36.- ¿Nicole o Laila? Mejor Dalila.
El remordimiento por abandonar al internet dos semanas consumió a Dean.
Recordó que ahora sacaba buenas notas, además Nicole y él hacían buen equipo, su exposición fue un éxito, literalmente había química entre ellos.
La exposición era de la materia de química.
También solían sentarse juntos, murmurando las respuestas a los problemas. Aparte, él
escribía en las orillas de los cuadernos de su vecina, dejaba pequeños mensajes o dibujos graciosos que provocaban una sonrisa o risa en su compañera.
Si aún fueran niños, estarían llenos de estrellitas por todo el rostro.
Quizá eran buenos estudiantes, o quizá no, eran los únicos cuerdos del colegio.
El Wi-Fi gratis trastornó a la mayoría de los jóvenes, no se separaban de su celular ningún momento, en los sanitarios revisaban sus redes sociales, o peor aún, se tomaban fotos frente el espejo para luego subirlas.
Los grupos de gamers o frikis abundaban.
Ya no existía paz, era una guerra de memes constantemente, e incrementaba el ciberbullying.
Dean únicamente usaba su celular con audífonos, para escuchar música mientras estudiaba ¿qué raro, verdad? Sí no fuera por Nicole y Zac él estaría como todos los demás. Por supuesto que ahora no era un nerd, aún seguía siendo el mismo atolondrado de siempre, y sabía que sí estaba cambiando era por ella.
—Pásame la dos—él seguía sumido en sus pensamientos—. Tarado, te estoy hablando— lo zarandeó.
—¿Qué?—reaccionó—. Ah, es Pez.
Nicole rodó los ojos y se fue a calificar.
El control escolar dejó de ser responsable, hasta los profesores vivían en el mundo virtual, no escuchaba a los alumnos, solo ponían sellos de entregado.
«¿A qué rayos vengo a la escuela?» Pensó Dean «Me estoy esforzando para una babosada, sigo odiando esta prisión» «Al carajo, volveré con el internet, extraño mi relación»
Tecleó su patrón de desbloqueo y vio que tenía más de 100 whatsaapp, posiblemente de Laila. Estaba por averiguarlo cuando entró en acción el subdirector.
—Así los quería encontrar, A TODOS—frunció el sueño y señaló los smartphones—. Me retracto, en este preciso momento quiero fuera todos estos aparatos portátiles y electrónicos—la clase no prestó atención— ¡Condenados mugrosos, escuchen!—la bocina de la radio que conecta con el director resonó como cuando un micrófono se cae, ese chillido. Las personas presentes cubrieron sus oídos con las palmas de sus manos, creían que se quedaría sordos.
Probaron el acople y finalmente se apreció lo que venía desde la cabina del director
–No podemos seguir con esto; Twitter, Facebook, Instagram, Tumblr, Snapchat, Vine, Wattpad están destruyendo esta institución, o mejor dicho, los estudiantes que usan esas redes, no hay excepciones, tenemos que detenerlos. No me queda otra opción, se les recogerán todo artefacto electrónico que traigan, pasarán a inspeccionar sus lugares.
—¿¡Qué!?—quejaron, y el subdirector que los acompañaba los miró, agarró una caja de cartón, y acumuló adentro los móviles, ipods, y nintendos.
De mala gana los estudiantes aventaban sus cosas, una chica reclamó que eso era una injusticia, estaba en todo su derecho, pero no contaba con sus obligaciones.
Nicole tiró su móvil al fondo de la caja, no se preocupó por él, tenía más aparatos en su habitación e intentaba dejarlos gracias al tiempo que convivía con Zachary.
Dean no tuvo tiempo de despedirse de Dalila (su celular, así lo nombró).
«Si tan sólo hubiera esperado cinco minutos más para usarlo» «Pude haberlo ocultado en un calcetín» «Dalila, amor de mi vida, te esperaré»
La sanción del director consistía en que los aparatos se quedarían guardados todo un fin de semana, para su mala suerte, el día que se los retiraron era jueves.
Una profesora tuvo la magnífica idea de reflexionar la importancia de las tecnologías, y expresar lo que sienten al usar o no la red inalámbrica. Algo así como un "Alcohólicos Anónimos" pero con estudiantes y la adicción al Wi-Fi.
Mientras hacían esa dinámica, el director regordete habló a la compañía para que cortaran sus cables de internet, y quitaran su servicio.
