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8. Te borraré las lágrimas con besos

Domingo

Tengo el teléfono en las manos desde hace varios minutos. Cada vez que voy a marcar el número de Marcos me arrepiento y lo dejo encima de la mesa. Llevo sin verlo desde el viernes, y si he de ser sincera, me muero por verlo otra vez. Así que cojo mi móvil otra vez y ahora si, marco su número y espero que me conteste. A los pocos tonos lo hace.

- Hola rubia, ¿Cómo estás?

- Muy bien rubito, ¿y tú? 

- Muy bien también

- Ay, pues me alegro. Oye, quería pedirte un favor muy grande... -me muerdo los labios mientras se lo digo porque sé que va a decirme que no, pero, tengo que intentarlo

- Pues dime

- A ver. Quiero hacer un vídeo explicando algunas cosas básicas de fútbol... algo divertido que la gente entienda. Saldría yo con un futbolista que es quien me explicaría todas esas cosas,  de camino hablaría un poquito con la persona que me las explique...

- Lidia 

- ¡Por favor! Va a ser muy divertido Marcos, te lo prometo. Y no tienes que contar nada que no quieras...

- Sabes que no me gusta todo eso

- Lo sé. Pero va a ser diferente, te lo prometo. Las preguntas serán sobre tu comida favorita, que libro estas leyendo ahora.. Tú decides lo que quieres o no hacer, tú mandas. Pero dí que si, por fi...

- ¿Porqué yo? Tienes un novio futbolista y el novio de tu mejor amiga también lo es, ¿porqué quieres que sea yo?

- Porque... -¿le digo que es porque quiero pasar más tiempo con él? que me muero por estar cerca suya- porque contigo tengo más confianza para hacer las cosas, y además...ay, Marcos, que quiero que salgas tú, joder

Marcos se queda callado y yo me vuelvo a morder los labios nerviosa. Espero que diga que si. Aunque no las tengo todas conmigo. Sé que es un gran favor el que le estoy pidiendo porque a él todo este mundo de Internet no le gusta para nada. Pero también sé que es con la única persona que quiero hacerlo, porque cuando se me ocurrió la idea, solo pensaba en él y en nadie más que él.

- Tendrás que explicármelo muy bien Lidia

- ¡Siiii! -grito muy contenta sin poder creerme que haya aceptado

- Y me debes una cena

- Dos. Te invito a cenar dos veces cuando quieras y donde quieras. De hecho, ¿qué vas a cenar esta noche?

- Pues iba a hacerme un bocadillo mientras veía nuestro partido por la tele

- ¿Te apetece comida china? Yo te invito

- Pues si que me apetece, la verdad. ¿Te vienes a mi casa?

- Claro. En 10 minutos estoy ahí y pedimos 

- Aquí te espero entonces rubia

Cuelgo el teléfono y me pongo a dar saltos de alegría. Primero por ir a su casa y estar más rato con él, y segundo, porque haya aceptado lo del vídeo. Cojo una sudadera y me miro al espejo antes de salir. Llevo puesto unos pantalones de chandal negros pegados, y una camiseta de manga larga blanca. No me pienso cambiar para ir a su casa. Si hay algo que me hace sentir Marcos, es que estoy muy cómoda con él, y no tengo que maquillarme o ir vestida a la última cuando estoy a su lado. Eso si, me echo brillo labial rosa, porque además tengo hoy los labios muy cortados. Bajo al sótano de mi casa y me subo a mi coche camino de casa de Marcos. No puedo negar que estoy nerviosa. Tengo muchas ganas de verlo otra vez. 

A casa de Marcos llego en 15 minutos. Aparco el coche y me bajo de el latiendome el corazón muy deprisa. Así que respiro con fuerza para calmarme. Dios, parezco una adolescente que va por primera vez a casa del chico que le gusta. Aunque, bueno, es lo que es. Porque no voy a negarlo más. Marcos me gusta mucho. Y aunque sé que no va a pasar absolutamente nada con él, por lo menos quiero tenerlo como amigo. Y eso me basta para sentirme viva. 

