29.- Celebrar año nuevo con una guerra de comida.
¿Cómo pasar el 31 de diciembre al estilo de los Blakelee?
Dean despertó, molestó a su hermano, desayunó, tiró su basura, la de Nicole, le pintó las uñas de copos de nieve -que le quedaron fatales y tardó más de dos horas-, también le rogó para conectar su internet y la respuesta fue un rotundo «No», así que tuvo que seguir con su fracasada vida.
Zachary toleró a su hermano menor poniendo los ojos en blanco, ayudó a sus padres a preparar la ensalada de manzana cena y a rellenar el pavo, después se arregló para recibir a los invitados.
Los familiares llegaron y el chico rizado aún no estaba listo, pues aún no se duchaba por preferir bañar a Pizza para que luciera mejor que su dueño. Luego de su contratiempo, y acomodar su alborotado cabello, saludó a sus abuelos, tíos y primos paternos. Los condujo a la sala para «convivir», Dean intentó seguir el consejo de Nicole para disfrutar nochevieja.
—¡Hola!—saludó a su primo Ryan—¿Qué haces?—esperó una respuesta que no recibiría, así que se acercó más a él.
—¿Que no lo ves?—se apartó Ryan—. Estoy en Facebook—mostró sus datos.
—Deja eso, no te veo desde hace 3 años—argumentó Dean.
—No molestes—añadió su primo y se colocó sus audífonos.
Es cierto que los padres del joven rizado no aceptaban las tecnologías, pero no podían prohibírselas a sus familiares, puesto que estaban invitados y únicamente querían que se sintieran cómodos como si estuvieran en su propia casa.
Se tragaron su enojo y sólo le hicieron una mueca a Dean para que no se le ocurriera influenciarse de Ryan. No había necesidad de eso, el chico estaba perdido en su mundo virtual e intentara lo que intentara Dean, no lograba captar la atención de su primo.
Se rindió y fue a molestar a su prima Lazzy, una niña de seis años. Terriblemente se identificó con ella cuando hablaron de Dora la exploradora, ya que le recordaba a su dulce Nicole. Pero no fue una gran idea seguir el tema, pues le platicó de la parodia con zombies y la pequeña terminó llorando a mares. Sus tíos le aventaron miradas asesinas.
Caminó hacia la cocina, donde se encontraba su tía soltera cuarentona y abogada, los abuelos y sus padres. Estaban hablando de política y Dean andaba tan aburrido que decidió escucharlos, pero después de cinco minutos se hartó de la injusticia.
Sólo quedaba hablar con Zac, que leía cómodamente en el sofá.
—Hermano del mal—saludó Dean—. Todos están en su mundo, ayuda.
—¿Qué quieres?—bufó sin alzar la vista de su libro.
—Estoy aburridoooooo—cantó desafinado—. Ve por leña para encender la chimenea.
—¿Y yo por qué?
—Para dejar que leas, no puedo creer que casi acabes ese libro, sólo han pasado dos horas.
—Está interesante—iba a comenzar a recitar su libro.
—Que flojera, para, sólo desearía que la literatura también fuera prohibida como las tecnologías.
—¿Seguro?—arqueó una ceja— ¿No ibas a escribir un libro sobre mí en la esa cosa watapad?
—Wattpad—corrigió Dean—. Y no tiene caso, nadie quiere saber sobre ti, eres la cosa más aburrida que he visto en mi vida.
Zachary cerró su libro. Él jamás hacia tal cosa si no lo valiera.
—Yo soy más interesante que una tonta historia de un chico que está enamorado de su vecina pero jamás habló con ella hasta que éste se consiguió novia virtual, y le reclamó por desconectar el internet, ya que robaba su señal para poder hablar con su novia. Pero terminó confundido y ahora no sabe qué hacer.
Dean achicó los ojos. —¿Puedes dejar de burlarte de mí? No ayudas.
Zachary meneó la cabeza mientras soltaba una risita.
