24.- La aparición salvaje de Adele.
—¡Merece la muerte, quiero estrangularlo!—Dean se desabrochó el cinturón del auto— ¿Cómo puede estar feliz como una lombriz con ella?
—Tranquilízate Dean, no veo que estén haciendo algo malo, de hecho creo que nos están esperando.
—¡Qué va!—gritó enfurecido, estaba decido a luchar— ¡Por Esparta!—levantó su puño como un luchador, y el salvavidas de brazos que aún tenía puesto parecía que era su armadura.
—No debí haberte regalado eso—se quejó la señora golpeándose la cabeza con el volante, sonó el claxon y eso alarmó a los tórtolos de afuera.
—Es mi momento gladiador—alegó Dean.
—Ni se te ocurra—bajó los seguros del auto—. Saldrás como habías ensayado, con un nuevo Dean.
—Pero...
—No.
—Pero...—el joven hizo puchero.
—Nada—negó con la cabeza Margaret.
•••
—¡Está canción es increíble!—exclamó emocionado Zachary, nunca había escuchado la música directamente en los oídos, no tenía idea de que eran los audífonos.
—Sí, lo sé, pero no me grites—sonrío Nicole—. Estoy aquí.
—¿¡Qué!?—volvió a alzar la voz— ¡No te escucho, esto está muy alto!
Nicole revisó su celular y el volumen estaba a la mitad, Zac era un principiante que no podía escuchar música mientras tenía una conversación. En seguida ella puso pausa y bloqueó su celular.
—¡Hey, la quitaste!—exclamó sin querer y notó que a su alrededor había tranquilidad, excepto que en su mente. Se avergonzó.
—Mira—señaló Nicole—. Ya llegaron.
—Sólo son los Brooks, al menos le podremos preguntar.
—No, yo digo que Dean está ahí con ellos.
—¿Cómo crees?—giró hacia ella—. Ellos no se llevan bien. No sé porque te hice caso en esperarlos cuatro horas, debería estar buscando a mi hermano y sin embargo estoy aquí contigo.
—Tengo la razón ¿Apostamos?
—Apostamos.
La señora Brooks luchó contra una puerta de su coche y después se acomodó el cabello y miró a los chicos.
—Buenas noches vecina, me preguntaba si sabía algo sobre mi hermano perdido, suele meterse en problemas, cualquier cosa, aunque sea insignificante, algo que haya observado antes de su viaje...
—Ah, sí.
—¿Y? —quiso saber Nicole.
—Él está conmigo—aclaró su garganta.
—Te lo dije, ahora paga—esperaba su dinero Nicole, Zac buscó en su bolsillo.
Margaret los interrumpió.
—Ya puedes salir Dean—anunció y ambos voltearon a ver su entrada triunfante.
El chico de cabello rizado estaba peinado, haciendo resaltar su caballera china sin cubrir su frente, a comparación de otras veces, estaba acomoda adecuadamente cada rulo sin opacar su piel que había sido bronceada. También usaba gafas de sol.
Salió lentamente del auto, quitándose los lentes y sacudiéndose el rostro, caminaba de manera fashion, como si de fondo se escuchara el intro de Pretty Woman.
Traía unas sandalias, bermudas y una camisa hawaiana desabrochada, donde se le veía su abdomen bien definido y marcado.
Aunque todo era un efecto de maquillaje, sólo que nadie debía enterarse de la verdad.
Todo un look de verano en invierno. Moría de frío, pero al menos aparentaba estar seguro.
Zac y Nicole estaban boca abiertos.
—¿Quién fue el ser despreciable que te destruyó?—se quejó Nicole. Su acompañante aún estaba asombrado y un poco celoso.
—Nadie, nena—contestó él y sintió el frío helado por su espalda, dio un respingo y trató de recargarse en la pared, resbaló su mano, pero enseguida se reincorporó—. Me di cuenta que no necesito de Laila, ni de ti. Hoy conocí a bastantes chicas y me pidieron mi número—quiso abordar el papel de engreído olvidando algo esencial.
—¿Ah sí? ¿Dime, cómo van a contactarte si no tienes internet ni crédito?—Nicole cruzó los brazos—Y hoy olvidaste tu celular.
Tarado, lo arruinaste. Pensó Dean.
—¿Dónde estabas?—interrumpió Zac—. Por lo que veo, creo que perdí mi tiempo.
—Pienso lo mismo, me has decepcionado de nuevo—reclamó ella.