—Su turno señor Blackelee—anunció la maestra. Dean estaba distraído mirando por la ventana, Nicole lo codeó. —¡Dean Blackelee! ¿No quiere agregar algo al desahogo de internet?
El chico de cabellera rizada regresó del planeta Marte, se levantó de su asiento y caminó al frente. Resopló, no sabía por dónde comenzar, se meneó de un lado a otro y después contuvo una postura firme.
—Internet tuvo sus orígenes los sesentas—recordó que lo estudió—. Pero no fue hasta el 2006 que debutó, fue más fácil, sencillo y masivo conseguirlo. Aunque, es extraño, y muchos de los que me conocen sabrán que mi familia sufre de Tecnofobia, por lo que no aceptan el internet y las computadoras o algo semejante, toda mi vida ha sido así. Debería estar acostumbrado.
»Y a partir de hoy volveré a estar incomunicado, o eso diría si fuera el mismo chico internauta, cambié de parecer ¿saben? Me gusta navegar en la web, obtener un nuevo seguidor, ver mi post lleno de likes o favoritos, compartidos o retweets, pero no sirven de nada.
—Sin embargo el dinero y la popularidad se esfumaran, todo pasará, y si mi hermano estuviera aquí diría «Oye, estás soñando como yo», tal vez tenga razón, la vida no está en una pantalla, está detrás de esa pantalla, afuera. Justo aquí—señaló su al rededor.
—Asimismo ustedes me dirán ¿Esto es un tipo discurso apoyando al partido corrupto, en este caso al director? No, para nada. —la profesora le mando una mirada retadora—. Perdón, ese no era el punto, yo quería decir que no apoyo que no tengamos acceso a internet, porque ni yo mismo me creo lo que acabo de decir hace cinco minutos, en serio lo intento, y una chispa dentro de mí me dice que es cierto, pero simplemente no puedo. ¡Amo el internet!, y a Dalia, me refiero a mi celular, sé que no es un ser vivo para bautizarla con un nombre, pero no puedo evitarlo.
»Y es que, no sé si deba abordarlo pero el internet hizo un milagro en mi vida, como les dije que vivo, me veía obligado a robarle Wi-Fi a mis vecinos porque quería ser un adolescente ¿Normal? Y gracias a eso pude hablar con la chica de la que siempre he estado enamorado.
Nicole pensó en Laila y decidió desviar su mirada a la ventana.
—Nunca de los nunca me hubiera puesto atención sino fuera por el internet, no es que sea virtual, ella es real, me vuelvo más loco de lo que estoy. ¡El internet nos unió! No puedo decir que odio el internet o lo quiero dejar porque gracias a él ella me hizo caso, fue una esperanza para mí que habláramos después de tantos años—aclaró su garganta—. Sí, otra vez creen que me estoy desviando del tema de internet, pero no sé cómo explicarlo, ella es mi pasatiempo favorito y nuestra conversación siempre comienza hablando del Wi-Fi, sino existiera el internet o que mi familia decidiera ser normal no habría manera de que esa chica se fijara en mí.
»Si tuviera la oportunidad de robarle de nuevo la señal, lo haría sin dudarlo un momento. El internet fue esa pequeña puerta. ¿Entienden? No puedo estar en contra de eso, jamás. Aunque mi hermano me trate de convencer, aunque en esta institución me lo exijan ¡No puedo! me aferro a esa idea principal que cambió mi monótona vida.
Para ese entonces, Nicole ya escuchaba atentamente, y sentía curiosa, con ganas de saber que ella la razón.
—Amo el internet, pero la amo más a ella. Y aunque me pida que lo dejen, es la raíz y no la puedo cortar, porque ella también se iría.
Los compañeros murmuraban para saber de quién se trataba, porque podía ser Laila ¿está de viaje, no? Y el internet es el medio para hablar con ella.
La chicharra sonó para marcar el receso y él aún no terminaba de hablar. No obstante los demás aplaudieron, guardaron sus útiles y salieron, excepto Nicole.
Dean seguía cerca del pizarrón, recargado y absorto, reflexionó en sí era correcto haber confesado eso enfrente de todos, no había sido consciente. A veces acumular por tantos años un sentimiento provocaba eso, admitir todo de una vez y sólo reaccionar después de haberlo soltado por completo.
No se sentía tranquilo, estaba más inquieto y preocupado.
—Te has quedado paralizado...—se acercó Nicole a paso lento.
—Creo que no debí haberlo dicho de esa manera—bajó la mirada—. No quería que fuera una indirecta, yo...