—Nadie dijo que hablaba de ti, yo solo me refería a una historia que vi era famosa en Wattpad. Y por eso no leo ahí, las historias son basura.
Hablando de basura, Dean arrugó una bolita de papel con su saliva, y la escupió en la cara de su hermano. Vamos, es que era insoportable cuando denigraba otros libros solo por no pertenecer a los clásicos.
—¡Vuelve cosa infernal!—gritó persiguiendo a su Dean hasta su habitación.
Zac respiró hondo y regresó a su lugar para seguir leyendo, pidió disculpas a la familia.
Dean abrió lentamente su puerta y notó que no había nadie, no pudo evitar más y cogió su móvil a escondidas. Luego se encerró en el baño, bajó la tapa del inodoro, y se sentó en la bacinica para jugar en su celular... Gran manera de festejar la última noche del año.
Cuando alguien quería entrar a hacer sus necesidades él fingía estar enfermo del estómago y por esa razón tardaba. Disfrutó escuchar sufrir a Zac porque no salía del baño, pues el otro estaba en fuera de servicio.
—¡Caracoles!—exigió su hermano—¡Sal de una vez!
—¡Con un carajo! ¡Abre la puerta!—amenazó su padre.
Dean se levantó inmediatamente y bajó la palanca del baño para no levantar sospechas.
Salió triunfante y le sacó la lengua a Zac.
—Cariño, ¿no quieres medicina?—preguntó su madre.
—Emmmh no gracias, ya acabé de sacarlo todo...
—Pero puedo recetarte algo, para que estés mejor hermanito—sonrió Zac.
—Tengo una idea mejor, hazme un té—ganó Dean y el mayor se levantó para calentar agua. Y cuando se lo trajo preparado, fingió tomarlo pero en realidad lo tiró en las plantas ¿Qué tal si contenía veneno?
La noche prosiguió aburrida, pues en la casa no había con que encender la chispa de celebración, sin música y sonido, sin televisión o radio.
Lo mejor fue cuando la abuela tocó el piano y se quedó dormida mientras lo hacía.
Decidieron adelantar la cena por falta de cosas que hacer, así que los abuelos oraron por los alimentos, y dijeron unas palabras cada quien para dar pauta a comer.
—Entonces Dean, ¿tienes novia?—se animó a preguntar la tía Roxana.
—Así es, hace tres días se volvió oficial—sonrió.
—¿Y tienes una foto? quisiera conocer a la desdichada digo, a la afortunada—rió ella.
—Dean no usa smartphone—se adelantó a decir su madre.
—Pero tengo algo que funcionara—dijo él, se levantó de la mesa para ir a su recamara y traer un retrato que pintó para darle después de las vacaciones—. Se llama Laila, es la chica más popular del instituto...—comenzó a presumirla.
—Caray, está muy linda—señaló su primo.
—¿Y ella es la vecina?
—¿Qué?—se confundió Dean—¿Por qué?
—No lo sé, volteas mucho a la ventana de alado.
—Ah no, sólo es mi amiga.
—Creí que gustabas de ella, y nunca pensé que tuvieras una novia como la que dices, te creería más si dijeras que te gusta la vecina—argumentó su tía.
Dean tosió y absorbió rápidamente su refresco mientras Zac reía con el comentario.
—¿Tienes algo que decir, Zachary?—volvió a hablar Roxana.
—No, nada—enrollo con su tenedor el spaghetti—. Perdón, tía.
—Vamos, diles—habló Dean.
—¿Qué cosa?—preguntó su hermano mayor.
—Zac compartió audífonos con la vecina —anunció a propósito el chico de rizos.
Para muchas familias podría ser algo de lo más normal, pero para esta familia, eso era delito.
–¿Y cuándo planeabas decirnos?—cruzaron los brazos sus padres.
—¿Qué?—escupió Zac—. Sólo fue un momento, describí a una artista llamada Adele.
—¡Zachary, no te contamines, por favor!
—¿Qué? No, no, yo no...—Fulminó al chico—. Papá, mamá, les tengo que confesar algo, y no es lo que ustedes piensan, mi hermano menor por unos meses ha...
