34. El cumpleaños de Marcos
⚽ Finales de Enero ⚽
El partido contra el Villarreal ha sido díficil, muy díficil. Gerard Moreno no ha parado de correr y de bombardear nuestra portería. Por lo menos le hemos arrancado un empate a los amarillos.
Acabo de llegar a casa. Estoy reventado. Ya son más de las doce, y lo único que quiero es acostarme y no pensar en nada más. Mientras subo las escaleras, pienso en mañana, bueno en hoy. Oficialmente, ya es mi cumpleaños. Cumplo 26 años. A mediodía voy a invitar a mi familia a comer. Mis padres, mis tíos, primos, mi hermana, Marco y Ari. Lidia no puede venir. Tiene que ir con David a una comida de la firma de ropa de la cual es imagen él. No puedo negar que me fastidia que no venga a comer conmigo, pero es que no puedo hacer otra cosa. Aunque bueno, le he hecho prometer que la tarde-noche será para ella. Dice que quiere llevarme a un sitio. Que es una sorpresa y que cree que me gustará mucho.
Abro la puerta del sótano y me quedo parado. Dejo soltar un suspiro y no puedo evitar sonreír como un bobo. La entrada de mi casa está iluminada por guirnaldas de pequeñas bombillas que siguen hasta perderse por el fondo del pasillo. En el espejo de la entrada hay una nota que dice "sigue el camino de luces".
Hago lo que dice y las sigo emocionado. Me van llevando por el pasillo hasta la zona de los dormitorios. Hay más luces por aquí que se paran justo en la puerta de mi cuarto, el cual tiene otra tarjeta en la puerta que dice "feliz cumpleaños Marcos".
Abro la puerta y mi corazón empieza a latir muy deprisa. La habitación está iluminada por algunas velas. Lidia está en el centro de la habitación mirándome muy sonriente. Lleva puesta una camiseta de tirantes blancas a juego con un pantalón blanco. Está absolutamente preciosa. En el suelo hay unas cuantas mantas y varios cojines de colores. También veo que hay algunos botes a su lado. Mi dormitorio huele a lavanda, un olor que me encanta.
- Bienvenido al Spa, señor Llorente -me dice ella muy sonriente- tenía usted reservada hora para un masaje
- Oh, si -le digo entrando en la habitación cerrando la puerta detrás de mi
- Bien, pues si es tan amable, quítese la ropa. Déjese la ropa interior y túmbese que podamos empezar
La miro aguantándome la risa tan tonta que tengo ahora. El que se haya molestado en hacer esto por mi, me ha llegado al corazón. Me voy quitando la ropa sin dejar de mirarla y ella no aparta su mirada de mi en ningún momento. Dejo el jersey y los pantalones en el pequeño butacón. Me quito las zapatillas y los calcetines, así como la camiseta de manga corta. Con un gesto, me pide que me recueste y le hago caso. Lidia ha puesto la calefacción y no hace nada de frio. También puedo escuchar como suena algo de música que sale de su móvil para crear ambiente. Las mantas son más blanditas de lo que me esperaba. Me doy cuenta de que estoy tumbado sobre un colchón hinchable.
- Bueno señor Llorente. Vamos a comenzar. Quiero que se relaje y que no piense en nada. Sólo sienta mis manos y concéntrese en la música
Giro mi cabeza para mirarla con una sonrisa de tonto que no puedo con ella. La veo echarse en sus manos un aceite aromático y como las pone en mi espalda. Pego un respingo al sentir sus dedos en mi piel. No puedo evitar sentir un escalofrío por todo mi cuerpo con la suave caricia de sus dedos. Lidia mueve sus manos por toda mi espalda haciendo presión en aquellas partes donde más lo necesito. Sube y baja por mis costados haciendo que me contraiga de las cosquillas. Las yemas de sus dedos hacen una ligera presión en mi cuello haciendo que de nuevo la piel se me ponga de gallina. Sus manos están por toda mi espalda alternando caricias con un ligero masaje en círculos. Realmente lo está haciendo muy bien y me tiene muy relajado.
