32. Mis 12 campanadas
⚽ Casa de Marcos Llorente ⚽
Casi eran las tres de la mañana cuando Marcos y Lidia abandonaron la casa de los padres del colchonero. Durante todo el camino habían ido cogidos de la mano y para cuando llegaron al domicilio del rubio, tardaron poco en deshacerse de las ropas que llevaban y amarse en el mismo sofá del comedor.
Ahora estaban en el dormitorio. Desnudos. Simplemente tapados con las sábanas. Marcos había traído una botella de champan, dos copas y un bol con frambuesas. Todo bastante romántico. No podían dejar de mirarse, de tocarse, de acariciarse. Marcos cogió una de las frambuesas y recorrió con ella todo el cuerpo de Lidia haciendo que ella se estremeciera de placer por el leve roce de la fruta, sobre todo porque Marcos lamia el jugo que soltaba la frambuesa al recorrer su piel.
- Tú eres mis doce uvas -le dijo Marcos a Lidia mientras la tentaba con la fruta poniéndosela suavemente en los labios. Lidia mordió la frambuesa dejando que el jugo se le derramara por la boca. El chico lamió su barbilla haciendo que ella jadeara de deseo
- ¿Ah, si? -le pregunto ella curiosa
- Si, verás. Una, son tus ojos, los cuales roban mis noches y mis días -Marco rozó con la yema de sus dedos sus ojos con mucha suavidad - ¿sigo?
- Si por favor -le dijo Lidia mordiéndose el labio
- Dos, tu boca, dios, besar tu boca es una dulce tentación -Marcos posó sus labios en los de ella besándola con mucha calma
- Tú si que eres una tentación. ¿Y la tres?
- La tres es tu lengua. Esa lengua tuya me hace perder la razón cada vez que acaricia la mía -Lidia asomó con timidez su lengua entreabriendo sus labios haciendo que la lengua de Marcos rozara la suya cada vez con más ardor. Él acarició su cara mirándola a los ojos- Cuatro, me encantan tus mejillas como se sonrojan cada vez que hacemos el amor
Marcos se colocó entre las piernas de Lidia haciendo que su pene la rozara. Ella jadeó al sentirlo tan cerca y no pudo evitar volver a morderse los labios. El rubio bajó su boca hasta su cuello y lo besó y lamió durante unos buenos segundos.
- Cinco, tu cuello. Es tan suave. Está hecho para mis besos -Marcos fue bajando esta vez sus manos hasta llegar a sus pechos. Los cuales tocó y apretó a su antojo- aquí tenemos la seis y la siete, tus pezones y tus pechos. Los dos son perfectos, perfectos para mis manos, perfectos para mi lengua
La boca de Marcos bajó hasta sus pezones los cuales lamió y mordisqueó arrancando varios jadeos por parte de la rubia.
- ¡Marcos!
- Shh. Aún me quedan 5 uvas rubita -Marcos siguió dejando un rastro de besos por todo su cuerpo hasta llegar a su tatuaje de Osadía- Ocho, el tatuaje. Un simple círculo con llamas de tinta, pero que tanto significa para nosotros. Dame mi copa de champan por favor
Lidia alargó su mano hasta la mesita de noche y le dió a Marcos su copa. El rubio metió un par de dedos dentro empapándolos bien del liquido dorado. Los llevó hasta su clítoris y empezó a moverlos en círculos muy lentamente haciendo que ella se retorciera y suspirara de placer.
- Nueve, este botoncito que tanto me gusta tocar, acariciar, lamer. Me encanta cuando estás tan mojada, cuando te corres en mi boca. Me vuelves loco cuando haces eso
Marcos apuró la bebida de su copa devolviéndosela a ella para que la pusiera de nuevo en la mesa. Bajo su boca hasta su sexo y dejó que algo de champan se le derramara por toda su carne rosada arrancando un gemido bastante alto de los labios de Lidia. Su boca lamió y mordió a su antojo paladeando el sabor de la bebida. El rubio se incorporó hasta besar de nuevo los labios de la chica. Sus manos agarraron sus caderas y poco a poco fue posicionándose en su interior.