Dean tragó saliva, sabía que iba a revelar que ocultaba un celular, tenía que actuar rápidamente y lo único que vino a su mente fue la comida, no dudó en lanzarle una ración de spaghetti al rostro de su hermano para callar sus labios.
Zac sacudió la cabeza y tocó su nuca. Sí había algo que amara después de los libros y la medicina, era su cabello, su castaño, lacio y suave cabello.
Giró hacia su enemigo y le regresó la jugada, Dean tenía al menos tres pedazos de pasta en sus chinos, y uno que colgaba en su nariz, se acomodó los lentes y alzó los hombros.
Bueno lo valió, se le olvidó lo que iba a decir. Pensó inmediatamente.
—¡Chicos!—exclamó su madre—¿Qué ha pasado con esos modales?
Zac estrelló su mano contra su cara, no quería peleas en ese día, se enfureció porque todo era la culpa de su hermano, así que no le importaba si se gastaba lo que había en su plato, aventó más comida al traje de Dean.
Lo tomó por sorpresa y este se asustó.
Bien, posiblemente mañana ya no haya recalentado. Reflexionó y lanzó su porción de cena.
—¡Guerra de comida!—aplaudió Lazzy.
—¡Sí!—anunció la abuela y tomó la crema para ensuciar a la nuera que le caía mal.
La señora Blakelee terminó embarrada de lácteos.
Miró a su esposo y le regresó el juego.
Ahora entre todos estaban lanzándose comida, parecía que volaba el spaghetti y el pavo.
Dean reía y quería tomar fotos por lo ridículo que estaban siendo, pero sabía que él mismo se delataría y sólo guiñaba el ojo imaginándose que tenía una cámara en sus lentes para tener ese recuerdo en su memoria para siempre.
Vio que Zachary por primera vez se comportaba como un niño o adolescente, se reía.
Las cosas se ponían cada vez más fuertes, pues los minutos avanzaban y la comida caía en más cantidad.
Probablemente no sólo se queden sin recalentado, era fácil distinguir que se quedarían sin cenar.
La familia Blakelee fue a la cocina por las cazuelas y los postres, iniciaron también la guerra de pastel, Zac con trabajos podía respirar después de que su cara quedara sumida en el pie de limón.
Dean se escondió bajo la mesa y rodó hasta la sala para caminar en cuclillas y salir a tomar aire. Se escapó lentamente y se dirigió a la entrada principal, desde ahí se podía escuchar el festejo de la familia Carter.
—¡5! ¡4! ¡3! ¡2! ¡1! ...—escuchó voces—¡Feliz año nuevo!
Había música, varias luces prendidas, serpentinas y espantasuegras sonando. Él rió al distinguir por la ventana a su vecina brincando y bailando. Escondió sus manos en sus bolsillos y se desplazó a la casa de Nicole, sin antes sacudirse la comida que traía encima. Tocó el timbre y tardaron un buen tiempo en abrir, de no ser por lo insistente que era Dean, jamás le hubiera hecho caso.
—¿Otra vez el ladrón de WIFI?—espetó la señora Carter—. Niño, no molestes, no vamos a conectar la internet.
—Sólo vine a desearle feliz año nuevo a Nickelodeon, debido a que desconectaron la red preferí decírselo en persona—soltó sin tapujos.
La señora resopló y gritó el nombre completo de su hija para que escuchase, emparejó la puerta y se fue, dejando al pobre Dean en el frío de la entrada.
—No Kyle, no quiero saber nada de ti, lárgate—exclamó Nicole sin mover un centímetro el picaporte.
—No, soy papá Noel jojojojo—imitó la voz de Santa.
— ¿Dean?—preguntó asomando su cara a la ventana superior de la puerta —. Navidad ya pasó, homúnculo.
—Como sea, te tengo un regalo pero lo olvidé en mi casa así que sólo me tienes a mí... ¡Feliz año nuevo!—extendió sus brazos para que abriera y así poder abrazarla.
Ella sorprendida se quitó el gorro de fiesta y dijo:
—Sin regalo no hay abrazo—cerró de un portazo. El joven se desanimó por el abandono y frotó sus manos.
—¿Entonces tendré que pedir posada con los Brooks?—murmuró.
—No tonto, ya estoy aquí—lo abrazó por la espalda, había salido por la ventana del porche y así sorprenderlo. En efecto, Dean se sobresaltó por la ocurrencia.
—Genial—soltó una risa y giró sus talones para verla en cara. Le devolvió el movimiento y la apretó fuertemente.
—¿Quieres pasar?—lo invitó esta vez cuando dejaron de abrazarse.
Dean miró su casa, lo más seguro es que ellos aún no se daban cuentan que él faltaba, pues ni siquiera habían notado que ya era el año 2016.
—Sí, tengo hambre—admitió, posiblemente no quedaba nada rescatable en su hogar.
—¿En qué momento te invité al brindis?—reaccionó riendo.
•••
Terminó por convivir con los Carter como un un amigo cercano del familia, conoció a los primos y tíos de su vecina y en la cena entabló una conversación agradable con ellos a tal punto que fue requerido para el festejo próximo: Salir al jardín a soltar globos de cantoya. Dean bautizó a uno con su nombre para que volara tan lejos como las estrellas que tanto amaba, era un sueño hecho realidad.
—Sabes, esto se parece como en la película Enredados—mencionó por los globos y por cómo lucía hoy su cabello—. También podrías ser Rapunzel cuando le cortan su cabello mágico. Eres tantos personajes de Disney.
—¿Eso es bueno?—arqueó una ceja Nicole.
—Maravilloso, me confirma que eres una princesa pero no solo de animación o de una palabra cariñosa, eres real.
Ella lo miró bajo el cielo estrellado, y le agradeció por ser parte de su año, y por haberle robado el internet. Podía ser su Flynn Rider, con la única diferencia de ser rizado.
Subió un poco el frío, y Dean como un caballero iba a darle su abrigo pero cayó spaghetti de su manga, al parecer no se había sacudido del todo bien.
—¿En serio, Dean?—rió ella alzando un tira de pasta que colgaba de su brazo—. De verdad amas la comida ¿cuánto tiempo lleva eso ahí?
—Larga historia, a propósito, creo que gracias a eso debo irme—por lo menos habían concurrido dos horas desde la guerra de comida.
—Ah, entiendo—estiró los hombros—. Descansa...
—¡Por fin te encuentro!—sorprendió Zachary dandole un golpe a su hermano.
—Hey—se quejó Dean—¿Cómo entraste?
—Siempre te busco con los vecinos, y los ancianos ya están dormidos, pregunté si aquí estabas y la familia Carter me dejó pasar—aclaró y se dirigió a Nicole—. Hola, te deseo para este 2016 que todo tu metabolismo esté en perfecta homeostasis, que llegues a ese control absoluto de tu perfil Tiroideo y Lipídico, feliz año.
—Está bien, ahora en español, por favor—respondió riendo. Eso de estar estudiando medicina afectaba el sistema de Zachary.
—Estamos de vacaciones, no voy a pensar—se apresuró a decir Dean jalando de la camisa a Zac. Aún seguía pegajoso por el chantillí, por lo cual limpió su mano en la espalda de su hermano—. Ya vámonos.
•••
—¿Y los demás?—inquirió al llegar a casa.
—Buscándote, como siempre.
—No entiendo cómo les preocupo tanto, ni que fueran a atropellarme... ¿O sí?—se quejó.
—Eres adolescente, podemos esperarnos cualquier cosa.
—Basta—vibró su móvil con una llamada entrante de Laila— ¡Hola amor! lo siento tanto por no lograr conseguir internet el día de hoy, te extrañaba, te deseo un...
Zac lo empujó para que colgara, sus padres estaban apuntó de abrir la chapa y enterarse de una vez por todas que existía un celular en casa.
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