojos, bonito— los abrí con lentitud, el rostro de JongIn captó toda mi atención, sus ojos obscuros me gritaban que estaba excitado, me giró y sólo hasta ese momento, cuando mi espalda tocó un mullido colchón, supe que mi príncipe habia usado su habilidad para teletransportarnos a la habitación de su castillo. —Quiero amarte toda la noche.

—Ámame toda la noche mi príncipe.

Aquella noche dejé que invadiera el lugar entre mis piernas y me quitara la virginidad son sus dulces besos, no me arrepentí, ni ese día, ni nunca.

Nuestra historia de amor parecía escribirse bien, teníamos altas y bajas como cualquier relación, pero era una historia bonita, digna de leerse, o eso pensaba yo.

El invierno llegó, con ello llegó la nieve y el chocolate caliente, ah claro, y mis vacaciones. Sentía que sería genial, podría estar con mi príncipe, pero el destino siempre nos da una bofetada con la mano mojada, parecía estar siempre ocupado, yendo y viniendo, en dos semanas lo vi sólo dos horas, pero lo comprendía, era un príncipe, y en enero del siguiente año, se convertiría en rey, era más que obvio que estaría ocupado, por ello no me preocupe.

Regresó a mis brazos y nos entregamos el uno al otro la madrugada del treinta de diciembre, me sentí un hombre pleno y feliz, sentía que podíamos estar juntos por siempre, o por lo menos hasta que yo muriera, porque JongIn era un ser inmortal, JongIn era uno de los eternos guardianes del árbol de la vida, el cual apenas se recuperaba después de los tiempos terribles. Pero no importaba, quería pasar mi mortal existencia con él.

Al día siguiente su lado estaba frío, se habia ido hace horas, un escalofrío recorrió mi espalda, tal vez sólo era el frío de invierno, era treinta y uno de diciembre, era lógico, casi era enero y su coronación se avecinaba.

El día parecía triste, la nieve caía fina y lenta, las personas caminaban encorvadas, tratando de proteger todas las zonas posibles de sus cuerpos, compré un chocolate caliente y camine por las calles, de pronto, un tumulto de gente pasó entre corriendo y trotando, todos se dirigían a la explanada del centro, por mera curiosidad los siguió, ahí sobre un pequeño escenario de madera estaba mi príncipe, con ropa de gala y un abrigo blanco frondoso y costoso, su rostro estaba triste y la sonrisa que calentaba de mi corazón parecía no querer salir, a pesar de que siempre estaba alegre para su pueblo, a su lado izquierdo estaba el consejero del difunto rey, sonreía altanero, a su lado estaba un hombre, de ropas negras y finas, su sonrisa estaba medianamente torcida, como si también estuviese obligado a estar ahí, mi vista fallaba un poco, pero aquel hombre de ropas finas parecía ser Conde de la tierra de los caídos, aquellos que no seguían las reglas y no tenían derecho a ser protegidos por los guardianes del árbol, ¿Por qué estaba ahí? Mi vista se dirigió al lado derecho de JongIn, una muchacha de vestido negro con detalles morados, su rostro mostraba una sonrisa linda, no sabía porque se estaba armando todo el alboroto, comencé a abrirme paso entre la gente.

—Pobladores de la región perdida— el consejero alzó la voz— Han sido convocados para un anunció real— mi vista se dirigió a JongIn, mientras pedía permiso y avanzaba. — El príncipe JongIn contraerá matrimonio con la hija del conde Yang HyungSuk, Jennie. — Mis pies se sintieron pesados como rocas— La boda se llevará acabó después de la coronación.

Todos aplaudieron con emoción, la chica apoyó sus manos en el brazo de JongIn y besó sus labios, algo dentro de mí se rompió, no supe en que momento comencé a llorar, sólo sentí las mejillas húmedas, sentí que todas sus palabras y promesas de amor habían sido vacías, sin sentido.

Corrí lejos, no quería que él me viese, no quería que supiera que me había roto.

JongIn no era para mí.

JongIn iba a casarse con alguien mas.

JongIn sólo jugó conmigo.

La tristeza y la ira se apoderaron de mi cuerpo, me detuve en los límites del reino, golpee la muralla, y un fuerte estruendo sacudió todo bajo mis pies, una gran rajadura apareció a lo largo de todo el muro y otro poco se cuarteo bajo mis pies, ¿Yo había hecho eso? Las lágrimas que nublaban mis ojos podrían estarme causando alucinación.

—¡KyungSoo!— mi corazón se aceleró cuando escuché la voz de JongIn, no quería verlo, mi corazón se rompería más.

Pero antes de que me llegara a mí, fui elevado del suelo, lo supe cuando mi estomagó se tensó y sentí cosquillas, miré mis pies y estos estaban despegados del suelo varios metros, una fuerza invisible me sostenía y me elevaba, hasta que estuve del otro lado de la muralla, ahí fui bajado más rápido, hasta estar frente a dos hombres desconocidos.

—Ah nuestro señor le gustaría verlo— dijo el más bajo.

Miré la muralla a mis espaldas y el dolor de mi corazón me hizo seguir a los hombres que comenzaban a caminar a través del bosque mágico.

No tenía caso negarse.

Ya no tenía un hogar en el reino de JongIn.

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Es un one-shot, pero me sirve para introducir un universo creado por mua, en base a algunas cosas del multiverso al que EXO pertenece.

Y PARA QUE LO ANTICIPEN, VOY A HACER UN BAEKHUN EN ESTE UNIVERSO 7U7.

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