19.- Desconéctalo, ya no me interesa.
Dean ya había cumplido con el trato, ahora podía gozar del internet, ya podría platicar con Laila sin interrupciones de Nicole. Se manifestaba entusiasmado.
Luego de salir de la casa de los Brooks, se dirigió inmediatamente a recuperar su celular.
—Nickelodeon—tocó en la puerta—. Tengo buenas noticas.
No recibió respuesta, alzó su vista y vio que la ventana de su balcón estaba abierta, ella habitaba en casa, sin embargo, no había señal de que estuviera. No se escuchaba la televisión, ni la música. ¿Qué había pasado? ¿Dónde está esa chica escandalosa?
—¿Te comió la lengua el gato?—volvió a preguntar—. ¿Entiendes? Tienes a Wifi y no hablas, já—aún continuaba su sonrisa.
Una vez más, sin respuesta.
—Me dijiste que te enviara un mensaje para que supieras lo que pasó, pero olvidé mi celular aquí, si ya no quieres estar conmigo físicamente lo entenderé ¿Pero me puedes dar lo que me pertenece?—de nuevo habló, notó un movimiento en la ventana de la chica, un desplazo rápido.
Efectivamente, Nicole se encontraba con los brazos cruzados en su alcoba, indignada a abrirle a Dean.
—Está bien, te contaré por aquí mientras decides abrirme—comenzó a platicar Dean, aunque parecía que sólo tenía conversación con la puerta. Habló de lo que había pasado en la casa de los Brooks y que ahora podían tener palomitas todo el tiempo, pero no funcionó. Nicole seguía sin contestar.
—Nicole ¿Quieres abrirme?—insistió Dean—. Espera, ya noté que no quieres hacerlo, pero en serio debes abrirme, necesito hablar con Laila, no lo he hecho todo el día. La extraño mucho.
—No te preocupes, Laila está muy ocupada—gritó Nicole y cerró su ventana.
—¿Cómo dices que dijiste?—indicó Dean y miró el cielo—. Hace frío, ábreme.
—No quiero.
—Entonces me quedaré aquí hasta que lo hagas.
—Te recomendaría ir por un suéter.
—Soy macho pecho peludo—replicó Dean—. No lo necesito.
5 minutos después...
—Oye, Nicole...
—¿Ya te rendiste? —cuestionó ella mientras miraba como estaba recostado en el porche, con los brazos atrás de su nuca.
—No, pero creo que va a llover—señaló Dean—. ¿Es normal que pase en diciembre?
—Yo que sé.
—Tú eres la lista.
—Pero ahorita no quiero hablarte.
—De acuerdo—se levantó Dean—. Entonces no te hagas más del rogar. Lo detesto.
—Si tanto me odias, vete.
—¡Qué no!—deslizó su mano en la cara, en forma de frustración—. Estás entendiendo todo mal ¿Puedes decirme que te ocurre?
—No.
—Perfecto, me voy. Mañana regresaré—lo había sacado de sus casillas y cruzó el césped—. Pero si llega un mensaje de Laila ¿Le podrías decir que no tengo mi celular?—eso era lo que más le importaba al chico.
Nicole enfureció aún más, únicamente le interesaba saber de su futura novia.
Hubo una pequeña llovizna y después comenzó a caer granizo.
Dean regresó rápidamente con Nicole.
— ¿Y si hacemos un muñeco?—cantó alegremente él. Siempre había querido hacer eso, y por fin lo pudo cumplir gracias a que no le querían abrir.
—Púdrete.
—Ándale, o te aventaré bolas de nieve.
—Inténtalo y te irá peor.
—¡Basta ya!—se molestó y pateó el granizo, pero terminó resbalándose y cayendo al suelo, su cabeza se golpeó con una roca.
Nicole al ver la acción se burló, pero al ver que no reaccionaba Dean, le preocupó, continuaba inmóvil.
Enseguida bajó las escaleras corriendo, y se detuvo a observarlo por la cortina de la cocina, seguía paralizado.
¡Maldición, Dean! ¿Por qué siempre debes ser la damisela en peligro? Pensó ella y cruzó su entrada.