- ¿Dónde aprendiste a hacer masajes? -le pregunto girando mi cabeza para mirarla. Y ahí cometo un error, porque la tengo tan cerca que desde aquí puedo ver que debajo de su camiseta no lleva sujetador y sus pezones se le transparentan. Trago saliva y siento como mi polla se está despertando
- En Youtube -me contesta ella riéndose. De pronto sus manos van bajando por la parte baja de mi espalda y siento como me quita los calzoncillos- ¿podría ayudarme señor Llorente? Me molesta su ropa interior
- Oh, si claro. Disculpe
Me levanto un poco. Lo suficiente para dejar que me los quite. Los va deslizando por mis piernas hasta quitarlos del todo. La escucho coger otro bote y siento ligeras gotas de un refrescante líquido caer por mi espalda, mi culo y mis piernas. Huele a limón y es bastante agradable. Lidia sigue masajeando mi cuerpo y yo a estas alturas estoy deseando tener sus manos en otro sitio, para que nos vamos a engañar. Este masaje me está encendiendo demasiado.
- ¿Podría darse la vuelta, por favor? -me incorporo y hago lo que me dice. La miro a los ojos y no puedo evitar sonrojarme cuando ella mira mi erección.
- Parece que el masaje le está gustando señor Llorente -me dice mordiéndose los labios. Se acerca a mi oído y me habla en susurros- está usted pidiendo a gritos que le haga un "final feliz"
Alzo mis cejas y miro a Lidia mientras ella se ríe a carcajadas. Pone un cojín debajo de mi cabeza y vuelve a echarse más aceite en las manos. Empieza a masajear mi pecho entreteniéndose en mi abdomen.
- Tú también lo estás disfrutando, ¿verdad? -le pregunto mirándola
- No todos los días viene a mi Spa un hombre tan guapo y con este cuerpazo como usted. Claro que lo estoy disfrutando señor Llorente
Cierro los ojos concentrado en sus caricias. En el suave roce de sus dedos por todo mi cuerpo. Me tiene encendido porque no hay centímetro de mi cuerpo que ella no recorra. Excepto mi polla. La muy bruja hace pasadas rápidas con sus manos cuando está cerca arrancándome mis buenos gemidos de frustración. Escucho como vuelve a vaporizar mi cuerpo y las gotas frescas hacen que me contraigan. Después de un rato de masajear mi parte delantera, ella se queda quieta sin hacer nada. De pronto, siento sus manos en mi polla y yo suelto el aire que tenía contenido gimiendo su nombre. Ella va moviéndomela con mucha suavidad, con caricias lentas que me están matando. Sube y baja su mando abarcando toda mi longitud y yo sólo puedo apretar mis labios de lo que me está haciendo. Lidia quita sus manos de mi unos segundos después.
- No abras los ojos Marcos
La escucho moverse pero no sé bien lo que hace. Lo que sí siento son sus piernas que se ponen a ambos lados de mis caderas. Me agarra el pene. Eso si que lo siento bien. Lo posiciona en su entrada y se deja caer bajando muy lentamente. No puedo evitar gruñir de lo bien que se siente al estar dentro de ella. Pongo mis manos en su cintura y voy subiéndolas poco a poco hasta colarme por dentro de su camiseta y agarrar sus pechos. Los aprieto y siento como ella suelta un maravilloso gemido que hace que me excite aún más. Ella se va moviendo muy lento, de delante a atrás. Que haya masajeado mi polla hace que esté resbaladiza y que me mueva con más facilidad dentro de ella. Una de mis manos baja hasta sus caderas para agarrarlas con fuerza mientras la otra aprieta uno de sus pezones haciendo que ella jadee muy excitada.
Lidia no deja de moverse, de delante a atrás, de arriba a abajo. Siento como me la aprieta, como sus paredes se contraen. Sé que va a correrse, lo sé. Así que la agarro de las caderas y la atraigo hacia mi para que descanse en mi pecho. Necesito besarla. Mi lengua se cuela en su boca y devoro la suya con muchas ansías. Alzo mis caderas para poder embestirla y tomarla más rápido. Nuestras bocas no dejan de besarse. Me trago sus gemidos desesperados. Y cuando sé que ella va a correrse, lo hago yo también. En el silencio de la noche sólo se escuchan nuestros gritos de placer.
