— Duele... — murmuraria una voz femenina bastante adolorida.

Sus ojos carmesi mostraban cansancio y una pisca de decepción, sus pasos eran temblorosos, cubriendose sus ensangretadas costillas, piernas con un pequeño abrigo que cabia decir anteriormente era blanco y ahora era rojo completamente debido a la sangre que escurria.

Las calles estaban concurridas de gente, por lo que se ve obligada a volver a casa  de otra manera sin que la vieran, caminaba por los callejones con pasos tambaleantes, con un trayecto a casa le pareció interminable, cada paso le hacía sentir más el dolor de sus heridas y el cansancio acumulado. Al llegar a los departamentos, apoyó en la barandilla esperando que nadie estuviese cerca, entro al vestibulo para correr hacia su casa.

Llegando al mismo se sostuvo  la mano en el marco de la puerta, sosteniéndose antes de empujarla y entrar.  Cerró la puerta detrás de sí con un suave clic y se dirigió al baño. Con dedos temblorosos, encendió la luz y se miró en el espejo. Su rostro reflejaba el agotamiento y el dolor, pero lo que captó su atención fue algo más: una especie de marca oscura en su frente, como una extraña huella de sangre que se distinguía claramente sobre su piel.

—¿Qué es esto...? — murmuró, levantando el brazo para observar mejor la marca.

Era extraña, como si estuviera grabada, pero al tocarla, la textura no se sentía diferente a la de su piel. Sin embargo, la marca irradiaba un leve calor, y al enfocarse en ella, casi parecía que su pulso se alineaba con el latido de esa mancha oscura, como si tuviera vida propia. Un escalofrío le recorrió la espalda.

No dudó más. Sacó su teléfono y llamó rápidamente a la agencia, haciendo una petición de primeros auxilios de emergencia. Aún en su estado, sabía que no podía presentarse así en un hospital normal; la agencia tenía que encargarse.

— Aquí Thonr Princess... necesito ayuda — dijo en voz baja, tratando de no reflejar la gravedad de la situación en su tono, aunque sentía el dolor punzante con cada palabra.

— Enseguida, Thorn. ¿Cuál es su ubicación actual? — respondió la voz al otro lado de la línea.

— Estoy en casa... envíen a alguien rápido, por favor.

La respuesta fue casi inmediata, y aunque le aseguraron que un equipo estaba en camino, Yor se dejó caer en el borde de la bañera, exhausta. Observó la marca una vez más, tratando de entender de dónde venía y cómo había llegado allí. No recordaba haber recibido ningún golpe en el frente que pudiera explicar semejante mancha.

A los pocos minutos, oyó un golpeteo suave en la puerta. Los primeros auxilios habían llegado. Con un esfuerzo final, se levantó y abrió la puerta, dejando que el equipo ingresara. Mientras le administraban el tratamiento, trató de apartar la preocupación de su mente, aunque la incógnita de la marca continuaba pesando en ella.

— ¿Su marido? —  preguntaria su jefe.

—  Estaba conmigo, o bueno lo escuche atras mio

—  ¿Su hija? —  preguntaria otra vez.

—  Esta con su amiga teniendo una pijamada —  responderia serena.

Asi todos se prepararon para darle primeros auxilios viendo las costillas rotas que tenia debido a la camara que Majin le lanzo en el abdomen, y la quijada desviada debido al patadon que le metio, quemaduras de tercer grado debido a la respiración solar.

 Yor observaba mientras el equipo de la agencia le limpiaba cada herida con esmero, examinando las costillas fracturadas y el moretón en su mandíbula que marcaba el impacto de la pelea. Uno de los médicos, de pie frente a ella, fruncía el ceño ante la gravedad de sus quemaduras; el patrón quemado por la respiración solar que había recibido de Majin complicaba el tratamiento. Sin embargo, la preocupación no se concentraba en las heridas visibles, sino en la marca en su frente que, a pesar de parecer leve, emanaba una energía extraña que ninguno del equipo de emergencia podía ignorar.

—¿Qué opinas de la marca? —preguntó Yor en voz baja al jefe médico, aún controlando su tono, aunque su inquietud era evidente.

—No puedo asegurarlo, pero... —el médico dudó un momento, reubicándose para analizar mejor la mancha oscura que parecía impregnada de algo ajeno. Incluso bajo el brillo de la linterna, la marca daba la sensación de pulsar levemente, como si tuviera una especie de vida propia—. Vamos a necesitar ayuda especializada para esto.

Yor asintió en silencio. Sabía que era complicado, pero la marca parecía el resultado de algo mucho más profundo, más allá de lo que cualquier intervención inmediata pudiera resolver. La misma pregunta latía en su mente: ¿Qué implicaba esa marca realmente? Y, ¿quién podría estar detrás de este tipo de ataque?

Horas después, mientras el equipo terminaba de vendar sus heridas y aplicaba analgésicos, recibió una llamada. El director de su agencia le informó que habían designado a alguien especial para investigar el origen de la marca. Al parecer, un analista con experiencia en rastrear rastros y señales sobrenaturales estaba de camino. Yor se recostó en el sillón, intentando procesar lo que estaba sucediendo, cuando alguien llamó a la puerta.

El jefe médico se acercó para abrir, dejando pasar a un hombre de aspecto sereno y mirada analítica. Sus pasos eran firmes, y aunque no llevaba uniforme, la seguridad en sus gestos le confería una presencia distinguida.

—Gracias por venir, D —le dijo el jefe médico, haciéndole una seña para que se acercara a Yor.

El hombre asintió y miró a Yor con detenimiento, centrándose en la marca. No era la primera vez que lo veía, y ella sabía que su presencia era señal de que el asunto era grave. D sacó un pequeño dispositivo y apuntó a la marca, registrando un análisis rápido.

—Interesante... —murmuró, observando los resultados en la pantalla—. Es la marca de cazador, marca que nacio gracias a los Dioses por la era Sengoku, generada para tomar un plus de vitalidad a cambio de tiempo de vida, los que la desbloquean tenian un incremento de habilidades masiva, pero cobraba sus vida a los 25 años.

Yor lo observó con preocupación, entendiendo que la marca podía llevarla con san pedro.

—¿Eso es algo reversible? —preguntó finalmente, espantada, ella tenia 27 años. D entrecerró los ojos, pensativo.

—Con tratamiento y análisis podríamos detener el flujo de vitalidad que te drene, pero sus efectos ya han empezado a manifestarse dandote muchos incrementos de habilidades. Me ocuparé de investigarlo a fondo como evitar que mueras hoy, y de ser necesario, recurriremos a métodos avanzados para apasiguar la marca. Esto podría tomar tiempo, pero no estás sola en esto.

Yor asintió, más tranquila. Sabía que el proceso sería largo, pero la promesa de apoyo la hacía sentir menos vulnerable. Despues de revisar mas detalladamente salio del departamento y volvio a entrar con una jeringa.

— Creo que con esto no moriras al menos hoy.

Fin del capitulo 15