- Diez, tus caderas. Estas caderas que me abrazan cuando estoy dentro de ti y es el principio de mi locura -Marcos fue entrando lentamente en ella alargando este maravilloso momentos. Lidia se arqueó recibiéndolo ya ansiosa de él- Once, tu interior, humm, estás tan calentita ahí dentro, tan húmeda y resbaladiza que se me hace muy complicado no moverme. Y Doce, tú y sólo tú, Lidia Ríos, eres mi locura, y a veces lo que empieza así acaba siendo lo mejor de mi vida
Marcos empezó a embestirla muy lentamente bajando su cabeza para besarla y que sus labios recorrieran la boca de Lidia. Con cada movimiento su lengua lamía sus labios y hacía que ella jadeara totalmente enloquecida. Se agarró a sus brazos mientras él se movía cada vez más rápido dentro de ella haciendo que con cada embestida todo su cuerpo vibrara. Los labios de Lidia besaron la piel de su cuello haciendo que Marcos gimiera de placer al sentir su lengua en esa parte tan sensible de su cuerpo.
Se miraron a los ojos y ambos sabían que no podían más. Iban a correrse juntos. Lidia lo miró con esa sonrisa tan especial que tenía cuando tenía un orgasmo. Balbuceó su nombre y se dejo llevar sintiendo como miles de pequeños escalofríos recorrían su cuerpo mientras tenía un maravilloso orgasmo. Marcos fue verla y no pudo aguantar mucho más. Llevo su cabeza hacia atrás y gruñendo el nombre de Lidia, se derramó en su interior sintiendo la sensación más maravillosa del mundo. Intentaron recuperar la respiración sin dejar de sonreír.
- Feliz año nuevo Lidia
- Feliz año nuevo Marcos
⚽ Al día siguiente ⚽
Cuando Lidia despertó, Marcos ya no estaba en la cama. Se estiró en la sábana y una sonrisas tonta se instaló en su cara al recordar todos los momentos vividos la pasada noche. Rozó sus labios con la punta de sus dedos y un pequeño grito salió de su garganta. Había sido una noche mágica, especial, la mejor sin duda de su vida. Estar entre los brazos del rubio era así, lo más bonito que le había pasado nunca.
Se levantó de la cama, y cogió una de las sudaderas de Marcos. Se calzó las zapatillas y salió del dormitorio buscándolo. Cruzó el pasillo y bajó las escaleras y el ruido en la cocina, lo guió hasta él.
Sartén en mano, Marcos se atrevió a hacer tortitas. Se las debía a Lidia, por aquellas que una vez no pudieron comerse juntos. Se acercó a él y puso sus manos en su cintura regalándole una bella sonrisa de buenos días.
- Tortitas -dijo ella con una burlona sonrisa. Marcos se giró y depositó un pequeño beso en sus labios a la vez que seguía en su labor
- ¿Te apetecen?
- Todo lo que tú hagas me va a apetecer Marcos -le contestó ella mirando por encima de su hombro como él le daba la vuelta a la masa
Desayunaron entre risas, caricias y besos. Se atrevieron a hacer planes como si dos novios se trataran e incluso miraron más allá, pensando incluso en el verano.
- Alguna isla griega -le dijo Marcos con ella sentada entre sus brazos
- Algún sitio bien lejos de aquí. Donde nadie nos conozca -le dijo Lidia reposando su cabeza en su pecho
- Lidia, algún día, esto se acabará, ¿verdad?
La rubia pegó un respingo y apretó sus labios con nerviosismo. Había ciertas cosas que ya debería contarle a Marcos, en algún momento, pero, este no era ese momento.
- Se acabará si, te lo prometo. Aunque sea lo último que haga en la vida, dejaré a David -le dijo ella a punto de llorar- hay cosas que no sabes de mi Marcos, cosas que a lo mejor...a lo mejor te harán irte de mi lado...
- Ni lo pienses rubita -le dijo Marcos acariciando su mejilla- me da igual lo que hayas hecho antes de mi. Lo que me importa es el ahora contigo
- ¿Aunque sea algo horrible? ¿algo que ...?
Marcos la calló con un beso. Su lengua se deslizo entre sus dientes buscando la suya para acariciar cada parte de su boca. La tumbó en el sofá queriendo hacerla olvidar. Que pensara en él y sólo en él.
Pronto Lidia tendría que decirle a Marcos que ella no era quien parecía ser. Que estaba rota y que pensaba que nadie podría juntar esos pedazos. Aunque él lo intentara, aunque pusiera todo su empeño, siempre habría unos cuantos obstáculos entre ellos.
Solo esperaba, que el día que de verdad ella necesitara a Marcos, él estaría de su lado.
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