—Bueno, ¿y ustedes dos qué?—se defendió él—. No me digan que tienen algo—se dirigió a Nicole.
—No es lo que piensas, solo estábamos preocupados por ti—contestó Zac por ella.
—Si claro—bufó Dean—. No te creo nada, Jafar.
—¿Cómo me dijiste?—frunció el ceño.
—Escuchaste bien, eres el ese hechicero viejo malvado que quiere quedarse con la princesa y separarme de ella—desafío Dean—. Consíguete una de tu edad, anciano.
Zac encendió de enojo —Sigues siendo el mismo Dean inmaduro, pero si fuera verdad lo que dices ¿A ti qué te afectaría? Tú quieres a Laila, no seas egoísta.
— ¿Tú qué sabes de sentimientos si no tienes? Entiéndelo, no has tenido novia y nunca la tendrás, morirás solo y rodeado de libros baratos y piratas.
—No me desafíes, en este preciso momento puedo besar a Nicole—miró a la chica.
—No si yo lo impido—aseguró Dean pensando en hacerlo él primero.
—¡Chicos basta!—se exaltó Nicole—. Hoy regresé con Kyle.
—¿Ah, sí?—dijeron tristemente al unísono.
—Sí—confesó ella.
Hubo un silencio incómodo, nadie se atrevió a seguir el tema.
La señora Brooks movió sus llaves para recordar que ella seguía presente.
Dean tiró bruscamente las gafas de sol al césped de los Brooks
—Es todo, le dije que funcionaría, ahora me largo—la sangre hirviendo de ira lo mantenía ahí, pero poco a poco había regresado la depresión y el hielo a su corazón.
Literal, su pecho estaba recibiendo todo el frío.
—No, espera—avisó Nicole—. Laila tenía razón—le susurró a Zac.
—¿Dijeron Laila?—brillaron sus ojos.
—Dile por qué estamos aquí—sugirió ella—. La que se tiene que ir de aquí soy yo.
Zachary asintió y agregó —Laila te estaba buscando, quiere hablar contigo sobre su relación y explicarte que pasó y nos contactó a nosotros para decirte.
—No te creo nada—comentó Dean.
—Es verdad—admitió Nicole.
—¿En serio?—se iluminaron sus ojos—. Señora Brooks, la herida volvió a salir... No quiero que me lastime—se dirigió a ella.
—No lo hará—le susurró al oído—. Ahora dale las gracias a Nicole.
—Claro—respondió alegremente y corrió a alcanzarla—Oye—ella lo miró—. Creo que mereces una disculpa por cómo me he comportado no sólo hoy, sino toda la semana. Eres una gran amiga, gracias—intentó abrazarla pero ella no quería—. Hey, estoy siendo sincero.
—Te creo—sonrío ella.
—¿Entonces porque no me devuelves el abrazo?
—Por mi propio bien, aún me siento herida.
—Oye, ¿qué te parece si luego llevo palomitas a tu casa y también unas películas de Disney? Hacemos maratón y todo bien chido en vacaciones.
—No lo sé—encogió sus brazos y recordó el comentario sobre Jafar—. ¿Llevarás Aladdin?
—Sólo si me dejas estar Aladín de ti—bromeó y río a carcajadas—. ¿Entiendes? Alado suena como Aladdin, ja.
Nicole sabía de sus pésimas bromas y se acercó para abrazarlo. Le nació regresarle el gesto. Ella se recargó en su amigo y permanecieron juntos por un tiempo, notó que no olía al mismo perfume de siempre, olía a sol y alberca. Por lo que se le escapó una risa en su oído.
—Tienes que ver Buscando a Nemo, me lo recuerdas por payaso, solo que él era un pez.
Dean asintió. Y Zac interrumpió alzando el celular en vibrador, alguien llamaba.
—Soy feliz como una lombriz—brincó de alegría. Después de soltar a Nicole, usó de nuevo los lentes oscuros y chasqueó los dedos.
—Sí, ahora contesta—sugirió el chico castaño.
—Antes de eso—inquirió Margaret Brooks—. No te emociones demasiado, aún no sabes que te dirá.
—Tiene razón—acertó Zac—. Aunque te explicara toda la historia debes mantenerte como un hombre duro, no muestres que estás muriendo porque regresen.
—Descuiden seré profesional—sonrió y tomó su celular—. Hello it's me—contestó cantándole a su ex novia.
—Esa es la canción que estaba escuchando con Nicole...—agregó su hermano y su vecina Brooks le hizo una seña para que guardara silencio.
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