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14.- ¡Mala idea, galletas!

Nicole tardó treinta y cinco minutos en arreglarse, le gustaba seguir los maquillajes de las Youtubers, aunque a veces no entendía cómo a ellas les quedaba magnifico a comparación de ella, que sólo parecía como un mono con lápiz labial.

Dean mientras tanto se quedó sentado en la entrada, jugando CandyCrush en su celular.

—Por favor quita eso, ya nadie lo juega—abrió la puerta Nicole asombrada de verlo de nuevo con el cabello alisado. 

—Al fin, ya me hice viejo—dijo Dean y se levantó sacudiendo su trasero.

—Entra ya.

Lo condujo hacia la cocina caminando  a su lado, después Nicole empezó a preparar los Hotcakes batiendo la harina.

—Esto es increíble, aquí tengo la mejor señal de Wi-Fi en todo el mundo—dijo Dean sacando su celular y alzándolo en el aire.

—Ni creas que estarás en tu Smartphone, ve sacando los ingredientes de las galletas.

—Pero no sé dónde están, es tu casa...

—Yo te diré.

Nicole hizo la mezcla de los Hotcakes y Dean la de las galletas. Ella terminó rápidamente pues tenía práctica, pero él se dificultaba la vida, no sabía ni siquiera abrir la envoltura de la harina.

Luego, al lograr abrirla, esparció la harina sin querer por toda la mesa.

—Olvídalo ya, aquí están los Hotcakes—Nicole puso el platillo sobre la mesa, listos para prepararse al gusto.

—Pero creí que mientras las galletas estuvieran el horno, tú y yo íbamos a desayunar...—propuso Dean, sin embargo, se sentó para disfrutar del manjar jarabe de arce.

—Eso quería, pero ya veo que tendré que tomar medidas drásticas contigo—dijo Nicole sirviéndose un tercio de los Hotcakes.

—Como sea—saboreó la miel e inclinó su cabeza para orar—. Gracias Señor por los alimentos que provees, ya tenía hambre, y gracias por haberme mandado una vecina tan generosa como Nicole, no sé qué haría sin ella, es mi bendición. Amén.

Nicole movió la cabeza y sirvió un poco de café para Dean en una taza normal y corriente, en cambio, ella se sirvió en una taza color verde azulado con su asa en forma de corazón.

—Yo quiero esa—dijo Dean mirando la taza bonita.

—¿Estás loco? —lo miró con desdén—. Es mi taza. Además, es de niña.

—No lo sé, los corazones me recuerdan a Laila—dio un bocado más—. Y soy tu invitado, me debes de tratar bien ¿no?

Nicole lo fulminó y babeó su taza preferida. Dean meneó la cabeza y volteó hacia la sala.

—Hey, tienes una pantalla de cincuenta y dos pulgas, un estéreo último modelo —fijó sus ojos—. Apuesto que tienes en tu recamara una computadora o laptop, impresora, iPad o iPod, cámara fotográfica profesional y tu celular.

—Acertaste a la pregunta del millón—dijo Nicole sarcásticamente y succionó una fresa que acompañó para su desayuno.

—¿En serio?

—En efecto, solo te faltó el Xbox One y lo demás Apple.

—¿Pero qué rayos?—dijo Dean y mordió fuertemente el Hotcake suave, como siempre, exagerado— ¿Tengo que hacer un pacto con satán para recibir lo mismo?

Nicole lo miró extraño —¿Qué?

—Tienes tantas cosas—se quejó—. Es mucha ambición. ¿No te sacias?

—No es ambición, es la realidad. Todo mundo tiene aparatos electrónicos y nuevos modelos en su casa.

—En mi casa no existe todo eso.

Ella centró su vista en un punto fijo.
—Lo sé, ya sé que no es normal. Pero mis padres son los que insisten en comprar todas esas cosas materiales, quizá así quieran compensar que soy su única hija. 

—Tiene sentido—comprendió Dean. A lo mejor Nicole también se sentía sola y vacía por la ausencia de sus padres que solo trataban de llenar el hueco con pertenencias.

—También se me hace un desperdicio, y sólo alimentamos el consumismo. Es por eso que empecé a desconectar el internet, de alguna forma debo de disminuir gastos innecesarios. Y cuidar el planeta.

Dean rió por el comentario y se atragantó, pero se negó a tomar líquido en la taza común.

—¿Estás bien? —preguntó asustada y no recibió respuesta, el chico se tornó pálido.