Llamo a su timbre y me abre a los pocos segundos. Lleva un pantalón vaquero slim y una camiseta negra de manga corta. Joder, está muy bueno, mucho. Me sonríe y me hace pasar a su casa. Trago saliva y empiezo a plantearme que quizás esto no haya sido una buena idea, porque voy a estar sola con él. Y no sé como voy a disimular lo mucho que me gusta. Marcos me hace pasar al comedor. Encima de la mesa tiene folletos de varios restaurantes de comida rápida.

- Aquí tienes la carta del chino del barrio -me dice él dándome uno de los folletos. Me acerco a él leyendo lo que pone

- ¿Qué te apetece Marcos? -le pregunto mirándolo a los ojos. Un gran error por cierto, porque sus ojos azules están hoy más azules de lo normal.

- Tengo ganas de pato a la naranja. Y de arroz 3 delicias -me dice 

- Pues pato entonces. Y yo quiero pollo al limón y un rollito de primavera

Marcos coge su teléfono y encarga la comida. Va a la cocina y trae una botella de coca-cola light y un par de vasos. El mantel ya lo tenía puesto. Me siento en el sofá y me sirve un vaso.

- Venga, cuéntame que tienes pensado para tu vídeo -me dice dándole un sorbo a su bebida mirándome tan fijamente que tengo que apartar la mirada de lo nerviosa que estoy

Me pongo a contarle a Marcos mi plan. Al principio me mira sorprendido, luego se ríe y después se calla. Lo miro esperando, porque tanto silencio me está matando.

- Ay, Lidia. Si es que hasta me parece que es buena idea y todo

- ¡Siiii! Lo sabía -le digo chillando- ya verás. Te va a encantar. Y te prometo que las partes que no te gusten, se borran

- ¿Y dónde tienes pensado hacerlo?

- Pues aún no lo sé. Tengo que buscar un campo de fútbol, o algún sitio con jardín grande. Le preguntaré a Jaki, mi editor, porque él conoce mucha gente

- Déjame a mi que me encargue de eso -me dice muy decidido

- Vale. Sería para la semana que viene, el día que a ti te venga bien

- Tiene que ser una tarde, y entre semana

- Vale. Ay que guay Marcos. No te vas a arrepentir, ya verás

- ¿Y tu novio que piensa de esto? -me pongo seria en cuanto me nombra a David

- No se lo he contado...pero esto son cosas mías y no tengo porque pedirle opinión. Él no es mi dueño Marcos -si, sé que ha sonado mucho más duro de lo que yo quería, pero es que me da la sensación de que él me está juzgando y no me gusta

- Perdona Lidia -Marcos agarra mi mano derecha y me la aprieta. Alzo mis ojos nerviosa por sentir su mano agarrando la mía- no pretendía decirte eso, de verdad. Es que no me gustaría que se enfadara contigo porque salgo en tu vídeo

- Me da igual lo que piense, Marcos, de verdad -el timbre de la puerta suena, salvándome de contestarle algo más

Marcos se levanta y yo voy detrás de él para pagar la comida. Se da la vuelta y choco contra su pecho.

- No voy a dejar que pagues Lidia, así que vuelve al comedor

- Te dije que te invitaría a cenar

- En un restaurante con una botella de vino y hablando de nuestras cosas. Estás en mi casa, invito yo

Abro la boca para protestar y él me lanza una mirada de advertencia. Me doy la vuelta y vuelvo al comedor. Suspiro con fuerza. Quizás Marcos tiene razón. No sé lo que dirá David cuando vea el vídeo con él. Porque no pienso contárselo antes. Bastante caña me da cada vez que publico uno nuevo. Dice que me estoy saliendo del "guión" que tenemos. Y le he dicho que no puede obligarme a hacer algo que no quiero. Que no manda sobre mí. Además que el canal es mio y absolutamente mio

Marcos entra con la comida, la pone encima de la mesa y empezamos a abrir los envases. El olor a comida inunda mis fosas nasales y no puedo evitar que se me haga la boca agua. Me echo arroz tres delicias y el pollo al limón, y en cuanto lo pruebo gimo de gusto. Miro a Marcos y lo veo mirarme riéndose.

- Me encanta la comida china -le digo- bueno, y la india, la alemana, la francesa...me gusta todo

- ¿Hay algo que no te guste comer?

- Humm. Las acelgas y el bacalao, ¿y a ti?

- El atún, no me gusta nada. Y adoro los boniatos, fritos, cocidos, en puré...

- No suelo comer muchos boniatos

- Son muy dulces. A mi me encantan, además tienen mucha proteína

Marcos y yo nos enfrascamos en una conversación sobre comidas que hemos probado. Estoy pasando un rato realmente bueno con él, estoy tranquila y muy a gusto. A las 22.00 empieza el partido del Atlético. Juegan en Sevilla y David va a ser titular. Ayudo a Marcos a recoger la mesa y nos sentamos a verlo.  Marcos si está muy metido dentro del partido, normal, es su equipo y sus compañeros. Pero esta noche no están teniendo suerte y en la primera parte ya pierden por 1-0. 

Y la segunda parte, casi igual, les meten otro por la banda donde está David, quien por cierto está jugando mal no, fatal. De hecho, en el minuto 60 lo cambian, y por la cara que tiene cuando lo hacen y cuando se sienta en el banquillo, no le ha hecho mucha gracia. Lo conozco y sé que está furioso, y mucho. Y sé lo que pasa cuando está así de cabreado. Lo pienso y se me revuelve el estómago.

- Creo que no le ha gustado que lo cambien -me dice Marcos mirándome

- La verdad es que no -le digo bastante seria

- Está muy cabreado

- Se le nota, pero bueno luego cuando llegue a casa ya se desquitará conmigo -y en cuanto pronuncio esas palabras me arrepiento. Porque Marcos me mira muy serio y con el gesto endurecido

- ¿Qué quieres decir con eso Lidia?

- Nada. Olvídalo 

- No, nada no

- Marcos -le digo levantándome

- ¿Te pega? ¿Es eso?

- No, no -le digo sintiendo como me escuecen los ojos por las lágrimas- Vamos, ni se le ocurriría

- ¿Entonces? 

- Que no es nada Marcos, olvida lo que te he dicho -suspiro con fuerza e intento apartar las lágrimas de mi cara. Marcos cada vez está más cerca de mi y yo no puedo tenerlo tan cerca porque sé que voy a romperme y voy a ponerme a llorar

- No puedo. Lidia, dímelo, por favor

- Marcos. Joder. ¡Se desquita conmigo con el sexo! ¿vale? -lo veo mirarme y cerrar sus ojos suspirando- mañana llegará y es lo primero que querrá hacer. Follarme. Para sentirse mejor. Para que se le quite el cabreo. Y yo tendré que fingir, como hago siempre. Tendré que fingir que me corro para que termine pronto y sienta menos asco de mi misma porque no soporto ni que me toque ¿te queda claro? ¿o quieres que te cuente más? ¿quieres que te cuente todas las cosas que me dejo hacer?

Me doy la vuelta y me pongo de espaldas a él llevando mis manos a la cara mientras empiezo a llorar. Y lloro porque me duele que Marcos lo sepa, que vea la clase de persona que soy, y ya no quiera estar conmigo. De que él también sienta asco de mi. De pronto siento sus manos por mi cintura. 

- Mírame Lidia

- No puedo -le digo sin dejar de llorar

- Por favor, mírame -Marcos me da la vuelta con suavidad y yo bajo mis ojos muy avergonzada. Él pone su mano en mi barbilla y me la levanta con mucho cuidado para que lo mire- no llores más por favor. Se me parte el alma de verte llorar

- Me da vergüenza Marcos. Me siento como una mierda ahora mismo. Y no puedo ni mirarte a la cara del asco que me doy

- No pienses eso. Por favor Lidia -Marcos lleva sus manos a mis mejillas y empieza a acariciarme. Mis ojos están bañados en lágrimas y aún así puedo ver como me mira de una manera que no me han mirado nunca en la vida

- Es lo que siento Marcos. No puedo evitarlo. Me siento mal, me siento que no valgo la pena, que estoy viviendo una puta mentira de la que no puedo escapar. Y ahora mismo no quiero ni que me toques porque me siento sucia cuando te cuento estas cosas -intento apartarme de él. Marcos es demasiado para mi, lo es. Y yo no puedo aspirar a él. Porque estoy atada a otra persona y ni sueños puedo tener

- Tú no estas sucia preciosa. Tú estás sobreviviendo. Y eso es de ser valiente. No pienso cuestionarte lo que haces, porque bastante tienes ya como para que alguien critique tu vida. Metételo en la cabeza, que tú, eres increíble

- No lo soy Marcos, no lo soy. A veces me siento tan culpable y siento repulsión de mi misma, de lo que estoy haciendo, que no soy capaz de mirar a nadie a la cara. Como ahora contigo

- Oh, Lidia, ¿que tengo que hacer para que te des cuenta de que a mi no me das nada de asco, eh?

