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3. Una mirada puede cambiar tu mundo

UNOS MESES DESPUÉS 

En serio que odio estos eventos. No me gusta exponerme delante de nadie. Bastante tengo con ser futbolista para que encima ahora tenga que posar en un puto Photocall. Pero claro, mi profesión también conlleva todo esto. Tengo que sonreír, contestar preguntas y hacer como que estoy encantado de la vida. Odio verme en la prensa o en Internet cuando no tiene nada que ver con el fútbol. Creo que yo puedo ser de las pocas personas que no tenga redes sociales, ni twitter, ni instagram, ni nada de nada. No veo necesidad de tener que estar todo el día subiendo fotos de lo que hago o dejo de hacer o comentando cualquier cosa que haga.

Estoy en el Hotel Urban de Madrid, en sus jardines. El Ayuntamiento de la capital, ha organizado una especie de premios solidarios y nos han invitado a algunos jugadores de los tres equipos de fútbol que estamos en Primera División.

Espero mi turno para posar y que me hagan un par de fotos. Voy a estar aquí el tiempo justo y necesario. No me apetece nada rodearme de tanta gente que sólo viene a lucirse. Eso es lo peor de ser futbolista de élite, la cantidad de gente que se acerca a ti queriendo su minuto de gloria. Por eso desprecio tanto este mundillo. Nunca he salido con nadie famoso. Soy tan desconfiado que no sé si querría estar conmigo por que realmente le gustará  o por ser un escalón más en su vida.

Miro hacia adelante a la persona que le hacen fotos antes que a mí. Es una chica. Posa con mucha gracia y naturalidad. Se nota que está acostumbrada a esto. Sonríe, se mueve a un lado y a otro y se deja hacer tropecientas fotos. Me permito fijarme bien en ella y tengo que admitir que es bastante guapa. Es rubia, con el pelo por debajo de sus hombros. Está delgada y lleva un vestido negro semi-transparente que lejos de parecer inapropiado, en ella resalta su figura. Sus ojos son marrones canela, y sí, es preciosa, muy preciosa. Le sonríe a los periodistas y les hace un gesto con la mano para terminar ya. Me fijo que su sonrisa decae en cuanto abandona el posado. La veo irse con gesto serio hacia las escaleras de entrada a la recepción.

No me demoro en las fotos. Un minuto si acaso y punto. Además, es que a mi estas cosas me dan mucha verguenza. No es lo mio. Salgo de allí todo lo rápido que puedo y enfilo las escaleras hacia la sala donde me esperan. La rubia va delante mía y veo que de pronto una de sus sandalias pisa el borde del vestido y está a punto de tropezar. La veo resbalar soltando un pequeño grito y no me lo pienso. Me pongo detrás de ella y la atrapo justo antes de caer por las escaleras.

La sujeto por la cintura y ella alza su cabeza para mirarme. Y si, de cerca es todavía más bonita. Tiene unas gruesas pestañas y unos labios muy jugosos. Los lleva pintados simplemente de un tono natural. Tiene unas pocas de pecas en las mejillas, que no ha querido disimular con ningún tipo de maquillaje. Es que apenas va maquillada. La veo tragar saliva y mirarme fijamente a los ojos. No puedo evitar sentir como se me revuelve todo de tenerla en mis brazos. Es una sensación difícil de explicar. Su pequeño cuerpo tiembla al contacto de mis manos.

Son unos segundos los que nos miramos, pero en este momento no escucho sonido alguno alrededor. Ni voces, ni música. Nada. Sólo estamos nosotros dos. Seguimos mirándonos. Ella deja escapar un pequeño jadeo conteniendo la respiración. Espabilo de este trance que son sus ojos y la ayudo a incorporarse sosteniendola mientras termina de subir las escaleras.

- ¿Estás bien? -le pregunto todavía con mis manos en su brazo

- Si, si estoy bien -me contesta ella con una media sonrisa. Tiene los ojos tristes mientas me mira - es que soy muy torpe

- No, no eres torpe. Bastante mérito tienes llevando esos tacones -le digo señalándolos con un gesto

- Ahí te doy la razón -suelta una carcajada que me suena a música celestial

- ¡Prim! ¡Joder que llevo un rato esperándote!

Un chico moreno, algo más bajo que yo, llega hasta nosotros visiblemente enfadado. Se acerca a la chica y rápidamente quito mi mano de su brazo. Ella se gira y lo mira seria

- He terminado hace un rato, no he podido llegar antes -le dice ella resoplando. Él le pone la mano en la cintura y va a decirle algo más cuando se da cuenta de que estoy aquí

- ¡Hombre Llorente! Me alegro de verte tío -me dice él chocando mi mano con la suya. Me fijo en la rubia intenta zafarse de su brazo

- David. Me alegro de verte -le tiendo la mano a mi compañero de equipo con una amable sonrisa

- ¿Llorente? -me pregunta ella. De pronto le cambia la cara tan seria que tenía y sonríe de una manera espectacular- ¿eres el hermano de Mónica?

- Si, soy su hermano -me quedo bastante sorprendido - ¿de que conoces tú a mi hermana?

- Es mi mejor amiga. Me había dicho que vendrías hoy. Tenía muchas ganas de conocerte Marcos -David vuelve a poner su brazo en su cintura y tira de ella hacia él. Está marcando terreno, eso está claro

- Espera... ¿tú eres Lidia? -le pregunto acordándome de lo que me contó mi hermana. Me dijo que esta noche estaría aquí su mejor amiga y que seguro que nos conocíamos. Le hacía mucha ilusión que la viera. Dice que ella es la dulzura personificada y que seguro que me iba a caer muy bien

- Siiii -responde ella muy contenta sin dejar de mirarme. Parece otra cuando sonríe

- Mi hermana me ha hablado un montón de ti - le digo mirando como su novio nos mira fastidiado

- Espero que cosas buenas...

- Venga Prim, vámonos dentro. Ya tendreís tiempo de hablar de vuestras cositas -David la coge de la cintura y le da la vuelta para irse-  y tú Llorente, estás con tu amigo Marco en la mesa, pero recuerda que tú ya no eres del Madrid

Caminan alejándose de mi y no pasa desapercibida la cara de Lidia cuando se van. Estaba fastidiada y se la veía resignada. Vaya novio que tiene por dios. La está luciendo por todo el salón como si fuera un trofeo saludando a unos y a otros. Ella les sonríe y habla escuetamente. Se nota que no quiere estar aquí.

Atravieso el salón. La sala está llena de gente. Del club y compromisos, como siempre que se organizan estas cosas. Busco donde tengo que sentarme en el panel de entrada y me dirijo hacia la mesa.

Veo al resto de personas que hay en la mesa. A algunos ya los conozco de haberme enfrentado con ellos, y por lo poco que hablamos, me gusta el ambiente que veo. Alzo mis ojos y veo que en la mesa de enfrente está la amiga de mi hermana. No puedo evitar mirarla con disimulo. La rubia está incómoda. Sonrié forzadamente y se revuelve en su silla cada vez que su novio la toca. Lo hace con disimulo, pero a mi no se me escapa su desagrado. Sobre todo porque el muy capullo tiene los ojos fijos en el escote de la morena que tiene sentada a su lado. Lo veo mirarla, sonreírle y susurrarle al oído. Todo delante de su chica. Todo con mucho descaro. Eso es no tener vergüenza ninguna.

Lidia lo mira y aparta su mirada hacia otro lado sin poder disimular una mueca de disgusto. Bebe de su copa y de pronto alza sus ojos para mirarme. Me quedo clavado en mi sitio sin ser capaz de reaccionar. Lidia esboza una sonrisa cuando me mira. Le respondo de igual manera. No puedo dejar de mirarla. No sé qué coño me pasa con ella. No sé por qué me atrae tanto que mis ojos la buscan a cada instante. Pero lo que si sé es que ella es de otro y por ese motivo tengo que dejar de pensar en ella.

- ¿Hay algún sitio libre aquí? -giro mi cabeza y Marco Asensio , jugador del Real Madrid, y además mi cuñado, se sienta en la silla libre que hay a mi lado

- Creí que ibas en la mesa de los capitanes -le dice Nacho Fernández, uno de sus compañeros

- Sabes que a mi esas polladas no me van -le contesta él sirviéndose una copa de cerveza de una de las jarras- además, que no me gusta estar sentado con ciertas personas...

Mi cuñado aprieta los dientes enigmáticamente y se bebe la cerveza casi de un trago. Se nota que está enfadado. Lo conozco. Y él no es de los que se enfadan sin razones. Es una de las personas más coherentes que conozco.

- ¿Estás bien? -le pregunto hablando sólo para nosotros

- Si, si lo estoy. Tranquilo Marcos. Es que hay personas que me enervan los nervios sólo de ver su puta cara y que encima hacen un papelón delante de la gente - sigo su mirada y lo veo mirar hacia la mesa de David, y creo que lo voy entendiendo- Pero bueno, ¿tú que tal?

- ¿Cuánto tiempo tiene que pasar hasta que sea políticamente correcto irme? -le pregunto bebiendo un refresco de cola

- Termina de cenar, y lárgate. Yo voy a hacer lo mismo. Tu hermana vendrá a recogerme, así que...

Miro de reojo a la rubia ahora que las luces de la sala han bajado para ver un video. Ha agachado sus ojos y mira su copa de agua con algo de tristeza. El cabrón de su novio sigue coqueteando con la morena aprovechando que la sala está casi a oscuras. Lidia me tiene intrigado. Sé que ella y mi hermana son amigas desde hace unos años. Nunca he coincidido con Lidia. Y para que engañarnos, es muy guapa, y por eso tampoco puedo dejar de mirarla.

Pasa una hora y la cena casi ha finalizado. La gente se ha levantado para hablar con unos y con otros. Marco se fue cuando aún estaban las luces apagadas y sólo se despidió de mi. Hay mucha gente que quiere conocerme y saludarme y yo estoy un poco harto ya. Decido ir al baño e irme a casa. Creo que por hoy, ya he cumplido. Salgo de la sala donde tiene lugar la fiesta y atravieso un largo pasillo siguiendo las indicaciones de uno de los camareros. Entro en el baño y después de hacer mis necesidades y lavarme las manos, salgo dispuesto a irme a casa.

Un sollozo llama mi atención. Alguien está llorando desconsoladamente. Escucho más o menos donde es y me doy cuenta de que es en una pequeña sala, que hay detrás de los baños. Voy hacia allí por si alguien necesita ayuda. Cuando llego me quedo muy sorprendido. Es Lidia la que llora. Pero no es un lloro cualquiera. La escucho hipar y como le cuesta respirar. Me acerco a ella preocupado. Se lleva las manos al pecho.

- Lidia, ¿estás bien? -le digo acercándome a ella

- ¡No puedo respirar! No puedo -me dice ella con la cara desencajada y con los ojos llorosos. Si no me equivoco, le está dando un ataque de ansiedad

- Vamos, tranquilízate

- ¡No puedo! ¡No puedo! No puedo respirar...me voy a morir, me voy a morir...no respiro

- Mírame Lidia -cojo sus manos y la cojo de la barbilla para que me mire. Intenta coger bocanadas de aire pero cada vez le cuesta más- mírame

- Marcos -Lidia me mira a los ojos. Tiene unos preciosos ojos marrones y unas pestañas empañadas por las lágrimas. Apenas puede hablar

- Vamos a respirar juntos. Tú mírame. Tú puedes. Mírame y respira, inspira, respira...vamos, hazlo con calma...

Lidia empieza a respirar a la vez que yo. Intento que su respiración sea más pausada. Intento que mi tono de voz sea tranquilo. Agarro sus manos y está temblando.

- Concéntrate en mi voz. Tú puedes. Tú puedes respirar. Tranquila. Respira, inspira. Una vez, otra más -Lidia se concentra en mi sujetandose a mis manos. Sus ojos me miran y yo me muero de verla así, tan triste y tan desvalida. Me produce una ternura infinita y me duele todo de verla sufrir- vamos Lidia, lo estás haciendo muy bien. Respira, concéntrate en mi voz y no dejes de mirarme

Los hipidos de Lidia cada vez son más pausados. Me hace caso en lo que le digo. Pasan varios minutos que se me hacen eternos. Respira con más fuerza y más seguido hasta que se tranquiliza un poco. Me permito apartarle un mechón de su cabello de su cara y borrarle una de sus lágrimas con mis dedos. Su piel es muy suave. 

- ¿Estás mejor? -le pregunto muy despacio. Ella asiente incapaz de hablar todavía- voy a buscar a David, ¿vale?

- ¡No, por favor!  -Lida me agarra de las manos y me atrae hacia ella- ¡no me dejes sola Marcos, por favor!