El pobre chico estaba inconsciente, Nicole lo movió de un lado a otro y notó la piedra. Estaba dispuesta a aplicarle los primeros auxilios mientras llamaba a la ambulancia.
Esta vez Dean no estaba fingiendo. Intentó de todo para hacerlo reaccionar y no funcionaba. Incluso lo golpeó con una bofetada.
Sólo le faltaba dar respiración de boca a boca ¿Ayudaría? Bueno, ella lo iba a comprobar.
—Wow, wow, ni se te ocurra hacer eso—Dean paró en alto con su mano, apenas estaba reaccionando, no obstante, reunió todas sus fuerzas para impedirle que lo besara. Parpadeó y frutó sus ojos para cerciorarse de que no fuese un sueño.
—Gracias al cielo, habías preocupado— , respondió Nicole y lo ayudó a levantarse—. No tarda en llegar la ambulancia ¿Qué les digo?
—Nada, le diré a Zac que me revise, si no tiene vida social por tanto estudiar para médico ¿Qué al menos practique con su hermano, no? —contentó Dean mareado.
—Bueno, hoy valdrá la pena tanto esfuerzo en su carrera—agregó ella sobre Zac—. Tan sólo hoy te revisará la infección de ojos, las quemaduras y el golpe que te acabas de dar.
—Sí, estoy ansioso de saber que me pasará mañana—dijo sarcásticamente él—. Un segundo ¿No estabas enojada conmigo?
Nicole recordó ese insignificante detalle, al parecer la desesperación por saber del chico era más grande que sus disgustos.
—Ah... eso.
—¿Ahora sí puedo entrar a tu casa?—inquirió Dean.
—Desde luego.
Después de darle un poco de hielo para su golpe, qué ironía. Y limpiar su sangre de la entrada para sus padres no se preocuparan, hablaron de lo que había pasado.
—Pero yo no borré las fotos de Wifi, fue Laila que quería tener espacio libre en mi celular para ocuparlo en fotos suyas—aclaró Dean.
—¿Entonces sí te importamos Wifi y yo?—preguntó tímida Nicole.
—Por supuesto—rodó los ojos Dean—. Me siento como un superhéroe por haber salvado a ese gatito.
—Ah—Nicole no sabía que decir.
—¿Y eso era todo?
—Si—mintió ella, esquivando sus sentimientos al mandarse mensajes a sí misma.
—Entonces no pierdo más el tiempo, iré a ver a Zac—agregó Dean—. Pero antes ¿Me das mi celular?
—Ah sí, perdona. Pero hay un pequeño problema—hizo un ademán.
—¿¡Qué!?
—Es que lo escondí para hacerte la maldad...—admitió Nicole—. Y no recuerdo donde lo puse—frotó su barbilla.
—Entonces busquémoslo juntos.
Una hora después lo encontraron, estaba en la cama de WiFi y el gatito lo estaba calentando con su pelaje.
—Qué lindo, ahora es un bola de pelos—bufó Dean.
—Lo siento—Nicole mostró su sonrisa colgate.
Dean carcajeó y agarró su celular. La risa desapareció al leer los mensajes que tenía de Laila.
—Ahora entiendo porque no me querías dar mi smartphone—anunció secamente él. —¿Por qué me hiciste esto?
—¿De qué hablas?—preguntó desorientada.
—No finjas, sabes perfectamente lo que hiciste.
—No sé de qué hablas.
Dean la fulminó con intenciones de iniciar una pelea. No obstante, se entristeció con los hombros cabizbajos.
—¿Sabías que cada vez que el corazón de Dean se rompe, un pollito muere?
—No te entiendo, esos animales mueren todo el tiempo.
—Solo imagínate cómo me siento.
—No veo la similitud ¿Qué quieres decir?
—Olvídalo, no me interesa hablar con la chica que arruinó mi relación con Laila.
—¿¡Qué!?—Nicole se sorprendió.
—Piensa que nada ocurrió ¿Entendido?
—Dean, no sé a qué te refieres, yo no...
Él ya no la estaba escuchando, estaba por marcharse.
—Quédate con el internet, desconéctalo, déjalo prendido, ya no me importa—finalizó pálido y dejó a su vecina hablando sola.
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