—Está bien—interrumpió dándole un pequeño abrazo, del cual Dean no le correspondió y se apartó.
—Nicole...—susurró distante y cabizbajo, hizo una sonrisa torcida y regresó su vista hacia ella.
Sus ojos se cruzaron y permanecieron un segundo así, se podía ver el reflejo uno del otro en sus pupilas.
Dean le recogió un mechón de cabello y lo pasó por su oreja para luego acariciarle la mejilla.
—¡Dean!—exclamó Laila sonriente desde la puerta, el susodicho volteó sorprendido, se separó de Nicole mientras su novia corría para su encuentro y él arrastraba los pies hasta allá.
—¿Qué haces aquí?—saludó atónito—. No puedo creerlo, regresaste. ¡Incluso estás bronceada!—le tocó sus brazos a lo que ella rió.
—Mi labor de ángel guardián con mi prima terminó—endulzo su voz—. Te he extraño tanto, Rulitos, el tiempo que he estado fuera sólo me hizo pensar que no quiero separarme nunca de ti, y ya no quiero irme de nuevo.
—¿Por... por qué no me avisaste que ya venías?
—Lo hice, pero al parecer no has cogido tu celular ¿Hay algún problema? Y admítelo, la sorpresa fue mucho mejor.
—Nos arrebataron el celular a todos los estudiantes, deberías esconder el tuyo para que no te lo quiten—interrumpió Nicole y Dean ladeó la cabeza.
—¡Nicky!—la saludó con un beso en la mejilla—. Gracias y también te agradezco por cuidar a Dean, por lo que veo ya volvieron a ser amigos, me alegra saber que se contentaran después del error.
—No hay de qué—sonrió Nicole—. Sí, no te preocupes. Y tú novio ha subido las notas académicas.
Novio. Esa palabra dolía.
—¿En serio?—preguntó incrédula y ellos asintieron—. Esto se merece un abrazo grupal—rodeó a los chicos para ese incómodo momento, aunque para Laila fue de lo más natural.
—Los dejo, iré por una hamburguesa—mintió Nicole, necesitaba consolarse con sus amigas.
—Te acompañamos, tengo hambre, acabo de llegar hace una hora y mi mama insistió que viniera a la escuela en vez de comer y descansar en casa ¿Pueden creerlo?
—Hey—se apresuró a decir—. Insisto, no quiero ser mal tercio, y pueden que se pongan melosos tú y Dean.
—Oh vamos—bromeó Laila—. Además ustedes dos ¿que estaban haciendo aquí solos?
Nicole puso los ojos en blanco y Dean respondió:
—Acabo de hablar frente a todos sobre el internet y Nicole me esperó porque aún estaba en shock, después íbamos a debatir el tema cuando entraste...
—¡Oh qué lindo! ¿Aún se pone chapeado cuando expone? ¿Y tiemblan sus manos? ¿Su voz se entrecorta?
—No, estaba vez lo hizo muy bien, iba a felicitarlo—miró a Dean con desdén—. Es muy bueno improvisando un tema, estuve a punto de creerme todo lo que dijo.
Él la vio con tristeza, tenía que hablar urgentemente con ella.
—¡Has mejorado, amor!—giró hacia él—. Estoy muy feliz—se acercó para abrazarlo.
Dean miró por encima de la cabeza de Laila a Nicole quien negaba de un lado a otro rígida.
La rubia se aproximó a sus labios para besarlo. Él había olvidado cómo eran sus besos, lentos y prolongados. El año pasado había soñado varias veces con su encuentro y sintió un nudo en su estómago saber que no recibió a Laila como en sus sueños. Él tenía que haberla besado con fervor y no sólo seguirle el beso. Abrió sus párpados y notó que ya no estaba la presencia de su vecina.
Sus ojos se cristalizaron, se sentía el peor hombre.
—¿Por qué quieres llorar, cariño?
Dean negó y la atrajo hacia él, la abrazó fuertemente sumergiendo su rostro en sus hombros.
N/a: ¡Y comienza la recta final! ¿Qué les pareció el capítulo?
¿Qué equipo son? ¿Laila, Nicole o Dalila? Yo soy Dalila, que se quede con su celular con internet 🙆🏻🙆🏻 jajajja, empiecen las apuestas.
Búscame en Instagram: @KatQuezada
Búscame en Facebook: Kat Quezada
Grupo de lectores en FB: Blessingville- Lectores de KatQuezada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro