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22. Tengo Una Fantasía Erotica

Me he despertado con mucha sed. Miro la hora y son las 6 de la mañana. Hace dos horas que nos hemos acostado. Me río de lo bien que nos lo hemos pasado. Este es uno de los mejores cumpleaños de mi vida. Llego a la cocina y enciendo la luz de la campana. Cojo un vaso de uno de los muebles y lo lleno de agua. No puedo dejar de pensar en Marcos, es que no puedo. Me tiene loca, me hace perder la poca cordura que tengo. Es que me gusta muchísimo. Y encima está tan bueno el puñetero. Escucho pasos que se acercan a la cocina y me muerdo los labios al ver que es él. Cuando me ve sonríe dándome un repaso de arriba a abajo.

- ¿No podías dormir? -me pregunta con esa voz tan sexy que hace que todo el cuerpo me tiemble

- Tenía sed, mucha sed

- Yo también tengo sed

Marcos se acerca a mi y coge un vaso del mueble. Está muy pegado a mi y si alzo mis ojos me chocaré de frente con sus labios. Sé que lo hace a caso hecho. El acercarse tanto. Llena su vaso de agua y se lo bebe sin apartarse de mi. Lo veo tragar agua y yo bebo de mi vaso también para disimular lo que me está causando el tenerlo tan cerca.

- ¿Sabes? Tengo una fantasia erótica Lidia

- ¿Ah, si? -le pregunto dejando mi vaso y tragando saliva. Marcos deja su vaso también y una de sus manos me aparta el flequillo de la cara. Solo el leve roce de sus dedos ya me está haciendo temblar

- ¿Puedes ayudarme? -me pregunta acercando sus labios a mi cuello. Deja un pequeño beso en el que hace que me estremezca de deseo, de mucho deseo

- Claro que puedo -le contesto mientras él se separa mirándome fijamente. 

Marcos alza una de sus manos apagando la luz de la campana. Sólo el reflejo de las luces de fuera nos iluminan. Pone sus manos en mi cintura y va bajando poco a poco mis pantalones de pijama llevándose mis bragas con ellos. El roce de sus dedos en mi piel mientras los va bajando hace que se me erice la piel. Alzo mis piernas para ayudarle a sacarlos. Los deja encima de la mesa y con un rápido movimiento me sube encima de la encimera colocándose entre mis desnudas piernas.

- Aquella mañana en mi casa, pensaba follarte en mi cocina. Y desde entonces no he podido dejar de imaginarlo en mi cabeza una y otra vez 

Marcos me besa el cuello dejando pequeños besos hasta el nacimiento de mis pechos. Mete sus manos por dentro de mi camiseta y me toca los pechos desnudos haciendo que gima de placer. Llevo mis manos a sus pantalones y le toco su erección que ya está bastante dura. Marcos gruñe cuando lo hago para después bajar sus manos y tocar mi húmedo sexo. Sus dedos me acarician con suavidad y esto me está volviendo loca. Marcos se acerca a mi, y por fin me besa. 

Sus labios están frescos y me saben a gloria. Porque besarlo es auténticamente delicioso y sentir como su lengua explora mi boca mientras sus dedos se mueven en mi clítoris me producen miles de sensaciones maravillosas. Cuelo mis manos por dentro de sus pantalones para tocarlo y acariciarlo. Está caliente a mi tacto y se siente muy suave. Mi mano lo acaricia de arriba a abajo y siento como Marcos respira entrecortadamente. 

- Tengo una cosa que contarte -le digo a Marcos susurrándole al oído. Mis labios besan su cuello y siento como gime bajito- los análisis que me hicieron salieron perfectos, y además, estoy tomando anticonceptivos...

- ¡Joder Lidia! Acabas de matarme

Marcos se separa de mi y me aparta las manos de su pene. Lo miro confundida pero no me da tiempo ni a pensar cuando me abre las piernas para entrar en mi de una sola embestida. Echo mi cabeza hacia atrás mordiéndome los labios. Miro a Marcos y los dos intentamos tomar aire. Llevo mis manos a su cuello y las entrelazo detrás. Él se mueve dentro de mi con rápidez y embistiéndome con fuerza, algo que me encanta y que me está volviendo loca. 

- No pares Marcos, por favor

- No lo haré. Me tienes loco Lidia, pero loco perdido

Bajo mis manos y las meto por dentro de su camiseta porque necesito tocarlo. No me lo pienso y se la quito acariciando su espalda desnuda. Mis uñas se clavan en sus espalda aguantando sus embestidas que hacen que tenga que llevar mi boca a la suya para callar nuestros gemidos. No soy consciente de nada, sólo de él y de nada más que él. Estar con Marcos es increíble. Sentir como se mueve en mi interior, como entra y sale de mi, como me llena por completo, es un puto paraíso. Siento el familiar cosquilleo del orgasmo y aprieto mis piernas sintiendo que voy a correrme. 

Marcos no deja de moverse y con cada embestida se lleva un trozo más de mi para quedárselo en él. Cierro mis ojos y cuando los abro me corro con fuerza. Sus labios están de nuevo sobre mi y jadea en mi boca. Puedo sentir como se corre también a la misma vez que yo. Marcos me abraza con fuerza y se tensa cuando lo hace. Intento recuperar el aliento cuando su boca se aparta de la mía. Nos miramos los dos a los ojos y yo ahora mismo tengo una sensación tan maravillosa en el cuerpo que no puedo con ella.

- Tú eres mi fantasía Lidia

Me dice antes de volver a besarme esta vez con más calma disfrutando de mis labios. Lo miro riéndome y me ayuda a bajar de la encimera para abrazarme en cuanto pongo mis piernas en el suelo.
Desde luego que este es el mejor cumpleaños de mi vida.

Por la mañana

Acabo de darme una ducha que me ha espabilado. Son ya las 11 de la mañana y Ari se levantó hace rato. Ni me he enterado cuando lo ha hecho. Me he puesto un pantalón de chandal gris con una sudadera abierta, debajo llevo una camiseta blanca. El pelo me lo he dejado suelto y me lo he secado muy poco. Se me ha quedado rizado. Odio cuando tengo que estar tres mil horas alisándomelo. Salgo de la habitación con el corazón latiéndome con fuerza. Dios, lo de esta madrugada ha sido increíble. Tardé un montón en dormirme reviviendo una y otra vez el encuentro con Marcos. Todavía puedo sentir sus besos en mi boca y sus manos en mi piel. Y aun quiero más de él porque no estoy saciada de Marcos.

Entro en la cocina y veo a mi pareja favorita desayunando excepto a Marcos. Les doy un beso a los dos y voy a prepararme el desayuno, cuando Mónicaa me hace sentarme.

- Ah, no. Tú sentadita, que para eso hoy es tu cumple -me dice ella- ¿Qué quieres desayunar cariño?

- Me da igual, de verdad -le contesto cogiendo su mano y apretándola con fuerza

- ¿Quieres tortitas? Marco ha comprado un preparado 

- Vale, pues tortitas

- Yo también quiero -la voz de Marcos apareciendo por la cocina me hace girar mi cabeza para verlo y tragar saliva. Está recién levantado, con todo su pelo revuelto y aún está en pijama. Dios, de día está aún más atractivo. Nuestros ojos se encuentran por un instante y él me guiña un ojo sonriéndome

- Llevas la camiseta al revés Marcos -le dice Marco

Marcos mira su camiseta y es verdad, el estampado lo lleva hacia dentro. Se la quita para darle la vuelta y ponérsela bien coincidiendo con la entrada de mi hermana en el comedor.

- ¡Joder Marcos! Avísame de que vas a hacer eso, ¿quieres que me de un infarto? -le dice ella guiñandole un ojo. Mi hermana se sienta a mi lado y me da un beso en la mejilla para susurrarme al oido- está bueno el jodío

- ¿Marcos? -le pregunta Mónica impidiendo que él se ponga la camiseta- ¿Qué te ha pasado en la espalda?

- ¿Qué me ha pasado? -le pregunta él girándose para intentar ver lo que le dice Mónica

- La tienes llena de arañazos...

El sorbo de nesquik  que iba a tomarme se queda a mitad de mis labios. Él mira a su hermana y se pone la camiseta con rapidez procurando no mirarme. Yo empiezo a notar como me pongo colorada y el resto lo miran.

- Me habré rascado mientras dormía -le contesta él sirviéndose una taza de café de la cafetera

- Tú no llegas donde tienes los arañazos -le dice Marco mirándolo serio- te lo digo yo que esos no te los has hecho tú...

El silencio se instala en el comedor y yo me muerdo los labios nerviosa.

- ¡Yo no he sido! -dice la traidora de mi hermana alzando sus manos

Siento como me pongo todavía más roja y no sé donde mirar. Mi hermana se empieza a reír. Alzo mis ojos y miro a Marcos el cual esboza una ligera sonrisa. 