- Está bien. No te dejo sola

La llevo hasta un sofá que hay detrás de nosotros y la siento allí. Está temblando de frío. Me quito mi chaqueta y se la paso por los hombros. Ella me da una mirada triste de agradecimiento. Coge una de mis manos y la agarra muy fuerte. Saco mi móvil del bolsillo y marco el número de Koke, el capitán del Atlético. Le pido que busque a David y que le diga que venga porque su novia no se encuentra bien.

- ¿Como te encuentras? - le pregunto mientras acaricio el dorso de su mano. Lidia me mira a los ojos con la cara desencajada. Los labios le tiemblan

- Tengo mucho frio - Lidia se apretuja más en mi chaqueta

- Son los nervios Lidia. Respira tranquila. Todo va a ir bien

Lidia tiene la mirada perdida. No deja de temblar intentando recuperarse. Sus ojos están rojos de llorar, su cara surcada de lágrimas.

- Siento que me veas de esta manera. Ésta no es la forma en que quería conocerte - me dice ella hablando muy bajito. Su voz es dulce y pausada

- Nos hemos conocido en la puerta. Esa ha sido una buena forma. Te he salvado de unos zapatos asesinos - le digo medio sonriendo. Ella alza sus ojos y me sonríe un poco - Y no me pidas perdón por estar mal. Los ataques de ansiedad es algo que no se puede controlar. Bastante estás pasando ahora. Tú tranquila y relájate. Que mi voz es super-bonita

- En eso tienes razón. Tú voz me ha tranquilizado mucho. Gracias Marcos. Creí que me moría. Muchas gracias. Tú hermana tiene razón, eres un cielo - le sonrio al escucharla hablar así de mi

- ¡Joder Prim! - la voz de David me hace levantarme del sofá y a ella ponerse tensa y temblar más todavía. Alza sus ojos y se le escapan algunas lágrimas - ¿Qué coño te pasa ahora?

Me acerco a él para que la deje respirar tranquila. Lo que le faltaba ahora es que este gilipollas hiciera que le diera otro ataque.

- Le ha dado un ataque de ansiedad - le digo en la puerta de la habitación - la escuché cuando volvía del baño

- ¡Le ha dado una mierda! Lo hace para llamar la atención. Está celosa porque estamos enfadados y no le he hecho caso - de verdad que la actitud de este tío me está enervando la sangre

- No lo creo David. La he visto muy mal... no creo que fingiera - sobre todo porque en ningún momento me ha pedido que llame a este pedazo de mierda para que esté al lado de ella

- ¡Que sabrás tú Marcos! - me dice condescendiente - mira hazme un favor ¿quieres? Yo tengo que estar aquí hasta que todo esto termine. ¿Puedes llevártela a tu casa y luego voy yo a buscarla?

Me quedo mirándolo incrédulo. Aquí dentro hay una preciosa chica que hasta hace unos instantes creía que se moría, y él pasa de ella. ¿Pero este tío de que va? Me llevo la mano a la cara mientras espera mi respuesta y solo pienso en ella y en nadie más que en ella. Lidia no se merece estar sola en estos momentos. Y no pienso dejarla.

- Claro. No te preocupes. Yo me quedo con ella

- Gracias Marcos, eres un buen tio

David me da una palmada en la espalda y se da media vuelta para irse. No ha entrado ni a verla. Ni le ha preguntado como está. Me doy la vuelta resoplando y entro en la habitación. Lidia me mira fijamente a los ojos y gruesas lágrimas caen por sus mejillas.

- ¿Lo has escuchado todo, verdad? - me siento a su lado y le cojo las manos. No puedo evitar que me duele verla así. No se merece esto. Se merece que la abracen y que le digan que todo va a ir bien. Ella me mira y asiente - ¿quieres que te lleve a tu casa mejor?

- David quiere que me lleves a tu casa para llevarse a esa tía y follarsela en nuestra cama. Y depende de como le vaya la noche te llamará para pedirte que le hagas el favor de que me quede a dormir en tu casa con cualquier excusa

Miro a Lidia y lo que me descoloca es con la tranquilidad conque me lo dice todo. Estoy bastante sorprendido por lo que me está diciendo.

- ¿Y tú que quieres hacer? - le pregunto mirando sus hermosos ojos canelas. Ella me mira fijamente y medio sonríe

- Yo quiero una hamburguesa del Mc'donalds

*** Voy a ir publicando los capítulos conforme los vaya editando y corrigiendo pues no quiero alargar mucho la edición ***

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