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26.- Razones por las cuales no debes cantar.

La noche estaba helada, pero eso no impedía que Nicole siguiera en su terraza mirando el cielo oscuro y las pocas estrellas que había.

Suspiró recordando que el chico del cuál gustaba era como una de ellas, podía contemplarlo más no tenerlo.

—¿Nicole?—interrumpió sus pensamientos—¿Qué haces afuera a estas horas?

—Hola, Dean—sonrío ella.

El chico logró sentarse también en su propia terraza —Es peligroso, deberías meterte a casa.

—¿Por qué?

—Podrías caer, y no me gustaría que te hicieras daño—confesó él.

—En la semana he frecuentado este lugar, no pasará nada—alzó sus hombros.

—Bueno, espero no espantarte y que caigas del precipicio—bromeó con la intención de acordarle la primera impresión cuando se cayó del balcón de Nicole.

—Es verdad, casi lo olvidaba—rió ella—. Lo siento.

—Estuvo bien, yo hubiera reaccionado igual si me robaran mi internet...

—No te creo.

—Tienes razón, a quien engaño, yo dejaría mi red sin clave y siempre disponible para que las personas no sufran como yo.

—Mala idea—Nicole negó con la cabeza—. Así se pondría bastante lenta y ni tú la podrías usar.

—¿De verdad?—preguntó tristemente—. Bah, debería ser un derecho tener Wi-Fi gratis.

—Me parece que ya lo es.

—No importa, de todos modos ya no tengo celular—aclaró Dean y mostró sus piezas—. Fue culpa de Zac.

Ella rió y vio una oportunidad —Qué lástima, y yo que otra vez te iba a compartir de mi red.

—¿Ah, sí?—los ojos del chico brillaron.

—Obviamente—respondió—. Pero ya no sólo te pediría a cambio palomitas, también tendrías que hacer otros deberes.

—¿Cómo cuáles?—arqueó una ceja.

—Como tirar mi basura, ir por mis compras, recoger mi alcoba, pintar mis uñas...

—Era muy bello para ser real—rió él.

Nicole sonrió —Pero sobre todo hacer que me divierta—Dean volteó hacia ella—. Ya sabes, aunque fuiste un patán conmigo eso no te quita lo cómico, hacías que mis días valieran la pena y que riera como loca al recordar esos momentos.

—Creo que yo también lo extraño—admitió Dean—. Y lamento haberlo arruinado al caer en  «depresión»  y culparte por eso.

—Olvídalo, ya quedó en el pasado.

—¿Pero aún somos amigos?—no sabía qué respuesta quería escuchar.

Nicole tardó en contestar pues prefirió solo mirarlo.

—Si tú lo deseas...

Él tornó los ojos —Lo anhelo de verdad—confesó—. Pero que sea como al principio.

—Hey—alegó ella—. Tú estás con Laila y yo con Kyle.

—Al menos no es con Zach—tosió Dean.

—¿Mande?

—No, nada—dijo rápidamente— ¿Crees que tenga arreglo mi celular?

—Déjame ver bien—Dean alzó los brazos para que ella los alcanzará a distinguir—. No se te quieta lo exagerado, sólo tienes que unirlos, amigo.

—¿De verdad?

—Sí, es sencillo.

—Entonces creo que sí aceptaré tu oferta—agregó Dean—. Y para que veas que estoy arrepentido, haré algo por ti aparte de tus requisitos.

Nicole se levantó, se sacudió el pantalón y respiró hondo para saltar a la casa de su vecino.

—¿¡Qué haces!? ¡Estás demente!—exaltó él cuando ella cruzaba el espacio mediano que los separaba entre hogares—Te vas a cae..—no terminó de hablar y la sujetó.

—Wow, creí que no lo lograría—anunció agitada.

—¿Qué fue eso?—quiso saber la razón de dicha adrenalina.

—No iba a gritar mi contraseña, capaz alguien la escucha y ya no serás el único vecino al que tengo que mantener.

—Muy graciosa—dijo con el pulso acelerado.

—Y también venía a ayudarte a reparar tu celular...

—Podríamos haber bajado y ser personas civilizadas—argumentó él.

—Oye, andas muy serio—se quejó—. Pero bueno, sólo quería fingir ser un gato.

—Nicole, te está afectado tener a Wifi encerrado en casa. Ya quieres cambiar los papeles, pobre gatito.

—Nah, él tampoco es un gato.

—Sí, es su especie, no tuya.

—Es gata—aclaró ella.

— ¿Qué?

—Tendrá gatitos dentro de dos semanas, apuesto a que me la regalaste para no te hicieras cargo de ella. ¡La abandonaste, canalla!

—Siendo sincero, ni siquiera sabía que era hembra.

—Yo menos—rió ella—. Y yo que ya le estaba buscando pareja por internet.

—No creo que haya páginas para eso Nicole... —rió también.

—Si las hay...—se justificó—. Oh bueno, no sé. Quizá fue un sueño mío.

—Lo más seguro.

Los dos se miraron y después alzaron la vista al cielo, la niebla estaba ocultando las estrellas y ella prefirió pedir el celular para comenzar a poner las partes en su lugar, después lo encendió y agregó su clave de internet.

—Ya está—se lo entregó.

—Gracias, siempre me salvas el pellejo—ladeó.

El frío empezó a ponerles los pelos de punta —Bien, creo que ya me voy.

—Vamos—se pararon al mismo tiempo, Dean pensó que bajarían en las escaleras, no obstante, ella seguía con la idea de salir como llegó—. Es una locura, no lo hagas.