Trago saliva nerviosa mirando a Marcos. Me siento tan mal. Tan triste y con un mal cuerpo. Me importa muchísimo lo que piense él de mi. No debería ser así, pero lo es. Es una persona tan buena y se ha portado tan bien conmigo que no quiero decepcionarlo a él también. Lo veo mirarme con esos ojos azules que traspasan mi alma. Sus dedos acarician mi mejilla.

Estoy temblando de los nervios. Marcos acerca sus labios y los posa en los míos con mucha delicadeza. Mi corazón martillea en mi pecho. Mis labios se abren para besarlo también, para recibir las dulces caricias de su boca. Estoy ardiendo por dentro, lo estoy. Porque besar a Marcos es el puto infierno. Besa tan condenadamente bien. Nunca me han besado así, con tanta dulzura y a la vez con tanta provocación. Su lengua busca la mía y se tocan, se acarician. Marcos muerde mi labio inferior a mitad del beso, y me encanta que haga eso.

Me encanta sentir como sus labios me besan una y otra vez, como me acaricia, como me da pequeños mordisquitos. No puedo evitar gemir en su boca de lo que me está haciendo sentir. Marcos se separa de mi y pone su frente contra la mía respirando con fuerza.

- No pienso pedirte perdón por besarte Lidia -me dice bajando sus manos a mi cintura

- Ni yo quiero que lo hagas -por dios, si acaba de darme el mejor beso que me han dado en la vida. Es que encima, le tendría que dar yo las gracias a él

- Si que te voy a pedir perdón porque me gustas demasiado y estoy jugando con fuego, y nunca haría nada que te pusiera en peligro

- ¿Has dicho que te gusto? -le pregunto mordiéndome el labio y poniéndome como un tomate. Él asiente y yo sonrío feliz. Muy feliz- Marcos, tú también me gustas, es evidente, pero tengo tantos peros en mi vida, que sólo puedo traerte problemas

- Déjame que sea yo el que decida eso

Marcos vuelve a besarme de nuevo y ya me abandono a sus besos. Esta vez no es nada delicado. Nuestras bocas se buscan con ansías, con hambre el uno del otro. Su lengua se mueve salvaje dentro de mi boca haciendo que escalofríos de placer recorran todo mi cuerpo. Los labios de Marcos no son normales. Son de pecado mortal. Podría volverme adicta a sus besos, no, ya lo soy. 

- Quédate a dormir conmigo. -me dice susurrando en mi oído- olvídate de todo y de todos. Sólo está noche. Sólo tú y yo.

- Yo... - le digo titubeante muerta de miedo, de miedo por lo que siento por él

- Solo dormir Lidia, te lo prometo. Necesito dormir abrazado a ti, aunque sea solo esta noche

Miro a Marcos y suspiro. Lo deseo, lo deseo muchísimo. No puedo dejar de mirarlo. De temblar por estar a su lado. Yo también quiero dormir con él, mucho. Quiero sentir sus manos abrazándome, quiero estar a su lado. Quiero sentir que realmente le importo a alguien y que quiere estar conmigo porque le gusto de verdad. Todo esto es una puta locura. Pero no puedo evitarlo. No puedo evitar sentir lo que siento por Marcos. Me merezco aunque sea un ratito de felicidad. Porque sé que mañana volveré de nuevo al infierno.

- Tendrás que dejarme algo para dormir

Marcos esboza una sonrisa preciosa. Me abraza y me agarra de la mano sacándome del comedor.

- ¿No quieres ver el final del partido Marcos?

- No, vamos perdiendo. Lo siento, pero ahora mismo me importa una puta mierda el partido


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