Lidia descansa en mi pecho recuperando la respiración. Acaricio su espalda con las manos metidas por dentro de su camiseta. Estamos así un buen rato. Ella alza su cabeza y me mira muy sonriente.
- Feliz cumpleaños Marcos
⚽ Al día siguiente ⚽
Por la noche
Ha sido un buen día de cumpleaños, para que engañarnos. Lo he empezado muy bien y creo que lo voy a terminar igual. Esta mañana Lidia siguió con las sorpresas. Cuando nos levantamos, me preparó un desayuno a base de frutas con avena, zumo recién exprimido de naranja y una tostada especial de tomate, con aguacate y queso fresco. Su sonrisa cuando aparecí por la cocina es lo más bonito de mi día. Al llegar a la Ciudad Deportiva, mis compañeros también me felicitaron y me regalaron una tarta que nos comimos después del entrenamiento. Luego tuve la comida con mi familia que se alargó hasta bien entrada la tarde. Me pusieron globos con los colores del Atleti y un gran número con mi recién estrenada edad. He recibido muchos regalos, pero es lo que menos me importa, el tener a los míos cerca es lo más importante.
Tuve que aguantar el interrogatorio de mi madre al verme el chupetón del cuello. Como pude me zafe de sus preguntas. Aunque sé que tarde o temprano querrá que le dé explicaciones de con quien estoy. Mi madre es increíble, porque lo es. Pero no creo que esté preparada para digerir que su hijo es el amante de Lidia, por muy bien que se lleve con ella. Hay veces que me como la cabeza pensando en esto que tenemos, en si será así toda la vida. No sé si estaría dispuesto a aguantar.
Ahora voy en el coche con Lidia. Y la miro y pienso que por lo menos ahora mismo necesito estar más con ella que sin ella. Ella me va diciendo por donde vamos. No me ha dado ni una pista de donde me lleva. Dice que es una sorpresa y que espera que me guste. Aunque ya con todas las molestias que se está tomando, sé que va a merecer la pena. Está muy guapa con su pantalón negro y su camisa blanca atada a la cintura. Se ha recogido el pelo en dos trenzas y está realmente bonita.
- Aparca ahí Marcos -me dice Lidia indicándome una explanada que hay a la derecha. Mientras voy hacia donde me dice, me fijo donde estamos. La miro con una sonrisa. Me ha traído al planetario
- ¿El planetario?
- Sé que nunca has estado, le pregunté a tu hermana -Lidia me mira muy ilusionada y mi corazón late deprisa de ver su cara de felicidad.
Aparco el coche y después de quitarme el cinturón la miro. Mi mano se acerca y la agarra del cuello para besarla. Mis labios se posan en los suyos con mucha calma, sin prisas. Rozo con mucha suavidad su labio inferior demorándome en acariciarlo y chuparlo.
- Quiero darte tu regalo antes de entrar
Me dice ella separándose de mi. Coge su bolso y mete la mano dentro. Me da una caja envuelta en papel de plata con un lazo negro. Lo abro con mucha ilusión y dentro hay un Ipod.
- Sé que tienes ya uno -me dice mordiéndose los labios- pero en este están todas las canciones que me gustan y algunas que hemos escuchado juntos...para cuando estés en las concentraciones
- Gracias Lidia. Es...es precioso. Me ha hecho mucha ilusión -le digo emocionado
- Sé que no es gran cosa... pero...
- Para mí significa mucho Lidia. Te has molestado en buscar todas esas canciones y ponerlas aquí... eso si que es una gran cosa. Me ha encantado tu regalo cariño
Acerco mi boca a la mía y vuelvo a besarla. De imaginarla buscando las canciones pensando en mi. Joder, que es que me tiene loco mi rubia. Loco de amor desde luego.
- Pues venga Marcos. Que te voy a llevar a ver las estrellas
- Ya veo las estrellas cuando estoy contigo...
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