—Hace rato dijiste que era la princesa, imagínate que soy Jazmín con Aladdin cuando están de incógnitos y saltan para llegar a su refugio—recordó esa parte de la película—¿Confías en mí?

—Sí—tomó su mano—. Pero no mueras—pues del otro lado no había nadie que la sostuviera.

—Será divertido—retrocedió para agarrar vuelo y brincar—. Espera, si muero en el intento ¿Cuáles serían tus últimas palabras para mí?

—Ya sabes, que me des tu contraseña de Facebook para publicar que ya no estás con nosotros.

—¿De verdad?

—No—carcajeó Dean—. Aunque estoy tentado a ver tus conversaciones con Kyle.

—No hace falta—sacó su iPhone y mandó los screenshoot por whatsaapp—. Te acabo de enviar los mensajes de cuando me pidió de nuevo ser su novia.

—Ah, okay—no sabía qué decir, y vibró su celular.

—Pero diciéndome la verdad ¿no dirías algo antes de saltar?

Dean guardó silencio, decidió que era mejor no decir sus sentimientos.

—Habla ahora o calla para siempre—frotó sus brazos, luego las manos y brincó a su terraza, tambaleó en la punta pero logró llegar a salvo—¡Sí!—mencionó alegremente.

—Un segundo, yo también quiero intentarlo—sonrió Dean y corrió para saltar a la casa de su vecina, miró hacia abajo y se detuvo—. Olvídalo, ya me dio miedo.

—Bueno—hizo una mueca Nicole y se dio la vuelta para entrar.

Alguien tocó su hombro.

—Ya estoy aquí, era broma—había cruzado el espacio que los separaba imitando a un rock star.

—¡Lo logramos!—chocaron las manos y el puño.

—Vamos come on, vamos todos allá, manos a la obra...—cantó mientras marchaba.

—¿Dean, qué estás haciendo?

—Oh—se quedó quieto—. Ya sabes, quería festejar como cuando Dora la exploradora y Botas logran su objetivo...—rascó su nuca—. Y me acordé porque, bueno, tú tienes el cabello como ella...

Nicole abrió los ojos como dos platos y tocó su cabello.
—¿Te parece que luzco así?—bufó—. Además esa no es la canción, esa es del principio.

—Ah changos, me equivoqué—habló él—. Pero no, ella es una retrasada mental, yo sólo dije que se parecían en su corte, fuera de eso, nada.

Nicole le dio un golpe en la cabeza —Y tú eres el ese mono feo.

—¿Quién osa a llamarlo así? Se llama botas, B-O-T-A-S.

—Como sea—dijo en seco, parecía enojada—¡Lo hicimos! ¡lo hicimos! ¡lo hicimos! ¡Sí!—comenzó a bailar.

—We did it—cantó Dean como si su puño fuera un micrófono—Saltamos sobre el lodo, y pasamos al duende ¡Sí lo hicimos, lo hicimos, lo hicimos! ¡Qué bien!

Los dos chicos de Preparatoria no paraban de bailar como sosos, cuando bajaban las escaleras de Nicole seguían cantando esa parte.

—¡Lo hicimos! —finalizaron juntos.

—¿Qué hicieron?—se encontraron a la madre de la joven que los esperaba en la sala.

Ellos tragaron saliva pensando que los regañarían por haber hecho algo peligroso.
Se miraron nerviosos.

«Mmmmh, oh, es que... Bueno, ya, este, uh... que-riamos, cruza–r, y ... boom, pensamos, no que, así... Luego, ajá, bien... » intentaron hablar.

—¡Ana Elizabeth Nicole!—exclamó horrorizada—¿Te acostaste con este charlatán?

—¡¿QUÉÉÉÉ?!—dijeron al unísono al captar por qué se refería a eso.

Después se vieron uno al otro y notaron que Dean aún tenía el atuendo de chico de playa, con todo lo que tenían en la cabeza olvidaron que seguía su camisa desabotonada.

Sus rostros quedaron horrorizados y negaron inmediatamente con la cabeza y las manos.

Él comentaba rápidamente lo que le había pasado en el día, Nicole explicaba con pausas la razón de su presencia para que ya no malinterpretara más las cosas.

Lo cierto era que ambos estaban hablando al mismo tiempo y no se les entendía nada, a pesar de que hacían movimientos con las manos y gestos faciales no lograban arreglarlo.

Y nunca faltaba que Dean mencionara a Laila al decir que tenía una relación con ella.

—¡Ana Elizabeth Nicole! ¿Tiene novia y tú así aceptaste?—fue lo único que escuchó la señora Carter.

—Mamá,  deja de llamarme así—puso un alto y miró al chico—. Dean, no me estás ayudando mucho ¿Podrías retirarte, por favor?

—Pero...—levantó el dedo índice y recibió una mirada asesina de su vecina—. Bueno.

Nicole lo acompañó a la salida.

—¡Claro! ¡huye, cobarde!—espetó la madre.

—¿En serio no quieres que me quede a aclararlo?—le preguntó a la chica.

—No, es mi relación con ella, acaba de ver el programa de Laura Boozo y piensa que así me va a pasar en la vida.

—Pero ella piensa que tú y yo...

—Ni lo menciones—no quería imaginárselo—. Puedo solucionarlo sola, así que no pasa nada—dobló la cabeza para cerrar.

—Espera—retuvo la perilla—. Quiero disculparme contigo, de verdad, no puedo creer que me dirijas la palabra después de que te inculpé, y gracias por seguirme compartiendo tu Internet—sinceró—. Lamento ocasionarte problemas con tus padres.

—No es nada, luego te cuento cómo me fue, abróchate tu camisa de una vez por todas y jura nunca más volver a cantar canciones infantiles—bromeó.

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