Se le dificultaba respirar, parecía ahogase. Nicole contó veinte segundos, y no dudó uno más para ayudar a aliviarlo, le aplicó los primeros auxilios, pegando en el tórax.
Dean comenzó a toser y escupió el pedazo de bocado que curiosamente cayó en la taza del café de Nicole.

—Bueno, creo que ahora nadie la tendrá—dijo Dean volviendo a la normalidad.

—Dios, dame paciencia con este hombre.

•••

El resto de la mañana hubo más aventuras, lavaron los trastos al mismo tiempo que se aventaban jabón y se mojaban la ropa salpicándose con las manos. Pero con la suerte que tenía Dean, unas gotas de jabón cayeron en su ojo izquierdo y por inercia corrió al baño para arreglar sus lentes de contacto. Un lente cayó al piso, o eso creyó él, estaba tan ciego que en realidad no vio que cayó en la arena del gato Wifi.

Hicieron las galletas y tuvieron algunas diferencias, en paradigma, si fueran de chocolate o vainilla, discutían por el turno de mover la harina en el recipiente, se aventaban la mezcla el uno al otro. Dean cobró venganza y la nariz de Nicole terminó roja como la del Rodolfo el Reno. Cocinar era muy divertido a su lado.

Cuando llegó la hora de moldear las galletas, el joven deseaba que fueran circulares y colocaran las chispas de chocolate en forma de caritas felices, para que pareciera un emoticón. Pero Nicole quería usar los moldes tradicionales y sencillos, como las galletas que venden en la tiendita, de muñecos de jengibre.

—¡No!—Dijo Nicole—. La señora Brooks ni siquiera sabe que es un emoji.

—Pero tampoco es anticuada para que sean sin chiste.

Optaron por hacerlas con moldes de lunas y estrellas, al fin y al cabo los dos estaban de acuerdo por el gusto en común.

2 horas de diversión y 40 minutos de horneado.

El chico era bastante vivaracho y chiflado, no obstante, también pensaba en cosas más severas, como en una teoría para saber si conoces lo suficiente a una persona o percibes si se siente cómoda a tu lado y es nada más ni nada menos que escucharla cantar sin que se lo pidas, pues expresa su estado de ánimo y confianza que le provocas estando con ella.

Y Dean escuchó cantar a Nicole "Amnesia de 5SOS" mientras bajaba las escaleras, él dejó de hacer lo que estaba haciendo y se ocultó tras una pared, esperaba el momento para caminar hacia ella y descubrir si seguiría perdida en su melodía o guardaría silencio.

La chica sólo le sonrió y se encaminó para ayudarlo a lavar los trastos. Algo dentro de Dean se encendió, ella disfrutaba estar con él tanto como lo quería, por lo que no pudo evitar contemplarla mientras sumergía y enjugaba porcelanas.

—¿Quieres dejar de mirarme, deanlincuente?—soltó.

—¿Mirarte yo?—bufó con nerviosismo—. Para nada, estoy cantando. Pin Pon es un muñeco muy guapo y de cartón, se lava la carita con agua y con jabón...

—Dean...

—Se desenreda el pelo con peine de marfil...

—Dean...

—Y aunque se da estirones no llora ni hace así...

—¡Dean!—gritó Nicole exasperada.

—¿No escuchas que estoy ocupado y en mi mundo? —Cerró el grifo— ¿No amabas de pequeña esa canción? ¿Qué no tuviste infancia?

—Sólo quería decirte que en vez de mirarme a mí, te mires a ti—protestó—. Tu ojo está hinchado y rojo, no sé por qué...

—¿Qué? —se secó las manos con inquietud. Nicole buscó entre los cajones un espejo de mano para dárselo.

—No lo sé, mírate en el espejo.

Él lo cogió con el temor de ver sus ojos, a veces odiaba usar lentes de contacto, cada momento tenía que estar atento. — ¿Qué rayos me pasó? Creo que ya me empieza a arder el ojo... ¡Dios, me quedaré ciego!

—Cálmate—trató de tranquilizarlo e inspeccionó su ojo—. Déjame ver, creo que tienes... ¿Arena de gato?

—No puede ser—se alteró más Dean — ¿No era polvo de maquillaje el que estaba en tu baño?

—No lo creo...—respondió Nicole apretando sus labios para no reír—. Tu sabes, Wifi debe hacer sus necesidades en algún lugar...

—¡Ese gato siempre tiene la culpa de que pierda mis atractivos! —pataleó con intenciones de ser consolado por ella, e inclinó su rostro para ser revisado.

Pero ella lo ignoró porque en ese preciso momento sonó la alarma que marcaba a las galletas horneadas y listas.

Definitivamente no lo cuidaba como lo haría Laila.

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