- Vale, si, he sido yo -les digo admitiéndolo. Miro a Marcos el cual ha alzado una de sus cejas pero no se le ve enfadado

- ¡Lo sabía!  -dice Mónica. Le tiende la mano a su novio y él la mira enfurruñado- paga Asensio, me debes 50 euros

- ¿Habéis apostado sobre nosotros? -les pregunto mientras Marcos se sienta a mi lado

- Si -contesta Marco- yo dije que no os ibais a enrollar y Mónica que si. Ha ganado ella. Aunque no lo entiendo, se supone que dormís en habitaciones separadas...

- Cuñado. No me pidas detalles que no te los voy a dar -le contesta Marcos poniendo su mano en mi muslo

- Solo quiero saber donde ha sido para no tener que sentarme -se ríe Marco chinchando a Marcos- o si ha sido en varios sitios...

- Bueno Asensio -le digo yo comiéndome mi primera tortita- tienes tu culo puesto donde consumamos, tú mismo

El mallorquín se aparta de la encimera como un resorte y yo me río cuando lo hace. Nos mira a los dos haciéndose el enfadado.

- Dios, me lo estoy imaginando y no es agradable -sigue diciendo él

- Pues no pienses, que luego te duele la cabeza -le contesto yo riéndome de él

La mañana sigue entre bromas y risas. El resto del día lo pasamos en el jardín. Aún hace buena temperatura y echamos un partido de fútbol improvisado. Marco y Marcos juegan contra Ari, Mónica y conmigo. Ni que decir tiene que Marcos se pasa todo el partido detrás de mi sin dejar que toque el balón. Una de las veces me tira al suelo y se pone encima de mi haciéndome cosquillas. Sus ojos azules miran a los míos haciendo que sienta un cosquilleo por todo mi cuerpo.

- Eres muy mala Lidia -me dice besando mi cuello- pero malisima. Juegas fatal

- ¡Dejad ya los besuqueos! -nos grita Marco. Alzo mi mano para tocar la mejilla de Marcos y le doy un suave beso en los labios. Nos levantamos los dos y seguimos jugando

A la hora de la comida, estamos las tres reventadas, así que mientras los chicos preparan la barbacoa, nosotras nos tumbamos en las tumbonas del jardín a tomar algo de sol. Ellos se van a encargar de absolutamente todo, desde poner la mesa hasta hacer la comida. Marcos ha hecho una sangría y viene hacia nosotras trayéndonos un vaso a cada una. Cuando me da a mi el mío me da un beso en los labios que hace que me sonroje y me mira de unas maneras que hacen que desee arrancarle la ropa y tumbarlo en el cesped para hacerle cosas muy sucias. Lo veo irse mordiéndome los labios porque le estoy mirando el culo.

- Dios hermana -me dice Ari riéndose- os coméis con los ojos

- Lo siento, no puedo evitarlo -les digo encogiendo mis hombros- ¿Mónica? ¿Qué piensas de que...tu hermano y yo...? 

Muerdo mi labio esperando su respuesta. Miro hacia delante y veo a Marcos beber de su vaso de sangría. Alza sus ojos y me mira sonriéndome. Y yo me pongo como una tonta adolescente mirándolo

- Sinceramente. Yo no tengo que pensar nada Lidia. Creo que vosotros dos sois bastante mayorcitos para saber lo que hacéis. Sólo quiero que no os hagáis daño. Y yo sé que tú no estás jugando con mi hermano porque te conozco y por la forma como os miráis. Pero tampoco soportaría que se lo hicieras

- Por eso puedes estar tranquila, jamás le haría daño a Marcos, antes me muero. De todas maneras esto no va a ser siempre así. Te prometo que estoy arreglando las cosas y llegará un momento que David y yo... bueno tú ya lo sabes... Aunque luego pasen cosas como las del cumpleaños. ¿Sabes que el muy cabrón me ha dicho que no hará declaraciones de lo del anillo si me voy con él a Cancún en un par de semanas?

- ¿A Cancún? - Mónica se incorpora de la hamaca y baja sus gafas de sol mirándome

- Si. Va a inaugurar otra tienda de camisas allí y quiere que vaya con él porque como soy la imagen de la marca..

- Pues no vayas -me dice ella- no puede obligarte

- Es que -me muerdo los labios y miro hacia adelante comprobando que nadie me escucha- se me ha ocurrido una idea, y necesito que me ayudes

Mónica alza una de sus cejas y se acerca más a mi bajando también el tono de su voz al igual que hago yo.

- Soy todo oídos amiga

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